Un cambio

By Kiyopon1420

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¿Qué perdurará? ¿Una relación destinada a existir, pero que aún no existe? ¿O una relación que nace repentina... More

Prólogo
I
II
IV
V
VI
VII
VIII
IX
X
XI
XII
XIII
XIV
XV
XVI
XVII
XVIII
XIX
XX
XXI
XXII
XXIII
XXIV
XXV

III

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By Kiyopon1420

Ow... —se quejó una chica al chocar conmigo.

Lo siento. —me disculpé rápidamente— ¡Oh! Nanami-san...

Sí. De todas las personas con las cuales pude haber chocado tuvo que ser mi exnovia de cabellos rubios, Nanami Mami.

Kazu-kun... Discúlpame, no presté atención...

N-no te preocupes. Yo también tengo la culpa.

Dejando eso de lado... ¿por qué me llamas por mi apellido? —preguntó pareciendo estar triste.

Ah... es que... Pensé que sería algo incómodo... ya sabes... —expliqué nervioso.

Me había dejado por alguien mejor que yo. Mínimamente le guardaría un poco de respeto por hacerme saber de su decisión y no haberme aplicado el netorare.

No te preocupes por eso, Kazu-kun. Siempre te tendré un lugar guardado en mi corazón, y yo espero también tenerlo en el tuyo.

¡Qué manera de jugar con los corazones de otros!

Sí... Mami-chan. —le respondí algo inseguro.

Bien. Entonces nos vemos. —se despidió yéndose con sus amigas.

Claro, hasta luego.

Si este encuentro se daba hace unos cuantos días... tal vez nunca hubiese podido volver a cambiar...

O tal vez exagero. Bueno, lo que no pasó no debería importarme... creo...

¡Hey! —dijo atrapándome con su antebrazo en el cuello— ¿Rompiste tu récord ayer?

¿Récord? ¿De qué hablas?

No sabía que tenía un récord que romper... Kibe acaso se refería a... Claro... ¿A que más se iba a referir sino?

Ya sabes... De la enemiga del sueño... —bromeó.

Ya dije que no hago nada de eso. —me quejé.

Por cierto. —cambió de tema Kuri— Mami-chan y tu conversaron hace unos segundos... ¿Ocurrió algo?

¿Ah? ¿Eso? Pues... no ocurrió nada. Solo nos saludamos y quedamos como amigos.

Que madurez. —dijeron al unísono— Pensé que estarías llorando y revolcándote en el suelo.

No... Además, estoy ocupado en otras cosas...

¿Con manuela? —insistió el pesado de mi amigo.

¡Deja de hablar así!

Por supuesto que no hablaba de eso. Hablaba de buscar un trabajo para generar mucho más dinero. Quería comprarme muchas cosas ahora que veía mi departamento tan poco arreglado y desamueblado.

Además, quería una consola de videojuegos... Sí... Yaemori había logrado esparcir sus raíces hasta mí... siento que he perdido una batalla que tal vez no podía ganar...

Pero no podía quejarme. Hablar con alguien como Yaemori era de cierta forma entretenido y hasta divertido. Además, solía invitarme dulces, así que estaba bien.

Caminé feliz de la vida hacia mi departamento, sin ponerle atención a ninguna clase de detalle, no es que quisiera que un camión me llevara a un isekai, pero a ese tipo de detalles si le ponía atención. El semáforo en verde, vigilar que no haya ningún auto fuera de control, y que no sonara música de suspenso, todo lo normal para cruzar una calle.

Y así, haciendo el tonto y hablando como un hikikomori... Llegué a mi dulce hogar.

¿Cuánto había pasado desde que decidí hacer el cambio? La verdad es que no lo recordaba muy bien. Pero recordar el punto de inicio no era importante para una carrera de gran extensión como lo era la vida de una persona. Lo que importaba de verdad era el punto final.

Eso fue algo poético.... Debería alejarme un poco de Yaemori... Entre usar términos como isekai, y hikikomori, y empezar a dar monólogos interiores... empiezo a preocuparme.

Estoy en casa. —dije en voz baja.

Obviamente no había nadie que me esperase, pero decirlo era más como una forma de respeto hacia mi casa... y mi pez...

[Llegaste. Dame de comer.]

Era curioso ver como mi pez casi siempre parecía decirme algo. Su mirada era tan fija en mí que pareciese querer comunicarme urgentemente un mensaje de vida o muerte.

Bueno... te daré de comer. —dije sin darle importancia a mis extraños pensamientos.

[Al fin...]

Era un poco aburrido estar mirando a tu pez por más de 20 minutos, pero era lo único que podía hacer por el momento. El que no me haya retrasado por mi rompimiento con Mami ya era un logro conmigo mismo. No tenía tareas pendientes, ni trabajos, ni nada para entregar hasta el momento.

Incluso podría decir que soy bueno para llenar informes. Pero no lo era más que la mayoría de las personas...

¡Pero!

Incluso si estoy aburrido, cansado, desesperado, no iré hacia Yaemori. ¡Me niego rotundamente a seguir siendo influenciado por su forma de hablar!

¡Mastah, que sorpresa! ¡Pasa! —exclamó alegre de verme en su puerta.

¡Maldición ella había vuelto a ganar! Pero en mi defensa puedo decir que estaba muy aburrido. Mi pez casi parecía estar quejándose de que no lo parara de mirar y no quería hostigarlo más.

Con permiso... —dije con cierta frustración.

Me sorprendí un poco al ver la consola apagada. Es más, me sorprendí más al verla caminar hacia su armario.

Mira, Mastah. —dijo dándose la vuelta y mostrando un perchero con ropas... interesantes— ¿Qué te parece este atuendo?

¿Para esto me llamaste?

Vamos, Mastah. Realmente necesito la opinión de alguien...

Pues... —me tragué mi vergüenza— T-te queda muy bien... Aunque esas esposas estas demás... siento que guardan algo de peligro...

Yaemori se encontraba posando con el perchero cargando un atuendo de policía que aparentaba ser de cierta forma llamativo para algún público, pero, con las orejas de gato que tenía, iba a ser un rotundo éxito. No había lugar a dudas...

Pero yo no había venido a eso.

Yaemori tengo ganas de darle una paliza a alguien, ¿podemos jugar? —pregunté tratando de parecer tranquilo.

Pero, aunque no lo pareciese, era la primera vez que le pedía explícitamente que jugáramos juntos.

Pronto no tendría mucho tiempo... así que tenía que aprovechar.

¡Sí! —exclamó alegre.

El inicio fue en cierta parte purificador. Una amistad de videojuegos era de cierta forma algo que nunca me hubiese imaginado tener con una chica, pero... no me quejaba de ello.

Es más, no me quejaba el que solo seamos amigos teniendo como relación un mando de consola. Tener como amiga en la vida real, es decir, fuera de estas cuatro paredes, sería muy complicado con Yaemori. Pero, si se daba todo como tenía que darse, terminaríamos siendo amigos de todos modos.

Si es que aún no lo éramos...

Un juego de peleas era algo monótono. Tenías que reducir la barra de vida del oponente a cero usando habilidades y golpes básicos. Sí, dije era monótono, pero ver a tu contrincante desesperarse y pulsar como un loco los botones de su control era demasiado divertido. Incluso los gestos de decepción de Yaemori eran graciosos, aunque los alegres lo eran aún más.

Espera... no, no, no, no...

Dije algo como "si se daba todo como tenía que darse" y la acabo de halagar... Si de verdad todo se daba y seguía su rumbo... ¡¿Acaso no terminaría saliendo con ella?!

¡FUERA IMAGINACIÓN! No quería pensar en eso, no quería manchar nuestra amistad tan pura e inocente. Y no... no me estaba imaginando nada turbio... solo estaba imaginándome en una... en una... c-cita... ya saben...

¡Mastah, ganarte así no tiene mérito! —bufó haciendo un puchero.

Ah, perdón, me distraje...

Reí al verle tan enojado por algo tan inusual como lo era ganar, y ella también río. Nada podía descontrolarse esta tarde. Simplemente era una compañía perfecta para un viejo jugador de videojuegos.

¿Eh? —murmuré al sentir mi móvil vibrar— Un segundo, Yaemori.

Claro.

Me aparté un poco del ruido que provocaba el videojuego y contesté la llamada de mi querida abuela. Era tan tierno que ella quisiera hablar con su nieto... tal vez le había juzgado mal.

¡Kazuya! —exclamó haciendo que apartara el móvil de mi oído— ¡Estoy fuera de tu habitación y no me abres!

E-eh... ¡Acabo de salir con unos amigos!

Es una buena mentira, pero... Mi GPS Localizer versión pro dice lo contrario.

¿Eso era siquiera legal?

Solo me costó 800 yenes.

Eso no importa ahora... eh... ahora salgo...

Está bien, ahora nos vemos. —dijo colgando la llamada.

Volteé lentamente hacia Yaemori, quien me miraba curiosa por mi cara de preocupación, e hice la mejor pregunta que pude haber hecho.

¿Tienes un túnel secreto o un portal mágico?

Sí. Pero tienes que usar un encantamiento.

Sabes que... mejor no... —suspiré rendido— Si una señora mayor te empieza a interrogar o a sacudir, o a elogiar... Es mi abuela...

¿Ah? ¿A qué te refieres?

Ya lo entenderás...

Y abriendo la puerta que definiría mi destino y marcaría el...

¡No! ¡Simplemente abrí la puerta, mi abuela apareció y vino hacía mí confundida por salir de otra habitación que no era la mía!

¡No voy a usar poesía para narrar todas mis acciones!

¿Desde cuándo vives aquí?

E-eh... yo...

¿Qué entenderé, Mastah? —preguntó saliendo de su habitación— Ah.

¿Uhm? —murmuró acercándose a Yaemori— ¿Quién es esta joven tan linda? —preguntó sonriendo.

Ella es... eh...

Soy Yaemori Mini, mucho gusto. —se presentó de la forma más informal que pudo.

Con un tono de voz alto, haciendo una pose con los dedos de paz sobre un ojo, y con una gran sonrisa.

Pero a mi abuela le pareció gustar... y a mi... también... creo...

Eres una muchacha muy agradable. —dijo sonriéndole.

Y extraña. —añadí riendo.

¡Kazuya, ¿Cuándo te he enseñado a tratar a las señoritas de esa manera?!

La verdad es que mi Mastah no me valora lo suficiente...

Yaemori, no sigas... —le rogué en voz baja.

Incluso le di de comer una vez que tiró su comida.

¡Por qué supuestamente estabas en peligro!

Kazuya... vamos a tu habitación. —dijo algo molesta— Tu también estás invitada, Mini-chan.

Oh, gracias... eh... ¿Cómo se llama? —preguntó riendo nerviosa.

Oh, perdona mis modales. Mi nombre es Kinoshita Nagomi, pero puedes decirme abuela.

¿¡Abuela!?

Entonces la llamaré abuela. —aceptó sonriendo.

Andando Kazuya, tengo poco tiempo. —ordenó.

¿Poco tiempo?

Sí. Es que escapé del hospital para pasar el rato.

¡¿Escapaste del hospital?! ¡Deben estar muy preocupados!

Mastah, no le grites a tu abuela...

Gracias, Mini-chan... Ya oíste, apresúrate.

No tenía caso seguir insistiendo en que se fuese al hospital, eventualmente se iría, pero no sin antes causar unos cuantos problemas aquí.

Y bien... —dijo acomodándose— ¿Qué relación tienen los dos?

Ufff... pensé que preguntaría algo cómo: ¡¿Es tu novia?

No lo hubiese soportado...

Pues... Somos amigos. —respondí antes de cualquier ocurrencia de Yaemori.

Oh... ¿Y por qué saliste de su habitación tan nervioso? —preguntó mirándome incrédula.

Ah, eso fue...

Le pedí ayuda con una cosa, y el Mastah me ayudó. —respondió por mí.

Oh, ya veo... Pero Mini-chan, si ambos fuesen novios no dudaría en aceptarte en la familia.

¡Abuela no digas esas cosas! —grité nervioso y evidentemente sonrojado.

Pero Kazuya, es mejor asegurarme de algo y dejarle en claro que las puertas de nuestra familia están abiertas para ella.

Gracias, abuela. —agradeció riéndose de mi nerviosismo.

Ves. —dijo mirándome y luego mirando felizmente a Yaemori.

Gracias a Dios, el poco tiempo que quedaba luego de esa conversación tan vergonzosa giró en torno al pequeño cambio que había hecho en mi habitación. Incluso se tomó la molestia de observar con curiosidad mi pez, que anteriormente lo había ignorado por el desorden en la habitación.

Este pez es muy lindo. 

[Hey, no tomes tantas fotos que me puedo gastar. Pero gracias.]

Pero eventualmente, la abuela tenía que irse.

Abuela, será mejor que llame un taxi para que te regrese al hospital.

No te preocupes ya lo llamé hace unos minutos, vendrá en cualquier momento.

Y como si fuese una especie de premonición, el sonido de un claxon se hizo fuera de mi departamento.

Bueno, yo me retiro. Fue un gusto ver esos cambios más de cerca y ver que estás volviéndote más responsable.

Gracias, abuela... Prometo ir a visitarte cada miércoles.

¿Abuela, yo también puedo ir? —preguntó fingiendo una cara tierna.

Malditos streamers con su habilidad de fingir cosas.

¡Claro, Mini-chan! —respondió ya bajando las escaleras.

Viendo como el taxi de mi abuela se alejaba en dirección al hospital de donde se había escapado, Yaemori por fin parecía estar en silencio. Cosa que me hacía pensar en que estaba tramando.

Yaemori. —le llamé sacudiéndola un poco.

¿Ah? —murmuró volteando a verme— ¿Qué ocurre, Mastah?

Nada, solo parecías perdida en tus pensamientos. Me voy a mi habitación. —dije abriendo la puerta de esta.

Está bien, nos vemos luego. —se despidió alegre.

Claro. —respondí amable.

No parecía haberse tomado en serio el que mi abuela aceptase el que ella fuese cada miércoles a visitarla conmigo. Es cierto que me daba curiosidad que tipos de ropas usaría en la calle, pero no quería arriesgarme a llevarla continuamente con mi abuela.

¡Prepárate para el otro miércoles, Mastah! —exclamó sonriendo y metiéndose en su habitación.

Maldición...

¿Algún problema? —preguntaron a mi lado.

Ninguno. —respondí riendo nervioso.

Ichinose Chizuru entraba en escena abriendo su puerta. Su rostro serio me causaba escalofríos, incluso preguntando si estaba bien se veía algo enfadada.

Está bien. —respondió cortante y metiéndose otra vez.

Supongo que el grito de Yaemori la alertó. Algo muy entendible. Yaemori podía llegar a emocionarse un poco más de lo habitual algunas veces.

No tenía caso preocuparme por lo que podría o no ocurrir la otra semana. Después de todo iríamos como amigos a visitar a mi abuela.

Me imagino cómo será la otra semana...

Quisiera adelantar el tiempo y poder hacer una especie de timeskip como lo hacen en los animes o en los mangas. Ya saben, cuando mangaka ve prudente obviar cierta parte de la historia para no confundir, dar curiosidad, o simplemente pasar al día de acción...

Y sí... debo dejar de hablar de anime con Yaemori.

...

...

...

¿Recuerdan lo de hacer un timeskip? Pues me arrepiento.

La semana había pasado demasiado rápido, hasta llegar a unos cuantos minutos antes de la hora de visitas de mi abuela. Había estado ignorando desde la noche anterior a Yaemori. Esperaba que se olvidase la fecha o tuviese otra cosa que hacer...

Giré lentamente y con cuidado de hacer un ruido el pomo de mi puerto y salí poco a poco al exterior. Observé a ambos lados, a la vecina algo gruñona, y a la vecina moderna, y no encontré a ninguna de las dos.

A salvo... —resoplé aliviado.

¿A salvo de quien, Mastah?

Oh, ahí estaba. Justamente al lado que había observado hace unos segundos.

Me pregunto cuanto tiempo esperó para hacer esa broma.

De nadie... ¿Vamos?

Claro. —aceptó empezando a bajar las escaleras.

Cuando mi sorpresa había disminuido, pude notar lo que claramente podías ver a primera vista de Yaemori. Su forma de vestir era ciertamente lo que te esperarías de alguien como ella. Una blusa de manga corta que le abrigaba lo justo, una falda negra con unos pequeños encajes que la cubrían por debajo de sus muslos, y un bolso donde cargaba sus diferentes pertenencias.

Ella era preocupantemente linda.

La visita a mi abuela no fue la gran cosa. Es decir, ver a tu abuela es algo agradable, no me malentiendan. Pero fue como aquella vez en mi casa. Una ronda de preguntas aleatorias sobre nuestra relación, quejas sobre mi persona anterior, halagos por mi aparente cambio, y mi abuela dándole gracias a Yaemori por soportarme. Lo típico.

Pero, a pesar de haber sido lo mismo, fue divertido en cierto modo.

Vayamos a casa. —dijo sonriendo y mirando al frente.

Esas dulces palabras mientras los rayos del sol que se ocultaba cada vez más, haciendo que sus pupilas rojizas empezasen a brillar... eran vergonzosas... y mi oportunidad para devolverle todas sus jugarretas.

¿Quisiste sonar como uno de esos protagonistas? —pregunté de repente.

Al instante, ella pareció sobresaltarse. Había dado en el clavo.

¿Cómo les llamabas...? —murmuré mientras fingía pensar— Uhmmm... ¿Los protas clichés, tal vez? No lo recuerdo muy bien...

Mastah.

¿Sí?

¿Quieres hablarme sobre esos ruidos extraños que escuchaba en las noches venir de tu habitación? —preguntó riendo de forma vengativa.

Y yo... Yo sabía a lo que se refería...

E-eh-eh... ¡¿No quieres helado?! —pregunté señalando nervioso un pequeño puesto.

¡Wooow, claro que sí!

E-espera un momento...

Qué mala manera de perder dinero... aunque lo podría perder de peor forma... No importa, un helado no le hará daño a mi economía universitaria promedio.

Luego de compartir un helado invitado por mi billetera, ambos seguimos caminando hasta nuestras habitaciones, donde ella entraría a la mía sin siquiera preguntarlo. La eché, me aseé un poco, salí, toqué su puerta, abrió, se quejó, me quejé, fingió llorar, me disculpé, me hizo pasar, jugamos, hablamos, me quiso pintar el cabello como ella, me negué, escapé, volví, se disculpó, Ichinose-san vino a quejarse del ruido, Yaemori le ofreció a pintarle el cabello, se negó, escapó, y me quedé con ella.

Sí. Esa fue mi tarde con Yaemori. Muy divertida hay que decir.

Pero... al parecer no iba a acabar ahí.

¡No quiero ir a beber! —exclamé por enésima vez.

Kibe y Kuri, los dos amigos que presenté hace poco... insistían en invitarme a beber... Pero no yo no quería... aún no descansaba lo suficiente de Chizuru, y mucho menos de Yaemori...

¿Por qué la llamo Chizuru? Pues, Ichinose-san sería su abuela, y... no se me ocurrió mejor cosa... no quería llamarle fiera o gruñona, sería muy descortés, pero muy cierto.

¡No! —volví a negarme.

¡Mastah! Llevas más de 5 minutos en esa etapa, ya quiero jugaaar... —se quejó queriendo quitarme el control.

Sí. Luego de todo lo ocurrido hace unas 11 líneas, habíamos terminado jugando otra vez.

No tenía más tareas, ni ganas de dormir... Así que no podía hacer más... A parte, no quería recaer en viejos hábitos... los muy desagradables hábitos...

¡¿Qué?! ¡No! ¡No es una chica! —exclamé avergonzado.

Ellos habían entendido muy mal el mensaje de Yaemori.

¡Soy una chica! —se indignó.

Yaemori, no es momento... Resulta que quieren invitarme a beber, y yo no quiero, guarda silencio, ¿Sí? —pedí en voz baja.

¿Beber? —se preguntó a ella misma— Hace mucho que no salgo a una reunión... —reflexionó en voz alta— ¡Ya sé!

Esa mirada que me daba, esa postura, y esa sonrisa con su pequeño colmillo, ninguna palabra podría ser buena viniendo de ella en estos momentos.

¡Mastah, vayamos!

¡No!

No seas aburrido... vamooos... —insistió sacudiéndome exageradamente.

¡No! —exclamé para ambos— Por nada del mundo saldré de esta habitación. ¡Lo juro por mi propio nombre, Kinoshita...!

...

...

...

...

Kazuya... —murmuré recordando el ímpetu con el que me había negado, y lo fácil que había sido arrastrado.

Y no solo era las faltas de ganas que tenía para ir a beber con mis amigos, sino, el que Yaemori quisiera salir de su habitación buscando pasar el rato, o simplemente molestarme.

Ella se había invitado por si sola. Y yo había terminado aceptando por mi debilidad.

¡Síganme, los llevaré al lugar! —exclamó Kuri mientras nos empezaba a guiar a mi perdición.

Come on, Mastah, quita ese rostro, ya estamos aquí...

¿Ahora hablas inglés? —pregunté, pero fui ignorado— Estoy algo cansado, no siento que pueda durar mucho bebiendo...

¿Ehh? Pero dijiste que me cuidarías... —se quejó con un puchero.

¡¿Yo?! ¡Yo no dije nada de eso! —le susurré, pero le grité, ya me entienden...

Vamos... Prometo hacerte la cena si me cuidas y nos divertimos... —dijo guiñando el ojo mientras relucía su tan tierno colmillo.

Está bien... Pero no hagas escenas extrañas...

¡¿Ah?! Tranquilo, Mastah. No haré nada extraño.

Oigan, nosotros bajaremos por aquí. —indicó Kibe señalando unas escaleras— Kazuya, lleva a Mini-chan por el ascensor.

Sí, sí... —acepté sin darle importancia.

Al ver como las puertas del ascensor empezaban a cerrarse, por fin me pude quejar con toda libertad.

Más te vale que esa cena esté deliciosa.

Sí, no te preocupes. Verás todo lo que se puede aprender viendo cuatro temporadas de Shokugeki No Soma.

¿Es en serio? ¿Acaso me vas a dar de comer uno de esos famosos tentáculos con mermelada?

¡¿Te viste el anime?! —preguntó con estrellas en sus ojos.

No. —negué decepcionándola— Pero te escuché mientras me hablabas sobre su historia.

Ah. —se sorprendió.

Ella bajó la cabeza. Pensé que había dicho algo malo, pero recordando mis diálogos, no había hecho nada para entristecerla. No tenía idea de que había hecho.

¡Waaa! —pareció lloriquear— ¡Mastah, me escuchaaa!

¡No hagas un escándalo!

P-pero... pensé que me ignorabas y solo escuchabas por amabilidad...

¿Por quién me tomas? —pregunté indignado.

Pero antes de que ella pudiese responderme... la puerta se abrió... Y ella... Ella estaba sacudiéndome de mi abrigo.

Cosa que se podía malinterpretar un poco. Al menos mis amigos con su mente tan "extraña" lo podían malinterpretar.

K-kazuya... —habló Kibe.

Esa mirada no era de envidia. Era de culpabilidad e incomodidad. Algo había sucedido.

Perdón, no sabíamos que Mami-chan estaba aquí... —aclaró en voz baja.

Y sí. Ahí, no muy lejos de los asientos disponibles donde nos sentaríamos Yaemori y yo, se encontraba una belleza con cabellos rubios. Mami-chan se encontraba bebiendo, al menos lo hacía, ya que ahora mismo se encontraba mirando sorprendida.

Casi al instante, al grupo, pareció caerle un peso de más de una tonelada encima. Es decir, el ambiente se había vuelto muy incómodo.

¿Kazu-kun?

Hola, Mami-chan. —saludé tratando de no sonar nervioso.

Pero no pude evitar agudizar mi mirada en contra de Kibe y Kuri. Ellos me habían traído a la boca del lobo. Aunque decirle lobo a Mami-chan era un poco apresurado... Ella no había hecho nada... aún...

Lo siento... —se disculpó nuevamente.

No te preocupes, ya estamos aquí. —respondí gozando de mi madurez emocional.

Sí claro...

¡Perdón por hacerles esperar! —me disculpé tratando de sonar amigable con los presentes.

No quería fastidiar su reunión. Así que supuse que, si no estaba nervioso y/o incómodo, ellos tampoco lo estarían.

Hey, Mini-chan, ¿qué vas a pedir para beber? —le preguntó Kuri.

Eh... Pediré lo mismo que mi Mastah. —dijo dándome palmaditas en el hombro y sentándose a mi lado.

¿Qué pedirás Kazuya?

Uhmmm... creo que pediré una cuba libre.

Como si se tratase de una especie de disculpa, Kibe se acercó a la barra y pidió nuestras bebidas.

Minutos y minutos pasaron después de nuestras primeras bebidas. No es que el ambiente fuese el más cómodo del mundo, pero gracias a la personalidad de Yaemori, y a mi aparente falta de nervios, el ambiente había mejorado considerablemente. Al menos unas risas se podían distinguir...

Ahora vuelvo. —dije para que me escuchen los de a mi alrededor— Recuerda... no hagas nada extraño. —le susurré a Yaemori.

Tranquilo, Mastah. Después de todo estoy a tu cuidado.

Con esas líneas tan vergonzosas dichas, me fui al baño a desfogar todo el nerviosismo que había estado soportando con tan solo ver a Mami-chan. Aún no lo superaba del todo... Y el alcohol no hacía más que desenterrar aquellos recuerdos que trataba no sacar de esa profundidad...

Luego de lavarme mi rostro, y observarme fijamente. Salí del baño buscando una excusa para divertirme y dejar esos pensamientos de mi mente.

Pero... el ánimo del grupo... había vuelto a lo de antes.

Incomodidad.

oh, Kazu-kun... has vuelto. —dijo con esa sonrisa angelical que parecía ocultar otro sentimiento.

Pero su sonrisa no era el problema. El problema era que se encontraba frente a Yaemori, quien parecía algo ausente, y eso si me preocupaba.

¿Ocurre algo? —pregunté sentándome al lado de Yaemori— ¿De qué hablan? —pregunté riendo y tratando de apaciguar la incomodidad.

No hablamos de nada importante... Solo de lo linda y pequeña que es... —respondió con una voz suave y tranquila.

¿En serio? —respondí aún confuso.

Pero Yaemori no respondió.

Aun así... para ser tan linda... Debes lidiar con muchas cosas para ser amiga de Kazu-kun...

¿Eh?

Quiero decir... Cuando ambos éramos novios, él no tenía ninguna pizca de experiencia antes. De vez en cuando, él ponía ese rostro que sinceramente me daba escalofríos...

Antes de que terminara de hablar. Todos los presentes se habían quedado en silencio. Incluso el encargado de la música de ambientación pareció silenciar la melodía que antes sonaba.

Por ejemplo, en una de nuestras pocas citas... Opté por llevar una minifalda y cada vez que me levantaba... sentía peligro venir de su mirada.

Gracias antiguo Kazuya. Ahora Yaemori me verá raro, e incluso me podría llegar a odiar.

Supongo que me despediré de esas tardes de videojuegos o conversaciones inútiles... Era normal que no me dejase volver a entrar a su habitación...

Después de nuestro primer beso... —continuó con mi martirio— Dejó de preocuparse por su aliento... y realmente... era desagradable...

Gracias de nuevo antiguo Kazuya.

Él buscaba siempre que... ya saben...

Mami-chan... —habló Kibe— creo que estás un poco...

¿Eh? ¿Qué ocurre? ¿Pasa algo... Kazu-kun?

Esa sonrisa angelical, y esas palabras tan dañinas para la poca estabilidad emocional que había construido al pasar los días desde nuestro rompimiento...

No sabía qué hacer. En serio me había dolido que me dijesen todas esas verdades sin ningún tipo de tapujo.

Pero... no podía dejarlo así.

¡Perdón, Mami-chan! —me disculpé pegando mi frente a la fría mesa— ¡Te hice pasar por muchos momentos incomodos en nuestra relación! ¡Pero! —continué recordando sus tan dolorosas palabras y levantando la cabeza— ¡No creo que sea necesario decir ese tipo de cosas en una reunión como esta! ¡No debemos arruinar su noche!

¿Eh? —murmuró sorprendida.

¿Ah? —murmuró Yaemori, quien parecía haberse conectado a la vida real hace unos segundos— ¿Mastah? ¿Por qué gritas? —preguntó tallándose los ojos.

¿Eh? ¿Acaso no escuchaste nada de lo que dijo Mami-chan?

Qué va. Desde que puso ese tono de voz de antagonista de romcom, la dejé de escuchar... ups... —dijo riendo y haciendo una pose extraña.

Quise enfadarme de su reacción tan extraña. Pero esta fue tan genuina que empecé a reír en voz alta, y poco a poco los demás se contagiaban de mi ánimo.

Y dejando de reír, le agradecí en voz baja a Yaemori.

Nuevamente el ambiente había vuelto a ser mucho más agradable y risible.

Kazu-kun... —me habló en voz baja.

¿Qué ocurre, Mami-chan? —le pregunté con un susurro también.

Quería hablar sobre...

Pero antes de que pudiese continuar, Yaemori se puso en frente de mí, tapándome la visión del rostro de mi exnovia.

¡Tranquilo, Mastah! —exclamó cubriéndome con sus pequeñas manos.

¿Mastah? —preguntó confundida Mami.

¡Yo te defenderé! —volvió a exclamar una barbaridad— ¡Hip!

Ay no... me olvidé de vigilarla... y ahora ella se encontraba...

¡No! ¡Puedo defenderme yo mismo! ¡Además tú estás...! ¡Hip!

Ups yo también estaba ebrio... ni siquiera sabía en qué momento mi mundo había empezado a vibrar.

Los demás empezaron a reír nuevamente luego de observar a un par tan inusual. Mami solo se confundió y sonrió. Supongo que no podía hacer otra cosa más que esperar para hablar conmigo.

Sí que se llevan bien... —dijo Kibe.

Sí... extrañamente bien. —le respondió Kuri.

¡Kazuya es muy divertido! —exclamó Sasano— ¡Ah! ¡Mini-chan, también!

Sí... lo son, pero... Creo que ya fue suficiente... ¡Oye, Kazuya! —me llamó— Creo que es mejor que lleves a Mini-chan a su casa, y tú también debería descansar.

¿Ah? Pero...

Vamos, vamos, ya me agradecerás luego. —dijo empujándome.

Y así fue como fui echado por mi amigo. Quise ir por Yaemori, y lo conseguí, pero... cuando estábamos a puntos de cruzar el umbral de la puerta que nos separaba del ascensor. Yaemori escapó para empezar a caminar hacia Mami.

¡Oye, antagonista rubia cliché! —exclamó llamado a Mami— Mi Mastah... eh... Ya olvidé lo que iba a decir...

¡Perdón, Mami-chan! —me disculpé tapándole la boca a Yaemori— Nosotros ya nos vamos, pásenla bien...

Casi cargándola por el hombro, por fin, Yaemori y yo, habíamos entrado al ascensor.

Oye. —le llamé sacudiéndola un poco— ¡Oye!

Maldición... ella se había dormido.

Mi labor estaba clara, tenía que llevarla sana y salva hacia su habitación. El alcohol en mi sangre no era lo suficiente para hacerme tambalear, pero, podía sentir como perdía mi visión perfecta por ratos.

Cargándola sobre mi espalda, la acomodé para que se sostuviese lo suficiente. La sostuve de sus piernas, y empecé a caminar entre la noche oscura y fría.

El frío era tal, que ni siquiera me había dado cuenta cuando había arrugado los labios y había empezado a lagrimear.

Me había divertido mucho, y me encontraba mucho más alegre que antes.

Pero las palabras de Mami aún me dolían. Me avergonzaba mucho de lo que había hecho. No había palabras suficientes para arrepentirme de lo que había hecho con ella.

Llorar no iba a ser suficiente para pagarle el daño hecho a la persona a la cual juraba hacerla feliz.

Mastah... —balbuceó dejando caer suavemente su cabeza sobre la mía.

No podía limpiarme las lágrimas que caían de mi rostro. Pero mis labios ya no estaban arrugados, sino curvos, mostrando una sonrisa sincera

Gracias Yaemori.

Pronto, luego de risas y lloriqueos, llegamos hasta la puerta de su habitación, donde otro obstáculo vendría.

Perdón, Yaemori. —me disculpé de antemano, antes de buscar sus llaves en su bolso.

Gracias al sonido pude encontrarlo rápidamente, y abrí sin ningún problema su cerradura... al cuarto intento...

Allí la dejé, en la puerta de su habitación, en el frío suelo.

Obviamente que no. Busqué su futón con la mirada, la encontré, la preparé, la metí ahí, la arropé y salí de su habitación. Fin.

Después de todo soy un buen amigo.

Al llegar a mi departamento, me tiré rápidamente en el futón. No quería hacer nada más...

[¿No te olvidas de algo?]

¿Qué hora es? —me pregunté a mi mismo buscando mi móvil— ¿Eh? ¡Mi móvil no está!

[Que idiota... Bueno, a dormir.]

Sin esperar a que mi cerebro respondiese ante la repentina noticia, abrí la puerta mi habitación y caminé rápidamente hacia el local en el cual había bebido, con la esperanza de que estos aún no hubiesen terminado de beber.

Me demoré un poco, pero al fin llegué. Saludé con la mano a los que estaban ahí, encontré mi móvil, y salí antes de pasar más vergüenza.

Pero, al salir del local, mi mundo se vino abajo.

Mierda... —maldije sosteniendo de una pared.

¿Kazu-kun? ¿Estás bien? —preguntó acercándose a mí.

Sí... creo que... me siento muy mareado...

Vamos, Kazu-kun, te ayudaré un poco. —dijo haciéndome abrazar su cuello.

En otro momento tal vez me avergonzaría, pero ahora no tenía caso hacerlo.

Mi camino empezaría con Mami sosteniéndome para que no me cayese, y yo, mareado y tonto en medio de la noche.

Kazu-kun... —habló luego de un silencio de un par de minutos— Quería disculparme contigo por lo ocurrido... no sé qué sucedió conmigo...

No te preocupes Mami-chan... —respondí con dificultad— Tal vez... merecía esas palabras...

No... Kazu-kun, a pesar de todo, siempre fuiste amable...

Por favor, solo acepta mis disculpas...

Está bien... te perdono por eso...

¿Así es mejor, no crees? —le preguntó mirándole y sonriendo.

Tal vez ella no lo esperaba, o era por el alcohol, pero Mami estaba sonrojada.

Kazu-kun... —me llamó por enésima vez— ¿Quieres ir a mi casa? No hay nadie ahora mismo...

Toda la tranquilidad que me había producido el que ella aceptase mis disculpas se derrumbó.

E-e-eh... y-yo no creo que... sea buena idea... Lo que sucedió antes... aún está en mi mente...

¿Ah? E-era solo una broma... —fingió reír— Sí que has cambiado, Kazu-kun. No pensé que te divertirías de esa forma, y que te llevarías tan bien con todos... debo decir que... el actual Kazu-kun... es genial... —murmuró lo último.

Eso me inquietó un poco. Sentía que una especie de tensión empezaba a nacer entre la cercanía de nuestros rostros. Y con lo estúpido que estaba debido al alcohol, sentía que algo podía salirse de mi control.

Ah... y hablando de genial... ¿No crees que Yaemori-san es un poco extraña? —continuó— A pesar de lo sucedido y lo que le dije se mantuvo riendo... Es muy infantil... Me pregunto si alguna vez se tomará algo en serio.

Detente, Mami-chan.

¿Eh? —murmuró parando al instante.

No puedo permitir que hables así de Yaemori. —respondí recordando cuando esta había posado su cabeza sobre la mía.

No me importaba si lo había hecho por pura casualidad. Ella había calmado mi llanto, y yo se lo iba a agradecer.

Sé que puede ser un poco extraña, pero esa extrañeza es lo que la hace agradable. Por favor, no hables así de ella. —repetí serio.

¿Eh...? Tranquilo, Kazu-kun. Fue una broma...

Creo que ya estoy bien... —dije tratando de erguirme— Puedes ir a casa, Mami-chan. Ve con cuidado.

Esperé a que Mami-chan se fuese de ahí, esperé y esperé hasta que por fin pude empezar a caminar de la misma forma que antes. Casi arrastrándome por las paredes y postes que llevaban hacia mi hogar.

Luego de aproximadamente, 30 intentos, por fin pude lidiar con el complejo código que abría la puerta del jefe final, el del rey pez.

No... la verdad es que abrí la puerta de mi habitación y caí en frente de la puerta.

No pude moverme más, así que la cerré empujándola con el talón.

Poco a poco mi alrededor empezaba a nublarse. Empezaba a caer dormido...

[Oye, te vas a resfriar]

Ya lo sé...

[¡¿Me entendiste?!]

N-no...

Mi noche por fin había terminado.





-/-/-/-/-/-/-/-

¡NO PENSÉ HACER 5K PALABRAS ¿ACASO HE VUELTO???!

Contexto: Antes sacaba capítulos de 10k o 20k, no me acuerdo. Eh. sí.

Si te gustó puntua, si no te gustó, puntua, si te gustó comenta, y si no, mandame un mensaje interno diciendo por qué, para responderte: Piola 😐🤙.

¡NOS VEMOS!

-KIYOPON1420-

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