I love you too

By BilingualDesastre

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En donde Yachi encuentra un tweet de un seguidor, le da me gusta y se encuentra con su música. Le muestra los... More

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By BilingualDesastre


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Kenma tenía trabajo que hacer. Estaba en medio de un stream con el chat hablándole constantemente y jugando un juego en el que era necesario concentrarse en cada detalle para poder pasar a la siguiente pantalla; no se podía desconcentrar en ningún momento, no solo por el juego sino porque estaba haciendo trabajo. La gente le estaba pagando y él tenía que dar un servicio a cambio: entretenerlos, entonces no debería de estar en Instagram revisando el perfil de su mejor amigo, sin embargo ahí estaba, mirada fija en la pantalla mordiendo su labio agitado.

No fue hasta que le llegó una donación con un mensaje que salió de su cabeza y fingió estar revisando algo importante.

Kenma siempre se había considerado una persona profesional, desde pequeño cuando era necesario hacer algo alejaba las distracciones y lo terminaba de forma que le dejaba lo suficientemente satisfecho y actualmente podrían describirlo perfectamente como un adicto al trabajo. Su carrera venía primero y todo que lo pudiera sacar de su trabajo era el enemigo número uno, entonces, ¿por qué demonios no se había podido concentrar desde hace una semana? 

—Mierda —Kozume murmuró al morir de nuevo en el juego. Estaba consiente de que no estaba hablando tanto como debería pero es que lo que tenía en la pantalla era el mínimo de sus preocupaciones. 

Y eso era el detalle, él sabía exactamente qué era lo que no se podía sacar de la mente y eso lo hacía sentir peor. 

Kuroo se había ido a visitar a su familia por una semana, unos parientes iban a celebrar su boda fuera de Japón y habían invitado a Tetsuro y a su familia, así que no había estado en Tokio.

Kozume pensaba que iba a ser más fácil estar una semana sin tener a Kuroo delante; habrían menos contactos visuales incómodos, no tendría que hablar la misma cantidad con él ya que se veían cada vez que tenían que sacar la basura, y no tendría que pretender que no estaba pensando en el incidente de la vez pasada tratando de actuar con normalidad. Había una posibilidad de que las cosas dejaran de ser tan incómodas una vez el pelinegro volviera, el tiempo aparte beneficiándolos, era un buen plan, todo volvería a la normalidad en un santiamén.

Kenma era miserable.

No había contado con que su cerebro no había funcionado de manera habitual desde aquella vez en el hotel porque no era la primera vez que se atrapaba contando los días para que Tetsuro volviera. Estaba tan acostumbrado a su presencia que parecía que no podía funcionar sin al menos tenerlo cerca, a pesar de que sus conversaciones no eran tan naturales como antes. Ya no eran tan incómodas como lo eran cuando todo pasó, pero igual la dinámica no era la misma y no podían solo ignorarlo.

Lo que tenía a Kenma dándose asco a sí mismo era el hecho de que ésta no era la primera vez que Kuroo y él se separaban, pero le estaba afectando más de lo normal y no entendía el por qué. Pensó en preguntarle a alguien pero cada vez que tomaba el teléfono la única persona que venía a su mente a la que podía contarle todo y sentirse seguro era Kuroo.

Maldito pelo de gallo, lo estaba torturando psicológicamente.

El streamer olvidó a su público por un rato y puso el teléfono de lado, reposando sus codos en sus rodillas y cubriendo su rostro con las manos dejando abandonada la pantalla por completo. Ni siquiera el ruido de "Game Over" del juego lo pudo sacar de sus pensamiento.

Y así supo que estaba mal. Una vez ni siquiera se había dado cuenta de que hubo un terremoto porque estaba concentrado jugando. No fue hasta que Tetsuro fue corriendo a su casa para ver si estaba bien que se enteró de la existencia de un temblor.

—"¿Estás bien? No te nos vayas a morir pofabo" —Una vez más la voz robotizada de las donaciones fue la que le recordó que seguía en vivo.

Kozume negó con la cabeza. —No, estoy bien —Dijo, aunque sabía que nadie le iba a creer. —Solo me molesta un poco la cabeza pero no es para tanto, es probablemente que no he comido —Añadió con la esperanza de sonar más creíble.

Dentro de su cabeza escuchó la voz de Kuroo regañándole por no cuidarse bien, como imaginaba que lo haría si estuviera viendo el stream. 

—Fuera de mi cabeza, por favor. No me estás haciendo las cosas fáciles. —Pensó el teñido para continuar con el juego. Veía al chat seguir comentando preocupados de su estado, pero decidió que la mejor solución por ahora sería ignorar sus problemas y pretender que no se estaba muriendo.

Un plan sin fisuras.

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No era un plan sin fisuras.

Pasaron quince minutos más y Kenma estaba peor que cuando empezó. Cada minuto paraba lo que estaba haciendo y solo pensaba en qué estaría haciendo Kuroo ahora. 

Ya no lo soportaba. 

Kenma no se consideraba una persona impulsiva. La impulsividad lo mareaba, no le gustaban las cosas inesperadas que pudieran afectar aspectos que no tenías en cuenta, pero es que no podía más.

Estaba acelerado, su pierna se movía de arriba y abajo y no podía estar quieto en una sola posición. Le estaba dando miedo, algo como esto nunca le había pasado ni con la fiebre más fuerte que había tenido... en donde Kuroo había faltado a prácticas para cuidar de él sin importarle si se contagiaba.

—¡Mierda! —Era muy difícil tratar de ignorar y ocultarle cosas a alguien con el que pasaste toda tu vida. 

Kozume ya no podía quedarse ahí sentado. Pausó el juego abruptamente y miró a la cámara. —Gente, lo siento pero creo que tengo que acabar el stream ya. Sé que fue corto, haremos uno más largo la próxima semana pero —Tragó saliva. —No me siento muy bien, perdón. Adiós —Se despidió brevemente y esperó unos segundos para que la transmisión no se cortara tan abruptamente. No quería alarmar a tantas personas.

Sin siquiera saber lo que estaba haciendo cerró todos los programas y apagó su equipo, camino hasta la entrada, tomó un cubrebocas y sus llaves y salió de su apartamento.

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Antes de que se diera cuenta, estaba en frente del aeropuerto. No sabía si Kuroo aún estaba allí, ni si quisiera que lo llevara a su casa, pero ahí estaba Kenma.

Una vez llegó a el estacionamiento se dio cuenta de que ya no había vuelta atrás. Ni siquiera sabía para qué no había vuelta atrás, desde que acabó el stream todo su cuerpo entró en piloto automático para conseguir algo que Kenma ni siquiera sabía que quería o desde cuando lo quería.

Quejándose de su estupidez bajó del auto poniéndose el cubrebocas y entró al edificio.

Comenzó a caminar en el aeropuerto vagamente. Pasó por la recepción, cerca de la entrada y la salida, los puestos de comida, y por todos los lugares a los que podía acceder sin comprar un boleto y no había ni rastro del pelinegro.

Kenma cubrió su rostro avergonzado con su bufanda y, mirando al piso, se dirigió a la salida. Obviamente Kuroo no iba a estar ahí, había pasado media hora desde que había publicado que llegó al aeropuerto, ¿por qué demonios pensaba que se lo iba a encontrar ahí? Y aunque lo hubiera encontrado, ¿Qué pensaba que iba a pasar? ¿Qué le iba a decir? Todo esto solo fue un fiasco del que se iba a acordar en cinco años cuando se quisiera dormir y no lo iba a dejar pegar el ojo.

Paró en seco cuando se dio cuenta de que seguía caminando sin rumbo. No le gustaba eso de que su cuerpo estaba moviéndose por su cuenta. 

Iba a girar hacia la salida cuando la garganta se le secó. 

En la zona de las maletas estaba Kuroo, tratando fallidamente de peinar su cabello más desordenado que de costumbre, en su celular posiblemente buscando un taxi.

Kenma vio sus pies moviéndose uno en frente del otro, caminando hacia el pelinegro. Su corazón latiendo fuertemente en su pecho y su respiración agitándose ante la confusión de sus emociones.

Antes de que pudiera esconderse y escapar, Tetsuro levantó la mirada, posiblemente sintiéndose observado, y vio a Kenma en frente de él.

Ambos hombres se quedaron viéndose a los ojos mutuamente por unos momentos y Kenma pudo jurar que hubo un momento en el que en el edificio no había nadie más que ellos dos.

—Hola —Kuroo fue el primero en hablar, mostrando una ligera sonrisa en su rostro.

—Hola —Dijo Kenma sonriendo debajo del cubrebocas.

—¿Qué estás haciendo aquí? —Preguntó Kuroo, casi queriendo reírse por no saber qué otra cosa hacer.

—Uhhh —Oh no. Esto no lo había planeado. No creía que un "sinceramente no lo sé" fuera la respuesta adecuada y menos embarazosa. —Creí que necesitarías a alguien que te llevara a casa —Eso es, Kenma, pretende que tienes tu vida junta. —No sabía si seguirías aquí pero como no llegabas...

Kenma vio como la mirada de Kuroo se suavizaba, cosa que le hizo querer abrazar al pelinegro de la nada. No lo hizo porque habían muchas personas, pero a juzgar por la manera en la que sus rodillas comenzaban a temblar y el latido de su corazón no hizo más que acelerarse, estaba empezando a entender qué estaba pasando e iba a ser honesto: no sabía si estaba aterrado o emocionado.

—Iba a irme hace media hora, pero traté de llamar un Uber y esperé treinta minutos a que llegara, pero me lo acaba de cancelar porque no podía pedir Ubers desde ésta parte del aeropuerto. No me dijeron nada cuando lo pedí y estaba volviendo a intentar... Llegaste en el momento justo, si tengo que esperar otra media hora me muero —Explicó el mayor.

Kenma se levantó de puntillas para luego aplanar su pie en el piso mientras jugaba con sus manos. —Bien, aquí estoy. Vámonos —Dijo girándose y caminando hacia la salida sin fijarse si Kuroo lo estaba siguiendo. Escuchó una risa y unos pasos detrás de él y siguió su camino.

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El viaje a el hogar de Tetsuro fue callado, pero por primera vez en meses no era un silencio incómodo, principalmente porque Kuroo estaba muy cansado, pero igual era un gran avance. 

Igual creía que solo estar en silencio en el trayecto no sería lo mejor. Kuroo se estaba desmayando y una vez que llegara le iba a ser imposible despertarlo. Definitivamente esa era la razón, no era que había extrañado la voz de Tetsuro.

—Entonces ¿tu hermana tiene novia? Pero si tiene solo dieciséis, está en la primaria apenas —Comentó Kenma.

Como si fuera la Bati-señal, Kuroo levantó la cabeza del asiento en donde estaba recostado. —¡Eso es lo que le dije! Es una bebé, usaba pañales hace una semana y ahora tiene novio, me ofendí feo. Además me da rabia, pero el desgraciado parece buen niño. Cuando estábamos juntos para ir a comer o en la boda y esas cosas veía que le mandaba mensajes cada hora. Me dio ternura pero si le hace algo —Kuroo no terminó la oración, pero se dio a entender pasando un dedo por su cuello.

Kenma rio. Él siempre ha sido muy protector con las personas que quiere.

Siguieron hablando del viaje, Kuroo quejándose de cuántas personas de su familia le preguntaron si ya tenía novia y de sus hermanos haciendo cosas estúpidas y Kenma escuchando atentamente todas sus palabras.

Finalmente llegaron a el hogar del pelinegro (y al de Kenma si retrocedían unos cuantos centímetros). Kenma estacionó el auto delante de la casa y, subiendo y bajando su pierna rápidamente, se preguntó qué pasaría ahora. 

—Kenma —Llamó Kuroo. Kenma hizo un sonido para indicar que estaba escuchando. Tetsuro abrió la boca y la cerro, buscando qué decir. —¿Quieres pasar?

Kenma parpadeó un par de veces. —¿No estás muy cansado?

Kuroo encogió los hombros. —Puedo sobrevivir. Además mis ganas de comer algo son más grandes que mis ganas de dormir —Dijo con su usual sonrisa casi burlona. Kenma sonrió igualmente.

—Okay.

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En cuando entraron a la casa, Kuroo ni siquiera se molestó en encender las luces, solo caminó directamente a el sillón y se acostó boca-abajo. Kenma se quitó su sudadera y la tiró a su cabeza, recibiendo solo un gruñido como respuesta. Agitando la cabeza, el menor encendió la luz ganando otro quejido por parte del mayor.

Caminó hacia el sillón y empujó las piernas de Kuroo hacia un lado para acomodarse en un pedazo de la esquina. Kuroo se levantó y tomó su celular . —Voy a pedir algo, ¿te quedas a cenar?

La pregunta tomó a Kenma de sorpresa, pensaba que solo se iba a quedar por unos minutos y Tetsuro se iría a dormir después, pero accedió a la invitación sin pensarlo mucho.

Kuroo llamó a un lugar de hamburguesas y pidió la orden sin preguntarle a Kenma lo que quería, diciendo su orden usual correctamente al empleado del otro lado de la línea. 

Una vez hecho el pedido Kuroo encendió la televisión para buscar algo que ver en lo que llegaba la comida. Como se habían conocido desde hace tanto ya no era necesario hablar cuando estaban juntos, con solo estar en la presencia del otro se sentían cómodos, por lo que no había la necesidad de hablar para ponerse de acuerdo en qué iban a hacer.

Kuroo estaba pasando por las películas disponibles en las que no necesitaría poner atención todo el rato y no tuviera que utilizar toda su capacidad cerebral para entender el diálogo. —¡Ey! ¡Skarkboy y Lavagirl está aquí! —Dijo emocionado el mayor. Volteó a ver a Kenma y vio que su amigo lo estaba mirando fijamente. —¿Qué? —Preguntó ligeramente intimidado.

—Eres tú —Fue lo único que dijo el menor, en un tono de voz como si eso lo aclarara todo.

—Uhhh —Kuroo estaba muy confundido. No sabía si estaba alucinando o Kenma solo estaba diciendo cosas sin sentido —¿Sí? ¿Creía que era obvio? Kenma, ¿te pusiste a jugar videojuegos de terror sin parar otra vez? 

Kenma negó la cabeza rápidamente y le dio un golpe en el brazo a su amigo. —No, no me refiero a eso.

Tetsuro levantó las cejas e hizo un gesto con la mano para que el más bajo continuara. No tenía ni idea qué estaba pasando.

Kozume pausó unos segundos para pensar en cómo poner su epifanía en palabras. Se giró en su lugar en el sofá hasta dejar de hacer contacto visual con Kuroo, subió sus pies al sillón y los abrazó. —Cuando te fuiste pensé que sería un poco más fácil ignorar —Hizo un gesto vago con las manos. —Todo. Pero no fue así. Yo, uhm, no podía pensar en otra cosa que no fueras... tú. 

Kuroo casi se cae del sillón. Se ahogó con su saliva y, entre toses, quiso contestar, pero Kenma lo interrumpió. —Déjame terminar primero. —Kuroo asintió, aún muriendo. —No pude pensar en otra cosa porque literalmente todo lo que ha pasado en mi vida te ha involucrado. ¿Voleibol? Tú me obligaste a hacerlo, ¿la escuela? Fui a la misma que tú desde la primaria, ¿mi trabajo? fuiste tú el que me dijo que empezara a hacer directos y has estado en muchos de mis favoritos... en todo siempre estás tú y... me di cuenta... —La respiración de Kenma se comenzó a acelerar. —Que esto no es nuevo. Cuando te fuiste a la universidad, por ejemplo, yo seguía en la preparatoria y no te pude ver casi nunca durante el primer año. Siempre me encontraba pensando en que te quería ver y siempre que me pasaba algo lo primero que pasaba por mi cabeza era "ojalá que Kuro pudiera ver esto" o "le tengo que contar a Kuro en cuánto pueda" y pensaba que era solo porque, ya sabes, fue raro pasar de verte todos los días a todas horas a no verte por meses, pero ahora que solo fue una semana y me puse igual creo que... hay algo más ahí.

Kuroo no supo que decir. —Kenma, por favor no me ilusiones, no lo voy a poder soportar.

Kenma negó la cabeza. —Kuroo, es que no hay otra explicación. Tal vez no me di cuenta antes porque siempre has estado ahí entonces pensar en ti no se me hacía raro pero... estoy muy muy seguro... lo suficientemente seguro para decirte todo...—Kenma tomó aire y juntó suficiente valor de quién sabe dónde para mirar a Tetsuro a los ojos. —Me gustas, Kuroo. Y no cómo amigo. Cuando me dijiste que te gustaba es verdad que solo te veía como amigo pero con lo que pasó... creo que me ayudó a darme cuenta más rápido de que la única persona con la que me veo estar en una relación en general y a largo plazo eres tú. Siempre has sido tú. Incluso cuando no te veía así nunca me he podido imaginar con alguien más, entonces... 

Kenma volvió a esconder su cabeza en sus manos. 

Todo se quedó en silencio ante su confesión. Kenma estaba a punto de llorar. Se sentía estúpidamente vulnerable y  probablemente la había cagado de alguna forma. 

Sintió la mano grande de Kuroo tocar la suya ligeramente y Kenma le dejó tomarla. Kuroo llevó la mano de Kenma a sus labios y le dejó un suave beso en los nudillos, dejando a Kenma como un tomate.

—¿Es en serio? —Preguntó Kuroo con una voz y mirada imposiblemente suaves, como si el solo acto de levantar su voz un poco hiciera que Kenma se rompiese. —¿Estás completamente seguro? —Su voz tenía un tono de esperanza que le apretó el corazón a Kenma.

Ahí fue cuando Kenma se puso a pensar en el punto de vista de Kuroo en esa situación. Kuroo le había confesado que le gustaba en la preparatoria. Desde hace años que le interesaba el teñido. Y esos solo fueron los años del que él supo, porque no sabía cuándo había empezado su interés. Justo cuando creía que ya lo había superado, pasó el "incidente" en donde Kuroo no lo había hecho claro, pero Kenma se dio cuenta de que en realidad eso lo hizo más presente. Si Kenma se equivocó y en realidad no le gustaba su amigo, eso sería horrible para Tetsuro. No quería que pasara por ese dolor aunque fuera su culpa. 

Era una de estas situaciones en las que empezaba a entrar en pánico y nada ni nadie le podía sacar de ahí hasta que se desahogara, usualmente de maneras poco saludables. Por eso no le gustaban los sentimientos y la vulnerabilidad. Eran demasiado impredecibles y te hacían hacer cosas egoístas de las que te arrepentirías en tres segundos. 

Pero en esta situación, si bien tenía algo de miedo de lo que fuera a ocurrir, no sentía pánico. Con Kuroo jamás. Kuroo era su espacio seguro, su hogar, se sentía a salvo cuando estaba con él, no importa si estuvieran en el apocalipsis, si Kuroo estaba ahí, Kenma estaría bien. 

Kenma odiaba la impulsividad. No le gustaba hacer cosas irracionales sin tener nada planeado, y aunque diera buenos resultados siempre pensaría que con planes hubiera sido mejor. De igual manera odiaba tomar decisiones con base a sus sentimientos. Resultaban irracionales no importa lo que fuera. Sin embargo, aquí y ahora, con Kuroo sosteniendo su mano como si fuera la cosa más delicada del universo, Kenma nunca se había sentido tan seguro de una decisión en su vida.

Estaba enamorado de su mejor amigo, y decírselo fue lo mejor que pudo haber hecho.

Como respuesta, Kenma se inclinó hacia el rostro de Tetsuro y posó sus labios sobre los contrarios.

Siendo honestos, fue un mal beso. Kuroo tenía lágrimas en los ojos, Kenma tuvo que contorsionar su cuerpo casi 180° para poder llegar a su rostro y Kuroo tuvo que elevar su cuello a una altura definitivamente no recomendada para la salud, ya que estaba recostado en el sofá, pero valió cada maldito segundo.

Ya tendrían más tiempo de tener mejores besos.

Kenma se separó de Kuroo queriendo voltear inmediatamente al piso pero Kuroo no lo dejó, tomando su rostro y dándole otro beso, ya mejor que el anterior. Se separaron y no duraron mucho para volver a juntar sus labios en un tercer beso. Y un cuarto. Y quinto. Y sexto. 

—Nunca podrás tener alguna idea de lo tanto que esperé éste momento —Dijo Kuroo entre besos y risas. 

Eso era cierto, sin embargo la mirada de adoración total que Kuroo estaba dirigiendo a su dirección le dio a entender fácilmente al menos una gran fracción de lo que él estaba sintiendo.

Y lo mínimo que Kenma podía hacer era asegurarse de que Kuroo pensara que todo ese tiempo valió la pena.

Se movió para sentarse mejor en el sillón, pero Kuroo lo tomó de la cintura y o dirigió fácilmente a su regazo sin usar mucha fuerza, dejando a Kenma sin aire. Kenma se sentó y comenzó a dar pequeños besitos al cuello de Tetsuro, pasando desde la clavícula hacia arriba, luego llegando a su mandíbula y terminando por fin en sus labios. 

Se dieron un beso lento y suave, pero largo, que parecía nunca acabar. 

Y pretendían completamente que nunca se acabara.

Pero como muchas cosas bonitas habían pasado, era hora de que la vida les pegara en los huevos. El timbre de la casa sonó anunciando que el repartidor ya había llegado. Kuroo gruñó infantilmente y dejó caer su cabeza hacia atrás, dándose un tremendo golpe con la pared. 

El timbre sonó otra vez y Kenma se quitó de su regazo, ignorando las quejas de Kuroo. —No me voy por mucho, solo traigo la comida y vuelvo, ridículo —Dijo Kenma rodando los ojos. Kuroo lo tomó del brazo.

—No no, voy yo —Dijo para pararse. Antes de llegar a la puerta tomó el rostro del menor y le dio un beso en la frente, dedicándole una sonrisa que él devolvió.

Se quedaron así por unos segundos hasta que el timbre sonó por una tercera vez. —¡Ya voy! Mierda —Kuroo chasqueó la lengua y fue a abrir la puerta por fin. 

Kenma se sentó en el sillón esperando pacientemente a Tetsuro. Le seguía disgustando la impulsividad, tomar decisiones en base a sus sentimientos, y estar tan vulnerable frente a otra persona, pero en toda regla hay una excepción, y ésta, sin lugar a dudas, fue la mejor decisión que podía haber hecho.



Yo, hiperventilándome en medio de mi segundo ataque de ansiedad en la semana a las 10 de la mañana caminando de un lado para otro tratando de que no evolucione en un ataque de pánico porque tengo clases en cinco minutos: ¿Saben qué necesito hacer? Escribir la parte KuroKen de la historia. Definitivamente es porque quiero escribir, no porque esté evadiendo el pánico que voy a tener porque tengo dos presentaciones ajuaajua. 

Soy la epítome de la salud mental (niños, no hagan lo que yo hago).

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