El Club de los Aristócratas ©

By ValeriaValverde

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"Perversos, siniestros y lujuriosos". Iryna Baldovini es una periodista que decide unirse de manera infiltra... More

♕ Epígrafe ♕
♕ Prefacio ♕
♕ Booktrailer ♕
Capítulo 1: Sangre helada
Capítulo 2: Insurrección
Capítulo 3: La Prueba
Capítulo 5: Mentiras
Capítulo 6: Mi mansión, mis reglas.
Capítulo 7: Orgullo
Capítulo 8: Una ladrona
Capítulo 9: Ingrata
Capítulo 10: ¿Quieres saberlo?
Capítulo 11: Castigo
Capítulo 12: Violencia
Capítulo 13: Dame un motivo
Capítulo 14: ¿Quién eres?
Capítulo 15: Secreto
Capítulo 16: Coraje.
Capítulo 17: Nuevos enemigos
Capítulo 18: Urgencia

Capítulo 4: ¿Es Vino?

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By ValeriaValverde

“Los hombres temen a los mismos dioses que han inventado.”

Iryna inspeccionaba el lenguaje no verbal del señor Boncraft. No parecía estar a disgusto de que la muchacha se hubiera ocultado en su habitación para salir ganando, pero sí mostraba interés en querer algo a cambio. Su sonrisa juguetona, junto a la mordida de su labio inferior, denotaba un pensamiento recurrente que estaba teniendo. La primera no era una mujer a la que le gustase mantenerse callada, todo lo contrario.

Así que se apresuró en hablar.

—Lamento haber irrumpido en su habitación. No sabía que era suya. ¿Hay algo que deba hacer por ello?

Vaas jugueteó con unos de los mechones del cabello de Iryna entre sus dedos. Sus ojos bicolor estudiaban el rostro de la joven con sumo interés.

—La habitación estaba abierta por una razón, bambi. Y yo me encontraba dentro por la misma. Sabía que entrarías —respondió.

Ella alzó ambas cejas, curiosa de su respuesta. Los ojos del hombre danzaban por su rostro, estudiando con tenacidad cada detalle y expresión de la joven.

—Entonces... ¿Todo bien?

Él negó con su cabeza y chasqueó la lengua dos veces.

—No. Me gusta jugar —dijo—. Consígueme una mariposa azul.

—¿Por qué una mariposa azul? —indagó, dubitativa.

—Consíguela y sabrás el resto.

—¿Dónde podría conseguirla?

—En el jardín hay una gran variedad. Las mariposas suelen revolotear por las flores, pero las azules son excasas. La forma en la que atrapes a la mariposa, lo dejo a tu elección. Búscala. Te estaré esperando en mi despacho —hizo un leve movimiento con sus dedos, imitando el aleteo de la mariposa.

—¿Y si no la encuentro?

Vaas esbozó una sonrisa de medio lado. Acto seguido, ladeó su cabeza y dijo:

—Oh, lo harás. Créeme que lo harás.

«¿Suena a que no tengo elección, o es mi percepción?».

Se aproximó a ella, acarició su cuello con finura y soltó una risa nasal. Ella no entendió qué estaba haciendo, hasta que le quitó el collar de perlas que antes le había obsequiado como prueba. Hecho aquello, la invitó a marcharse con cortesía de la habitación. Justo después, la cerró con llave.

Iryna ni siquiera tuvo tiempo de echar un vistazo a su dormitorio ni indagar en el. Tener la presencia de Vaas frente suya era más estimulante que lo de anterior. Y eso le inquietaba sobremanera lo que un hombre podía provocar en ella. ¿Cómo alguien tan embelesador lograba crear tanto misterio?

—Seguimos jugando, Iryna —finalizó—. Hazme divertir. Compláceme.

Ella guardó silencio. Boncraft se despidió de la muchacha haciendo una leve inclinación con su cabeza. Justo después, se marchó del pasillo.

«¿Complacerle? ¿De qué manera?», pensó.

En ocasiones le resultaba familiar a la mente de un niño, un simple infante al que había que seguir sus juegos para tenerlo entretenido y satisfecho. Dado que no lo conocía, la palabra «complacer» podía albergar algo más que un juego de niños; intenciones mucho más siniestras.

No lograba comprender para qué quería una mariposa azul, pero tampoco tenía mucho tiempo para averiguarlo. Si quería descubrir qué demonios se estaba cociendo en ese club, debía obedecer al principal rey de todo el ajedrez.

Dado que Vaas no le había indicado de qué manera quería la mariposa, si viva o muerta, Iryna optó por caminar hasta la cocina para preguntar si podrían cederle un tarro de cristal con tapadera. Una vez allí, interrumpió a los cocineros con su inesperada presencia.

—Disculpen, no sé si es mucho pedir, pero, ¿podrían prestarme un tarro de mermelada? De a ser posible que tenga una tapa. Lo devolveré en cuanto acabe.

El personal de cocina se miraron los unos a los otros, cómplices. Aquel gesto le resultó un tanto dudoso, pero optó por no decir nada al respecto.

—Es un juego—murmuró el chef—. Dáselo.

Uno de ellos le tendió el tarro vacío.

«¿Saben a lo que estoy jugando?».

—Aquí tiene, señorita.

—¿Alguien más os ha pedido algún tarro? —indagó.

Ninguno respondió. La joven entendió que no podían dar pistas ni hablar de ello. Tuvo que marcharse.

━━━━━━━━✧♛✧━━━━━━━━

Una vez se halló en el jardín, no pudo evitar contemplar su belleza y esplendor. Olía tan fresco y estaba tan bien cuidado que sentía placer visual y olfativo. Destacó que era un jardín francés.

También se interesó por las rejas y su exterior. Se sentía tan cerca pero a la vez tan lejos de escapar de aquella mansión. Aunque aquellos pensamientos deambularan por su mente, si los llevaba a cabo, sabía que habría un castigo de por medio. Si trataba de huir, no sería del agrado del señor Boncraft; cuando él le estaba dando una nueva vida, una estancia y unos lujos en su hogar.

Se centró en buscar la mariposa y alejó, por ahora, los pensamientos de escapar.

Abrió la tapadera de su tarro, preparada y acechante para atrapar una mariposa azul. Sin embargo, solo se percató de que había amarillas.

—¡Mierda! ¡Se me escapó! —oyó decir tras un arbusto.

Isahia se incorporó, fatigado. Parecía llevar rato intentado atrapar una mariposa. Se encontró con la mirada de Iryna y con su tarro de cristal en mano.

—No puede ser —reclamó él.

—«No puede ser», ¿el qué? —enfatizó ella.

—¿De qué color es la mariposa que tienes que atrapar? —formuló.

—Azul —respondió.

Isahia se llevó una mano a la cadera, furioso. Soltó un bufido que la joven llegó a escuchar. Luego se desordenó su cabello rubio y ondulado sobre sus dedos.

—¿Vas a joderme la estancia hasta que te largues, Iryna?

—¿Perdón?

—¡La mariposa azul es mía! ¿Me oyes? Aléjate de ella.

—¿Qué demonios pasa contigo? Estoy aquí por órdenes de Vaas.

—¡Yo también estoy por órdenes de Vaas!

«No puedo creerlo. Solo uno puede atrapar una mariposa azul. Esto es más retorcido de lo que pensé que sería. Boncraft lo ha hecho a posta».

La mariposa azul voló alrededor de Iryna e Isahia la empujó con dureza contra el césped, apartándola de su camino. Iryna tuvo instinto de agarrar su pierna, por lo tanto el hombre cayó de bruces, escapándose el tarro de sus manos.

—¡Iryna! —pronunció en una queja—. Ya has ganado una vez, no me seas avariciosa.

Isahia le devolvió la patada que ella le propinó cuando quiso robarle el collar de perlas. Esta vez le dio en su estómago. La mujer no pudo evitar expulsar aire de sus pulmones y soltó un quejido.

Quid pro quo —expresó él. Ella lo entendió.

Cuando Isahia se incorporó, Iryna volvió a impedírselo, echándose sobre sus piernas.

—¿Por qué es tan importante ganar para ti? —interrogó ella.

Él se giró para mirarla.

—¿Por qué quieres ganar tú, Iryna? —respondió él en otra pregunta.

—Debo hacerlo —murmuró recordando a su amigo desaparecido, Arvel.

—Todos debemos.

Isahia se zafó de su agarre y, en el momento en que Iryna se incorporaba, debilitada de la patada, el primero atrapó a la mariposa con cuidado; posada en una rosa.

—Eres mía —sonrió.

No. No era suya. La muchacha le quitó el tarro de sus manos, dejando el suyo vacío en el suelo y echó a correr. Isahia abrió sus ojos con sorpresa y gritó:

—¡Si no le llevo la mariposa me ocurrirá algo terrible, Iryna!

«¿Qué?».

Se detuvo antes de entrar a la mansión. Isahia la observó.

—¿Qué te ocurrirá si no la entregas? —quiso saber.

—Solo dámela y no tendrás que saberlo —sentenció.

—¿Y qué me ocurrirá a mí si no gano?

Él frunció el ceño. Ante esa expresión, ella continuó corriendo para entregar la mariposa bajo las palabras «lo siento».

Ahí supo Isahia que Iryna era una rival dura de roer y que le iba a ser un suplicio competir con ella. Para colmo, era excesivamente rápida corriendo.

━━━━━━━━✧♛✧━━━━━━━━

La muchacha corrió por los pasillos, jadeando, buscando el despacho de Vaas Boncraft. Llamó la atención de algunos Aristócratas, los cuales cotillearon su llegada. No supo si por la suciedad de haberse caído, por andar aún descalza o por la mariposa en sus manos. Agradecía que al menos el insecto estuviera con vida.

Cuando llegó a la puerta con su característico pomo oscuro y en forma de calavera. Irrumpió en el despacho sin llamar. Vaas estaba sentado en la silla de su escritorio, jugando con una pluma de escribir entre sus dedos. Miró a la joven, observando como su pecho subía y bajaba tras haber corrido de forma violenta. La sonrisa satisfactoria de él fue notable al ver cómo tenía el tarro de cristal con la mariposa dentro.

—Qué sucia te has puesto —recalcó él.

Ella se acercó y colocó el tarro de cristal en su mesa de madera.

—Aquí tiene su mariposa —dijo.

—¿Enfadada, quizás?

—No me ha dicho que tenía que competir con Isahia —espetó.

—Hay tantas cosas que no sabes y que aún no te diré, bambi...

Ella apretó su mandíbula.

—¿Le divierte todo esto? ¿Por qué lo hace?

—Primera pregunta: Sí. La segunda responde lo primero. Que emplees ese tono de voz hostil no creo que sea bueno para ti. Dado que eres como un gato callajero al que hay que educar, no te lo tendré en cuenta. ¿A ver esas uñas? Aráñame.

Ella tuvo que volver a sus sentidos. Salirse de su papel obediente no estaba logrando complacer a Vaas... ¿O sí? Estaba confusa.

—¿Qué hará con la mariposa? —cuestionó ella, observándola revolotear en el tarro.

Vaas se levantó de la silla y sostuvo el tarro. Iryna se congeló cuando lo vio sonreír con sus perfectos colmillos afilados.

—¿Qué crees que haré?

—No lo sé.

Vaas abrió la ventana. El leve aire golpeó sus mechones azabache cayendo sobre su frente. Luego abrió la tapa y dejó que la mariposa volara libremente.

—La has dejado libre...

—Por supuesto. Dependía de ti si me la traías muerta o viva, Iryna. Buen trabajo.

Vaas sirvió en una copa un poco de vino.

—¿Quieres probarlo? —preguntó con cortesía.

—Vale —aceptó.

Vaas notó que no le sirvió una copa, solo mantenía la suya en sus manos. Su media sonrisa delataba sus intenciones.

—¿Y mi copa? —quiso saber ella, dubitativa.

—Aquí —señaló la suya.

—¿Beberemos de la misma?

—La beberás de mi boca, Iryna —aclaró

Ella tragó saliva con dureza. Jamás, en su vida, le habían hecho una petición tan... extraña y grotesca.

—¿Puedo negarme?

Vaas ladeó su cabeza, como si la palabra «negación» no entrara en su vocabulario.

«Mierda».

La principal estrategia para que Vaas estuviera complacido, era obedecer sus juegos. Desconocía lo que ocurría si se negaba a ello. No sabía si podía estar preparada para enfrentarse a lo que sea que ocurriera si no estaba contento. Recordó las palabras de Isahia: «Si no le llevo la mariposa, me ocurrirá algo terrible». ¿Qué tan terrible podría ser aquello? ¿Tanto era el espanto que eso ocasionaba la rivalidad? ¿O acaso Isahia estaba mintiendo?

Vaas se llevó la copa a sus labios, sorbió líquido, pero no tragó. Luego se acercó a ella y la observó. La respiración de la joven se notaba muy pronunciada. Él la sostuvo del mentón y le abrió un poco la boca. Ambos se miraban con fijación. Iryna con una pizca de desconfianza y Boncraft con interés.

—Creo que no...

Ella dejó su frase en el aire cuando el hombre la sostuvo del cuello para atraerla a su boca, vertiendo el líquido sobre su boca, sumiéndose en un beso. Un hilo carmesí se escapó por la comisura de sus labios deslizándose por su mejilla. Pudo percibir el lado excitado de Vaas al escuchar su respiración contra ella.

Lo que a Iryna le inquietó es que el supuesto vino estaba muy espeso...

Y no lograba distinguir su sabor de lo que estaba bebiendo.

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