Overlord: La niña y el nigrom...

Por MichelWittman

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Tras arribar de su aventura en el reino santo, Ains Ooal Gown descubre una capacidad desconocida de su cetro... Más

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Parte 40
Parte 41
Parte 42
Parte 43
Parte 44
Parte 45
Parte 46
Parte 47

Parte 37

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Por MichelWittman

En medio del bosque, una precaria fortaleza se había levantado; con troncos y parapetos de tablones los limites se habían fortificado en caso de un ataque imprevisto.

Tiendas de lona y tela se alzaban sobre la pradera artificial donde ancianos atendían a las tropas heridas, principalmente mujeres y hombres mayores.

Un pequeño riachuelo de sangre se colaba por el suelo del campamento hasta desembocar en las letrinas de la retaguardia, arrojando un aroma metálico que inundaba el lugar.

Pero el lugar de relevancia era la tienda principal, construida con madera y un tanto bajo el nivel del terreno, donde los dirigentes del ejército se mantenían pegados a mapas que descansaban en mesas improvisadas con barriles y tablas.

-La línea de la entrada Pirlit está comenzando a desmoronarse, tendremos que retroceder dentro de poco-

-En la región india la cosa se mantiene a penas...quizás podamos mantener el terreno un par de días...pero igual tendremos que abandonar el lugar eventualmente-

-Las cosas están mal en todos lados cierto?-

Los comandantes de sus diferentes sectores dialogaban entre ellos compartiendo las perspectivas de la batalla mientras lanzaban esporádicas miradas hacia su general en jefe, quien se mantenía callada en la parte más amplia de la mesa, observando en silencio las deducciones de sus subalternos a la vez que escuchaba las sugerencias de dos de sus consejeros asignados con una mirada aburrida y su mejilla recargada sobre su mano, la cual a su vez reposaba en el descanzabrazos de su silla.

-General Remedios, cómo deberíamos proceder?-

Remedios Cusodios, antaño una capitana de la orden de paladines, ahora ascendida y enviada como supervisora de las fuerzas apostadas en el bosque.

Sus ojos cansados y llenos de ojeras, su cabello, una vez corto y bien cuidado ahora llegaba hasta su espalda, descuidado y opaco tras decenas de combates sin descanso en los que ella se había rehusado a asearse, pues al final del día ella se mantenía viviendo prácticamente entre la sangre y el fango de la guerra.

La veterana, la salvadora...la desgracia del reino santo...la General Remedios custodio.

Sus asesores se acercaban hasta una distancia en la que sus susurros pudieran ser escuchados únicamente por la general, declarando sus intenciones como un robot sin conciencia tras escuchar atentamente.

-Comiencen una rotación de puestos y envíen a las reservas hasta los puntos mas débiles-

Las caras de aquellos que escuchaban las ordenes de la general eran variadas, pero compartiendo la misma decepción y molestia en sus ojos.

Dónde había quedado aquella orgullosa capitana que peleaba con orgullo y dedicación a su nación?

Quizás Remedios seguía luchando por su nación, pero todos habían notado que su dedicación y esfuerzo en el combate habían desaparecido casi por completo, dejando que sus esfuerzos cayeran en al igual que su habilidad. La bestia guerrera hasta ahora había empatado casi todos sus combates, evitando que su nación consiguiera abrirse paso por entre las fuerzas enemigas y guiándolos inevitablemente hasta un punto muerto, cosa que finalmente la llevó a ser relegada de su cargo como vanguardia y colocada como asesora general.

Sus asesores, guerreros fuertes por igual y de los pocos veteranos aun operativos, habían sido asignados junto a la general debido a las crecientes sospechas de una posible traición por parte de Remedios, quien había declarado públicamente su desprecio hacía esta lucha, además de su simpatía por el reino del sur.

La reunión de los líderes fue interrumpida por una llegada de improvisto.

-Señores, capitana Baraja reportándose-

Abriéndose paso a través de la tienda, Neia arribó frente a sus superiores en busca de entregar su reporte, haciendo que las miradas de todos los presentes cambiaran de alguna manera a algo más ameno.

La iglesia que veneraba al rey hechicero había crecido en influencia y tamaño dentro del reino, por lo que incluso muchos de los lideres presentes pertenecían a ésta, admirando a Neia como la principal sacerdotisa de la religión, otros la respetaban por haber tenido un papel crucial durante la anterior guerra contra el ejército demihumano, ganándose un gran apoyo por parte de las fuerzas armadas, aunque curiosamente siguiendo ganándose un particular odio por parte de uno de los mayores peces gordos.

La propia general Remedios.

-QUIÉN LE DIJO QUE PODÍA ENTRAR AQUÍ CAPITANA!?-

Estalló la general en cólera azotando su puño contra la mesa mientras regañaba a la inmutable capitana.

-General, necesitamos su reporte lo antes posible!-

-Por favor general, perdónela por ahora-

Aunque su ira era palpable, Remedios se mantuvo callada bajo la petición de sus subordinados.

-Les agradezco mis señores...pero me temo que no acarreo buenas noticias-

Nuevamente las caras de todos cambiaron para mal.

-El sector del borde inferior calló esta mañana...hay muchas bajas y ya no es posible retomar la posición...-

Mirando el mapa en la mesa, uno de los líderes militares retiró cuidadosamente un banderín verde que se elevaba en lo que parecía ser el filo del bosque en una de las partes más recónditas de la línea defensiva, pero que se encontraba peligrosamente cerca del campamento aliado.

-Tendremos que retirarnos...

Dijo uno de los comandantes mientras se frotaba los ojos de manera cansada.

-Retirarnos?...a donde exactamente?-

Nuestras defenzas se caen a pedazos...ya no es posible mantener un frente estable...no hay otra salida-

-No lo entiendes?...escogimos este bosque porque era fácil defendernos aquí, pero si nos retiramos nos atraparan en campo abierto...no hay otra opción más que pelear con todo en este lugar-

Los comandantes ahora se gritaban unos a otros mientras buscaban como sacar a flote aquella desesperada situación. Aunque el dialogo era intenso, éste fue interrumpido por la propia Neia, quien dio una noticia extra mientras compartía una idea.

-Mis señores, si me permiten-

-Claro capitana, por favor...-

Escogiendo escuchar a la capitana en vez de continuar su inútil disputa, todos callaron esperando que lo que la chica agregara no fuera algo peor de con lo que ahora lidiaban.

-Claro, durante la batalla la capitana Rouse fue herida, le dimos primeros auxilios y la llevamos a la enfermería, pero también pudimos capturar al hijo del conde Rutller, quizás podamos negociar una tregua a cambio de su liberación-

Como si la vida regresara a sus cuerpos, la mirada de los comandantes se iluminó esperanzada, pues entendían la increíble oportunidad que la capitana Baraja le había otorgado.

-Es excelente, consigan un mensajero inmediatamente!-

-Necesitamos redactar una carta ya!-

-Un caballo, consigan un caballo!-

Todos se movilizaron a la vez que le daban la instrucción a la capitana Baraja de retirarse, quien acató la orden bajo una mirada asqueada de su general.

La situación era clara ahora, Neia había ocupado el lugar de Remedios, quien ahora era un mero títere del estado, pues prácticamente solo la mantenían con ellos para evitar que se uniera al sur, cosa que día con día parecía más plausible.

Al salir de la tienda, Neia retiró sus googles, exhalando cansada tras todo el trabajo que había tenido que hacer.

"Al menos ahora puedo descansar un poco"

De pronto un aire renovado se sintió dentro de ella, pues mirándose detenidamente en realidad era un desastre. La sangre salpicaba su armadura, guantes y pantalones, su cara estaba llena de sudor y mugre que el humo acumulaba, el fango había cubierto su capa y su arco, aunque seguía igual de pulcro que siempre, se sentía más pesado que de costumbre, posiblemente debido al agotamiento acumulado en sus brazos.

"...tal vez debería bañarme..."

Así Neia emprendió su camino hacía un pequeño riachuelo en la retaguardia.

Su mirada se desvió de izquierda a derecha ante los saludos enérgicos de las soldados y enfermeras que efusivamente corrían en su encuentro, tratando lo mejor posible de evitarlos de manera educada.

El lugar designado para el baño estaba ahora frente a ella, aunque estaba peligrosamente en el exterior, la verdad era que no había hombres que pudiesen espiarlas en el campamento, pues los jóvenes y adultos estaban en el frente y los ancianos se ofrecían voluntariamente a hacer guardia en la parte mas alejada del lugar para evitar incomodarlas, dejando a las chicas con completa seguridad para descansar.

Al llegar otras 3 chicas se encontraban aseándose de igual forma, una quizás solo un par de años mas joven que Neia, otras dos eran mujeres maduras, tal vez entre sus 30 y 40, pero con la experiencia del combate marcada en cicatrices alrededor de su cuerpo y finalmente una mujer mayor, tal vez una de las enfermeras.

Todas saludaron a la capitana alegremente ofreciéndole un puesto privilegiado en el riachuelo, cerca de un árbol caído que ofrecía un lugar donde colocar su ropa, permitiéndole lavarla únicamente con la corriente del agua.

Felizmente Neia aceptó, desvistiéndose con calma y dándose cuenta de que su suciedad era tal que a cada nueva capa de ropa retirada pequeños flujos de barro y sangre chorreaban por su cuerpo hasta perderse en el agua cristalina.

"Asqueroso!"

No quería pensar mucho en ello, así que simplemente procedió a limpiar su cuerpo con toallas y fibras vegetales que las enfermeras usaban para lavar las camillas ensangrentadas.

Poco a poco su piel recuperó su tonalidad normal mientras que sus acompañantes ofrecían una silenciosa plegaria para proteger a aquella joven chica.

-Debe ser duro no capitana?-

La voz, humilde y tranquila atrajo la atención de todas, pues la anciana ahora hablaba melancólica mientras observaba a Neia

-Disculpe?-

-Aún recuerdo cuando no teníamos que enviar mujeres a la guerra...pero ahora...una chica tan joven como capitana...me hace sentir triste de cierta manera...-

Todas comprendieron a lo que se refería la anciana, pero en sus corazones sabían que no había otra alternativa.

-Mi sueño siempre fue pertenecer a la orden de caballeros...pero ahora sé que mi lugar es como la líder de mi unidad...para mi no es un sacrificio, es una oportunidad-

Todas miraban a Neia encantadas con palabras tan sinceras por parte de ella

-...además...que clase de persona sería si mostrara debilidad luego de ser salvada por el propio Ains-sama?-

Unas ligeras sonrisas aparecieron entre las chicas, quienes rieron mientras proseguían con su baño, al menos hasta que un sonido familiar llamó su atención.

El crujido de algunos arbustos cercanos.

Al igual que gatos callejeros, todas las mujeres elevaron sus cabezas  en dirección a la del sonido, buscando rápidamente sus armas, las cuales descansaban no muy lejos en la orilla.

El sonido parecía acercarse poco a poco hasta que una mano salió de entre algunos matorrales, removiendo con cuidado la maleza para permitirle el paso a un hombre joven que asomó la cabeza rápidamente, topándose cara a cara con una desnuda Neia.

Ambos quedaron mirándose fijamente por un segundo hasta que el soldado imperial instintivamente bajó su mirada escaneando el cuerpo expuesto de la arquera, momento en el que la cara de ésta se volvió roja brillante a la vez que adoptaba una posición de combate.

El agua del rio se agitó con los movimientos de todas las mujeres, que desenfundaron sus espadas y se prepararon para pelear aún estando desnudas, momento en el que el total del grupo imperial finamente emergió del bosque, topándose con la curiosa escena de 5 mujeres desnudas encarándolos con 2 espadas, un hacha, una daga y un arco.

-...por dios...ahora que hiciste Grantz...?-

Weiss se sujetaba la cara de manera cansada mientras interrogaba al más joven del grupo masculino

-YO NO HICE NADA, ELLAS YA ESTABAN AQUÍ CUANDO LLEGUÉ!-

Todos echaron una buena mirada al grupo frente a ellos, deleitándose con una figura femenina, de las cuales llevaban tanto sin ver.

Las figuras esbeltas y maduras de las mujeres de mediana edad eran definitivamente atractivas para el grupo, que miraban de manera hipnótica las anchas caderas y el busto bien definido de las chicas, las cuales seguían escurriendo agua de manera curiosamente erótica.

Para Grantz y un par de los nuevos reclutas Neia era un tanto más apetecible, pues en definitiva su aura juvenil y cuerpo a más humilde resultaba sumamente atrayente, aunque mirando mejor al grupo de mujeres algo resaltó a la vista.

Posturas bien entrenadas, cuerpos musculosos, miradas fieras pero serenas a la vez y lo más desafortunado y revelador de todo...cicatrices...

Desde pequeños cortes en sus muñecas hasta grandes quemaduras en sus espaldas y torsos, aunque no pareciera que su salud se viera afectada, era notorio la experiencia en combate que cada una acarreaba basados únicamente en las marcas que sus cuerpos mostraban.

El espectáculo se vio interrumpido por una desagradablemente familiar sensación que provenía desde sus espaldas.

Al igual que Moisés al mar, dos mujeres atravesaron el grupo de hombres que se abrían a su paso, una era una chica joven y la otra era solo una niña, en efecto Tanya y Visha.

-Caballeros...por favor retírense inmediatamente de aquí-...hablaremos de esto más tarde...-

El libido de los presentes inmediatamente bajó hasta el suelo tras escuchar a su líder hablar, procediendo rápidamente a retirarse en la dirección del campamento, rodeando al grupo de confundidas chicas que para ese punto habían aflojado sus posturas sin entender exactamente la situación.

-o...oigan, ustedes...esperen!-

 Una de las mujeres de edad media trató de reclamar hacía los hombres que se movían en dirección al campamento, sin embargo ni siquiera las miraron de vuelta, dejando a las chicas del batallón lidiar con aquella incómoda situación.

-Disculpen señoritas, pero eh de disculparme en nombre de mis subordinados-

Una elegante y ligera reverencia fue proporcionada ante el grupo, lo cuál inmediatamente trajo una imagen a la memoria de Neia, pues tras aquel humilde gesto de esa desconocida niña, la imagen del Rey hechicero apareció.

Entendiendo inmediatamente lo que sucedía, Neia se arrodilló ante la líder del 203.

-Al contrario, lamento la falta de respeto ante subordinados de su majestad el Rey hechicero-

Al escuchar a la capitana referirse de manera tan respetuoso al dúo de curiosas chicas, todas las mujeres aún desnudas, se arrodillaron inmediatamente exponiendo sus respetos.

"Eh...espera...saben que venimos del reino hechicero?...bueno, supongo que eso facilita las cosas para nosotros..."

El batallón 203 había sido enviado bajo estricto anonimato, ocultos bajo el velo de una fachada campesina y aventurera, sus integrantes se movían bajo las ordenes del rey hechicero y el propio Ains, priorizando este ultimo, sin embargo, mientras se movilizaban hasta este campamento, habían sido informados de el arribo próximo de refuerzos, especialmente una pequeña división Panzer, como Ains la había descrito.

Nuevamente centrándose en el momento, Tanya no podía saber exactamente cómo era que esa jovencita poseía la información de su procedencia, aunque las opciones más factibles eran 3.

Era una espía que había, de alguna manera, tomar posesión de información clasificada en el reino, por lo cual deberían capturarla e interrogarla para su posterior eliminación.

Segundo. Era un alto cargo dentro del reino santo, en cuyo caso deberían reportarse ante ella y expresar unas disculpas formales ante el gobierno del país, en el peor de los casos algunos miembros del 203 podrían terminar enfrentando una corte marcial, aunque esto era poco probable debido a la edad de la chica, quien seguramente no rebasaba los 25 años, por lo que no debería hostentar una posición muy elevada militarmente.

Tercero. Se trataba de alguna especie de sub oficial o sirviente que los mandamases habían preparado de antemano para recibirlos y que desgraciadamente habían encontrado mientras se preparaba, esta siendo posiblemente la opción más factible y por lo tanto la que Tanya interpretó como verdadera.

-No se preocupe, aunque puedo garantizarle que corregiré a mis hombres por mostrarle a una dama una conducta tan inapropiada, eh de solicitarle que nos lleve cuanto antes con sus superiores, ya que aguardan nuestro arribo-

Tan veloz como de costumbre, Neia se levantó junto al resto de mujeres en el lugar, vistiéndose tan rápido como pudieron y emprendiendo la guía de regreso al campamento.

Adentrándose en las entrañas de la base aliada, Tanya se topó con una imagen similar a la de la ciudad, pues las mujeres, inclusive algunas heridas, se aglomeraban alrededor del 203, coqueteando, charlando y riendo como si la precaria situación en la que se encontraban no significase nada.

"chicas lisiadas...amputadas de por vida...supongo que no podremos contarlas en las siguientes operaciones...menudo desperdicio..."

La pequeña comandante no se impresionaba por el estado de las instalaciones o el personal en ellas, pero sin lugar a duda aborrecía saber que tendría que trabajar con recursos limitados y prácticamente a marchas forzadas para aliviar la precaria posición del reino.

Mientras sus pensamientos se desbordaba en nuevas estrategias para acabar con la fuerza invasora, la tienda de los oficiales apareció frente a ellos, momento en el que Neia los despidió cortésmente antes de permitirles el acceso.

-General, presentándose el batallón de magos 203, enviados de el reino hechicero para apoyarnos!-

Con pompa, uno de los asesores pronunció la llegada de los aliados, una niña soldado y una unidad veterana instruidos para acabar con el conflicto y probar las nuevas herramientas del rey no muerto.

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