Un café muy dulce

De MMDreamer

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Ella usa un esmalte de uñas diferente todos los días, tiene las puntas del cabello desteñidas, pertenece a un... Mais

Prefacio

Capítulo 1

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De MMDreamer

Sonrío por lo bajo mientras mi canción favorita comienza a sonar en mis oídos. Continúo repasando mis apuntes de matemáticas, sin prestar atención  a mis amigas, sentadas a mi lado, que parlotean sobre el nuevo peinado de quién sabe qué chico famoso.

No me interesa, en lo absoluto, sobre lo que están conversando. No porque el famoso no me interese, pero no me gusta el tono de admiración que usan cuando hablan de ellos. Digo, son personas, de carne y hueso. Y ya.

Tampoco me interesan los apuntes de español que me he olvidado de repasar antes de la prueba que tengo en dos días y que seguramente reprobaré porque mi cabeza no sirve para las letras. Malditas sean las humanas. Son como monstruos peludos que desean comerte si no sabes el sujeto de una oración.

Llevo una de mis manos a rascar su cuero cabelludo con suavidad, recordando con algo de melancolía cuando mi  madre hacía lo mismo por las noches antes de que yo me quedara dormida, y luego, apartando esos pensamientos de mi mente, cierro la carpeta que sostengo sobre mis muslos al escuchar el timbre que indica el final del recreo.

No me detengo a observar las fotografías que decoran el exterior, aunque normalmente lo haría porque son preciosas, mientras tomo mi mochila color lila con flores y la pongo sobre mi hombro.

Me pongo de pie, ignorando a mis amigas, que me gritan que las espere, y, excusándome con que debo buscar el material de historia, me escapo hasta mi casillero, subiendo el volumen al máximo mientras tarareo la letra de la canción.

Cierro los ojos fugazmente, cuando un cuerpo se interpone entre mi camino y yo, tomándome desprevenida.

Mi cuerpo retrocede de forma brusca y la carpeta que llevaba en los brazos cae al suelo. Doy gracias a Dios, Buda, el hada de los deseos o quien sea que esté vigilándome justo ahora porque la carpeta no se haya abierto y el contenido no se haya derramado por los suelos sucios del pasillo.

Parpadeo asombrada cuando la carpeta aparece frente a mí nuevamente y alzo los ojos para encontrarme con los castaños de Collin, el chico pelirrojo con el que comparto clases de música y tal vez puedo considerar mi amigo

Sonrío tímidamente, intentando parecer amable, y tomo la carpeta, asegurándola contra mi pecho.

—     Gracias, lamento haber chocado contigo, no estaba prestando atención.

Él sonríe. Su sonrisa es demasiado linda.

—     Está bien. Solo quería preguntarte si querías almorzar conmigo y mis amigos hoy.

Abro los ojos, sumamente sorprendida. ¿Yo? ¿Junto a SUS amigos? Vaya, esto es nuevo.

—     Yo... eh... ¿por qué me preguntas esto?

Collin sonríe y se encoge de hombros de forma despreocupada.

—     Me caes bien y creo que les caes bien a ellos. Te considero una amiga y quiero conocerte más, igual que ellos quieren conocerte más también.

Sonrío, antes de bajar la vista, totalmente sonrojada.

—     También me caes bien. Supongo que puedo almorzar con ustedes.

Lo miro a los ojos y me sorprendo al notar como Collin sonríe con entusiasmo.

—     ¡Genial! ¿Vas a historia?

Aparto la mirada, enfocándome en uno de los relojes que cuelgan de las paredes y notando que aún tengo tiempo. No quito la sonrisa de mi rostro.

—     Iba a buscar mi material, pero te veré allá.

Él asiente, con una sonrisa. Parece tener la sonrisa pegada con cinta adhesiva al rostro. Tiene suerte de ser tan guapo y poseer una sonrisa linda siendo que sonríe todo el tiempo.

—     Claro. Te veo allá, suerte en tu travesía hasta tu casillero.

Río y él parece sentirse bien con ello, supongo que no lo hago tan a menudo.

—     Vale, te veo luego Collin.

Y él se aparta para que yo pueda continuar caminando.

***

—     Muy bien alumnos, hoy diré las parejas para el trabajo mensual. Será sobre temas variados que serán repartidos de forma aleatoria, para que no se ayuden entre grupos.

Pestañeo lentamente, el aula de la profesora Anna siempre me ha parecido sumamente aburrida y estoy batallando para no dormirme.

Escucho como comienzan a nombrar las parejas e intento espabilarme. Entiendo vagamente que a Anabeth y a Rose, dos de mis amigas, les ha tocado juntas. A Marie le tocó con uno de los chicos asiáticos que a ella tanto le gustan a pesar de tener novio.

Y entonces escucho mi nombre.

—     Grace Becker con William Bell.

Tengo que hacer esfuerzos para que ponerme a bailar o hacer algo raro mientras siento que se me calientan las mejillas. Intentó relajarme, sabiendo que no funcionará y el rojo intenso continuará adornándolas por un rato. Y es que William Bell, el sexy capitán del equipo de vóleibol, con preciosos ojos color cielo y sonrisa brillante, lleva siendo mi amor platónico desde que ingresé al colegio, dos años atrás. Y aunque nunca había compartido clases con él, hasta ahora, siempre lo he observado cuando lo veo en los recreos o durante el almuerzo.

Y eso me recuerda que el mejor amigo de William es Collin. Y que Collin me había invitado a sentarme con ellos en el almuerzo. Y yo había aceptado. Y ahora tendré que parecer una persona normal frente a ese sensual sujeto de ojos azules.

Me pateo internamente al recordar ese dato, antes de que un carraspeo frente a mi me haga alzar la vista.

Frente a mis ojos, se encuentra el chico de mis sueños... literalmente; entre mis sueños de unicornios y castillos color rosa pastel él aparecía muy seguido. Tanto, que Zucarita, mi preciosa unicornio rosa,ya le había cogido cariño. El punto es que él me sonríe de forma amigable mientras sostiene su mochila sobre el hombro derecho y yo solo puedo pensar que esa sonrisa es demasiado preciosa como para que no la muestre constantemente.

Parpadeo repetidamente antes de apartar la vista, totalmente azorada, mientras él se sienta frente a mí.

—     Así que... Grace...

Me siento demasiado feliz cuando me doy cuenta de que él sabe mi nombre. Alzo los ojos para toparme con los de él, que me miran de forma intensa.

—     ¿Te caigo mal?

Abro mucho los ojos y lo miro alarmada. Mierda, ¿por qué él cree eso?

—     ¡¿Qué?! ¡No! ¿Por qué piensas eso?

Él ríe entre dientes al seguramente al notar mi nerviosismo.

—     Pues siempre apartas la mirada cuando te miro. Y nunca has hablado conmigo. Estamos en la misma secundaria hace años.

Vale, eso me ofende. Intento no fruncir el ceño y responder sin ser brusca, después de todo no quiero que él piense que soy una matona. Una matona que ama los unicornios rosas. Y los ojos azul cielo.

—     No me caes mal. Simplemente soy tímida. Y tampoco hemos tenido demasiadas oportunidades para hablar.

Will sonríe, mostrando todos los dientes y dejándome casi ciega frente al brillo de su sonrisa. O tal vez yo y mi cerebro enamorado somos demasiado bobos y exagerados. O simplemente él realmente es hermoso. Aunque parece más la primera opción.

—     Tienes razón. Pero vamos a lo que importa justo ahora, ¿dónde y cuándo quieres juntarte para comenzar a hacer este jodido trabajo?

Siempre me ha gustado como las malas palabras salen de sus labios. Es lindo, es atractivo, es caliente, es muy William. Y a mi me gustan mucho las cosas que son muy él. Porque claro, me gusta él. Mucho. Demasiado. Y demasiado no puede ser bueno.

Sonrío de lado sin darme cuenta. Mis dedos comienzan a acariciar el borde de la hoja de papel entre nosotros que contiene las instrucciones para el trabajo.

—     ¿Qué tal el jueves en la biblioteca?

Él niega lentamente, sin dejar de observarme fijamente, algo que me esfuerzo por ignorar.

—     La cierran poco después de que nuestras clases terminen. Me doy cuenta cuando voy a las prácticas de vóleibol.

Asiento lentamente, sin hacer contacto visual. Porque si hago eso me volveré cremita. Y aunque amo la cremita, no creo que me guste no poder moverme. Y a él tampoco, porque perdería a su pareja de historia.

—     Entonces... ¿qué propones? — pregunto con timidez, logrando que Will sonriera.

El chico comienza a rodar un lápiz entre los dedos.

—     Puedes ir a mi casa... ¿jueves que viene después de mi práctica? Si quieres puedes quedarte en las gradas estudiando mientras me esperas... — algo en su rostro me indica que él está nervioso y ansía mi respuesta.

Asiento con suavidad, observando sus manos. Son manos lindas, no parecen las clásicas manos de chico, gruesas y toscas, y sin embargo conservaban una masculinidad que se me antoja muy atractiva.

Debo dejar de pensar tanto en lo mucho que me gusta y más en el trabajo.

Él carraspea.

—     Grace, estoy aquí.

Y alzo la vista, observándolo cohibirse.

—     L-lo siento. Tus manos... tienes lindas manos.

Él parece graciosamente sorprendido.

—     Nunca me habían dicho que tengo lindas manos.

Siento las mejillas arder. Dios, no puedo creer que le dije eso. Es William Bell, Grace. Codiciado por todas. No seas tonta y compórtate.

Frente a mí, él comienza a reír suavemente. Suena la campana que avisa el final de la clase. Comienzo a juntar mis cosas, él hace lo mismo. Tomo la ficha que nos han entregado con las instrucciones, ni siquiera sé lo que dice. Comienzo a leer, con la esperanza de que eso logre que Will se aleje y yo deje de comportarme como una rara.

"Revolución Francesa, causas y consecuencias.

El trabajo debe ser entregado antes del día 30 de mayo, presentado en una hoja de tamaño carta, con letra Arial e interlineado de 1,5. Además se deberá hacer una presentación oral, con un PowerPoint expositivo de fondo, que constará como un 40% de la nota..."

Un papelito siendo agitado frente a mí me devuelve a la sala de clases, que cada vez está más vacía.

Mis ojos se clavan en los color cielo de Will, que me sonríe con ternura.

—     Es mi número de celular, avísame si ocurre algo.

Y luego me guiña un ojo antes de salir por la puerta, conversando animadamente con Collin.

Oh... Dios... Mío. No solo tengo su número, de el chico que me gusta desde siempre, si no que también me guiñó uno de sus preciosos ojos azules. Él. A mí.

Puedo morir en paz mientras intento no vomitar purpurina.

Con una sonrisa boba y los labios apretados para que no se note tanto, guardo el papelito en el bolsillo de mi chaqueta militar, para que las chismosas de Anabeth, Rose y Marie no lo vean. No quiero que comiencen a preguntar.

No borro la sonrisa, aunque ellas no la notan, y salen conversando, con Anabeth aferrada a mi brazo para que no vuelva a escaparme. Aunque obviamente logro hacerlo cuando menciono que no tengo los libros para inglés.

No es hasta que estoy tranquila junto a mi casillero, buscando mis libros, que saco el papelito del bolsillo y sonrío ampliamente al ver los pulcros números grabados sobre el papel.

Saco mi celular del bolsillo e ingreso el número rápidamente.

William Bell :)

Sin dejar de sonreír por todo lo que está ocurriendo hoy, guardo el aparato en el bolsillo delantero de mi mochila, tomo los libros de inglés y me preparo para sufrir las consecuencias de no tener un cerebro que se adapte a las humanas, antes de cerrar mi casillero con tranquilidad y dirigirme a clases.

¡Feliz día de San Valentin personitas! Espero tengan un encantador día rosa y lo pasen genial entre flores y chocolates :3

Capítulo dedicado a ReaderCompulsiva porque la amo y es una pechocha. Muchísimas gracias por todos los votos en el prólogo, realmente no me esperaba ni la mitad OwO

¡Tengan un maravilloso domingo!
Madu :3

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