habías pasado más de tres horas estudiando y decidiste alejarte de los libros por un rato, ya estabas bastante cansada.
¿y qué mejor manera de despejarse que comiendo algo a la media tarde?
— ¿ya terminaste? —preguntó tu novio confundido mientras te veía entrar a la cocina de su casa.
— no, en realidad no... pero no soporto ver un cuaderno más en lo que queda del día —respondiste revolviendo una alacena.
tu ceño se había fruncido ligeramente cuando te diste cuentan de que ya no quedaba ningún paquete de galletas. incluso tus favoritas, que jake había prometido no comer, habían desaparecido del mueble donde solían guardarlas.
— jake, ¿hace cuánto que no vamos al supermercado? —le preguntado sentándote a su lado.
— ah... no lo sé, no lo recuerdo —contestó él poniéndose de pie.
— no fue hace tanto, ¿o sí?
— no.lo.sé —repitió jake haciendo una pausa entre cada palabra para que lo escuches bien.
luego desapareció en su habitación por un rato, por lo que te quedaste esperándolo en la sala mientras usabas tu celular y así poder preguntarle qué le pasaba.
— ¿quieres que vayamos a pasear a layla un rato? —te preguntó abrazándote por la espalda cuando volvió.
— ¿te sientes bien? —preguntaste confundida.
— ¿por qué lo preguntas?
negaste con la cabeza restándole importancia y accediste a salir a tomar aire con tu chico y amiga canina que tanto te querían.
— ¿estás ocupada mañana? —preguntó jake intentando que layla no salga corriendo por ahí.
— no, ¿por qué lo dices?
— podemos ir al supermercado si quieres —murmuró tomando tu mano.
— sólo si tú quieres —sonreíste dejando un beso en su mejilla.
soltó bruscamente tu mano y descolgó la mochila que traía en su hombro. revolvió un poco lo que traía y sacó con manos temblorosas el paquete de tus galletitas favoritas.
— shim jake, ¿qué significa esto? —preguntaste seriamente con las manos en la cintura.
— ¡no te enojes conmigo! ¡es todo culpa de layla! —exclamó desesperado señalando la correa de su mascota.
— es un perro, jake —dijiste en modo facepalm.
— ¡pero te ha estado robando las galletas desde el inicio, incluso me ha querido inculpar poniendo los paquetes vacíos que se comía en mi habitación! —se defendió él.
— no puedo saber quién me está diciendo la verdad, pero si miramos la carita de layla, ella se ve más inocente que tú.
los dos miraron al perro, que al escuchar su nombre se había sentado confundida, y soltaste una carcajada al notar que jake te miraba ofendido.
— es un perro, t/n —repitió él fingiendo estar enojado.
— no me importa, tú te comiste mis galletas.
al final, terminó persiguiéndote todo el camino de vuelta para evitar que le echaras la culpa ya que no la tenía... de hecho, él no sabía que eras tú la que le había creado a layla la adicción por tus galletitas, y no pensabas decírselo.