XL. NEW YEAR, LESS HOPE
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—Si alguna vez nos casamos y tenemos un hijo o hija... —James soltó de golpe y Aegea abrió sus ojos de golpe. —¿Cómo te gustaría llamarle?
La diosa nunca se había planteado tener hijos, jamás deseo tenerlos porque no quería que vivieran en el enredo familiar en el cual ella vivía. Pero desde que se separó de su familia, cambió muchas cosas en su vida.
—Si es niña me gusta Fauna, me recuerda a mi madre. —Respondió la griega y sintió una punzada en el corazón. Extrañaba a sus padres. —Si es niño pongámosle James.
—Harry también suena bien. —Sugirió Potter. —Fauna es muy lindo, quedaría bien con Euphemia.
—Harry James y Fauna Euphemia Potter. —Pronunció Aegea sonriente.
—¡Y yo seré el padrino! —Sirius apareció de repente en el lugar sobresaltando a la pareja.
—Si es que vivimos. —Adelaide también hizo presencia en el lugar.
—No digas eso, Addy. —La regañó Sirius.
—Ustedes podrían ser los padrinos de Harry.
—Seremos los tíos sin hijos. —Aseguró Black. —Solo adoptaremos a un perro, ¿no, Addy?
Adelaide simplemente asintió, se le notaba apagada últimamente y Aegea no había tenido chance de preguntarle porqué. Quería que ambas estuvieran solas para que ella se sintiera más en confianza.
—Addy, ven, quiero enseñarte algo en la sala común. Nos vemos luego. —La llamó la diosa, se despidió de los chicos y la arrastró hacia la sala común de las águilas.
—Espera, Gea.
—Es urgente, en el camino seguro nos encontramos a Lily.
Así fue, se encontraron a Lily y a Remus, a quienes también la diosa llevó hasta un lugar apartado donde nadie la escuchara.
—Verán, hay algo que quiero decirles desde hace mucho y honestamente me daba miedo decirles.
Resumiendo todo en quince minutos, Aegea les contó todo lo que pudo a sus amigos sobre su vida real y su familia. Remus y Lily no se lo creían, era difícil, pero Adelaide no lo dudó.
—Siempre pensé que los nombres en tu familia eran apodos o pura coincidencia. —Admitió Remus.
—Estoy sorprendida de que no lo hayan averiguado antes. —Contestó Aegea. —No somos los más disimulados que se diga.
—¿Y ahora que te separaste de ellos que pasará contigo? —Preguntó Evans.
—En el fondo tengo la esperanza de que mi padre va a convencer a Zeus de dejarme volver, pero sin estar encadenada allá.
—Yo me voy. —Dijo la rubia. —Tengo que ir a hacer unas cosas, los veo luego.
Todos se extrañaron con el comportamiento de la italiana, sus palabras habían sonado cortantes y ni siquiera levantaba la mirada del suelo.
—¿Le picó una abeja en el trasero o qué? —Lily fue la primera en hablar una vez Adelaide se largó.
—No sé, pero últimamente ha estado comportándose rara. —Contestó Lupin.
—Luego le preguntaremos que le pasa. —Sugirió la pelirroja. —Creo que necesita tiempo a solas.
Aegea y Remus asintieron no muy convencidos, les preocupaba la rubia. Se notaba cansada, descuidada y ojerosa, algo impropio de ella. La diosa quería salir tras ella en ese preciso instante, pero mejor decidió esperar a que anocheciera y preguntarle luego en su sala común.
. . .
LLEGADA LA NOCHE, AEGEA BUSCÓ LA HABITACIÓN DE SU AMIGA. Golpeó dos veces la puerta de madera oscura y esperó que Adelaide le atendiera. Pasaron dos minutos y nada, volvió a tocar y preguntó:
—¿Addy? ¿Todo bien?
No hubo respuesta.
—¿Estás durmiendo? —Volvió a preguntar y después se dio cuenta de lo absurda que fue su pregunta. —Addy, estoy preocupada.
Unos pasos se escucharon cada vez más cerca y luego el sonido de la puerta siendo destrabada. Adelaide llevaba puesta ya su pijama, su cabello resplandeciente y color oro amarrado en un moño despeinado y un suéter por el clima.
—¿Qué necesitas? —Habló la rubia cansada.
—¿Puedo pasar?
La italiana se hizo a un lado dándole espacio a la diosa para que entrase a la habitación. Aegea suspiró, preparándose para hablar y con los pelos de punta.
—¿Qué sucede contigo últimamente, Addy? No
duermes, casi no hablas, difícilmente comes y no soy la única que lo ha notado.
—Estoy bien, Aegea, solo estresada por las clases.
—Tu inteligencia es nata, Addy, te esfuerzas estudiando porque eres precavida, pero tú y yo sabemos que no eres el tipo de persona que se mata repasando y leyendo.
—Es el estrés de tener que buscar un trabajo entonces.
—Estás inventando excusas.
—Para nada. —Contestó la rubia sarcásticamente. —Gea, estoy cansada, necesito dormir o al menos tratar.
—Pero no quiero dejarte sola, eres mi mejor amiga y últimamente actuamos como desconocidas. —Dijo la diosa. —¿Estás molesta por lo que les conté? Juro que quería decirles antes, pero...
—Ya lo sabía, Gea. —Adelaide la miró neutral. —Sí me dolió que le dijeras a James primero, pero eso no me atormenta tanto.
—¿Entonces qué te atormenta?
—No sé, quizá los recuerdos vagos de cuando terminé en medio de una pelea de criaturas mitológicas. O el hecho de que creo que mis sueños tratan de decirme algo aunque nunca he sido buena en adivinación. —La italiana usaba un tono de voz burlesco como si quisiera hacer gracia de la situación.
—Espera, ¿qué?
—Sí, algo me dice que no debimos unirnos al estúpido invento de Dumbledore y he soñado ya cuatro veces, ¡cuatro veces! Con que Sirius me engaña y me deja. Teniendo sueños así, lo último que necesito es caer dormida, no puedo soportar esas pesadillas.
—Pero, Addy, tus sueños pueden ser solo pesadillas y ya, no tienen que significar algo. —La diosa trató de calmarla.
—Eso creí también, pero luego soñé con que tú nos decías lo de tu familia a mí y a los chicos. Al igual que soñé con que Lily se te declaraba, pero en ese entonces pensé que era pura coincidencia. También soñé con la propuesta de Dumbledore y sabía que todos iban a aceptar. —Adelaide hizo una pausa para recuperar el aliento. —Voy a colapsar, Aegea, estoy aterrada de que nos pase algo al salir de aquí. Mis madres no saben nada de esto, me da miedo soñar y que por mí pasen las cosas.
Aegea no sabía que responder, nunca creyó que su amiga le dijera tal cosa. ¿Visiones? Sonaba demasiado irreal para unos simples mortales. Pensó que el
problema de su amiga era algo hormonal, no eso.
—Pero tú no tienes la culpa de lo que vaya a pasar, míralo como una oportunidad de hacer algo para evitar catástrofes.
—Ese es el problema, mis sueños son incompletos y me cuesta comprenderlos a la primera, los termino comprendiendo una vez pasan las cosas.
—¿Entonces cómo sabes lo de Sirius?
—Porque ya lo hizo, Gea. Solo falta que me bote.
Silencio total de nuevo. ¿Qué mierda le podía decir a su amiga ahora? ¿Cuándo fue Sirius capaz de hacer tal cosa? ¿James sabrá algo?
—¿Qué? —Aegea seguía sin digerir todo. —¿Cuándo? ¿Cómo lo sabes?
—El día del campeonato de Quidditch, por la noche, con Marlene. —Contestó la rubia secamente.
—¿Estás cien por ciento segura, Addy?
—¿Cuándo han fallado mis sueños?
—Mierda, no puede ser.
—Sí, a mí también me costó asimilarlo. —La actitud de la italiana seguía siendo actuar despreocupadamente, pero en el fondo sentía como se desintegraba.
—¿Necesitas un abrazo?
—Ya pasó mi tiempo de duelo, pero gracias.
—Siempre cuentas conmigo para todo, Addy, y si hay algo que me enseñaron las mujeres de mi familia es que los hombres así deben pagar. —Respondió la diosa diciendo lo último con un toque de malicia en su voz. —Te metiste con la gente equivocada, Black.
bueno, tremendo giro a la historia.
ideas para vengarnos de sirius??
saben que los leo siempre,
nelly.