El estupido vino a las 12 como el dijo y sin decir palabra se metió en el que una vez fue mi cuarto.
Voy a reclamarle mi cuarto...
Me levanto del sofá y como un demonio voy directamente hacia la habitación y abro la puerta de golpe, para luego chillar.
Justo cuando he abierto puerta, la toalla que rodeaba la cintura de Eros se a caído.
Me tapo los ojos rápidamente con la mano a la vez que los cierro con fuerza y cuando escucho como se rie, la vergüenza ataca más a mi sistema y hace que mis mejillas se calienten.
— Vístete.— Ordeno sin mirarlo.
— ¿Y si no, que?— Pregunta de forma burlona y escucho sus pasos descalzos andar.
Como se acerque...
— ¿No quieres conocer a playboyini...?— Dice riéndose de mi.— Era broma, ya te puedes destapar los ojos.— Me informa y con lentitud, lo hago.
— Puff, menos mal...— Digo cuando lo veo con un chándal gris.
— ¿Que quieres?— Pregunta de forma seria, mientras cruza sus brazos sobre su torso desnudo.
— Que me des mi habitación.— Digo de igual manera que el y cruzo mi brazos, lo que hace que el dirija su mirada hacia mis pechos.— ¡Mis ojos están arriba, idiota!— Le grito.
— Pero aquí dormimos playboy y yo.— Dice, para luego mirar hacia el pequeño perro que está estirado en la cama.— Ves, no puedes hecharnos.— Dice.
— Iros al otro cuarto.— Demando.
— ¿Al de tu amiga?— Pregunta alzando una de sus perfectas cejas, asiento a su pregunta.— Vale...— Acepta.
Que raro...
— Vámonos, playboy.— Dice llamando al perro, el cual se levanta y baja de un salto de la cama.— Tus cosas están como las tenías.— Me informa y luego coje las pocas cosas que tiene y sale del cuarto con el perro detrás.
Mi cuarto.
Por fin.
Quito las sabanas y las hecho a lavar, para después poner una limpias y acostarme en mi preciosa cama.
El cuarto en el que están ellos está pared por pared al mio y lo digo, porque ahora mismo se está escuchado la voz de Eros reírse con alguien.
Salgo de mi cuarto y al ver su puerta cerrada, me acerco silenciosamente y pongo la oreja en la puerta para escuchar la conversación que esta teniendo.
— Me a encantado tu regalo...— Dice el.— Aun no se usarlo mucho, pero estoy aprendiendo.— Añade y se escucha algo parecido a cuando quieras quedamos.
Pues si que grita la señora...
— Cuando quieras puedes venir aquí...— Le propone el.
¿Le está proponiendo traerla a mi casa?¿Esto va en serio? Más le vale que se la lleve a otro lado, porque aquí no entra.
— Si..si... le falta medio brazo, creo que es el derecho... pero aun así es simpática, Irene.— Dice y la voz de ella ya no se escucha.
Esta hablando de mi con la zorra de su jefa...
— No le molestara que vengas...— Dice y luego se rie a carcajada limpia.— Buenas noches, guapa.— Dice y luego ya no se escucha nada.
Buenas noche, guapa.
Vuelvo a mi cuarto corriendo cuando escucho sus pasos demasiado cercas y una entro al mio y me tiro a la cama, escucho como tocan a mi puerta.
— ¿¡Quien!?— Chillo con la almohada en la cara.
Se quien es, pero no quiero abrirle.
— El bombón que vive en tu casa.— Dice el.
— Lo siento, no lo conozco.— Digo y escucho como se rie.
Escucho como la puerta se abre y entonces entierro la cara en la almohada y no se porque, pero estoy llorando a moco tendido.
¿Por que me duele? Igual es que pienso que es mío, porque yo lo he comprado. Debe ser eso.
— Hey...— Me llama.
— ¿Que quieres?— Digo con la voz ronca de llorar y ahogada de tener la cara en la almohada.
— ¿Te pasa algo?— Me devuelve la pregunta y siento como el colchón se hunde a mi lado.
— No...— Niego como una niña pequeña y hago ruido con la nariz al respirar.
— Estas llorando.— Afirma.— ¿Te an hecho algo?— Pregunta, de pronto con una voz fría.
Es bipolar.
— No.— Contesto.
— Una persona no llora, sin haberle hecho algo.— Dice y entonces me levanto para verle a la cara.
— ¿Que quieres?— Le vuelvo a preguntar, mientras me seco las lágrimas con mi mano izquierda.
— Quería preguntarte si puedo traer una amiga...
Lo interrumpo cuando de mis labios sale automáticamente un no.
— ¿No?— Prefunta confusa.
— Digo si.— Digo y siento como un nudo se forma en la garganta.— Si puedes traerla.— Digo con todas mis fuerzas y el después de darme un dulce sonrisa, se va del cuarto y antes de irse del todo, dice.
— Buenas noches, preciosa.
— Buenas noches, Playboy tonto.
Se rie y sale de mi cuarto.
Me hecho en la cama y con la cabeza llena de pensamientos, cierro los ojos y al rato me quedo dormida.