A dos pasos de encontrarte (E...

Por TyddieMai23

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¿Izquierda? ¿Derecha? ¿Al ferente? o ¿Detrás? ¿Cuál era la diferencia entre millones de kilómetros o una hist... Mais

ANTES DE LEER
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 25
Capítulo 26
Epílogo
NOTA FINAL

Capítulo 24

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Por TyddieMai23

ALAN

El día siguiente lo pasamos en el mar, queríamos broncearnos y disfrutar un poco de las vistas que tenía aquel lugar, por la tarde hicimos bicicleta alrededor del complejo y Liz casi sale volando, por suerte logró frenar antes de que ocurriera un accidente.

Éramos novios oficiales, Garret se rió mucho de mí cuando se lo conté, yo no era un chico cursi que le gustara mucho estas cosas, pero ella me hacía querer decirlo, me hacía tener la necesidad de decirle mil cosas bonitas antes de poder hacer algo más.

Por la noche habíamos decidido dar un pequeño paseo por la playa para meternos al mar y disfrutar un poco de la luna, muchas veces me parecía increíble que Liz se conformara con cosas muy simples, cosas que el dinero no podía pagar. Me recordaba mucho a Tammy, mi pequeña hermana que siempre quiso comerse el mundo de un bocado. Cuando ya se hizo un poco tarde volvimos a las habitaciones.

Estaba viviendo una fantasía, que se quedaría en esa playa y en nuestro recuerdo.

Es increíble que solo ella pudiera complicarme la vida y arreglármela en un instante.

LIZ

Era el tercer día y por fin vería a Maite, había tenido que viajar así que nos había invitado al pequeño bar del hotel para conversar, tenía mucho que contarle y aunque no nos conociéramos mucho ella era una de las pocas personas con quien tenía confianza.

Así que ese día me había levantado muy temprano, el sol se coló por mi ventana y logró despertarme, me metí en la bañare un ratito para relajarme un poco y después me decidí por unos shorts y una camiseta de tirantes, ese día viajaríamos en un bote hasta Isla Saona y pasaríamos el día en el velero, Alan había tenido esa idea el día anterior y a mi me había fascinado.

Terminé de arreglarme muy rápido asó que salí primera y toqué la puerta de Alan que al parecer todavía seguía dormido y tardó un poco en abrirme.

— Buenos días dormilón — le dije mientras le daba un beso en la mejilla.

— Me quedé dormido, estaré listo en un minuto, si quieres entra.

Abrió la puerta y entre en su habitación, era muy parecida a la mía, con la diferencia de que la de él tenía una mejor vista del mar. Alan era muy ordenado, todo estaba en completo orden y eso a veces me aterraba, parecía que si tocaba algo lo desordenaría todo.

— Espera aquí mientras me visto.

Alan se metió en el baño y yo decidí salir al balcón para no molestarlo, me dí cuenta que todavía tenía esa manía por fumar, pero no me molestaba en lo absoluto porque me encantaba el olor a cigarrillo mezclado con su perfume.

Cuando moví el encendedor que estaba en la mesita un pequeño pedazo de papel salió volando, así que me apresuré en recogerlo, no era muy amplio y era una fotografía de tamaño carnet. Estábamos nosotros en medio de la galería abrazados y alguien nos había tomado aquella fotografía, detrás decía "El día que recupere algo que no estaba perdido" y la fecha.

Me senté con la fotografía entre mis dedos y me puse a pensar si lo que estaba haciendo era lo correcto, muchas veces Alan había luchado por lo nuestro y yo nunca pude compensarlo por haberlo dejado sin una respuesta y cada vez que lo recordaba volvía a culparme una y otra y otra vez.

— Estoy listo — Alan salió al bacón — ¿Qué hacías?

— Miraba esto — Le indiqué el pedazo de papel.

— Es muy bonita ¿No crees?

— Lo que creo es que te debo una disculpa — le dije mientras me acercaba — Nunca te dije que sufrí mucho cuando dejamos de hablar y que siempre me arrepentiré de eso, espero que algún día puedas comprenderlo.

Solo asintió y me envolvió en un largo abrazo que me gustaba mucho, no esperaba que lo comprendiera, pero sí que pudiera perdonar.... Nunca me había dicho que lo hací y hasta que eso pasara creo que no podría vivir en paz.

***

Alan había contratado un pequeño bote solo para los dos así que estuvimos todo el día navegando por todo lugar, hasta me había enseñado a hacerlo.

— Me encanta — le dije mientras tomaba el timón.

— Es de las mejores cosas que hemos hecho.

— ¿Cómo aprendiste? — le pregunté cuando decidimos sentarnos en una de las butacas.

— Mi padre nos enseñó a mí y a mis hermanos, todos sabíamos hacerlo y mi mase disfrutaba los viajes en bote.

— ¿Tu hermana igual? — me arrepentí en el mismo minuto en que pregunté.

— Si, ella era mayor que yo ¿sabes?

— No lo sabía ¿Cómo es eso posible?

— Tammy era adoptada, fue hija de una tía muy lejana que murió antes de yo naciera, pero como llegó a casa unos años después de mi nacimiento pues decidimos que ella sería la menor. Era muy linda y buena...

ALAN

El recuerdo de Tammy invadió mi mente en ese momento, pero ya no era con dolor o tristeza, si no, con infinita felicidad.

— Me gustaría haberla conocido — me dijo Liz mientras se acomodaba mejor contra mí.

— Se hubieran llevado muy bien.... Aunque Noah no la hubiera dejado sola tanto tiempo.

— ¿Noah? ¿Qué tiene que ver él?

— Bueno... Noah y Tammy se querían.... Pero no era un cariño de hermanos, digamos que era algo platónico.

— ¿Se gustaban? ¿Así como nosotros? — Liz se dio vuelta y me observó fijamente.

— No sé si como nosotros, pero sí....

— ¿Y que pasó?... Es decir... hum... si quieres contarme.

— Quiero hacerlo — le dije mientras me acomodaba las gafas de sol — Tammy tenía tres años más que yo y Noah tiene ocho más. Cuando Tammy llegó a casa todos éramos pequeños, pero ella y Noah desarrollaron una conexión extraña que a mi madre le agradó al instante, mi padre en ese entonces estaba despuntando con su empresa y mi madre con los diseños. Los años pasaron y cuando yo cumplí los diez años Tammy y Noah comenzaron a gustarse, mis padres no lo supieron hasta la noche en que ella cumplió los quince años y Noah la besó en frente de todos.

— ¿Es en serio?

— Si, mis padres se volvieron locos y con un poco de tiempo lo aceptaron. Noah estaba muy enamorado y soñaba con estudiar psicología y viajar con Tammy alrededor de todo el mundo, pero ese tiempo de felicidad no duró mucho....

Cerré los ojos un momento y me quité las gafas, todavía me costaba un poco hablar de ese día.

— Alan.... Tranquilo — Liz me tomó la mano.

— Poco después de mi cumpleaños Tammy aprendió a manejar y yo también, una noche Noah tuvo una fiesta Universitaria y Tammy se empeñó en seguirlo para ver si algo más estaba pasando, digamos que fue muy complicado para ella que Noah estuviera cerca y lejos al mismo tiempo, así que lo seguimos. Cuando llegamos a la universidad observamos a Noah con una chica, estaban abrazado y Tammy se derrumbó, le reclamo en frente de todos y se fue, yo la seguí en todo momento, pero al llegar al auto me dijo que yo manejara, Noah me había enviado un mensaje pidiéndome que la tranquilizara, pero fue inútil. En la carretera un auto se interpuso y por la velocidad no pude frenar.... Así que chocamos, Noah nos encontró y tuvo que llevarnos al hospital, desperté dos días después y todo había cambiado, mamá se fue y papá fue el único que se quedó conmigo y me apoyó. Noah y mamá me culpan por la muerte de mi hermana y desde ese momento Noah me golpeaba.... Es por eso que nos llevamos mal.

— No es tu culpa Alan... tú solo querías ayudar, tu hermana de seguro no te culpa de nada de lo ocurrido.

— Lo sé, pero es difícil estar en casa y ver que dos personas si lo hacen — aparté la mirada un poco frustrado.

— Si te hace sentir mejor.... Ambos sufrimos por algo similar y podemos apoyarnos juntos.

Liz me abrazó ya sí nos quedamos unos minutos haste decidí volver a hablar.

— Por eso quiero ir a Nueva York, Tammy me hizo prometérselo, ella me dijo que cumpliera mi sueño aún si había obstáculos.

— Y lo harás, serás un gran fotógrafo, aunque reniegues de ello.

— Y tu vendrán conmigo para cumplir el tuyo.

Liz asintió con la cabeza y solo volvió a recostarse sobre mí, no me dijo nada y tal vez lo preferí... no quería escucharlo, al menos no en ese momento.

LIZ

La noche llegó y bajamos muy elegantes para el bar, esa noche había una pequeña fiesta y habíamos sido invitados. Era raro utilizar tacones y ver a Alan con una camisa y unos pantalones formales... pero en el fondo me encantaba.

Al llegar al bar nos encontraron una mesa y disfrutamos de velada, todo estaba decorado de color negro y los cocteles se repartían por grandes cantidades.

— ¿Estas nerviosa? Te noto algo ansiosa — me dijo Alan mientras bebía un poco de vino.

— Algo, quiero ver a Maite y contarle los nuevos acontecimientos.

— Estas irresistible esta noche querida Liz — me dijo como si hablara del clima.

— Gracias, tú no tanto.

— Te gusto, admítelo.

— Lo siento tengo novio, no puedo hacerlo.

Ambos comenzamos a reírnos hasta que Maite apareció frente a mí con una gran sonrisa, tenía puesto un vestido blanco con negro y el cabello suelto.

— Liz Walker, no puede creer que finalmente estés aquí — se acercó para abrazarme.

— Es un gusto volver a verte, te presento a Alan.

— El temido Alan Scott, déjame decirte que están juntos gracias a mí — comenzamos a reír.

— Y le estaré eternamente agradecido.

Maite tomó asiento con nosotros y nos conversó de su viaje, nos dijo que se encontraba muy bien y que regresaría a Londres tal vez en un año, pero nada era seguro. Estuvimos conversando mucho tiempo hasta que el celular de Alan sonó.

— Discúlpenme, es mi padre y debo atender — Alan se retiró de la mesa y Maite me regresó a ver.

— Bueno, cuéntame que tal les va.

— Estamos bien, hace poco que somos novios formales y todo es gracias a ti.

— ¿Eso es todo? — me pregunta mientras bebe un poco y me observa con detenimiento — Algo te aflige, dime que es.

— Primero cuénteme de Alex, no lo has nombrado desde que te has sentado.

— Él está bien, en Holanda, disfrutando como siempre de su soledad, es un viejo amargado.

— ¿No están juntos?

— Es una historia complicada Liz, mucho más que la tuya, cada uno debe estar donde debe estar y mi lugar es aquí y el de él en su país.

— Creí que vivirían juntos y tendrían una renuncia a algo...

— Tus sueños son a lo único que no debes renunciar, son tuyos Liz y muchas veces las cosas no funcionan como deberían, piensa en eso.

Bebí un poco mientras observaba a que Alan hablaba no muy lejos de mí y parecía divertido por algo.

— Quiero estudiar pintura... pero Alan quiere que vaya con el a Nueva York.

— ¿Y tu quieres ir a Brasil?

— Ha sido mu sueño desde que era niña, pero no quiero dejar a Alan.

Maite asintió y se quedo callada unos pocos segundos.

— Cuando alguien te quiere, quiere verte triunfar y conseguir lo que tu anhelas así que si Alan te quiere.... Lo entenderá.

— Pero hemos esperado mucho para esto Maite.

— ¿Y cuando cumplirás tu sueño? ¿A mi edad?... Querida, se quieren, no niego que eso es lo que pasa, pero son muy jóvenes para saber lo que es amar de verdad...

— ¿Qué debo hacer?

— Dejar que el cumpla su sueño y tu cumplir el tuyo.... Y se de verdad se quieren pues sabrán esperar — bebió un poco más — o irte con él.

— ¿Irme con él?

— Si es lo que te hace feliz hazlo, aunque me gustaría verte en Brasil....

— Debo pensármelo muy bien, Alan no se lo tomará a la ligera.

— No finjas ser feliz por la felicidad de los demás... se feliz porque de verdad quieres serlo Liz.... Ahora debo irme, me gustaría verte antes de que te vayas.

Asentí y nos despedimos con fuerte abrazo, Alan regresó poco después y le pedí que nos fuéramos a la habitación, quería pensar a solas... y tomar una decisión antes de regresar a Londres.

Subimos en el ascensor y entonces Alan habló.

— Una de las cosas por las que te traje aquí es porque quería liberarme y ser sincero contigo, por eso te conté lo de Tammy.

— Gracias, no todos los días tenemos la confianza para hablar de cosas duras.

— Y otra es porque quería que supieras que nada podría cambiar lo que siento Liz.

Me acerqué a él y la tensión se sentía en el aire... ¿Qué haría si lo dejara? Las puertas se abrieron y dejaron a la vista el largo pasillo que recorrí en completo silencio hasta llegar a la habitación.

— ¿Estás bien?

— Si — respondí — Solo quiero dormir un momento.

— De... acuerdo... nos vemos mañana.

Me encerré y comencé a llorar, porque supe la respuesta antes de tener que pensarlo... no tendría la valentía de hacerlo, pero debía intentarlo antes de que todo se desmoronara, me metí en la cama con el vestido puesto e intenté dormir.

***

Había pasado una hora y solo daba vueltas en la cama, sin éxito para quedarme dormida. Pensaba en Ala y en como mi vida había cambiado, exactamente como una montaña rusa, sabía que al regresar tendría que tomar una decisión y no quería lastimarlo.

Quería ir a Brasil, era mi sueño, pero Alan había arriesgado mucho por mí y sabía que no lo entendería aunque quisiera explicárselo, era todo tan complicado que no tenía ganas de seguir pensando. Salí al balcón y observe el mar, su inmensidad y su calma. Entonces recodé toda la historia y cada parte de aquellos momentos que me habían colmado de felicidad, quería que algo marcara que eso había sucedido en mi vida y que no había sido un sueño.

Entonces recordé a Lance.

— Vive Liz, vive cada momento.... Cuando llega esa persona quieres vivir, quieres hacerlo.

— ¿Cómo lo sabes?

— Porque quieres que te marque de por vida, quieres llevar algo que te recuerde día a día que eso pasó.

Entonces lo decidí, marcaría mi piel con algo que solo me llevaría conmigo, con algo que solo yo recordaría de por vida y que, aunque con el paso de los años se mantuviera intacto en mi memoria. Porque era él y siempre sería él.

Salí de la habitación y toqué la puerta de Alan con suma delicadeza.

ALAN

Estaba recostado pensado que era lo que le pasaba, que había sucedido en esa conversación y no podía sacar una conclusión. Algo me decía que disfrutara cada minuto porque pronto acabaría, pero otro lado me decía que conservara la esperanza. Entonces la puerta de mi cuarto sonó y me acerqué a abrir.

— ¿Liz? — estaba parada frente a mí, con una sonrisa y con el pelo suelto.

— ¿Podemos hablar?

— Claro, pasa.

Liz se fue directo al balcón y yo la seguí un poco dudoso.

— Alan... quiero decirte algo.

— Dime — me senté en la dormilona y esperé que ella hiciera lo mismo.

Pero ella se acercó y me besó, con dulzura como casi siempre y yo le correspondí sin decir nada más, era extraño aquel sentimiento de necesidad que tenía, porque no quería que se alejara de mí, pero al mismo tiempo no quería que se volviera una adicción personal.

— Espera, espera — le dije mientras sostenía su cara — ¿Qué es lo que pasa?

— Quiero hacerme un tatuaje y quiero que tú lo elijas.

— ¿Q-Qué? — pregunté

— Lo que oíste.

— ¿Y lo acabas de decidir ahora?

— Si — me miró divertida — ¿Vamos?

— Ni lo sueñes, no te acompañaré a eso.

Media hora después estaba en una tienda de tatuajes, no estaba muy convencido de dejar que se lo hiciera y yo solo mirara, así que había tomado la decisión de hacerlo con ella, tener la misma marca, del mismo recuerdo y quizás con el mismo sentimiento.

— Ya te decidiste? — le pregunté mientras ella observaba un cuaderno.

— Quiero este — señaló un papel escrito por ella.

— ¿Una luna con una estrella?

— ¿No te gusta?

— Me encanta, de hecho, me gusta mucho — respondí mirando el dibujo — ¿Dónde te lo harás?

— Eso debes decidirlo tú, ¿Dónde te gustaría?

Me quedé callado unos minutos intentando pensar el lugar perfecto y la verdad es que toda ella me gustaba, pero también sabia que si su madre se enteraba la mataria así que encontré al instante el lugar perfecto.

— En la cadera, me gusta en la cadera.

— Pues en la cadera será.

El tipo que la tatuaría me pidió que saliera para poder trabajar, así que yo aproveché de hacerme un tatuaje en el mismo lugar sin que ella se enterara de nada. Hacerme aquel dibujito me dolió hasta el alma porque no era el mejor lugar para hacerlo, pero había valido toda la pena del mundo. Aquel dibujo se sellaría después.

Cuando habíamos terminado regresamos al hotel, era de madrugada y ya casi no había nadie en la estancia, al parecer todos estaban dormidos.

— Parecemos ladrones — Liz comenzó a reírse bajito — Subamos despacio.

— Espera — le pegué contra un muro y puse mis manos a los lados de su cabeza — ¿No te arrepientes del tatuaje?

— ¿Por qué me arrepentiría de algo que nos une?

— No lo entiendo — le dije mientras pegaba nuestras frentes.

— Tu y yo nos conocimos en la playa y ahora estamos en una isla, y de alguna forma extraña en mi cuerpo ahora se encuentra una marca que me demuestra que tu y yo somos esa infinidad y tranquilidad que nos produce el océano.... Tu y yo somos la calma...

— ...la tranquilidad de a ratos, la paz... — continué

— la paciencia y la turbulencia...

— Tú y yo Liz, somos y seremos eso que nunca pudimos ser....

— Nunca lo fuimos, pero lo seremos Alan Scott.

Y así nos volvimos a besar entre la oscuridad de la estancia del hotel, con desespero, amor y cariño.... Pero sobre todo con amor, de esa clase de amor que sabes que por más que lo busques nunca llegará a ti si lo buscas, si no del que llega sin previo aviso, del que llega en el momento menos esperado y te cura de todo, hasta de lo que pensabas que ya estabas curado.

Subimos en el ascensor cogidos de la mano y al pararnos fuera de las puertas de las habitaciones ambos comenzamos a reírnos, no sabía que esperaba, pero por algún motivo no entraba y esperaba que ella cerrara su puerta para comenzar a gritar como un loco enamorado.

— Nos vemos mañana — me dio un pequeño beso — Adiós.

Estaba por entrar a la habitación cuando la agarré del brazo y la hice volver conmigo.

— Espera ...

No supe que más decir porque comencé a besarla con fuerza mientras la hacía entrar en mi habitación, al cerrar la puerta ambos nos quedamos mirando sin saber muy bien que hacer, no tenía una jodida idea de que hacer... no podía tratarla como a una más y sentí miedo porque no quería hacer algo mal.

— Yo... me puedo ir si tu.... — me miró algo dudosa.

— No, solo no quiero que pienses que me quiero aprovechar de ti — le dije mientras me pasaba una mano por el cabello y me apoyaba en la puerta.

— No pensaría eso... porque estoy aquí.

— Eso quiere decir....

— No creo que haya un mejor lugar.... Pero te advierto que yo no... bueno yo nunca antes..... — se puso roja y aun con la oscuridad de la madrugada pude darme cuenta que se veía adorable.

— ¿Estás segura? — me acerqué a ella — Podemos esperar.

— Estoy segura contigo.

Entonces me acerqué con una sonrisa y junto al sonido del mar, el olor de Liz y la luz del sol intentando colarse por la ventana, decidí entregarme completamente a Liz.

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