XXXIX. CAN I COUNT ON YOU?
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LUEGO DE QUE LA CRISIS DE RESFRIADOS PASARA EN HOGWARTS, la mayoría de cosas volvieron a la normalidad. Se acercaba Halloween y el castillo se encontraba ya en ambiente. Claro que no todo era alegre, pues cada vez los de último año sentían más cerca su salida de Hogwarts y en tiempos como esos nadie quería dejar el castillo.
—¿Este año no habrá baile de Halloween? —Preguntó Lily ya que casi nadie se notaba emocionado.
Aegea, Lily y Adelaide se encontraban juntas almorzando en el gran comedor.
—No lo sé, Lils, sabemos que las cosas se están poniendo feas con los muggles y eso, no creo que Dumbledore quiera hacer algo en estos tiempos. —Contestó Adelaide.
—Pero conflictos de este tipo hay desde hace años. —Comentó Aegea.
—Sí, pero según lo que mis madres me contaron ahora está peor. —Respondió nuevamente la rubia. —Hay demasiados ataques a muggles y cada vez menos gente en quien confiar. —La italiana suspiró y luego preguntó: —¿No sabes algo de todo esto por Snape, Lily?
—Tengo muchísimo tiempo sin hablarle y honestamente no pienso hacerlo hasta que deje a su grupo purista y se disculpe. Siempre lo defendí, hice maldades contra ustedes solo por seguirlo a él y al final terminó siendo como todos sus amigos. —Contestó Evans.
—Pero tampoco te culpes tanto por errores del pasado. Nosotros fuimos desconsiderados con él también, Lily. Somos iguales. —Trató de consolarla Aegea.
—No somos iguales porque ustedes maduraron y él no quiere para no tomar responsabilidad por sus errores. —Corrigió la pelirroja.
—Mejor cambiemos de tema. —Habló la rubia rápidamente. —Gea, ¿le diste a James las gracias por los detalles que te deja en secreto?
La diosa bajó la mirada nerviosa.
—Aún no pero pronto lo haré, quiero estar bien segura de que sea James.
—¿De que yo sea que? —Potter puso sus manos sobre los hombros de su novia y esta respingó.
—Nada, Potter, cosas que hablamos entre mujeres. —La salvó Lily y James asintió no muy convencido.
Potter se desconcertó unos segundos y luego habló.
—Bien... solo venía por ti —El de lentes se dirigió a la diosa. —Dumbledore quería hablar con nosotros, Minnie recién me dijo.
—¿Y ahora qué hicimos? —Preguntó Aegea mientras se levantaba de su sitio para irse con su novio. —Nos vemos luego.
—Adiós, recién casados. —Se despidieron la rubia y la pelirroja al mismo tiempo en burla.
Una vez estuvieron lo suficientemente alejados de ambas chicas, Aegea suspiró cansada y dijo:
—Quiero decirles a las chicas lo que te conté de mi familia.
—¿Y qué te detiene? No es como que te vayan a juzgar por eso. —Le contestó James.
—No, ¿pero y si les molesta que no les dije primero que a ti?
—¿Qué tiene eso? Al final les cuentas.
—No, James, bros before hoes es el dicho popular.
—Dudo mucho que les moleste, te creas muchas teorías locas en la cabeza.
—No es mi culpa analizar demasiado las cosas.
—Solo diles, no lo pienses tanto, tú tranquila. —James detuvo su caminata un momento y cuando estuvo frente a frente con Aegea depositó un beso sobre su frente.
—Hay algo que quería preguntarte también... ¿de casualidad me has estado dejando regalos en los salones de clases?
—Ay Merlín, no me digas que ya estamos en San Valentin. —Contestó James con miedo. —Te buscaré el regalo perfecto, lo juro, solo dame un poquitín de tiempo.
—¿Qué? —Aegea rio. —No estamos en San Valentin, estamos lejos de eso. Alguien me ha estado dejando regalos sin motivo alguno, pensé que eras tú pero nunca me has dicho sol y tampoco sabes mis gustos griegos anticuados.
La diosa suspiró.
—Creo que es Apollo.
—Pero no puede ser, no tiene contacto contigo desde que te fuiste de ahí y me dijiste que no se lo permite ya sabes quien. —Contestó Potter.
—Pero si no es él, ni tampoco tú, no encuentro otra respuesta lógica.
—Tal vez deberías preguntarle al dios de las flechitas.
—Podría pero quien sabe si quiera hablar conmigo.
—Nada pierdes tratando.
. . .
EN LA OFICINA DEL VIEJO DIRECTOR, James Potter y Aegea Cronida esperaban sentados a Dumbledore frente a su escritorio. Una vez se dignó a aparecer, Albus llamó la atención de ambos mientras bajaba las escaleras que habían en lo que sería su biblioteca.
—Un gusto verlos por aquí, señor Potter y señorita Cronida. —Los saludó el anciano. —Iré directo al grano, pero primero que nada, ¿caramelos de limón?
Dumbledore les ofreció a ambos, pero ellos lo rechazaron.
—No, gracias, profesor. ¿Hicimos algo mal? —Preguntó Aegea impacientemente.
—Oh no, ustedes no. Yo los cité aquí para hacerles una propuesta para cuando salgan de Hogwarts.
—¿De trabajó? —Inquirió Potter.
—No tanto así, pero podría ser. —El director hizo una pausa para acariciar a su fénix, durante toda la conversación no de había quedado en un solo lugar, había deambulado por toda su oficina. Por lo cual, James y Aegea tenían que seguirlo para poder escuchar bien.
—Quiero que sean parte de la Orden del Fénix cuando salgan de Hogwarts.
Los rostros de ambos estudiantes expresaban confusión.
—¿La que? —Preguntaron al mismo tiempo.
—La Orden es una organización creada por mí para luchar contra el Innombrable y sus seguidores. No hay porqué tapar el sol con un dedo y ocultar lo que está pasando afuera.
Dumbledore les explicó en qué más consistía la Orden, además de otros miembros y a quienes reclutaría luego.
—Ya que saben más o menos todo, ¿qué dicen? ¿Sí o no?
James claramente no lo dudó, su respuesta inmediata fue un 'sí'. Luego se giró a ver a su novia, le dio un abrazo por los hombros y susurró:
—¿Gea? —Llamó su atención y ella lo vio directamente a los ojos. —Está bien si no quieres unirte.
—No, yo sí quiero. —Respondió en voz baja y luego más alto para que Dumbledore la escuchara. —Cuente conmigo.
El viejo mago les sonrió a ambos y después de una breve plática, los jóvenes se retiraron del lugar. James luego llevó a su novia a la sala común de los leones, lugar donde ya todos estaban acostumbrados a verla aunque no perteneciera a esa casa.
—¿Estás segura que quieres estar en la Orden? —Preguntó el de lentes una vez estuvieron solos frente a la chimenea. —No tienes porqué sentirte obligada a estar, es tu decisión. Además yo estaré ahí y nada te va a pasar.
Aegea sonrió y un leve sonrojo apareció en sus mejillas.
—No me uno porque Dumbledore me presionó, me uno porque quiero ir adónde sea que tu vayas, James.
Potter se quedó sin decir nada unos segundos, hasta que logró articular una oración.
—Eres de lo mejor que me ha pasado en la vida, Aegea. —James sonrió y acarició el rostro de su novia. —Y no quiero pasar mi vida con nadie más que no seas tú.
perdón por desaparecer, peeero ya entré de nuevo a clases. nuevo año escolar y cada vez se acerca más la universidad):
en fin, posiblemente escriba mucho este fin de semana, los leo,
nelly.