— ¿Qué te parece el nuevo médico? —Hoseok se dirige a Yoongi en el momento en que un alto hombre de bata blanca aparece por sus orbitales.
— ¿Taehyung-nim se irá?
— No lo creo. —responde apenas ven a los dos profe-sionistas saludarse alegremente.
Su mirada se centra de nuevo en otro punto que llama la atención de aquellos jóvenes. Entras más de ocho furgonetas al campo de concentración, una tras otra rápidamente; con apuro. De pronto, ven cómo los oficiales abren las puertas y dentro de aquellos apretados espacios solamente se divisan niños.
Niños asustados, temerosos, llorando sin control. Tratando de huir de los alfa que insisten en sacarlos de las camionetas, por su fuerza; una tarea bastante sencilla. Yoongi se queda atónito, observando como los pequeños son tratados a la fuerza y tiene dentro de él un gran impulso que lo quiere obligar a salir a protegerlos. Pero sabe que su fuerza es mínima, que hay más de veinte hombres y que eso sólo resultara en un inevitable castigo.
Así que se queda en espera. Intentando que los pequeños le vean su mirada que trata de decirles: "todo estará bien, yo estoy aquí para cuidarlos".
Se encamina a los baños, la fila es larga y eterna. Ya lleva preparado con antelación su uniforme limpio.
Entra a uno de los pequeños cubículos, sucio y denigrante. Con un gran letrero en la pared que dice: "el infierno los hará libres". Un escalofrío recorrió su espina dorsal, preguntándose qué tan necesario era recordarles que estar ahí era llevarlos a su propia muerte.
Aunque se había bañado esa mañana, debía obedecer las órdenes de los militares a cargo de su bloque. Y eso ocasionó que el aroma de su cabello hiciera contraste con el olor neutral de sus compañeros. Los murmullos comenzaron, con la intención de encontrar al culpable. La mayoría de los ojos apuntaban a Min.
— ¿Eres tú? —reprende uno de los omegas con bastante atrevimiento.
— ¡Yo qué? —evita la pregunta, su expresión demuestra miedo.
— ¡Tú! ¡Tú has robado! —otro le grita. Nadie los detiene.
— ¡Yo lo vi en la fiesta hurtando comida! Ese idiota se está llenando los bolsillos de beneficios y no está pensando en compartir.
Yoongi no sabe que decir. Sabe que mentir es malo, que él no ha robado nada y que todo se le ha sido otorgado por el "privilegio" de ser la pareja del general, sin embargo, pequeñas pistas dejan en evidencia que su vida en el campo no es la misma a la de los demás.
El puño de uno de sus compañeros rompe el cristal de la ventana, se escuchan apenas unos gritos. En menos de lo esperado, Yoongi es atacado en su abdomen. El apuñalamiento es tan penetrante que un enorme alarido sale de sus quebradizos labios. Aprieta su boca, e internamente le pide a Luna que no llame a su alfa.
Hoseok quien veía todo con el terror en su mirada, llama a uno de los militares. Kim no está del todo interesado, únicamente expresa "es mejor que se maten entre ustedes, nos evitarán un cargo en la consciencia"
No sabe qué hacer, su amigo está en la regadera desangrándose. Rápido se pone sus ropas y corre hacia el pelinegro que venía a inspeccionar que todo estuviera marchando bien.
— ¡Min Yoongi! ÉL... él... está desan... —su respiración ajetreada le impide soltarle la oración completa al general, quien apenas escucha el nombre del mencionado, sus ojos se exaltan.
Su lobo se apodera de él y rápido corre al bloque de los baños. Ve como una multitud rodea a una cosa en específico, su cuerpo golpea el de los demás hasta llegar al foco de atención de los presentes. Sus ojos se encuentran con lo peor; un hermoso prisionero haciendo presión en una gran herida mientras sus lágrimas se mezclan con el agua sucia que se desprende del cabezal.
Un estrépito gruñido se apodera del compartimiento, haciendo eco en las paredes para dejar a los omegas débiles.
Jimin estaba siendo controlado, los demás podían notarlo fácilmente.
Arropa a Yoongi con lo primero que encuentra, sale hecho prisas al consultorio. Su lobo sabe que no es lo correcto, que el preferiría hacerse cargo, pero la verdad es que sus conocimientos eran nulos respecto al cómo tratar una herida de esa magnitud.
— No lo hagas. —pedía el menor en susurros débiles, adormecedores— Esto sólo nos podrá en evidencia.
— Todo estará bien, Yoonie. Te lo prometo. —se limita a pronunciar.
Se dirige al consultorio del nuevo médico, lee el nombre en la placa de la puerta; Choi Kangjoon. El de tez morena sólo ve como posicionan a un rehén en la camilla, haciendo nuevo uso del material que apenas se le había sido otorgado.
— Cúralo —dictamina. Su lobo aún está enfurecido.
Serenamente, el nuevo médico hace uso de la práctica. Quita con brusquedad las manos del menor para así poder limpiar previamente de la herida, Yoongi realmente está haciendo todo su esfuerzo para que su lobo no aúlle al sentir dolor porque sabe que, en ese momento, el de Jimin provocará que todo se vaya a la mierda. — Lo dormiré un poco, eso ayudará a que avance en el tiempo de curación
Jimin no responde, sólo gruñe de vez en cuando. Molesto y precavido de que no vuelvan a lastimarlo. Torpemente confiaba en él.
— Puedes estar tranquilo, él lo estará.
El general Park suspira, se gana una risa extraña por parte del otro. Y vuelve en sí una vez que su lobo desaparece.
— ¿Qué mierda es esto? —cuestiona.
— No quiero que ningún prisionero de la sección C muera, no sin antes cumplir nuestro objetivo —miente, su habilidad de no balbucear o tartamudear le es de bastante ayuda.
— ¿Por qué no lo has llevado con tu hermano?
— Taehyung no está a cargo de heridas externas, ahora su única tarea es concentrarse en trasgredir los genes. No puedo quitarle su preciado tiempo en la investigación.
Un silencio se apodera de la habitación. Ambos alfa no se pueden sacar la mirada de encima, la del médico es una del tipo "dime la verdad", mientras que la del general es "no hay nada más que decir"
— Te conozco hace más de diez años, —suelta Choi— nunca ayudarías a un omega. Tu padre te lo tiene prohibido. ¿Hacerlo en el campo de concentración no es bastante peligroso?
— Ya te dije mis razones.
— No, no me has dicho...
— Sabes bien que nunca he sido partidario de las ideas de mi padre. Estoy aquí, al mando, porque estar en casa es un verdadero tormento. No soporto a Emily persiguiéndome todo el día con su idea de traer al mundo cachorros, odio que mi madre me recuerde las veinticuatro horas que soy un alfa poderoso y que debo obedecer a mi padre y...
Calla por un instante, horrorosos recuerdos llegan a atormentarlo.
— Tú, —vuelve a hablar— tú sabes más que nadie que odio este lugar. Las mascarillas que uso no son precisamente para evitar las feromonas de los omegas, tengo impregnado en mis fosas nasales el olor a muerto. —sus palabras; impotencia contenida. — Deseo acabar con esta injusticia que está llevando a cabo mi padre, pero ¿Cómo lo hago? Tiene a cientos de hombres a su lado, yo sólo te tengo a ti.
La razón del porque el menor de los Park recomendó a Choi, no era precisamente para que se hiciera cargo de los infantes o que en su historial llevaba una excelencia implacable. La verdadera se escondía bajo la excusa de un cuidado y trato especial a su omega, ¿tenía la libertad de decírselo? Lo dudaba seriamente.
Choi Kangjoon podría considerarse su mejor amigo, un aliado, un socio en el crimen. Alguien a quien podría llamar a altas horas de la noche y al instante estaría a su lado, quien, sin pensarlo, lo auxiliaba en cualquier problema en el que estuviera metido. La separación de ambos fue inevitable cuando las campañas políticas del clan Park comenzaron, esparciendo y atrayendo a más clanes a la idea de exterminar a los hombres omegas.
Jimin sabía bien que Kangjoon tenía un hermano con esta "anti naturalidad", pero cuando intentó advertirles que huyeran, ya era demasiado tarde. Habría sido capturado y torturado por Taehyung, quien, sin dudar, extrajo cualquier información de su ADN para la estimulación de sus primeros experimentos.
El que Kangjoon aceptara el trabajo no fue precisamente por gusto, tenía sed de venganza. Mas sabía bien fingir que todo iba bien, porque realmente le hacía creer al Führer que el matar a su hermano fue lo correcto. Que él también les ayudaría a crear su mundo perfecto.
— Yo te juro que pensé en obedecerlo, seguir siendo parte de las atrocidades que se cometen día tras día...
— Jimin...
— Sin embargo, no lo haré con él. —sentencia, sus aceitunados ojos se sitúan fijamente en la dirección en la que Yoongi duerme. — No sólo mi lobo me lo pide, mi corazón también. —se sincera, es peligroso.
— ¿Tu lobo?
Kangjoon quiere ir más allá, desea conocer exactamente los motivos.
— Min Yoongi, prisionero 7 0 9 8 M Y G, es mi pareja predestinada.
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Yoongi ya no sabe cómo es que lo hace, y se cuestiona: el cómo obtiene la fuerza para levantarse alrededor de una frágil barrera defensiva. Que en circunstancias que parecen desesperadas, su manera de adaptarse al monstruoso ambiente es asombrosa. Quizá lo hacía a consciencia o meramente era parte del instinto de supervivencia.
Pero ahí estaba otra vez, despertándose con pocos recuerdos de lo acontecido. Siempre esperándose lo peor, sin embargo, ahora se encontraba su cuerpo rodeado por fuertes brazos que lo abrazaban. Sin vergüenza alguna, brindándole protección y seguridad como una vez se lo prometió.
Un quejido adolorido le advierte a Park que nada está bien.
— Permanezcamos así, cariño. —el general murmura, regalando un beso en su nuca. Espera una reacción de Min, pero el silencio lo gobierna— ¿Pasa algo?
— ¿Qué pasó con el hombre... con los hombres que me atacaron? —es lo primero que pregunta, como si su mente sólo obedeciera ante la preocupación de hombres prisioneros.
— Ya me hice cargo.
En ese instante, Min deshace el enlace de sus cuerpos y se separa rápido de sus brazos. Lo mira con cierto enojo, repudio.
— ¿A qué te refieres con hacerte cargo? ¿Los mandaste matar? —sus ojos disparan al general Park, quien no sabe por qué su omega se pone de esa manera— ¿Los mataste tú?
— Yoongi, no te entiendo. —ríe nervioso, se le intenta acercar, pero el otro lo rechaza. — Me pediste que te amara, que te protegiera. Esos hombres pudieron haberte matado, los cristales por suerte estaban limpios, de no ser así te habrías llevado una severa infección y...
— ¿Qué hiciste con ellos? —vuelve a cuestionar.
— Si te respondo que no los maté, ¿volverás a mis brazos?
— ¿Qué hiciste con ellos? —Yoongi repite, comenzaba a mostrarse enfadado, Jimin por primera vez se sentía intimidado por el castaño.
— No lo entiendo...
— ¡Claro que no lo entiendes! —refuta— Quiero sentirme amado, no culpable. Si han muerto por mi culpa, será un tormento que me llevaré hasta el final de mis días y eso es algo que no comprendes. No quiero ser amado de esa manera, no quiero que personas mueran por mi culpa porque ellos también necesitan vivir. —su garganta siente el ardor de sus palabras, sus ojos se ponen cristalinos— Ellos únicamente lo hacen porque han sido privados de sus derechos básico y eso es algo que tú jamás entenderás.
Jimin no abogó ante ello. O eso quería intentar. Se levantó de la cama, dispuesto a ponerse su gabardina y marcharse. No quería entrar en una pelea, su lobo lo mataría en el instante en que supiera que había hecho llorar a Yoongi.
Cuando estaba por girar el pomo de la puerta de madera, su voz lo detuvo.
— ¿Simplemente te irás?
Deshizo el movimiento, cerrando de nuevo la puerta y colocándole el pestillo. Sus pasos a donde Yoongi eran determinantes.
Le tomó del cuello, —su nueva costumbre— atrayendo su cuerpo al de él. Provocando un suave choque de sus frentes, una conexión se creó.
— Sí, Yoongi. Soy un asesino, tu lobo le pertenece a un despiadado asesino que hará lo que mejor sabe hacer para que no le hagan daño a su hombre.
— Existen otras maneras de...
— No, —interrumpe— yo no tengo otra alternativa. ¿Quieres que les festeje lo que hicieron? ¿Quieres que en este momento los convoque en el salón de eventos, les regale bebidas y les agradezca por intentar asesinarte?
— Sólo quiero que tengan mejores tratos. ¿Por qué mejor no darles un champú que les haga sentirse en casa? o no sé, algo que...
— Yoongi, este es un campo de concentración, no un campamento. Aquí vienen a morir, a ser torturados, esclavizados. No a divertirse o tener privilegios.
Min asiente con tristeza.
— Los niños, —dice el más joven— ¿por qué los tratan de esa manera? ¿por qué los han arrebatado de su madre? Todo esto me duele. Al menos deberían tener más tacto.
— Ellos son los únicos que no vienen a morir, pero deben ser reprendidos para que obedezcan.
— ¿De qué hablas?
Jimin respira hondo, contiene el aire en sus pulmones y lo deja escapar en un gran suspiro. Soltando a Min, dándole la espalda y conteniéndose las lágrimas. Toda esa situación lo hacía sentir asqueado. Asqueado de tener que obedecer sin rechistar, de aparentar ser un hombre duro porque su padre así lo "educó". El tener que aceptar un trabajo donde miraba a diario como cientos de hombres morían, de que su boca sólo pronunciara órdenes de matanza.
Jimin estaba cansado. Pero así había sido manejado, al antojo de su padre.
Obligándole a ir a clases de disparo, a sus cortos veintitrés años sabía bien cómo apuntar y/o disparar con cualquier arma que sus manos sostuvieran. Su puntería era excelente, lo odiaba. Y todo aquello lo hacía porque no quería ser él quien permaneciera en el cubo del castigo.
Porque si él no lo hacía, lo haría cualquier otro hombre. Aquellos omegas no tenían opción de libertad, lo sabían desde que Chanyeol se presentó cómo general suplente. Matando a más de doscientos hombres en una semana. Mientras que en el mando de Jimin, diez era un número elevado.
Sólo mandaba a los militares a cargo a darles su merecido, y quienes eran mandados a la cámara de gas era por la sencilla razón de que ya no eran útiles para Taehyung, es decir, sus huesos se encontraban 100% debilitados, y más de tres o cuatro sentidos los habían perdido. No podían ayudar en la cosecha, en la construcción o en la experimentación.
Apenas habían pasado tres meses de la llegada de su padre al poder y se preguntaba cuándo pararía o quién sería el valiente de dar el golpe de gracia, de detenerlo, de matarlo...
— Los niños han sido traídos aquí porque su gen será modificado antes de que pueda crecer o avanzar. Los quieren convertir en alfas, los van a convertir en alfa.
— Esto es terrible, Jimin.
Un doloroso sollozo acompañó al silencio, otro le siguió.
Dos hombres que estaban siendo esclavos, atormentados por las decisiones tontas de un Führer. De un idiota que tenía una idea en la cabeza y apenas pasándole una bala por la sien, es que éstas desaparecerían.
Yoongi gateó, arrastrándose a cómo pudo hasta Jimin. Abrazando su espalda, reprimiendo el olor que tenía origen en su abdomen. El general Park tomo sus manos con fuerza, su hombro se estaba mojando debido a las lágrimas que desprendía el omega.
— Te sacaré de aquí, amor. —absorbe los mocos de su nariz, espera que el nudo en su garganta se deshaga— Prometo que te llevaré a un lugar mejor, donde podremos ser libres. Donde podremos amarnos sin escondernos. Te juro que lo haré, sólo espera una semana más y serás libre de este infierno. Voy a amarte, Yoongi, pero no voy a matarte. Nos alejaremos de esta mierda, tú y yo.
Una sonrisa sale del castaño, recordando sus palabras e intentando sanar su roto corazón.
— Te esperaré, general.
Y quizá sea una promesa rota o no.
Y quizá será Jimin quien se anime a matar a su padre, o...
O quizá ambos morirán en el intento de escape.