𝙐𝙣𝙙𝙚𝙧 𝙋𝙧𝙚𝙨𝙨𝙪𝙧𝙚...

By BananaLivie

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Estar bajo presión siempre fue mi forma de vida, la Universidad, la boda, el lazo, la relación con mi Omega... More

Aslan Golzine
Conferencia y encuentro con la libertad
Eiji Okumura
Fecha importante olvidada.
Olvido num. 2
Futuro
Enojo y sabor a libertad.
Cercanía y...
Compañía inesperada
Rumores
Quebrandose
Desastre

Prioridades

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By BananaLivie

Últimamente su vida era una locura, si antes lo era ahora aún más. Entre planes de la boda, trabajos finales y estar casi todo él día en la universidad era agotador. Estaba cansado, harto.

Llevaba así 5 meses y realmente sentía que no podía aguantarlo más, el cabello comenzaría a caersele del estrés, por la Luna que no sabía cómo sobrevivía aquello.

Caminaba tranquilamente al estacionamiento de la facultad, por fin había salido y estaba cargado de tareas. El fin de semana no podría descansar en absoluto. Cuando sintió su celular vibrar lo saco.

– Hola, qué tal? – respondió con una sonrisa.

Hola, hermoso. ¿Cómo saliste? – preguntó la voz del otro lado.

– Algo cansado, tengo mucha tarea aunque en realidad no quiero ir a casa. – confesó. Su padre estaba insoportable.

¿Quieres venir a la mía? Podemos hacer las tareas juntos, te hago un lugar en mi escritorio y podemos cenar juntos, hice de cenar yo, quizá te guste. – comentó feliz.

– Suena genial. Voy para allá. Pasaré por alguna botana. – propuso.

Perfecto, te espero. – la felicidad era palpable en su tono.

Colgó la llamada con una sonrisa, adoraba a aquel Omega, podía quitar todo su estrés con tan sólo una llamada. Fue cuando por segunda vez su celular sonó, quizá había olvidado algo.

–¿Si, lindura? – contesto.

Wow, estamos cariñosos. – dijo una voz nada parecida a la del Omega japonés – Cariño, ya saliste? Voy a... – cierto. La cita con Yut.

– Cariño, no podre. Disculpame, tengo un trabajo de contabilidad y entre unos compañeros lo haremos juntos en el departamento de Charlie. – invento una excusa rápido.

Ya veo... Mmm. Bueno, está bien. Ya será otro día. Cuídate. – contesto algo desanimado sentándose frente a su tocador. Ya estaba arreglado.

– En serio, perdón. Tengo que retirarme, te quiero. –

Te amo... Adiós. – respondió, hace días no veía a su Alfa.

– Adiós. – cuelga inmediatamente y se dirige a su auto. Algo en su interior le reclama lo que hace, es evidente porqué, está haciendo algo malo.

No puede evitarlo. Realmente prefiere ir con Eiji... Está cansado de la escuela, de estar en su casa, de hablar con Yut, de tener lidiar diariamente con sus compañeros, todo, está harto de todo.

Suspira cansado y maneja hacia un lugar donde sabe que se sentirá mucho mejor. Quizá este haciendo algo mal, pero no lo parece pues se siente muy bien.

El japonés lo recibe con una sonrisa abriendo la puerta cuando escucha a su auto llegar, le abraza impregnando su aroma en la ropa que trae puesta, no puede molestarle en absoluto. Entra y comienza a quitarse el abrigo y el saco, conoce ese lugar, a estado un par de veces allí cuando intenta mejorar su humor y pasarla bien dejando que su pecho se inunde de aquella sensación tan cálida.

Entran a la habitación y dejando sus cosas comienzan a hablar de sus días en la escuela, en casa o lo que sea que se les venga a la mente. Así es estar juntos, no tienen que forzarse a actuar, decir o esforzarse. Todo entre ellos fluye perfectamente.

Después de un rato bajan a comer algo.

– Cocinas delicioso. – halaga observando el precioso rostro.

– Mi comida sabe mejor a tu lado. – responde feliz, acaricia el dorso de la mano palida con cariño. Le agrada como avanza esto, lento pero seguro. Este Alfa le encanta. Es lo mejor que le ha pasado.

– Todo es mejor a tu lado. – agrega con una sonrisa encantadora.

– Concuerdo... –

Estar en la habitación haciendo tareas juntos y en cortos ratos platicando es cómodo para ambos, hacer los deberes nunca había sido tan ameno.

La luz natural va cayendo conforme el día se retira con delicadeza y la noche toma poderío. Aún así, ambos siguen en lo suyo.

Mi cabeza duele y mi cuerpo está tenso, ya me estrese demasiado por esto. Volteo hacia el Omega y este me sonríe ligero, es hermoso. Todo en él lo es. Su olor, su rostro, su personalidad... Su lobo lleva insistiendole días con algo que cree y este lo niega.

Enamorarse nunca fue su plan. No podría. No porque al Omega le faltasen cualidades, no porque le faltasen razones. Sino porque a él mismo le falta libertad y no puede tenerla.

Se está enamorando de una libertad que no le pertenece.

Pero el humano es impulsivo y tú lobo te domina cuando menos lo esperas, sin quererlo, aunque puede que algo en tu inconsciente, algo pequeño y traidor sí lo quisiera y fuese el causante de darle permiso.

Besa profundamente al Omega encima suyo. Siente su corazón explotar y su lobo moverse ansioso y feliz. Nunca había sentido dicha sensación, no quiere perderla nunca.
Acaricia la cintura y el pelinegro mueve su cadera encima de su entrepierna, suspira complacido, no puede detenerse. Los gemidos y respiración agitada del nipón le nublan la vista, mientras el olor fuerte a avellanas, manzanilla y lavanda le nublan la conciencia. No quiere detenerse.

Una punzada en su pecho llama su atención, el sentimiento no es claro y cuando intenta ahondar y descubrirlo, su lobo le llama y hace concentrar en el Omega.

Así que se dedica a besar su cuello y masajear su espalda, derrepente baja a sus piernas o suben a su pecho. Tan bello... Vuelven a besarse ansiosos, se siente muy duro, como jamás en su vida. El ardor le quema no sólo la entrepierna, sino que también su interior. Su corazón golpeteando emocionado, sus sentimientos emergiendo. No solamente desea la libertad, adora a la libertad. Sentir sus manos encima suyo es un regalo, su cuerpo es ligero y suave, sensual y caliente. Siente una erección en su estómago, sonríe complacido, no es el único en aquella situación.

Cuando las cosas están subiendo demasiado de nivel un toque ansioso en la puerta los hace saltar y separarse de golpe.

– ¡Eiji! Llegamos. Trajimos algo de cenar, debías bajar. – llama la voz de la hermana menor. El olor a Albaricoque rompe el encanto de la Lavanda creciente en un bosque donde la tierra mojada brilla deslumbra.

Se separan algo nerviosos mirándose, agradecen aquella enseñanza de no abrir la puerta sin tocar. Ríen ante la situación, se atreve y deja un dulce beso en la mejilla.

– Dis... – vuelve a ser él, pero el contrario lo calla.

– Está bien. Me gustó, quizá no era el momento y la madre Luna hizo de las suyas. No te preocupes. – besa la frente con cariño. Fue exquisito estar en aquellas con en Alfa rubio.

Y ahí está de nuevo la sensación, no entiende sus emociones internas.

Cuando el japonés actúa tan lindo con el su pecho se inunda de felicidad y paz, pero en un momento cambian abruptamente a algo que no comprende totalmente. ¿Es una advertencia? ¿Es su interior reclamándole el engaño?

– Bajemos, hay que cenar. A mis padres les encantara verte. – comenta sonrojado. – Nos pondré un poco de neutralizador para que no sospechen. – dice soltando algunas risas.

– Claro, no está en mis planes morir hoy. – los sonidos y gestos más hermosos siempre vienen de aquellos labios rosados, ahora ligeramente hinchados por tanto contactos.

Cenar en casa de los Okumura es su bendición poco usual, la familia le hace sentir en casa, bienvenido y tranquilo. No puede estar mejor.

Todos allí son habladores y risueños, desprenden la mejor energía que pudo experimentar. Son todo lo contrario a su "familia", los Okumura se tratan con respeto, piden tu opinión y te escuchan con atención. Desde que los conoció logro entender la razón de la dulzura del bello japonés que le regala su tiempo y cariño por montones.

Ellos no desconfían de él, incluso después de verles bajar juntos. Sabe que son inteligentes, pueden darse cuenta de lo que estuvieron haciendo pero no les dicen nada. En cambio parecen comprender y depositar su confianza en ambos. Como si supieran que su hijo es lo suficientemente responsable como para cuidarse y el Alfa para ser responsable de sus actos sin sobrepasar los límites.

Le agrada tener aquella confianza, aunque algo dentro de su conciencia le repite que no la merece.

Entra y evita a toda costa las preguntas o miradas curiosas de sus padres.

Sube a su habitación rápido, como si intentará correr para no romper el encanto. Para llegar y seguir teniendo la hermosa sensación en su pecho, esa que sólo el japonés le genera.

Diciembre 15

Sus labios, sus ojos, su presencia, su todo. No puedo sacarlo de mi cabeza, él está presente siempre.

Estar tan cerca suyo es un regalo, él es una divinidad. Con su sola energía llena cualquier lugar y hace florecer todo tipo de sensaciones y emociones.

Él realmente me gusta... Me fascina.

La libertad es demasiado poderosa, logra imponerse ante la obligación rutinaria y deshace las cadenas como si nunca hubiesen existido.

No hay marcas. No cuando el dibuja con sus labios dónde pronto saldrán flores gracias a qué ha plantado su amor en la tierra más profunda que encontró en mi alma.

...

🌓

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