Falsos prejuicios

By Coldstar3212

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Sin peligro no hay castigo

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By Coldstar3212

—No solo os saltáis las órdenes del señor Davis, sino que encima vais al laboratorio para hacer... —corta el director, tratando de buscar las palabras adecuadas.

—Un proyecto para la NASA —le ayudo.

—¿Me estáis diciendo que habéis hecho todo esto por..., por diversión? —tartamudea con un tono medio preocupado medio enfadado.

—Exacto —responde Jaden.

Eso sí que no me lo esperaba. 

¿Jaden vacilando? ¿Cuántas máscaras tiene este hombre? De seguro es géminis...

—Alguien podría haber resultado herido —dice más para sí mismo que para nosotros.

Es la primera vez que veo a Thompson, pero estoy segura de que nunca había estado tan alterado. No tengo pruebas, pero tampoco dudas.

—Sin embargo..., no hay nadie herido —lo animo, con una sonrisa de ángel. Como si yo no fuera  la causante de que hayan tenido que despejar todo un recinto entero, para hacer el mejunje Art Attack.

Pero no me arrepiento de nada.

—No, señorita Murphy, no ha habido ningún herido —murmura negando con la cabeza.

—Pero eso no os hará quitar el castigo —continúa, alternando la vista con Jaden y conmigo.

¿Un castigo de qué? ¿Por tratar de ayudar a la ciencia? 

Me giro, para ver si a Jaden se le ha quedado la misma expresión que a mí, y efectivamente, tiene una cara de culo o también se podría describir por: síndrome del Grinch, y por el tipo de fruncimiento de ceño y por el boquete de sus labios, podemos identificarlo como ataque tipo B.

—Thompson... —trata de decir Jaden con una sonrisa algo forzada, bueno bastante forzada.

—Señor Thompson —le corrige el director con las manos entrecruzadas.

¿Por qué los maestros se empeñan en que tenemos que tratarlos de usted? ¿Sé piensan que son algo así, como un monarca o algo parecido?

—Señor Thompson —repite Jaden forzando aún más la sonrisa.

Me autoprovoco una risa floja. ¿Qué?, se la debía por lo de esta mañana, ¿vale?

Jaden se gira con una mirada que si pudiera hablar, diría: «cuidado».

—Creo que ha habido un error... —continúa—. Yo no he hecho nada. 

El director se inclina en el escritorio, con el semblante muy serio. 

 —Dime, Haidyn...

 —Señor Haidyn  —lo interrumpe Jaden. 

Sin retenerlas, las carcajadas salen por mi boca sin ningún tipo de remordimiento.

La cara de Thompson quedaría perfecta para un meme o incluso para la colcha de mi cama. Por el boquete que se le ha quedado en la boca podría pasar un San Bernardo, alias «Beethoven».

 —Dime, Haidyn  —continúa el director—. ¿Estabas en el laboratorio?

Ahora mismo Thompson parece que esté interpretando un papel como comisario, donde se encuentra investigando el mayor asesinato del momento.

 —Sí, pero yo no hice nada —escupe señalándose así mismo con las manos.

¿Qué debería ayudarlo? Puede ¿Qué lo haré? Pues no. Y no por qué no lo sienta, sino por pereza. Prefiero observar la escena.

 —Ese es el problema  —declara colocándose las lentes—.  Podrías haberlo frenado y no lo hiciste, así que sois igual de culpables.

Jaden suelta un suspiro exasperado.

 —Igual de culpables  —repite tratando de masticar las palabras.

 —Exacto  —asiente el señor Thompson—. Por lo tanto, tendréis que quedaros después de clases, para limpiar el recinto, ¿entendido?

¿Limpiando la universidad? *Suelto una pota mental*. Venga va... Espera, ¿eso implicaba el comedor? *Segunda pota mental*.

 —¿Entendido? —repite aumentando el tono de voz.

 —Sí, sí  —asentimos al unísono.

Momento incómodo en... 3, 2, 1:

¿Qué se supone que hay que hacer en estos momentos? 

Me quedo mirando al director, para qué nos indique algo más, pero se queda callado. Aparta nuestro contacto visual y se pone a ordenar hojas de su escritorio. 

Miro a Jaden con el ceño fruncido. Él solamente se encoge de hombros. 

Pasa alrededor de un minuto, que parece media hora, y el director por fin levanta la vista.

 —Podéis marcharos  —indica con toda la tranquilidad del mundo.

¿En serio Thompson? ¿En serio?

Nos levantamos al mismo tiempo y salimos del despacho.

 —Espero que disfrutes limpiando  —me da dos golpecitos en el hombro y se va.

¿Quién coño se cree que soy? ¿La asistenta?

Con paso firme, camino detrás de él, hasta colocarme enfrente.

 —¿Y tú quién mierda eres para darme órdenes?  —lo encaró.

En estos momentos, odio no tener la altura suficiente para mirarlo, sin tener que inclinar la cabeza, como si fuera a hablarle al techo. Claro que yo siempre me había considerado alta  —bueno, dentro de lo que cabe—, pero su estatura ya era..., como mínimo tendría que hacer un metro ochenta y largos.

Joder Jera, céntrate.

—¿Qué quién soy yo para darte órdenes? —repite con la mirada al techo, tratando de asimilar mis palabras—. Mira mendiga, hoy son las apuestas, y no me las pienso perder por tu gran brecha mental.

¿Mendiga?

Me aparta de un ligero empujón con el cuerpo y sigue su camino hasta la cafetería. El pasillo de repente parece haber cobrado vida, y se llena de susurros, miradas graciosas y de imbéciles. A estas alturas, ya toda la universidad se habrá enterado de lo sucedido en el laboratorio

No pienso dejar que una panda de ricos me dejen humillarme, salgo del recinto con la mirada por encima de todos y me voy al patio principal.

En los dos días de universidad, me había dado cuenta de que: odio a Jaden Haidyn con todo mi ser. ¿Cómo puede alguien llegar a ser tan odioso?, primero se sienta junto a mí para pedirme salir con él, que tiene, ¿canicas en vez de neuronas?, después entra en mi apartamento para que «nos vean llegar juntos», y luego me culpa a mí, de que lo hayan castigado. 

Que bueno pensándolo bien..., razón no le falta, y me había confesado lo de las apuestas. Bueno más que confesar..., seguramente se le escapó.

Pero hay algo de lo que estoy segura: Iba a ir a las malditas apuestas. 

****

Media hora esperando a la «zanahoria», y aún no ha aparecido. ¿Qué estará haciendo? ¿Tan difícil es poner dos libretas en la mochila? Cuando suena el timbre a todos les entra como una especie de energía, pero al parecer él es inmune. Absolutamente todos los alumnos se han ido hace ya un cuarto de hora, y yo aquí la pringada de turno, que tiene que esperarse a que salga, el hombre más calmado de Asia.

—Tú estás conmigo a biología —noto un susurro al lado de mi oreja, que hace que me resbale del muro.  A un centímetro he estado de tragarme el suelo con el ano.

—A ti te estaba yo esperando —le digo rodeándole el cuello con el brazo, esforzándome por disimular el susto de hace medio segundo.

—¿A mí? —pregunta con algo de desconfianza en su voz.

—Sí, a ti —asiento, mientras bajamos las escaleras de la entrada.

Decido apartarme de su lado, para no parecer demasiado interesada.

—¿Por qué? —cuestiona Harper con un mohín.

—¿Sabes donde se harán las apuestas? —le suelto sin malgastar mis intentos de tratar de ser amigable.

—Eres una becada —me informa con una mueca que no me queda claro si es de repugnancia o de pena. 

Doy un paso para alejarme de él. ¿En serio en esta universidad no hay nadie que no sea superficial?

—No, no, no me refería a eso —aclara alterado, por mi reacción.

«Pensaba, Harper. Pensaba». Digo para mis adentros.

—Es solo que depende de que se trate, a lo mejor no te dejarán entrar —añade.

—¿Y..., donde será? —pregunto algo desconcertada.

Se rasca la sien, como si se estuviera debatiendo entre contármelo o no, pero al final parece ceder:

—No creo que haya problema, creo que hoy son en el exterior —contesta, sin darme más información de la necesaria.

¿Afuera? ¿Qué diablos se hace afuera? Pensé que las apuestas eran en el interior.

—¿Qué tipo de apuestas se hacen en el exterior? —inquiero sin sonar demasiado entrometida.

—¿Carreras? —cuestiona con obviedad.

—Bueno, tengo que irme —le informo. 

Es un poco irónico, ¿no?, que la chica que te ha detenido para hablar contigo, sea la que también te deja plantado en medio de la entrada. Pero, ¿qué querías?, ya tengo toda la información que necesito. Mierda; no sé  qué hora empiezan. Me giro para preguntarle. Nah, me da flojera. Tampoco creo que sea necesario, que yo sepa eso es como una fiesta, alrededor de las once o doce debería empezar —que yo sepa...

Estaría bien que me fuera idealizando, en que mañana tendría que quedarme incluso más tiempo en la universidad como castigo por no haberla limpiado hoy. ¿Por qué se sorprenden, si ya sabían? Si a mí me fuerzas a hacer algo; no lo haré. Y si no lo haces, es bastante probable que tampoco lo haga, pero la esperanza es lo último que se pierde, mi ciela.

Bueno, me acabo de dar cuenta que acabo de describirlo todo, como si fuera ir a tomar un té. Nos hemos olvidado de dos grandes acontecimientos: uno; no tengo dinero y dos; al parecer Harper se "descuidó"  de decirme en donde se hacían las carreras.








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