¡KWANG!
Kanna, que se había quedado dormida en el sofá, abrió los ojos.
Le pareció oír algo ahora mismo......
En cuanto trató de comprender lo que era, KWANG. Se volvió a escuchar un fuerte sonido.
── ¡¿Qué haces, no abres la puerta?! Ábrela ahora mismo o la romperé.
La voz estridente de una mujer de mediana edad se escuchó desde el exterior. Al mismo tiempo, algo golpeó la puerta una vez más.
¡KWANG, KWANG, KWANG! ~ Llegaron uno tras otro.
Kanna se quedó mirando la puerta con la cara desencajada y luego, al darse cuenta de que estaba cerrada por dentro, se levantó de un salto.
No recuerda haber cerrado la puerta con llave.
¡Seguro que era Mary!
── ¡Ya la abro yo!
Después de gritar, abrió apresuradamente la puerta.
Y allí lo vio,
Sirvientes sosteniendo martillos bajo el mando de una mujer.
«Ella apareció.»
La Señora original de la casa.
La madrastra de Sylvien Valentino y la suegra de Kanna está aquí.
«Condesa Josephine Ellester.»
Ella no es la madre biológica de Sylvien.
Sylvien perdió a su verdadera madre a la edad de diez años.
Entonces su padre tuvo una nueva esposa que fue Josephine.
Tras la muerte del antiguo Duque, Josephine no abandonó la mansión. El título de Condesa de Ellester es sólo uno de los numerosos títulos que posee la Duquesa.
Es la Condesa de Ellester sólo de palabra. Sigue actuando como la Duquesa de Valentino.
── ¿Qué crees que estabas haciendo? ¿Quieres ser castigada?
Josephine entró en la habitación. Abrió su abanico y la miró con desprecio.
── Mary me contó cosas extrañas y, además,
Al otro lado de la puerta, Mary sonríe con suficiencia. Kanna ya se lo esperaba.
── ¿Olvidaste la regla de que tienes que venir a saludarme todas las mañanas? Ya es la 1 de la tarde. ¡Incluso te has olvidado de los saludos del almuerzo!
── No, no lo he olvidado.
7 de la mañana, 12 de la noche y 6 de la tarde todos los días.
Tenía que ir a saludar tres veces al día.
Si llegaba incluso un minuto tarde, tendría que escuchar todo tipo de insultos.
Recordando los años de duro trabajo y sufrimiento de Joo Hwa, Kanna quería reírse.
── Simplemente no quería hacerlo.
Es mejor así.
Ella está pensando en divorciarse de todos modos, así que sería perfecto si su lado causa un revuelo.
Es mejor si la echan.
── Saluda tres veces al día. Estoy segura de que todas las damas se sorprenderán al escuchar eso. Incluso en la época de mi madre, no tenían una etiqueta tan anticuada.
El asombro de todos provocó el silencio.
Kanna se encogió de hombros tras decir esas palabras.
Los sirvientes de la puerta, e incluso Josefina, se quedaron sin palabras.
── Tu...... ¿Qué acabas de decir?
Mary, se adelantó y habló con incredulidad.
Josephine no podía creer que Kanna, una chica estúpida, azotara a Mary. ¿No se supone que es una idiota frenética que siempre tiene cuidado de cómo reaccionaría la gente ante ella?
Pensó que Mary iba de farol o que Kanna se había vuelto loca......
── ¡Está loca!
¿Cómo podía contestarle?
¡Con gusto comería comida que cayera al suelo si eso hiciera que alguien la amara!
── Esa es una regla en esta familia. Te guste o no, te casaste con mi precioso hijo, ¡así que debes seguir las reglas de esta familia!
── Esa regla. Te la has inventado, ¿verdad?
── ¿Qué?
── Creo que la hiciste por capricho combinando tu antipatía hacia mí y la idea de las reglas de la familia. ¿No te avergüenza la larga historia de la familia Valentino?
Todos se congelaron una vez más. Sin embargo, la respuesta esperada no tardó en llegar.
── ¡Alguien! Sujeten a esta zorra ahora mismo.
Los sirvientes, que estaban mirando, se acercaron y agarraron los brazos de Kanna.
── ¡Hoy te enseñaré la disciplina adecuada! Traiganme un látigo.
Mary le tendió el látigo que había preparado de antemano. Su tanga era mucho más gruesa que la que Kanna usó antes.
── ¡Mary! Levántale la falda ahora mismo!
── ¡Sí, Ama!
Mary se movió de inmediato y agarró la falda de Kanna.
Mary podía parecer tranquila, pero ya se estaba muriendo de risa por dentro.
Sin embargo......
── Quita las manos.
TAK.
El pie de Kanna apartó las manos de María de una patada. Ella se levantó la falda y sonrió.
── Yo lo haré.
── ........
── Puedes empezar, madre.
La fría sonrisa hizo que Mary y Josephine sintieran escalofríos.
Conocen la personalidad de Kanna y cómo debería estar pidiendo perdón por ahora...... pero en cambio, ¡se burla descaradamente y las provoca!
── ¡¿Crees que estoy bromeando?! ¡No! ¡Te disciplinaré yo misma hasta que te des cuenta de tus errores!
Disciplina, disciplina.
Kanna, que meditaba la palabra, se echó a reír.
── Disciplinas a tu nuera con un látigo. Como se espera de una familia aristocrática. El Duque Valentino seguramente estará orgulloso de las enseñanzas de su madre.
── ¡Cállate la boca! ¿Cómo te atreves a contestarme?
¡CHALSSAK!
Hubo un destello de dolor. Kanna apretó los dientes.
¡Estaba decidida a hacer esto...... pero le duele tanto que un grito casi sale de su boca!
Abrumada por la ira, Josephine levantó de nuevo su mano en alto. Preparándose para golpear tan fuerte como pudiera.
¡CHALSSAK!
── Los Addis no te enseñaron etiqueta, ¿verdad? ¡Qué desvergüenza! ¡Cómo puede vivir en mi mansión una persona tan inculta!
¡CHALSSAK!
¡CHALSSAK!
Cuanto más la azotaba, más líneas rojas aparecían en sus pantorrillas.
Pronto, la carne comenzó a partirse y la sangre salpicó. Las criadas que miraban se tragaron los gritos.
Pero Kanna se limitó a sujetar su falda con fuerza. Se mordió el labio.
«No voy a gritar.»
Si grita, Jospehine estará seguramente satisfecha.
¡Hasta ahora, no tiene intenciones de satisfacer a la mujer que le trató a sí misma - "Lee Joo Hwa" como un perro!
── Hah, hah......
¿Cuánto tiempo ha pasado?
El brazo de Josephine se sacudió. Su músculo estaba tenso por usar demasiada fuerza, algo a lo que no está acostumbrada.
En ese momento, las pantorrillas de Kanna están completamente cubiertas de sangre.
── ¡¿Todavía no te has dado cuenta de tu error?!
── No lo hice.
── ¡Tu......!
¡Zorra dura!
Josephine y los sirvientes se quedaron con la lengua afuera. Al principio, la cara de Mary que parecía que disfrutaba mirando, ahora se ha vuelto blanca como una sábana.
Hay mucha sangre en su pantorrilla, ¡y sus carnes están hinchadas como un rábano!
«Loca. Debe estar loca. ¿Cómo puede una persona cambiar así en una noche?»
La cara de Kanna también está mojada por el sudor frío, pero nunca pensó en ceder.
Pero tampoco lo hizo Josephine. Le dio el látigo al sirviente que estaba a su lado y le ordenó que lo hiciera.
── ¡La golpeas con el látigo!
── ¿Perdón?
── ¡¿No me oyes?! Vas a azotarla, maldición!
── Pe-Pero Señora......
Aunque no lo parezca, Kanna sigue siendo una mujer de sangre noble.
Pero aún así, ¿le ordenó a él, un sirviente y un hombre, que la golpeara? ¿Acaso pensó en lo que le está obligando a hacer?
── ¡Rápido!
El sirviente acabó acercándose a Kanna con una mirada de reticencia y levantó el látigo de forma vacilante. TUK, la tocó ligeramente.
── ¡¿Qué estás haciendo?! No lo estás haciendo bien.
── Pero S-Señora, ya es...... las pantorrillas de la joven están......
Sus pantorrillas ya están cubiertas de heridas, así que ¿cómo se supone que va a azotarla más?
Josephine fue silenciada por la vacilación del sirviente.
Estaba tan furiosa que azotó a Kanna tan fuerte como pudo, pero el sirviente tiene razón.
Las pantorrillas de Kanna han explotado hasta el punto de que no hay más lugar para golpear.
«Estoy segura de que a estas alturas, ella está en su límite.»
Josephine mira fijamente la cara de Kanna y pregunta con rencor.
── ¿Sigues pensando que no has hecho nada malo?
Kanna sonríe débilmente.
¿Es porque ha apretado los dientes? Le duele la mandíbula y todo su cuerpo está empapado de sudor frío.
El calor que brotaba de sus pantorrillas era doloroso, como si le quemara todo el cuerpo......
«No quiero vivir así.»
Tres veces al día a una hora determinada.
¿Tiene que venir a saludar a su suegra?
Es como la violencia.
Una intimidación tácita.
«Nunca, no quiero vivir así.»
Ella no sabe lo que pasó, pero volvió a su mundo.
Quiere volver, pero quizá no sea posible.
Por eso quiere vivir como es debido.
No como un animal, sino como un ser humano digno.
Así que si se rinde ahora, nada cambiará.
Nada.
── No, yo tengo la culpa.
Kanna respondió con voz ronca.
¡Ahora por fin admite su error!
En ese momento Josefina sonrió triunfante,
── No debería haber hecho nada que no quisiera desde el principio. He estado aguantando y todo es culpa mía.