¿Eres Famoso?

By Ale_Lires

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A veces las personas se encuentran porque se necesitan entre si. Imagínate conocer a un chico encantador y pa... More

Inicio
1.- Félix del Valle
2.- ¿Conoces Acapulco?
3.-Fue mi culpa
4.- ¿Quieres acompañarme?
5.- ¿Por qué no me lo dijiste?
6.- ¿Qué manera de disculparte es esa?
7.- ¿Me acompañas un mes a Canadá?
8.- ¿Qué haces tú aquí?
9.- Te lo juro Alessia Sofía
10.- ¿Quién te dijo semejante mentira?
11.- Eres auténtica ¿Lo entiendes?
12.- ¿Te gusto?
13.- ¿Crees que tenga una oportunidad con él?
14.- ¿Por qué aceptaste quedarte conmigo?
15.- Eres más bonita en persona
16.- Golpes, discusiones, reconciliaciones y besos
17.- Les tengo una propuesta
18.- ¿Por qué era tan difícil decírselo?
19.- Estábamos pensando lo mismo
20.- ¿Si ubicas quiénes somos?
22.- ¿Dónde está tu papá?
23.- Feliz cumpleaños, Alessia
24.- Alessia, no es lo que tú crees
25.- Te lo prometo
Epílogo

21.- ¡YA CÁLLATE!

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By Ale_Lires

Capitulo veintiuno 

¡YA CÁLLATE!

La semana había transcurrido rápidamente, sentía tan extraño regresar a clases luego de casi dos meses sin asistir.

Ya se había acostumbrado a no hacer nada, a vivir relajada, a no estresarse por trabajos, presentaciones y ensayos.

Mientras Alessia entrega un proyecto, su amiga no dejaba de recordarle la cena en su casa.

Victoria era la más emocionada con esto.

Al finalizar las clases, su mamá pasó por ella y fueron a recoger a sus hermanos, para ir a comer fuera de casa.

La pasaron muy bien, se divirtieron, hacía mucho tiempo que no salían todos, Andrea siempre estaba ocupada con su trabajo y sus hijos la comprendían, de no ser por su madre no tendrían todo lo que tienen ahora.

Algo por lo que nunca hubo quejas o reproches era su ausencia, sabían que su mamá tenía que trabajar para que ellos tuvieran una vida estable, económicamente hablando.

Porque cuando eran más pequeños atravesaron una crisis económica muy fuerte y Andrea juró que ninguno de sus hijos pasaría otra vez por algo así.

Después de comer fueron al centro comercial, pasaron todo el día fuera, llegaron a su casa como a las 7:00 p.m.

Su madre preparó la cena pero su hija mayor no quiso, tenía que hacer la tarea, así que fue al despacho de su mamá, ya que necesitaba algunos libros.

Al pasar una hora, salió del despacho,  tomó sus tres libretas y fue a la cocina, agarró un plato hondo y se sirvió cereal seco, no le gustaba la leche.

Estaba por subir a su cuarto cuando escuchó a su madre y a sus hermanos hablar, fue hasta el comedor en donde estaban sentados platicando, puso sus libretas y su cereal en la mesa.

―Es un mal padre ―comentó Ara un poco molesta. 

―Yo no lo creo ―dijo Alessia, su hermana la miró arqueando una ceja ―la verdad tienen que admitir que Lucas a pesar de todo hizo cosas buenas. 

―Alessia, por favor.

―Es la verdad mamá.

―Se va a ir al infierno ―añadió Ara.

―Si, hizo cosas malas, pero también buenas ―tomó un vaso limpio que estaba en la mesa ―no es la peor persona.

¿Por qué era tan difícil que vieran que Lucas no era lo peor del mundo?

—¿Por qué no pueden ver lo bueno? A pesar de que no pasaba tanto tiempo con...

―¿Tú porque opinas? ―preguntó su hermana curiosa ―te re cuerdo que tú no tienes papá y no sabes lo que es tener uno, así que mejor cállate. 

―¡Ara!

Alessia iba a tomar sus cosas e irse, pero no, está vez no se iba a quedar callada como siempre.

Con todas sus fuerzas, le respondió.

―Si tengo ―afirmó ―¿O de dónde vine? ¿Me trajo la cigüeña?

―Tienes razón ―sonrió con malicia ―tienes un padre, aunque no sabemos donde, pero lo tienes.

―Lucas no es el mejor padre, tampoco se si le queda el título pero deben de admitir que hizo cosas buenas.

―Sofía, yo no entiendo como tú ―la señaló ―sin saber que es tener un padre opinas, nunca tuviste el cariño, no sabes lo que es tenerlo. 

Se puso a pensar y se dio cuenta que no podía opinar acerca de algo que no conocía.

―Yo tampoco se porque tú opinas ―le contestó con la voz frágil  ―Lucas no venía siempre y...

―Pues es mejor así, que nunca, por lo menos mi papá si me conoce y me quiere.

Alessia apretó sus labios, su hermana tenía razón.

―No sé si te quiera, no conozco sus emociones ―tomó la jarra de agua.

Claro que la quería, lo demostraba con los abrazos, besos, palabras, acciones, Lucas siempre quiso a Ara y Franco, a Alessia la trataba bien, pero siempre se veía la preferencia por los que si eran sus hijos.

―¿Tú que sabes? Nunca tuviste uno, no puedes opinar —asintió con los ojos vidriosos  ―Pobre de ti ―comentó con lástima ―nunca vas a conocer a tu papá, te abandonó, debes ser horrible ver como tus hermanos si tienen a papá y a mamá y tú no. 

Tenía razón, fue muy difícil crecer así y no solo por no tener a su papá, porque  le hubiera bastado con su madre si tan solo Andrea se hubiera comportado como tal.

Las distinciones entre sus hermanos y ella eran evidentes y por parte de Lucas puede entenderse, pero de su madre.

Al ver que Alessia no dijo nada, su hermano habló.

―¿Pues no se que es peor? si lo de ella o lo nuestro ―lo miró confundida ―Alessia no conoció a su papá, pero nosotros si, dime ¿Qué es mas feo? Mamá dice que nuestro papá no nos quiere, que se hartó de nosotros, que le causamos vergüenza, ¿verdad? —su madre asintió.

Pero nada era cierto, Andrea les habló pestes de su padre para que lo odiaran y jamás quisieran volver a verlo.

Ella corrió a Lucas años atrás, él quería estar con sus hijos, pero ella no sé lo permitió, porque creía que se los quería arrebatar de su lado.

Todo lo que salía de su boca eran mentiras.

La única verdad que había dicho era que el padre de Alessia no la quería, cuando ella se embarazó, el señor no sé quiso hacer cargo y por más veces que le fue a suplicar que reconociera a su hija, él no lo hizo.

Era un señor más grande que ella y por eso aseguraba que Thomas nunca iba a tomar en serio a su hija, porque si a ella no la tomaron en serio, ¿Por qué a Alessia si?

No, no podía tomarla en serio, Thomas solo se iba a burlar o eso pensaba Andrea.

Era absurdo pensar que a Alessia si la querían para algo serio y a ella no, era imposible.

—Alessia no lo conoció, no le hizo daño, ¿pero a nosotros? ―quiso saber ―que sentiste cuando te dijo que eras una vergüenza, cuando te dijo que no iba a dar un solo peso para ti.

Andrea apretó sus labios, aquel recuerdo la había invadido, ese día discutió con Lucas y le dijo que irían a juicio por la custodia de sus hijos, así que ella al llegar a la casa les dijo a Ara y Franco que su padre se avergonzaba de ellos y que no iba a dar un solo peso para ninguno.

Envenenó a sus hijos para que no quisieran saber nada de su padre y no se alejaran de ella.

―No lo decía en serio ―respondió con los ojos a punto de llorar.

No podía creer que su propio hermano le estuviera diciendo aquello.

—Ara, Lucas... —Alessia intentó acercarse a su hermana y tratar de resolver aquella situación, pero no la dejó y estalló.

―¡YA CÁLLATE! ―gritó ―¡JAMAS VAS A SABER LO QUE ES TENER UN PADRE, EL CARIÑO, LOS REGALOS, SIMPRE TUVISTE QUE CONFORMARTE CON MAMÁ Y VER COMO NUESTRO PAPÁ NOS DABA TODO Y A TI NO!

—Ara...

—Mamá debió abortarte, ¿Para qué traer hijos al mundo sin padres?

—Entonces que haces aquí.

—¡Alessia!

—¿Qué? —dejó caer las lágrimas —ella lo dijo.

—Si, pero Ara es pequeña.

Negó.

—¿Y eso que?

—No tienes porque hablarle así a tu hermana, respétala.

Tomó una bocarada de aire.

—No quiero seguir aquí, mamá.

—¡Me parece perfecto! —respondió su hermana —con el dinero que ganaste vete.

Fue hasta ese momento que su madre reaccionó.

—¡No! Alessia no se va a ir.

—Mamá, ¿Qué dices? Ya va a ser mayor de edad puede irse.

—¡Dije que no, Ara!

Se quedó sorprendida de que su mamá le levantara la voz.

A Andrea le aterraba el hecho de que sus hijos se fueran de su lado, no podía dejarlos, quería que estuvieran siempre con ella.

—Alessia, complicas todo, eres como ese algo que estorba en nuestras vidas —Ara seguía lastimando con sus palabras.

—Alessia, vete a tu cuarto, que solo empeorar las cosas.

—No, mamá, yo no empeoro nada.

—Solo vete de aquí.

—¡Siempre le tienes que dar la razón a tu hija, para que no se sienta mal, siempre es Ara, siempre! A veces pienso que es por lástima —cuando sintió ya había dicho eso último.

—¡Vete, ya! ¡Voy a ser feliz el día que ya no estés con nosotros!

Tragó saliva.

—Es absurdo que tu felicidad dependa de mí, careces de amor propio, Ara.

Su hermana se quedó con la boca abierta, creyó que no le diría nada.

Subió las escaleras, caminó rápidamente hasta entrar a su cuarto,  segundos después su hermana se encerró en el suyo, vio que su mamá fue detrás de ella, estaba tocando la puerta para que le abriera, Alessia negó y cerró su puerta sin hacer ruido.

―¿Por qué te importa más ella mamá? ―se preguntó mientras se tiraba en su cama. 

―Abre la puerta ―dijo su madre después de tocar.

Siempre era la segunda opción.

Se levantó de la cama y abrió la puerta.

―Como no te abrió tu otra hija vienes conmigo. 

―¿Puedo pasar? ―se hizo a un lado y entró ―Alessia, estuvo muy mal lo que hiciste, pídele perdón a tu hermana. 

―Creo que las dos deberíamos pedirnos una disculpa, no estuvo bien lo que dijimos.

―Ella es chiquita, tú como la mayor debes hacerlo sin esperar que ella lo haga ―negó con tristeza.

―Mamá, Ara tiene casi quince años.

―Entiéndela.

―No lo puedo creer ―se sentó en la orilla de su cama ―¿Por qué la defiendes tanto?

―Es pequeña, no sabe lo que hace, además tú empezaste.

―Nunca he entendido porque tú siempre dices que es mi culpa, haz memoria, pero no solo de lo que pasó hoy, me refiero a todo y dime quien empieza ―su madre se quedó callada ―siempre es lo mismo, en cada discusión tratas de encontrar una excusa para defender a tus hijos ¿Por qué?

―Entiende que esto le afecta a tu hermana. 

―¿Y a mí no?

―Ella está llorando y tú no, además ya estás grandecita.

―¿O sea que sino lloro no me afecta?

―Ya estas grande para esto, ve y pídele perdón, siempre ha sido así de fácil  —la tomó del brazo y la jaló, la estaba lastimando.

―Ese es el problema, siempre pido perdón aunque no haya sido mi culpa —se soltó de su agarre —me has faltado al respeto y yo he dejado que lo hagas.

En ese momento vino a su mente el recuerdo de aquella discusión con su hermana, la anécdota que le contó a Thomas de los bofitos.

Ella no le contó todo, omitió que su madre al darse cuenta, la agredió verbalmente y físicamente, a base de humillaciones le exigió que le pidiera perdón.

Con lágrimas en los ojos le dijo.

—No voy a pedir disculpas, porque no dije nada que no fuera verdad.

―¿Por qué eres así?

―Por primera vez en tu vida entiéndeme, siempre los defiendes a ellos, a mi nunca me haces caso y lo entiendo, tienes trabajo.

―Te he dado todo.

―No es verdad.

―¿Me vas a decir que te faltó amor?

―No, eso me lo dio mi abuela, me faltó algo muy importante ―la miró ―RESPETO E IGUALDAD ―su madre bajó la mirada ―nunca me has tratado igual que a ellos, te has burlado de mí y no se porque. 

―Alessia...

―¿Por qué soy yo la que tiene que pedir disculpas por algo que no hizo? ¿Por qué soy yo la que me tengo que aguantar todas las faltas de respeto y burlas por parte de ustedes? Mamá, no soy feliz y antes pensaba en dejar de vivir.

―Alessia, no digas tonterías, eso de actuar ya te afectó ―negó ―hay personas que tienen peores problemas y salen adelante.

―Yo no soy esas personas ... ¡¿POR QUÉ NO PUEDES ESCÚCHAME?! ―levantó la voz. 

―Porque dices tonterías, deberías dejar de ver tantas películas te afecta mucho.

Tomó una bocarada de aire.

―Mamá, tengo sueño ―señaló la puerta. 

―¿Por qué te tuve a ti como hija? ―preguntó decepcionada.

―No lo sé, pudiste abortarme y no tener que cargar conmigo.

―Sofía, déjate de estupideces ―se acercó a ella ―por primera vez usa esto ―tocó su sienes ―deberías ser como Ara...

No podía escuchar otra vez como la  comparaba, sin medir sus palabras gritó, gritó sin tener que pensar cada palabra para no lastimar a su madre.

—¡Carajo, ya cállate! —antes de que Andrea le diera una bofetada, Franco tomó su mano.

—Mira, Alessia, que sea la última vez que me hablas así.

—¡Estoy harta de que me compares! ¡No  soy Ara, soy Alessia Sofía!

Y por primera vez le gustó decir su segundo nombre.

—Eso de irte con Thomas te afectó, él te puso en nuestra contra.

—El hecho de que te diga como me siento y lo que me molesta no significa que alguien me puso en tu contra, significa que me cansé y que no voy a tolerar otra falta de respeto.

Andrea salió de su habitación al escucharla y Franco tras de ella, no dijo una palabra más, simplemente se fue.

Alessia cerró la puerta con seguro y empezó a llorar en silencio, se acostó en su cama y abrazó a su oso, el siempre estaba en los momentos más difíciles.

Sus palabras  le dolían y mucho, quería llamarle a Victoria pero decidió no molestarla.

—Ya no puedo —empezó a respirar un poco pausado.

—Alessia —dijo su nombre preocupado.

Se giró y vio a Thomas, acaba de salir de su armario.

Se acercó a ella, tenía su mano en su pecho.

La ayudó a que tratara de controlar su respiración, cuando lo consiguió, ella agachó su cabeza, se sentía avergonzada.

—Ven —hizo a un lado las sábanas —acuéstate.

Hizo caso y se metió a la cama, su cabeza le dolía mucho.

—Thomas, ¿eres real?

No sabía si aquello realmente estaba pasando o era parte de su imaginación.

—Soy real, tan real como el dolor que siento al verte así —antes de que pudiera responder, él habló —descansa.

Antes de que ella pudiera cerrar sus ojos, para descansar, él besó la parte roja de su brazo, como si con aquel gesto pudiera quitar la marca que dejó Andrea al jalarla.


🎬

Al despertar buscó a Thomas, pero no había rastro de que hubiera estado ahí, quizá se lo había imaginado como aquellas historias románticas que creaba.

Se alistó para ir a la escuela, pensaba en pedir un taxi pero su mamá no estaba de acuerdo, estaban por subirse al auto, cuando su tía Erica apareció enfrente de ellos, una mujer de 35 años, alta, pelo castaño y lacio.

Se ofreció a llevar a Alessia a la escuela, mientras Andrea llevaba a Franco y Ara.

Erica siempre quiso más a Alessia, la consentía mucho, sabía que necesitaba mucho cariño, su hermana Andrea siempre estaba al pendiente de sus otros dos hijos, a su progenitora casi no le hacía caso.

Mientras conducía en dirección a la escuela, Alessia le contó lo que había pasado la noche anterior, se lo contó tal y como pasó, no omitió nada, su tía estaba muy sorprendida. Erica le propuso irse a vivir con ella pero Alessia le dijo que lo pensaría, también hablaron de Thomas, le contó que le gustaba y lo de su primer beso con él, Erica se emocionó como si fuera una adolescente.

¿Por qué su madre no podía ser así?

Le tenía más confianza a su tía que a su propia madre.

Alessia estando con su tía se sentía segura, sentía que todo estaba bien.

Erica al ver como su hermana trataba a su hija, decidió ser como una madre para su sobrina.

―¿Cómo te fue ayer con Thomas?

―¿Ayer? ―preguntó confundida ―ayer no lo vi ―su tía pensó por unos segundos. 

―¿Estás segura? ―asintió ―pero yo ayer lo deje en...

—Bueno, se podría decir que si lo vi, pero en mis sueños.

—¿Soñaste con él? —asintió.

―¿Pasa algo? ―negó mientras detenía el auto enfrente de la escuela ―gracias por traerme ―abrió la puerta ―nos vemos. 

―Paso por ti en la salida, que tengas un excelente día ―cerró la puerta, entró a la escuela y su tía arrancó el auto.

Erica estaba segura que Thomas ayer estaba en casa de Alessia ella misma lo había dejado ahí, porque él quería sorprenderla.

Victoria corrió a abrazar a su amiga al verla llegar, ella correspondió su abrazo, lo necesitaba tanto, al separarse la miró y se dio cuenta que algo andaba mal, sus ojos la delataban, estaban tristes, Alessia le contó lo que había pasado y su amiga se molestó mucho, no entendía como era que soportaba tanto.

Su familia le hacía daño, lo que necesitaba era alejarse de ellos, antes de que la terminaran de destruir, le ofreció quedarse en su casa unos días, como antes, pero su amiga se negó.

―¿Te gusta la mala vida o qué?

―Victoria, créeme que lo que mas quisiera es alejarme de mi familia, pero no solo por unos días. 

―Los días que te has quedado conmigo vuelves a ser tú misma, brillas ―sonrió ―ellos apagan ese brillo, se que tratas de que  no te afecte, mi amor, pero esos ojitos tan lindos te delatan. Quédate en mi casa.

―No puedo solo irme unos días y regresar a lo mismo, no está bien, me estoy lastimando más. 

―Entonces vámonos ―hizo un ademán de manos ―estamos a nada de terminar la preparatoria, en pocos días vas a cumplir la mayoría de edad, hay que ir a una universidad lejos de aquí.

―Me encantaría.

―No te preocupes ―dijo al verla un poco angustiada ―sabes que mi mamá siempre nos va a apoyar, económicamente y de todas las formas posibles, no nos va a dejar solas en esto.

―No me preocupa el dinero, yo tengo ahorros que me ha dado mi mamá y también tengo lo que me pagaron por la película, es solo que...

―Tienes miedo ―agregó ―el miedo es parte de la vida, pero no dejes que te controle, yo sé que es imposible no sentirlo —miró a su alrededor, se agachó y tomó algo entre sus manos —es una piedra en nuestro camino, solo toma la piedra y aviéntala hacía atrás.

Hizo lo que dijo y cubrió sus labios al ver que la pequeña piedra le había caído a un compañero que iba pasando.

—Victoria...

—Shhhh —el compañero pasó a su lado y ella negó —no era la intención.

―¿Por qué tengo que aventarla hacía atrás?

―No pensaras en tomar la piedra y aventarla hacía enfrente ¿O sí?

―¿Cuál es la diferencia?

―Si la avientas hacía atrás, es porque estas dejando el miedo, en cambio si la arrogas hacía enfrente, en el futuro va ser un obstáculo y ya no solo vas tener que deshacerte de una piedra sino de todas las que arrogaste hacía el futuro. 

Al terminar la reflexión del día fueron a su salón, tomaron todas las clases, el día trascurrió rápidamente, cuando miraron el reloj ya era la hora de la salida, guardaron sus cosas y salieron del aula.

Victoria antes de irse le dijo que no olvidara la cena de hoy, luego de irse Paulo se acercó a ella, le pidió que hablaran, escuchó todo lo que tenía que decir y se dio cuenta de que él no quería a su novia, estaba con ella por costumbre, se lo dijo y Paulo prometió terminar su relación, no solo por Alessia y Victoria sino también por él, ella le hacía daño, lo trataba muy mal, más que una relación parecía ser el esclavo.

Erica llegó a la escuela, Alessia se despidió de su amigo y subió al auto de su tía, fueron a un restaurante de comida italiana.

Caminaron por el centro comercial, ambas quedaron impactadas al ver un vestido en el aparador, así que decidieron comprarlo.

Fueron a casa para que se arreglara, primero se dio una ducha, al salir se puso la toalla de baño, su tía la maquilló y con la rizadora le hizo unas ondas, se puso el vestido y se miró en  el espejo, su tía que estaba detrás de ella sonrió.

―Te ves preciosa ―Alessia sonrió ―mírame ―se dio la vuelta para quedar de frente ―te quiero mucho y haría cualquier cosa por ti ―tomó sus manos ―sabes que cuentas conmigo, ¿verdad? ―asintió ―nunca olvides que siempre voy a estar para ti ―dejó caer unas lágrimas. 

―¿Por qué lloras? ―secó sus lágrimas ―¿Qué pasa? ―preguntó preocupada. 

―No es el momento para hablar de esto ―la miró confundida ―te prometo que cuando sea un hecho, te lo voy a decir ―la abrazó ―ahora lo importante es que te diviertas ―sonó su celular, era Thomas, estaba afuera esperándola.

―Thomas está afuera.

―Le dije a tu mamá que después de la cena te ibas a quedar a dormir conmigo,  ¿a qué hora vas a llegar?

―No lo sé, tú sabes como es Victoria ―sonrió ―¿Hasta qué hora me das permiso?

―Si después de la cena van a otro lugar avísame, para que no me preocupe, ¿si?

―Por supuesto ―le dio un corto abrazo ―nos vemos. 

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