Ver a Aslan se había convertido en lo mejor de sus días. Tenía cierta inseguridad de confiar de nuevo en un Alfa, pero atreverse resultó darle una hermosa conexión.
Sabía que lo de ellos era especial, lo sentía. Su lobo se lo dijo, no podía decirle exactamente »qué eran« pero aún así creía intuir la verdad. Le emocionaba más que nada en el mundo, nunca se imagino conociendo a un Alfa que fuese su todo y quisiera estar a su lado de por vida. Su animal interno saltaba desesperado de la felicidad de sólo pensar en su pareja.
Aún estaban en el tiempo de "cortejo", pero sabía que pronto aquello cambiaría. Estaba seguro.
Le escribió esperando que este aceptara venir a su casa para como, últimamente, hicieran la tarea juntos. Era hermoso tener momentos tan simples a su lado. Mantener el silencio mientras estaban ocupados concentrándose en lo que hacía cada quien para después comenzar a platicar de lo que sea, terminar y bajar a cenar. Nunca había estado tan cómodo con alguien.
Incluso sus padres me daban la libertad de traerlo, sabían que no haría nada que el no permitiera, además que eran concientes que impedir dejar entrar a casa no les evitaba que lo hiciera. Ya era muy mayor para tomar sus decisiones. Adoraba eso de sus padres.
Arreglo un poco su habitación y continuo con un dibujo que tenía a medio hacer, tenía que agregarle color para terminarlo. Sonrió admirando lo que veía, el rubio había posado para el y le dejo plasmarlo para una tarea de retrato a mano. Buscaba las acuarelas para crear un buen tono para su ropa.
El alfa estaba al lado de la ventana, mirando hacia un costado. Vestía ropa formal desarreglada y atardecía a su espalda. Algo simple pero hermoso. Dejo su rostro para el final, quería tenerlo de frente para imitar perfectamente el jade de su mirada, esos pequeños lunares y diminutas manchitas en sus mejillas.
Se estaba enamorando tan profundamente y lo estaba permitiendo. Jamás espero conocer a alguien como él, a un caballero en todo la expresión de la palabra. A su Alfa y príncipe azúl, a veces eso parecía.
Caminaba algo estresado por la mansión que algún día le presentaron como su hogar, estaba cansado pero aún mantenía su buen ánimo o eso intentaba. En un par de horas vería al lindo Omega Japonés como de costumbre para hacer la tarea juntos.
Había pasado a casa por algunas cosas y algo que no se espero fue toparse con el chino, le miro desde lejos y suspiro. Tenía que hacerlo.
El y su lobo habían hablado, ya acordaron que no podían seguir con aquello. Que en realidad no querían estar con el Omega de olor a Miel y que simplemente debían acabar aquello. No sabían cómo hacerlo, eso era definitivo.
¿Cómo acabas una relación de años? ¿Cómo le dices a alguien que realmente sí aprecias que ya no lo amas como antes?
¿...Cómo rompes un lazo...?
Traga con dificulta, comenzara a alejarse de el poco a poco. Seguramente Yut lo presiente, desde hace semanas que no se besan siquiera, le voltea el rostro cada que se ven, corta los abrazos lo más rápido que puede. ¿No es obvio?, El no es tonto, todo lo contrario.
Intentará decirle que en realidad quiere cortar por ahora la relación y que seguirán los planes de boda, pero necesita tiempo.
Ya vería cómo salir de todo eso. Podía hacerlo.
- Cariño... No esperaba verte aquí. Estoy arreglando unos detalles de la boda con la organizadora y- - hablaba concentrado en todo lo que tenía que hacer.
- Necesito un tiempo. - corto de pronto. Recibió la mirada desconcertada del omega. - No puedo... El estrés me esta sobrepasando y solamente necesito un tiempo. No digo que cancelemos la boda o algo así, mi padre no lo permitiría, sino que nos demos un espacio. Si? No lo tomes personal, soy yo y... La escuela. - explicó intentando evitar la mirada oscura.
-¿Sólo eso? - miro al rubio. - ¿Un tiempo? - inhaló un poco de aire y acomodo su cabello en movimientos controlados. - Está bien... Relájate y descansa lo que puedas. Debes estar radiante para la boda, cada vez está más cerca. Si necesitas hablar sabes que estoy aquí. - dijo para después darse la vuelta y guardar la revista que llevaba en sus manos.
Pensó que no lo tomo tan mal como creyó, Yut tenía un carácter muy duro. Quizá se estaba ablandando con el tiempo... Sí. Tocó su pecho con incomodidad y camino hacia la salida, todavía tenía una conferencia a la cual asistir y de allí salía a la casa del japones.
Su día estaba yendo muy bien. Eso era lo importante.
- Entonces puedo moverme. - afirmó sonriente mirando las avellanas que tanto le gustaban.
- Claro, la mayoría del retrato ya está listo. Sólo faltan algunos detalles. - respondió feliz, amaba esa calidez en su pecho.
- ¿Cómo cuáles? Seguro quedé mucho mejor, eres espectacular en todo. - comento sin quitar la sonrisa.
- Para nada. No podría igualar tu belleza en el lienzo, te hago justicia en lo que puedo. - rió ligero sintiendo el calor en su rostro. - Sólo intento combinar lo mejor posible para el color de tus ojos. - acarició el rostro con confianza y sonrió. - Eres bellísimo... Incluso tus pestañas son rubias. - menciono con admiración.
- Incluso soy rubio de abajo, ¿Quieres ver? - preguntó bromeando.
- ¿En serio? Muéstrame. - respondió con ojos abiertos.
- ¿Qué? - se alejo ligeramente algo sorprendido. Quería hacer sonrojar al Omega y termino sonrojado el mismo.
- Estoy bromeando. Tu empezaste. - contesto riendo. Beso la frente y siguió con la pintura.
Después de un largo rato comenzó a sentir su estómago contraerse, se levantó un momento al baño pero al salir de este el aroma del Alfa lo golpeó fuertemente, pues sus piernas flaquearon y se tropezó. Rápidamente el rubio se levantó para ayudarle.
- ¿Estás bien? ¿Qué pasa? - preguntó algo asustado.
El aroma a café es delicioso.
- Eiji... - llama preocupado, el Omega luce desorientado.
Ama el olor a Petricor que comeinza a inundar el ambiente.
Abraza con cariño los hombros del Alfa y se pega al cuello de este para inhalar profundamente.
Cuando el Omega suelta un aroma fuente a Lavanda es el Aslan se da cuenta, está entrando en celo. Carga al pelinegro y lo acuesta en su cama. Extrañamente no siente excitación o algo parecido, solamente un instinto inmenso de cuidarlo.
Aún más cuando al acomodarlo en la cama este se aferra a el en señal de no querer soltarlo.
- Alfa... No se vaya. - pide con ojos brillantes.
- No lo haré. Estoy aquí, pequeño. No temas. - responde enternecido. - ¿No quieres algo? ¿Un té o comer? - pregunta con cariño, este niega rápido.
- No, sólo lo necesito a usted, Alfa. Usted me da todo. - dijo con ilusión algo ido. - Sabe que no le pediré más, sé que no sería el mejor momento. Está bien. Yo entiendo, Alfa. Sé que usted me ama a mi. - comenta acurrucandose al pecho.
- ¿Q-qué? - se queda en shock un momento, no entiendo a qué se refiere. Su lobo se acuesta con la cabeza entre las patas agradecido con el Omega. No comprende qué está pasando.
- ¿Me dejas hablar con tu lobo? Por favor, Aslan. - pide con voz suave. No es su humano quien habla, sino su lobo que comenzó a controlarlo desde que percibió el aroma a tierra mojada que tanto amaba.
Se limitó a asentir, su lobo estaba atento y emocionado, así que en un suspiro le permitió tomar el control... Sabía que estaba bien, que solamente hablarían.
Cuando los ojos jades se llenaron de un destello dorado y se encontraron con el oscuro-plata enfrente de el sonrió y abrazo fuertemente al Omega en brazos.
- Omega... - respiro profundo el aroma que tanto amaba y extrañaba
- Alfa... - respondió y se dejó hacer, sonrió ante el anhelo tan obvio en el abrazo de su pareja eterna.
- Te extrañe demasiado, mi amor. No sabes qué tan horrible es vivir sin ti. - dijo besando las manos más pequeñas.
- Lo sé. Yo también te extrañe, Alfa revoltoso. - acarició la nariz con cariño para después ponerse serio y mirar el dorado de los ojos no sin menos cariño.
- Perdón... Perdóname, Omega. Solamente sentí algo de compasión por el Omega y... - comenzó a explicarse.
- Entiendo, cariño. No te estoy regañando. Entiendo perfectamente. Está bien. - aclaro acariciándo las manos. - Solamente me preocupa un poco mi humano, ya sabes, ellos no comprenden tan bien estás situaciones, aunque tenemos una buena conexión e intentaré explicarle. Ya lo he estado preparando. También me preocupa él... Espero que la madre Luna sea justa y no salga tan herido. - se abrazo al Alfa hundiéndose en el aroma que tanto le gustaba. Su instinto le pedía reproducirse, pero su alma al entender la situación bajo la necesidad de su parte animal a sólo dolor, como cólico en el vientre.
- Lo sé... En ese entonces Aslan y yo no teníamos tan buena comunicación así que no logro entenderme. Quería decirle que solamente fuésemos un apoyo y compañía para el Omega, pero ya sabes. Al ser humano pensó que era amor romántico. - suspiro y se recargo el hombro de la parte humana de su pareja. - A mi también me preocupa cómo vaya a resultar todo... Ya sabes, esto le hará mucho daño a él y a Eiji. - comento desprendiendo un aroma amargo por la tristeza. - Perdón, no estoy siendo un buen Alfa. - se disculpó ante aquello.
- Eres él mejor Alfa, amor mío. Está bien. - consoló dejando unos cuantos toques en el cabello.
- Podremos superar esto, no? Por algo pasó y nos ayudará a aprender algo. -
- Claro que sí. Es solamente una prueba más, estoy seguro que también ayudará a aquel Omega. Será una lección para todos. Sólo intenta hacerle ver a Aslan que debe ser un poco más empático y pensar en cómo terminar aquello para evitar más daño. No quiero que estos dos tengan algo más mientras ellos sigan juntos, le haría mucho daño a Eiji. - pensaba en lo duro que sería para su parte humana enterarse de todo. Los humanos no eran una especie sabia como creían, en cambio eran controlados por sus emociones y pensamientos.
- Sí, se lo he dicho y creo que me ha hecho caso. No solamente es por ti, Eiji es alguien encantador, es otra parte de ti al final y Aslan se enamoro de ello al igual que yo de ti. - beso el cuello haciendo ronronear al otro y abrazo aún más. - No te preocupes, no lo dejaré avanzar hasta saber que se alejo 100% de él. - afirmó.
- Gracias... No es que no quiera, sabes que muero por volver a unirme contigo, pero eso le haría mucho daño a Eiji, no es el momento. -
- Lo sé. No te preocupes, te hará mal. - beso aún más subiendo a las mejillas y esto hizo reír al Omega. - ¿Sabes que te amo? - preguntó sonriente.
- Ammm, más o menos. - volteo a otro lado evitando la mirada. Su Alfa le abrazaba desde la espalda, la posición era muy cómoda al estar sentado entre sus piernas.
- Te amo, te amo, te amo. - repartió más besitos en el rostro haciendo aligerar el ambiente.
- Y yo a ti. Te amo, Alfa. - respondió enternecido.
No tenían mucho qué decir, se entendían como sólo mirarse. Así que se quedaron así un buen rato. Sus humanos estaban dormidos y no eran concientes de aquello, así debía ser. Les deseaban mucha suerte en aquel camino. Sabían que ser humano no era fácil, menos encontrar a tu destinado, pues para los seres avanzados es comprensible más para los humanos no. Ellos no entienden cómo la Luna hace todo perfecto.
Disfrutaron la cercanía, habían pasado un tiempo separados y se extrañaban naturalmente aunque siempre estuviesen unidos.
Despertar fue algo que los aturdió, Eiji se removió algo cansado entre el cuerpo del mayor y esto los hizo despertar.
Notaron que ya había anochecido y era algo tarde, sonrieron algo tímidos al darse cuenta que tan pegados estaban, aunque fue cómodo despertar de esa manera. El cólico que sentía el Omega se sentía menor si el Alfa estaba consigo, el aroma lo hacía relajarse y sentirse algo anestesiado. Le gustaba.
Bajaron después de un rato encontrando a los padres del japonés platicando con una taza de té en sus manos. Estos sólo los miraron y sonrieron.
- Estaban tan cómodos que no quisimos despertarlos. Se veían muy tiernos. - comentó la Omega mayor.
- Espero haya ayudado a tu celo, Eiji. Te veías muy bien, no como otras ocasiones. - agrego el Alfa.
- Sí, derrepente llegó. Aslan me llevo a la cama para acomodarme y sin darnos cuenta nos quedamos dormidos. - dijo sonriente.
- Así lo vimos, está bien. Si quieres puedes quedarte, Aslan. - propuso la señora.
- No quiero incomodar, por ahora Eiji estuvo muy tranquilo pero no quiero exaltarlo. - mencionó algo apenado.
- Por favor, tu aroma me hace dormir profundamente. Quédate... Sólo hoy. - pidió con un puchero.
- Está bien. Sólo hoy, me alejaré si se agrava, no quiero que crucemos esa línea aún. - miro a los ojos oscuros y este asintió.
- Lo sé, está bien. - acepto feliz.
Así es como el Alfa por primera vez ceno en un lugar donde sí se sentía como un hogar. Cálido y amoroso. Algo que siempre deseo...
Pedía a la Luna que por favor su vida fuese así, que le ayude y pueda salir de todo aquello.
Haría lo que fuese.
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