Solo son negocios.

By Darknessanarchy

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Descubrirás con el tiempo que lo que vivías era otra cosa y no lo que pensabas. Todo por ser una persona que... More

Déjame vivir en tú casa
¿Cómo pasó esto?
¿Cómo que un Ship?
Principio de la teoría del caos
El comienzo
Daños del pasado sacude el presente
aparece Amber y esto está en llamas
Only You
Stay With Me
Y eso que solo es el comienzo (fin del volumen 1 )
Wat Talk
Binarie Codes
T2 No metas a otros en tus asuntos
Half Life
ha vuelto!!!!
Un increíble día🔞
Introspectiva🔞 (parte 1)
La Lola
Dicen que los hombres no deben llorar
DARK
After Dark
The nights
Good Day :)
Bittersweet
Symphony
preludio
I-ll stay with you
The Less I Know The Better
Son los 30
Unwritten
Nunca Es Suficiente (Crimen)
Castigo (Para mi)

Soy una basura

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By Darknessanarchy

[Apartamento de Edgar]

Edgar ya había llegado y lo primero que hizo fue tomar un baño, uno que a decir verdad fue demasiado largo, el joven aún tenía muchos pensamientos referente a lo que pasó con la mujer de mirada diabólica, en pocas palabras “Piper”.

Es cualquier persona pasaría lo mismo, Piper era de esas mujeres que nunca pensó conocer de esa manera, el estaba muy agradecido pero por dentro se sentía terrible, era difícil de explicar pero de alguna manera estaba dentro de sí ese sentimiento de malestar y lo peor era el regaño que Amber le dió fue lo que peor le dolía, el recordaba a Amber distinta a lo que es ahora.

Edgar normalmente no le daría tantas vueltas asuntos pero esto era más que uno normal, ahora tenía en mente su primera vez, la cara triste de Colette y que hacer con ella. El chico salió del baño y fue a su habitación y grande fue su sorpresa al ver un increíble desorden, ropa tirada por todos lados, su closet abierto y toda su ropa desordenada o mal acomodado, Edgar sintió una terrible ira al pensar que fue Colette o un ladrón, así que fue a buscar donde tenía sus ahorros y vió que estaban allí sin ningún problema o algo fuera de su lugar.

—Ahora no sé si debo matar a esa loca o disculparme. —Edgar apretaba sus manos con furia y de la forma más pacífica dejó todo esos pensamientos a un lado y recordó lo que Amber le había dicho.

Intentó acomodar todo pero le era imposible, ya que el tiempo estaba en su contra, así que buscó su ropa, se vistió y de un silbido llamó a su bufanda, la cual cayó de su techo y ella sola se amarró a su cuello.

Edgar iba a salir pero antes de tocar la perilla de la puerta recordó algo muy importante.

—Oh si, no me he cepillado los dientes. —Edgar dió media vuelta y corrió hasta llegar al baño, agarró su cepillo y le aplicó pasta dentífrica y se empezó, al instante de meterlo en su boca sintió un escalofrío recorrer su espalda—. ¿Qué demonios?

Edgar no le puso mente y siguió en su labor, ya terminado dejó su cepillo y prosiguió a su camino hacia la tienda.

Edgar abrió la puerta y vió detrás de él, notó lo amplia y vacía que era ese apartamento, además recordó como lo consiguió y sonrió levemente pues fue algo chistoso. Cerró la puerta y le puso llave para así ir a la tienda de regalos para arreglar las cosas con Colette.

(***)

[Floristería y jardín botánico de Rosa]

Eran las 6:39 am, en el gran y variado jardín botánico de la investigadora en botánica más famosa de la ciudad, hablamos de la boxeadora Rosa, ella siempre a sido conocida por ser una gran amazona pero con actitud de dama muy respetuosa y amable, ella misma se encontraba acompañada por su asistente robot-Planta, Sprout, quién regaba una flores y también aprovechaba y él se regaba así mismo.

Rosa vestía un short corto que estaba pegado a su cuerpo, también usaba una camiseta sin mangas que dejaba ver sus fornidos brazos y hombros anchos y esbelto cuerpo, era una ropa que le podía dar la sensación de sensualidad a cualquier hombre, pero para Rosa solo era algo cómodo.

Rosa lo veía de reojo y solamente se reía suavemente ya que en parte se veía tierno y gracioso. Rosa no solo tenía a Sprout de asistente, ella contaba con otro asistente más, era una chica de muy baja estatura que recién había salido de la universidad, ahora mismo estaba haciendo pasantía y a la vez aprendía más sobre la vida, teniendo una gran maestra como Rosa era muy beneficioso para cualquiera que quiera aprender.

La chica tenía por nombre Beatrice, pero de cariño siempre le dicen Bea, ella es una chica de 19 años de 1.56m de altura, Bea tiene el cabello de color naranja pero siempre se le ve un casco de abeja de color morado y amarillo al igual que su traje, Bea siempre a tenido problemas de autoestima debido a que siempre la confunden con una niña y es por eso que Rosa la aceptó como alumno, ella creyó que era una niña en busca de conocimiento (aunque en si eso es) pero al principio Rosa la trataba de bebé o de niña y eso hizo que Bea estuviera en depresión por un buen tiempo.

Ahora todo es distinto, Bea es un poco más sociable pero hay un pequeño problemita en el cual ella a empezado a crecer…

“¡Buenas¡”

Rosa escuchó que llamaban en la puerta de su floristería, ella caminó rápidamente para ver de qué se trataba y se sorprendió al ver quién era.

—¡Buenos días señora Rosa! —Una niña pelirroja de 13 años estaba frente a la recepción de su tienda, algo que no era normal ya que su tienda no estaba abierta.

Rosa veía de pies a cabeza a la niña pelirroja, no era tan difícil ya que Rosa es una mujer muy alta y la diferencia entre las dos era muy amplia.

—Hola, Jessie... —Saludó algo sorprendida pues vió que la niña estaba llena de rasguños y moretones.

Jessie llevaba su ropa habitual, solo que ahora tenía puesto una chaqueta de cuero, color negro, la pelirroja tenía sus manos dentro de las bolsas laterales y en su espalda su tierna mochila de perrito. La niña tenía una amplia y radiante sonrisa que dejaba el color rojo de sus grandes cachetes.

—¿Qué de te ofrece pequeña? —Rosa le preguntaba amablemente aunque si estaba algo molesta por la forma en la que ella entró, además Rosa dentro de ella había un raro sentimiento que le decía que Jessie era de las personas con la cual es mejor no tratar, era algo raro ya que Jessie aún era una niña.

Jessie no la dejaba de ver con esa gran mirada y esa sonrisa que mientras más la quedabas viendo se volvía algo tétrica, Jessie sacó sus manos de sus bolsas y las colocó detrás de su espalda, ella caminaba rondando por el local viendo las Flores que rosa vendía y uno que otro arreglo que estaba decorando el establecimiento.

—A mi mamá y a Nani le gustaron sus rosas. —Jessie habló estando de espalda a Rosa.

Rosa no dejó de seguir con su mirada cada paso que la pequeña peliroja daba, era como si cada paso fuera matemáticamente pensado, ¿Cómo así? Pues sus pasos llevaban un orden que la hizo medir todo ese pequeño lugar, en pocas palabras Jessie trazó un espacio en los pasos que dió.

Rosa sabía que esa niña era muy inteligente, era sabido por todos que su intelecto superaba al normal, aunque ella no parecía sacar pecho con eso, podría hacerlo y tener bases para decir que ella es una genio, Jessie a su corta edad ha mostrado que la robótica para ella es algo simple, a su corta edad hizo una torreta que la defiende y dicha torreta muestra señas de comprender, analizar y expresar sentimientos, eso es algo que pareciera simple pero algo muy complejo de entender realmente está fuera de nuestro pensamiento común.

Pero en Jessie había una muy extraña humildad que te hacía pensar que era una buena chica, pero bajo un ojo muy despierto podrías darte cuenta que esa niña escondía algo y Rosa de había dado cuenta de eso.

Rosa aclaró su garganta y le respondió con la misma amabilidad que la caracterizaba

—Oh, es algo lindo saber que a tu mamá le gustaron, a ella nunca le interesaba esas cosas.

Jessie caminó midiendo sus pasos y se posó frente a la entrada de la tienda, aún no le daba la espalda, la niña tenía entrelazadas sus manos detrás de su espalda y de nuevo habló.

—A mi también. —Rosa veía algo extrañada a la niña iba a preguntar pero Jessie levantó un poco más la voz—.nunca me gustaron la flores, es más sino fuera por su importancia en nuestras vidas por mi parte las destruiría, aunque… he de admitir que me interesa mucho su planta que carga cuando va a entrar en los mapas.

Rosa no se sorprendió sabía que a esa niña no le gustaba casi nada y por eso habló con ella nuevamente.

—Es raro ver a una niña que diga que no le gusten las flores, a mi de pequeña me gustaba sembrar girasoles. —Rosa se movió de dónde estaba y tomó un arreglo que estaba en su estante y lo puso en un mostrador.

Jessie se quedó callada y veía hacía la calle, Rosa notó eso y vió que Jessie hacia una cuenta regresiva con sus dedos, vió que iba en 5.

4

3

Jessie dió media vuelta

2

Jessie caminó hasta quedar frente el mostrador.

1

Jessie levantó la cabeza y vió a Rosa, la pequeña le dedicó una gran sonrisa radiante con los ojos cerrados.

Para Rosa eso fue lo más raro que pudo ver iba a decir algo pero escuchó que se abrió la puerta de la tienda, vió que su primer asistente entraba por esa puerta.

—¡Buenos días! —Se trataba de Bea que entraba alegremente al establecimiento.

Ambas le devolvieron el saludo y Bea se dió cuenta de la presencia de Jessie, también así de las heridas que ella tenía.

—¡Por mis abejas! ¿Cómo te hiciste esas heridas?, ¿Estás bien?, ¿No te duele nada? —Bea se acercó a Jessie y revisaba el rostro de la niña, Bea con sus manos en las mejillas de Jessie movía la cabeza de esta para ver si habían más heridas.

Jessie tomó de las muñecas a Bea y las retiró de su cara, Jessie sonreía y habló con tranquilidad.

—No te preocupes, estoy bien y gracias por preguntar.

Jessie le hizo a Rosa unas señas con los dedos y Rosa no comprendía, hasta que vió a lo que Jessie se refería, en el suelo Jessie dejó pétalos de una rosa azul en varios puntos, los mismos puntos dónde Jessie midió al caminar. Ambas ignoraban discretamente a Bea que hablaba cosas algo aburridas y banales, Rosa notó que desde que Bea, su asistente caminó cada uno de los puntos que Jessie había marcado y sin darse cuenta que habían pétalos en el suelo.

—Y es por eso que vengo temprano. —Dijo vea mientras cargaba un tarro de miel, la chica abeja vió que su mentora estaba sorprendida viendo al suelo, Bea vió y notó los pétalos, se sorprendió y rápidamente habló—. ¡Por mis abejas!, Lo siento mucho rosa, ahora mismo limpio esta basura.

La chica se fue dejando a Jessie con la mujer de cabellos púrpura.

—¿Qué es lo que quieres decir con eso? —Rosa habló como su se estuviera refiriendo a un adulto.

Jessie solo le sonrió y buscó como marcharse del establecimiento, Rosa la quiso detener pero no lo logró ella sino otra persona.

Jessie al salir por la puerta chocó con alguien, alguien mucho mayor que ella, Jessie se golpeó la nariz y se quedó allí sobándose y resintiendo su dolor, el causante de eso ni siquiera le puso interés a la niña y prosiguió a hablar con Rosa, que estaba sorprendida por ese suceso, aunque si le dió risa.

—Señora Rosa, tiene de ese engüento que sana heridas y un ramo de esa rosas que les gusta ver cosas tiernas y al verlas sonríe y lanzan un aroma delicioso. —La persona fue específica, demasiado para Rosa pero era algo bueno así que ella fue a buscar lo que le pedían.

Y curiosamente la primera estaba a mano, el engüento cicatrizante y las rosas estaban en el vivero, ella le pidió que entrara y este accedió sin reproches, ambos dejaron a la niña con el dolor, allí sin importar que le dolía la nariz.

Jessie veía en dirección a donde se fueron y solo los maldijo entre dientes, luego se marchó, Bea llegó con los artículos de limpieza y vió que Rosa estaba ocupada, eso significaba que podía hablar con Jessie de manera más tranquila, pero al llegar vió que la niña no estaba y se entristeció.

Ya con Rosa y el cliente ambos estaban en el vivero, dónde ellos caminaban y Rosa le hablaba del tipo de rosas que ella había creado o mejorado; entre esas estaban las famosas rosas de San Valentín, les llamó así porque la rosa brota para esa fecha y su vida dura dependiendo de las cosas tiernas y románticas que ella vea.

—Asi que Edgar, dime, ¿cuántas rosas quieres? —Rosa le mostraba al chico la gran cantidad de rosas que bailaban al son de las canciones de Diomedes.

Edgar veía como cada una de las rosas bailaban a su forma de ser y también notó que algunas tenían audífonos puestos en su cabeza, Rosa notó esa inquietud del chico y le contestó.

—Algunas tienen otro tipo de gustos musicales y esas son las más raras, las normales es escuchan esto o otros géneros. —Edgar estaba interesado en esas flores y se acariciaba el mentón mientras veía el baile de las rosas.

—¿Y eso varía su precio? —Edgar acariciaba una rosa que lo veía tranquilamente y relajada.

Rosa lo miró y pensó que nadie conocía bien a Edgar, tenía una fama muy mala pero la verdad él es muy distinto a lo que muchos dicen.

—Pues si, ya que esas plantas son más sociables y cariñosas, así como esa que estás acariciando. —Rosa se acercó a Edgar y ella también acariciaba a la planta, Edgar se apartó un poco debido a cierta incomodidad que sentía, Rosa lo miro y habló—. Si quieres una para Colette estoy muy segura que está es la que necesitas.

Edgar se sorprendió y dió unos pasos hacia atrás, se puso defensivo y habló lo primero que pensó.

—No es para ella, es solo que no quiero sentirme solo y seguramente ella me ayudaría a no estar tan solitario.

Rosa ignoró lo que dijo y tomó a la rosa que Edgar estaba tocando, ella la acariciaba y está aceptaba con mucho cariño las caricias de la botánica, Rosa le puso frente al rostro la flor q Edgar y está tenía la mirada relajada además le cerró un ojo.

—Estoy segura que debes amar a tu soledad para comprarle una rosa como esta. —Rosa no esperaba una respuesta de parte de Edgar y dándose la vuelta se fue a una mesa que estaba detrás de ella, y colocó la planta con su maceta y fue a buscar unos líquidos que estaban en una repisa, ella tomó uno de color verde y lo virtio, en la planta que con gusto recibía ese líquido.

Edgar notó todo lo que hizo rosa y quiso preguntar ya que le interesaba saber que era eso, Rosa dió media vuelta y dejó el líquido en la mesa.

—Es un abono especial para este tipo de planta. —Edgar iba a hablar pero la mujer siguió—. Descuida solo será una vez ya te la puedes llevar.

Rosa dejó la flor en la mesa y se fue a la recepción donde estaba Bea limpiando, Edgar vió la espalda de la mujer morena y formida, aunque la parte que llamó la atención fue su gran trasero que se veía muy resaltado debido a la ropa que traía, la cara del chico empezó a tornarse rojo y tapó su rostro con sus manos, le dió la espalda a la mujer quien había salido del vivero.

—Maldición… —Edgar se tapó la boca y se sonrojó al recordar lo que había pasado en la madrugada, recordaba bien todo lo que pasó con Piper.

—¿Estás bien edgar? —Una voz hizo que Edgar bajara sus manos y pudo ver que era Bea quien estaba sorprendida.

Edgar maldijo su interior y en su mente se golpeaba a si mismo, era algo extraño para él que después de ese momento con Piper cualquier cuerpo femenino despertara si deseo sexual y lo peor era que Bea estaba muy bien dotada por sus genes, aún siendo bajita tenía un busto muy firme y grande, sus piernas regordetas podíamos decir que era cuerpo de reloj de arena.

Edgar mordía su dedo pulgar derecho para evitar tener una erección potente frente a una chica tan infantil como Bea, maldijo entre dientes y habló.

—Descuida estoy bien. —Edgar le dió la espalda a la chica.

—Esta bien, si necesitas algo me dices.

La chica se movió y tomó un banquito, lo puso frente a la repisa e intentaba alcanzar algo, ya que no alcanzaba ella empezó a dar saltitos en el banco y a la vez hacía ruidos muy comprometedores, algo así como gemidos, eso llamó la atención de Edgar que giró para ver qué hacía la chica y se sorprendió por lo que vió.

Edgar se sonrojó aún más pues al ver que por cada salto los pechos y el trasero de Bea se movían como gelatina, era una vista digna y delicioso de ver para cualquier ser masculino, la voz de Bea que parecían gemidos, el cuerpo de la chica era algo que excitó muchísimo a Edgar quien no pudo hacer más que tomar la flor y llevarla donde Rosa.

Edgar llegó rápidamente a la recepción, que tomó por sorpresa a Rosa, ella giró rápidamente y vió que Edgar tenía la flor en sus manos, se veía rojo y sudoroso, Rosa estaba sorprendida y acomodó sus lentes y le preguntó.

—¿Todo bien? —El chico asentía rápidamente y Rosa no le prestó atención.

Ella sacó el engüento cicatrizante y lo metió en una pequeña bolsa de cartón colorida, sus colores eran rosado con lindos detalles de rosas en azúl, las puso en el mostrador y habló nuevamente.

—Serían 29 gemas, ¿pagarás con tarjeta o traes las gemas?. —Edgar dejó la planta en el mostrador y sacó una tarjeta, la puso en la mesa, Rosa la cogió y la puso en una especie de máquina, la cual lanzó un flash y luego tocó unos botones, luego retiró la tarjeta y se la entregó a Edgar, al instante un recibo salía de la máquina y se la entregó a Edgar.

—Muchas gracias señora Rosa. —Dicho eso se retiró con la planta y el engüento cicatrizante, Rosa solo se puso a reír ya que sabía que ese chico iría con la extraña chica peli blanco.

(***)

Edgar caminó hasta llegar a la tienda de regalos, grande fue su sorpresa que vió que aún estaba cerrado y eso que ya era hora para abrir.

Edgar supuso dónde estaría su compañera de trabajo así que se dirigió hacia donde suponía ella estaría, la parte trasera de la tienda junto un contenedor de basura.

Y bingo, ella estaba sentada y abrazaba sus piernas, Edgar se acercó lentamente ya que seguramente si asustara a Colette ella actuaría salvajemente contra él.

—Buenos días… —Fue Colette quien habló, ella supo que el chico estaba allí.

Edgar se puso a una prudente distancia y dejó la planta en el suelo, Colette la vió y su ánimo se levantó de golpe.

—¡Es una rosa del jardín de Rosa! —Colette se levantó a para agarrarla y darle caricias que la rosa con mucho gusto aceptaba—. ¿Cómo la robaste? Sabes lo difícil que es entrar a ese lugar.

Edgar se molestó y aclaró su garganta, era claro que Colette tenía un largo historial delictivo pero no era tiempo de eso, el quería dejar todo en claro con ella y bueno, pues que disculparse.

—La compré, pero eso no es lo que tengo que decirte… —Edgar tomó aire  y respondió—. Lo siento mucho por tratarte tan mal y por lo de Amber.

Colette ignoraba a Edgar y este al darse cuenta sabía que ella no quería escuchar palabras de su boca, suspiró y volvió a hablar.

—Esta bien… ¿Qué quieres? —Edgar sonaba cansado y molesto.

Colette lo miró a los ojos y con un tono serio le respondió a Edgar.

—Solo quiero dos cosas. —Colette colocó la planta en el suelo y luego se acercó frente a Edgar, le tomó de la chaqueta y lo obligó a bajar su cabeza—. Quiero que me regales esa planta.

—La planta es tuya, así que pídeme lo otro y dejemos a un lado esto. —Edgar estaba rojo ya que sentía nuevamente ese aroma en Colette que lo hizo perderse entre sus besos.

Colette lo miró a los ojos y ella acercó sus labios en la oreja de Edgar, ella susurró algo en el oído de Edgar, Edgar se separó rápidamente de ella y se colocó de espalda a una pared que estaba frente a la parte trasera de la tienda.

—¿Por qué quieres eso aquí? —Edgar estaba rojo como tomate y no podía ver directamente a los ojos a su compañera que por extraño que parezca estaba seria, aún así asintió rápidamente.

Edgar miraba a los lados y se golpeó la cara con gran coraje, volvió a mirar a los lados y se aseguró que no hubieran nadie, así que en un instante el empujó a Colette hacía el muro, ella gimió por el golpe, fue suficiente para que esté tuviera una erección potente, Edgar rápidamente acercó su rostro al de Colette y le dió un beso en la boca.

Ella cerró los ojos al igual que Edgar y ambos se dejaron llevar por lo acalorado que estaban, Edgar empleaba más movimientos y Colette le seguía el paso, se separaron por la falta de oxígeno y agarraron aire, ambos estaban serios no había ninguna sonrisa, Colette aprovechó y nuevamente se lanzó a la boca del chico, está vez ella metió su lengua en la boca de Edgar, tomó por sorpresa al chico que solo pudo seguir el ritmo, ambos se abrazaron y se acariciaban poco a poco un desenfreno hormonal estaba pasando.

Edgar pasó a más cuando deslizó su mano por dentro de la camiseta de Colette, hasta llegar a tocar un seno de la chica, Colette gimió y dejó de usar su boca, sus piernas empezaban a temblar, Edgar acariciaba el pecho de la chica, y por cada roce que ella sentía dejaba escapar un gemido, cosa que estaba volviendo loco a Edgar, estaba muy excitado que parecía querer consumar el amor, Edgar dejó de besarla y empezó a atacar con chupones el cuello de Colette.

—¡Espera Edgar detente! —Pidió Colette al sentir los labios del peli negro en su cuello, Edgar se detuvo y vió a Colette, ella tenía la respiración algo pesada y su rostro estaba completamente rojo, ella iba a decir algo pero por cada palabra que decía Edgar la callaba con un beso en la boca—. Cada, vez, por favor, deja que, Ter, mine, de hablar

Para Edgar le era imposible el no seguir adelante, estaba completamente excitado y ni decir Colette aunque ella no supiera como estaba, ella siguió recibiendo los pequeños besos de Edgar pero no solo quería pequeños, así que con sus manos detuvo la cabeza de Edgar y lo besó con fuerza y pasión, ellas volvió a meter su lengua en la boca del chico y este también usó la suya para consumar ese beso francés que había probado anteriormente con Piper.

Todo iba a un solo camino y era consumar su amor en ese lugar, pero como siempre el destino guarda lo mejor bosta el final, algo los interrumpió.

🎶 Huevos con aceite, huevos con aceite y limón 🎶

Era una llamada telefónica que provenía del teléfono de Edgar, ambos chicos se sorprendieron de gran manera que se separaron, ambos rojos como langosta hervida y todos despeinados, Colette sacó su álbum y con el se tapó el rostro que era obvio que estaba sonriente, Edgar contestó el teléfono y habló.

—Hola, Edgar habla, ¿Quién es? —La respiración pesada se podía escuchar parecía que Edgar había corrido un maratón, Colette estaba atenta escuchando desde su lugar.

“Edgar soy yo, Amber vine a buscarte a la tienda, estoy frente a su changarro, ya que la casa está cerrada y no me dejaste llave y no quiero estar afuera hasta que tú regreses.”

Era Amber que llamó, Edgar se sorprendió ya que escuchó que ella estaba frente a la tienda, el rápidamente salió de allí y fue directamente hacía dónde Amber, Colette estaba muy sorprendida por la velocidad de Edgar pero esa sorpresa se volvió en enojo y poco a poco se transformó en ira.

Colette apretaba su puño fuertemente mientras se incrustaba sus uñas en su palma hiriéndose  así misma.

Estando con Edgar el llegó frente a Amber que estaba con una maleta grande y un saco que parecía ser de arroz, Edgar la vió y notó que aún usaba su ropa así que supuso que ella aún no se bañaba, por raro que parezca eso fue lo que pensó.

—Si, lo siento no te dí la llave y te hize caminar hasta aquí. —Edgar se disculpaba con Amber y está lo veía tranquilamente y relajada.

—¡Ay gandalla!, con que te estabas dando tus retozos con tu enamorada. —La calmada Amber se burlaba de Edgar y este se sorprendió por lo que dijo.

—Estas loca, ¡como voy hacer eso! —Edgar se cruzó de brazos fingiendo enojo, Amber igualmente se cruzó de brazos.

—Yo podré estar loca pero tú eres mal mentiroso, es más hasta eres payaso. —Edgar si se molestó por eso y le iba a preguntar por que le había dicho así, pero Amber le mostró un espejo que tenía.

Edgar vió que sus labios estaban llenos de lápiz labial y no solo sus labios sino que también su la comisura de sus labios, en un rápido movimiento Edgar se tapó su rostro sonrojado con su bufanda, Amber se puso a reír con solo ver eso.

—¡Oye no te rías! —Decía Edgar al verla reírse con ganas.

—Lo siento pero sino me das las llaves  me voy a seguir riendo de tú. —Amber se agarraba el estómago y seguía riéndose.

Edgar sacó su llave de su bolsillo y se lo entregó a la chica, ella aún reía con fuerza, al tomar la llaves su risa fue disminuyendo, Amber le lanzó un beso con su mano y se despidió.

—Bye, saludame a tu amada. —Amber se marchó dejando a Edgar sorprendido.

Amber seguía caminando y había dejado atrás a Edgar, giró su cabeza y vió que ya no estaba, ella suspiró y sintió como su rostro se sonrojaba ligeramente al recordar que Edgar estaba muy erecto y este no se daba cuenta…

—Pinche Edgar si que creció mucho… —Dijo en su mente al recordar lo que había visto.

(Volviendo con Edgar y Colette)

El chico se dirigió nuevamente en la parte trasera de la tienda y al llegar vió a Colette hablando por teléfono, ella le estaba dando la espalda y a un lado de ella estaba la planta con su maceta en el suelo.

—Si, está bien entiendo… —Colette colgó y se marchó dejando a Edgar allí, ignorado completamente.

Edgar reaccionó y la tomó del brazo pero está le soltó un fuerte manotazo, que sorprendió a Edgar.

—Jodete, Edgar... —Colette lo señalaba con su dedo, Edgar no entendía que pasaba con la chica que se marchaba.

—¿Ahora que diablos te pasa? —Edgar habló con molestia por el golpe.

Colette se veía molesta y está le gritó fuertemente mientras lloraba.

—¡SE NOTA QUIEN ES UN VERDADERO AMIGO PARA TÍ!, SOLO MIRA COMO TRATAS A ESA TIPA Y LUEGO CONMIGO ERES FRÍO Y DESPIADADO. —Los fuertes alaridos de Colette se podían escuchar a la redonda por suerte para Edgar no había nadie que lo escuchara, él iba a hablar pero ella salió corriendo rápidamente dejando a Edgar con la palabra en la boca...

Edgar regresó a la parte trasera de la tienda y fue a recoger la rosa que estaba intacta, solo que su maceta estaba tirada y su tierra estaba algo desparramada en el suelo, Edgar acomodó la tierra y la puso frente a él mientras se sentaba, la rosa empezó a bailar alegremente con su mirada relajada, Edgar sonrió y la acarició suavemente con su dedo.

—Soy una basura…

Dijo Edgar mientras esperaba que su jefe llegará y abriera la puerta, pero eso no iba a pasar ya que Griff no se iba a presentar en la tienda por ciertos problemas, él había llamado a Colette pero ella no dijo nada y se fué.

Continuará===>

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