beomgyu estaba metiéndose en un laberinto de sentimientos que cada vez era más difícil de decifrar. quizás estaba siendo alguien demasiado positivo y esperanzado, ¿o mejor dicho iluso? no tenía idea, solo sabía que los sentimientos que había guardado muy bien durante casi siete meses, estaban saliendo a flote uno por uno. porque cuando alguien escribía canciones sobre extrañar a un ex, era describiendo a beomgyu.
de nuevo, estaba acercándose a yeonjun al menos un poco. bueno, no sabía sí estaba realmente acercándose a él, pero podía decir que ya no le ignoraba como antes. porque, en lugar de evitarse mutuamente y fingir que él otro no existía cuando de topaban en algún lugar como antes, ahora sí se encontraban por casualidad, se dedicaban un hola bastante cordial y, si la suerte estaba del lado de beomgyu, también una sonrisa.
de nuevo, esas acciones dejaron que la mente de beomgyu las interpretara de una y mil maneras, creando escenarios románticos como los que solían pasar el mayor y él cuando todavía salían. eso lo tenía un tanto decaído porque sabía que solo estaba entendiendo mal todo pero, por más que intentaba, su corazón no le hacía caso y comenzaba a latir con fuerza de solo pensar en yeonjun.
quizás, a su corazón le gustaba hacerlo sufrir por gente ahora prácticamente inalcanzable.
porque yeonjun nunca estaría a su alcance una vez más ¿cierto? bueno, después de esa mañana, había comenzado a dudar una vez más.
estaba intentando no ser demasiado intenso y no tomarselo muy en serio para que, en esos momentos en los que se encontraba solo, dejara de sentir esa opresión en el pecho producto de anhelar a alguien y saber que tus sentimientos ya no son correspondidos. pero, si yeonjun se sentaba a su lado en el almuerzo ¿cómo debería interpretarlo?
no era algo menor, el simple hecho de estar cerca de él era todo un sacrificio. volverte amigo de choi beomgyu era como firmar sentencia de muerte y desde que todo empezó, nadie se había atrevido a tomar ese riesgo. pero yeonjun...
─siempre estás solo, un poco de compañía no le hace mal a nadie ─fueron las palabras que el mayor dijo tan pronto dejó su bandeja junto a la de beomgyu, sentándose a una distancia relativamente grande del contrario.
el castaño asintió, sin mucho para poder decir cuando sintió las miradas de todo el mundo sobre él y el chico a su lado. podía escuchar el aumento de los murmuros y eso solo provocó que tuviera ganas de correr pero que al mismo tiempo, su cuerpo se sintiera completamente rígido.
pedía mentalmente que, sí eso era una respuesta a todas las súplicas que hizo al aire para tener la suerte de regresar con yeonjun, se acabara pronto porque su corazón estaba prácticamente explotando y su respiración estaba siendo cada vez más arrítmica.
ni siquiera estaba comiendo, solo tenía la vista clavada en el plato mientras sus manos se hallaban sobre sus piernas, sentía el estómago revuelto y dado que sus acciones estaban siendo vigiladas por más pares de ojos de los que desearía, prefería no hacer ni un movimiento. en cambio, miraba de reojo al mayor que seguía comiendo con toda la tranquilidad del mundo, ignorando su alrededor y prestando atención únicamente a su plato cada vez más vacío.
durante todo el rato que estuvieron ahí, el silencio fue incómodo. ninguno de los dos tenía algo que decir, así que cuando sonó el timbre que daba por culminado el descanso, yeonjun se puso de pie casi inmediatamente, no sin antes girarse hacia el menor.
─eh... disculpa si te molesté ─su voz salió un poco extraña, tensándose cuando los orbes de beomgyu estuvieron sobre él.
beomgyu lo miró fijamente, con los labios apretados mientras intentaba decir algo para aclararle al mayor que no había sido ninguna molestía, pero por alguna razón su lengua y sus cuerdas vocales no respondían a sus pensamientos. entonces, se quedó congelado hasta que yeonjun se sintió lo suficientemente incómodo para tomar su bandeja e irse de ahí.