Palabras no dichas

By raquelcj4

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Un día de lluvia se encontraban dos enemigos jurados en su último encuentro o eso creían. L y Kira, el mejor... More

Palabras no dichas

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By raquelcj4

—¿Alguna vez has dicho la verdad o mientes desde que naciste?

—Claramente miento de vez en cuando, pero seguramente nadie puede decir la verdad durante toda su vida. La gente no es perfecta. Todos mienten. Pero incluso así, he llegado al punto de no decir mentiras que puedan dañar a otros.

—Pensé que dirías eso. Bonito y propio de ti, sin embargo no es verdad. Me fastidia aún estando a solas y sin cámaras sigues mintiendo descaradamente, Kira.

Las palabras se las tragó la lluvia. L se encontró descompuesto, sus pensamientos de rabia y enfado se convertían gradualmente en melancolía y nostalgia. Sus ojos se dirigieron hacia Light en su mirada estaba impresa una decepción arrolladora.

Por otro lado, Light se sintió culpable por unas milésimas de segundo. Su enemigo se estaba desplomando delante de él y no sabía qué hacer. Pensaba que sería satisfactorio, pero se sentía raro parecía que seguía teniendo humanidad.

Se acercó a L, le asió de los hombros para poder ver su rostro mejor y pudo contemplar que en la oscuridad de los ojos de su enemigo titilaban pequeños brillos que Light identificó como lágrimas. 

Light quedó conmovido por esas lágrimas impregnando poco a poco la cara de L, llegó a la conclusión que la falta de emoción de L no era otra cosa que una máscara sobre su yo más profundo. Exactamente como hacía él mismo. 

Sin querer, su boca se encontró materializando  lo que pensaba.

—Ryuuzaki, estás llorando.

—¿Qué?—L se tocó la cara, realmente tenía lágrimas corriendo por sus mejillas. Se había olvidado de que sabía llorar. Hacía tanto tiempo que no se desahogaba.

—¿Tanto te afecta el caso que piensas que te voy a matar?—otra vez la hipocresía de Kira teñía sus palabras. Se había ajustado tanto al papel de niño inocente que la mentira ya era su verdad.

L se estremeció y rompió el contacto físico, se sentía muy vulnerable seguro que Kira se estaba riendo interiormente. Aún así parecía que Light solo se encontraba entre ellos, el chico que le había casi abrazado parecía genuinamente preocupado. 

Igualmente, no podía confiar en él, solo hasta que Kira dejara de existir. Aunque su deseo más profundo era confiar en él, querer pensar que Light estaba con él. Sería mucho más fácil. Así no tendría que pensar en arrestar a la única persona que le parecía interesante y le hacía ser más emocional de lo normal.

Aunque si Kira dentro de Light le insultara, le odiara explícitamente podría a odiar a Light y no sería tan doloroso querer a un asesino. 

Light quería haber tocado la cara de L para limpiarle las lágrimas, Kira asqueado dentro de sí se lo impidió. Entonces, para evitar más incomodidad decidió que ya era hora de entrar dentro.

—Volvamos dentro. Estamos empapados.

—Sí.

Fueron a coger toallas para secarse el pelo. Light se sentó en el suelo y se quitó los zapatos porque estaban encharcados. No podía dejar de dar vueltas a qué le pasaba a L, no creía que tuviera miedo a morir, a esas alturas de su carrera se habría encontrado en peligro de muerte en incontables ocasiones. Tampoco entendía por qué le provocaba ternura ver a su enemigo llorando. 

Por  una vez quiso ser sincero con L ya que este mismo se lo estaba rogando. Seguía habiendo algo que lo retenía. Buscó con la mirada a L.

Este se encontraba arrodillado delante de él. Light se quedó de piedra, cómo una persona podía ser tan impredecible, aunque eso le atraía sobremanera.

L tan orgulloso e infantil como él, le estaba haciendo un masaje y le pedía perdón cada dos por tres por si le dolía. Desvió la mirada, ese sentimiento de paz y tranquilidad le estaba invadiendo. No podía simplemente matarlo, era la persona que hizo que vivir no fuera aburrido. Se sentía muy comprendido y conectado a una persona cuyo nombre y apellido desconocía. 

—Ryuuzaki.

L le dirigió la mirada, esos ojos como pozos sin fondo.

« Ven, tu pelo está empapado. »

Le secó el pelo con la toalla. Relegando a Kira a un segundo plano, atrajo a L hacia él y le abrazó, sentía que era lo correcto. Sus ropas estaban húmedas por la lluvia, pero fue muy reconfortante sentir el calor del otro.

Mientras tanto, a L le pilló por sorpresa, ¿Kira abrazándole? No, no podía ser él. Solo era Light. Sin poder evitarlo un rubor subió a sus mejillas. Nunca había dado abrazos, no le gustaba el contacto físico. Pero, en ese momento de debilidad se aferró a Light y siguió llorando en silencio.

—Ryuuzaki, no pasa nada. Estoy aquí, te prometo que no te mataré o por lo menos lo intentaré. Si estás más tranquilo me has parecido un rival bastante inteligente y con nadie había tenido tanta conexión. Me lo he pasado muy bien contigo, me alegro de haberte conocido...

Fue interrumpido por L que dejando de acurrucarse en su hombro entró en contacto visual con él. Light se quedó medio hipnotizado por esas obsidianas, no entendía como unos ojos tan inexpresivos podían ser tan profundos. Incómodo, desvió la mirada hacia un lado.

L quería cerciorarse si Light estaba siendo sincero en esos momentos. Iba a hacer algo que requería franqueza precisamente, más bien necesitaba hacerlo antes de arrepentirse. Parecía que los ojos miel de Light eran transparentes y pudo ver cierto nerviosismo en ellos. Después de ello Light desvió la mirada, L hizo lo mismo aunque dirigiendo su mirada a los labios del contrario.

A continuación, L cogió de la nuca a Light y le acercó hacia él. Los ojos de L se tomaron su tiempo escaneando las facciones de un asombrado Light a la par que iba acortando la distancia. Estaban tan cerca que sin quererlo las mejillas de Light se tiñeron de carmín, ¿ qué le pasaba? ¿Por qué se sentía tan íntimo? 

L sonrió ladinamente, no obstante, en sus ojos se reflejaba una ilusión inocente. Light no estaba preparado para lo que iba a pasar. Ocurrió lo imposible, los labios de L se posaron sobre los suyos. Un latido. Los ojos de Light se agrandaron. Su enemigo. Su cerebro gritaba "¡No está bien!" Su corazón se derritió. 

Se llenó un vacío en él que ni siquiera sabía que existía.  

En el caso de L, el sentimiento que le embargó por probar los labios carnosos y tan apetecibles de Light se igualó a comer tres tartas de fresa. No sabían dulces, a pesar de ello sintió como su corazón empezaba a bombear más sangre y la adrenalina recorría su venas. Sentía que llevaba mucho tiempo queriendo hacer eso, sentir esos labios tan suaves, tan delirantes. No podía negarlo, lidiar con estas nuevas emociones le estaba costando más caro de lo que quisiera admitir.

Light no podía reaccionar, estaba estático viendo como L le besaba. Quiso alejarlo, pero no podía. Dejó de pensar y se entregó a la sensación que L le brindaba. Los labios finos y dulces de L le provocaban sentimientos encontrados. Simplemente, no podía. Tenía un caos mental, se sentía mareado y no podía gestionarlo.

Para tranquilizarse, decidió cortar el beso delicadamente. L seguía con los ojos cerrados, su cara era tan pacífica, sintió unas irremediables ganas de acariciar su piel.  Light pensó que estaba muy trastocado. 

Por otro lado, L dejó de sentir los labios de Light y se sintió un poco decepcionado. Abrió los ojos lentamente, no tenía planeado que le rechazaran antes de morir porque mismamente no tenía planeado declararse, pero oye así son los sentimientos. 

Al ver la cara de Light no tuvo dudas de que él también lidiaba con una lucha interior peor que la suya si cabe. No pudo evitar sonreír ante la cara avergonzada de Light, era tan tierno. 

—Light, ¿ qué te pasa? ¿Es tan extraño que te quiera?—dijo L, acariciándole la cara.

—No sé, no-no me lo esperaba y no sé como sentirme respecto a eso—Light estaba que se moría, no podía dejar que L le viera así. Se cayó de rodillas al suelo y se tapó los ojos.

—Light...

—Yo, yo siempre he estado solo. Me he acostumbrado tanto a eso que pensaba que podía vivir bien así. Pensaba que nadie era para mí que era muy extraño porque lo que le satisfacía a la gente de mi edad a mí me daba igual. Pero, luego viniste tú, no me dabas la razón como todos los demás, dando en el maldito clavo en todo lo que pienso, me fastidiaba y me emocionaba a partes iguales. Parecía que me desnudabas el alma, que eras la única persona que me entendía. En definitiva, tú tan excéntrico y encantador rompiste todos mis esquemas.

« Y ahora por una en vez en mi vida no sé qué hacer.» 

Light estaba llorando o eso parecía porque no se le veían los ojos al estar mirando al suelo. L se conmovió, una ola de dulzura inundó su corazón. Se agachó en su típica posición con las rodillas flexionadas hacia el pecho. Se acercó lo más que pudo a Light y le cogió de la cara con delicadeza para hacer contacto visual con él.

Unos ojos miel acuosos relucían como si fueran oro ante él. Tan hermoso. La máscara de Kira se había resquebrajado por completo. 

—Oh Light, estoy seguro de que ahora no eres Kira. Te digo lo que pienso, a tu niño interior nunca le han dado el cariño que necesitaba cuando era pequeño y evitas las relaciones interpersonales. No pasa nada, tómate el tiempo que quieras. 

«Por mi parte, yo nunca he querido ser amigo de nadie, no tenía esa necesidad. Tú empezaste como otro de mis enigmas aunque resultaste a ser más fascinante de lo que pensaba. Necesitaba ahondar más en ti, descubrir todo lo que pensabas, intentar comprender por qué te comportabas de tal manera. No creía que fueras perfecto, nadie lo es realmente. 

Inesperadamente, empecé a sentir cosas y a desear que no fueras un asesino, a desear estar equivocado. »

Las emociones de Light se derramaban en forma de más lágrimas. ¿Cómo se le había ocurrido intentar matar a su enemigo que lo comprende y lo quiere? ¿A la única persona que ve a través de él, que quiere abrazar su caos mental?  No lo entendía, su cabeza debía de estar muy mal. Con L todo tenía sentido.

L le sonrió y le dio un beso en la nariz. Sus miradas se entrelazaron, ya no había desconfianza, desafío o rencor. Había sentimientos más apacibles flotando en sus iris como amor, comprensión y ternura.

—Entonces, ¿quieres que te acompañe en tu "soledad"?—dijo L con una sonrisa que derritió a Light.

Light hizo amago de responder, pero L le interrumpió.

«Antes que nada, me vas a devolver la death note que supongo que tendrá Misa, ya que la tuya la tengo custodiada yo. Me prometerás que no volverás a utilizarla o aún mejor te borrarás los recuerdos sino no hay trato.»

Light se quedó en shock, soltó una carcajada distendida. Cada vez que lo veía, siempre pensaba lo mismo no había nadie más imprevisible que él y eso le gustaba mucho. 

Volviendo al tema de Kira. No, ya no quería ser Kira. El chico—su enemigo— que le gusta, increíblemente le corresponde. No tiene sentido matarlo, su única motivación era librar al mundo de criminales creía que había sido elegido para ello, pero al conocer a L todo cambió. Conocerlo le llenaba más de energía que escribir nombres de criminales. Y aún así su lado retorcido no se había detenido en su plan. Gracias a L pudo volver en sí mismo. 

Obviamente que le diría que sí a lo que sea, más sereno respondió.

—Sí, te lo prometo. Mañana, te traigo el otro cuaderno. Misa y yo nos borraremos los recuerdos. No recordaré absolutamente nada de ser Kira, pero esto sí.—dijo guiñándole el ojo.

L se tiró en sus brazos. Escondió su cabeza en el cuello de Light.

—Gracias, Light. No pensaba que estaría vivo el día que admitieras que eres Kira.—susurró en su oído, rozando con sus labios la oreja de Light.

Sus miradas se volvieron a encontrar, atesorando esa sensación de calidez de la cual nace nuestro hogar. Hogar una palabra complicada de definir. Sin embargo, Light sabía que L era su hogar, L le había encandilado, le había dado consuelo. Light no imaginaba a otra persona que no fuera L con él. L se sentía de la misma manera.

Juntaron sus frentes y cerraron los ojos. Sus respiraciones iban en sincronía y los latidos de su corazón latían al mismo ritmo como si fueran una sola persona. Tenían tanto amor que darse, ya no perderían tiempo en odiarse.





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