𝐏𝐚𝐝𝐫𝐞𝐬 || ᴛʀ

By VirusSama

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Ken Ryuguji siente la necesidad de tener a alguien que lo cuide como él cuida a Mikey y a sus amigos. Satoru... More

🥢──𝐏𝐫𝐢𝐦𝐞𝐫 𝐀𝐜𝐭𝐨
🥢Uno
🥢Dos
🥢Tres
🥢Cuatro
🥢Cinco
🥢Seis
🥢 Siete
🥢Ocho
🥢Nueve
🥢Diez
🥢──𝐒𝐞𝐠𝐮𝐧𝐝𝐨 𝐀𝐜𝐭𝐨
🥢Once
🥢Doce
🥢Trece
🥢Catorce
🥢Quince
🥢Dieciséis
🥢Diecisiete
🥢Dieciocho
🥢 Diecinueve
🥢Veinte
🥢 Veintidós
🥢Veintitrés
🥢Veinticuatro
🥢Veinticinco
🥢──𝐓𝐞𝐫𝐜𝐞𝐫 𝐀𝐜𝐭𝐨
🥢Veintiséis
🥢Veintisiete
🥢 Veintisiete.02
🥢Veintiocho
🥢Veintinueve
🥢Treinta
🥢Treinta y uno
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🥢Treinta y tres
🥢 Treinta y cuatro
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🥢Treinta y seis
🥢Treinta y siete
🥢Treinta y siete.02
🥢Treinta y ocho
🥢Treinta y nueve
🥢Cuarenta
🥢Cuarenta y uno
🥢Cuarenta y dos
🥢Cuarenta y tres
🥢Cuarenta y cuatro
🥢Cuarenta y cuatro.02
🥢 Cuarenta y cinco
🥢 Cuarenta y seis
🥢 Cuarenta y siete
🥢 Cuarenta y ocho
🥢⎯⎯ 𝐅𝐢𝐧𝐚𝐥
🥢𝐄𝐗𝐓𝐑𝐀1

🥢Veintiuno

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By VirusSama

Capítulo 21: Festival.






     Cuando Satoru abrió la puerta de su hogar lo último que esperó es recibir a la menor de los Sano y a la novia de su perra. Ambas chicas entraron como si de su casa se tratara para ayudarlo a vestirse para la cita de ese día, ambas chicas admitieron saber sobre el enamoramiento de él hacia Draken y él, que no negó nada, dejó que ellas lo ayudaran.

—No sé por qué se esfuerzan tanto, él irá con lo mismo de siempre. — resta importancia con un pequeño puchero.

— ¡Entonces debes dar el ejemplo! — reta la rubia con un llamativo haori entre sus manos. — Tú vas a llegar y vas a decir; "BUM. Yo me arreglo, me produzco ¿y tú qué? Lo siento, pero no estás a mi altura." Y así es como él en próximas citas vestirá diferente y se la pensará dos veces.

—Dios empoderado, en simples palabras. — resume sin real interés. — Cuanto te apuesto a que Michi usará algo feo.

— ¡No le bajes los humos así! — regaña nuevamente la rubia quien le lanzó una de las tantas prendas a la cara.

Les dio algunos consejos como compensación, si, a ambas. Entre ambos ayudaron a Hina con el peinado, luego las dejó solas para ir a vestirse a su cuarto y cuando volvió pidió ayuda con su trenza. Por primera vez permitió que otro la arregle y esa fue Emma, que entre tarareos disfrutaba mucho arreglar a sus dos amigos.

El pelinegro pensó seriamente en llevarla, no lo veía mal, conocía a la pareja perfecta y a quien podría enganchar perfectamente con su chica favorita.

—Deberías ir. — invita fingiendo desinterés por andar mensajeándose con alguien en su teléfono, pero realmente estaba interesado en su respuesta.

— ¿Y arruinarles la cita doble? No quiero ser la quinta rueda, Sato-chan. — bromea la chica. Satoru supo identificar aquel tono, sabe con lo que sueña ella, su más profundo deseo de casarse y él no dudó en darse vuelta para mirarla ahora a ella. — ¿Eh? ¿Sato-chan?

—Umh... El azul te quedará muy bien. — el pelinegro la empujó hasta la habitación de sus madres para buscar un kimono azul que no tardó en pasarle. — Cuando termines avísame, con Hina-chan te peinaremos y maquillaremos.

Tardaron un poco más, pero gracias a que eran más manos las que ayudaban pudieron terminar de arreglarse los 3, estaban orgullosos de su trabajo, las chicas vestían hermosos yukatas que se lucían de forma perfecta sobre sus cuerpos y él pudo vestir decente para la ocasión gracias al haori gris y negro sobre su ropa. Cuando salieron de la casa del varón le comentó a la rubia que le consiguió una cita y ella estuvo en todo momento demasiado insistente con la persona misteriosa.

El chico no tardó en guiar el grupo hacia donde sería el festival, liderando para proteger a las chicas en caso de algún contratiempo en su territorio y siempre yendo por lugares iluminados y transitados, pero al instante esa guardia disminuyó apenas unos pasos de llegar al lugar acordado.

Los nervios tardíos.

— ¡Sato-chan! ¡Avanza! — exigió la rubia detrás de él.

La escena era graciosa, dos pequeñas y adorables chicas empujaban el enorme cuerpo del pelinegro para que avanzara. Literalmente lo estaban arrastrando para que avance y se vio obligado a hacerlo cuando sus ojos chocaron con otros más oscuros que brillaron al verlo. Pronto los otros dos varones que llegaron antes se giraron para ver a sus citas y todos se sorprendieron por la sexta presencia de la noche.

Nadie excepto uno la conocía. Alta, hermoso cabello castaño, mirada feroz y esbelta cual modelo sin serlo. Se acercó al grupo apenas identificó al conocido que la invitó esa bella noche, Emma sintió sus mejillas calentarse cuando cruzó miradas con su supuesta cita y su corazón tembló por la pequeña sonrisa que le dedicó.

Chicos, quiero presentarles a Yuzuha Shiba, una amiga de capoeira. — presenta con una amplia sonrisa, giró su vista a la nueva persona para ahora presentar a sus amigos. — Yuzu, ellos son Michi, Ken, Emma-chan y Hina-chan.

—Hola a todos. — saluda con una pequeña reverencia. Draken iba a protestar algo cuando es interrumpido por su cita.

— ¡¡Wahh!! ¡¿Esas son manzanas caramelizadas?! 

El pelinegro escandalizó aquel dulce y no tardó en arrastrar al rubio hacia este quien se quejó por sus jalones. Las otras dos parejas los alcanzaron para también comprarse ese dulce, pero cuando voltearon los más altos ya se habían alejado para ver otros puestos. Era la primera vez de Satoru en un festival, le emocionaba demasiado los hermosos colores y la emoción en el lugar, esas actitudes provocaron que el corazón de Ken se derrita por verlo tan feliz. 

Cada quien disfrutaba con su cita a su manera, las dos chicas disfrutaban hablando para conocer más a la otra, el rubio intentaba impresionar a su chica ganando algún premio y siendo estafado en el proceso, mientras que los más altos ignoraban estos conociendo la gran estafa de los juegos.

— ¿Y esa sombrilla? ¿Planeas bailar? — se burla el Sadao cuando notó la sombrilla del otro colgando en su muñeca.

— ¿Ah? ¿Quieres que te mate? — amenaza cabreado. — Está pronosticado lluvia, luego no te quiero lloriqueando porque te termines mojando.

—Que malo eres, podemos compartir la sombrilla. 

—Olvídalo.

Su riña se vio interrumpida por otro puesto de comida, esta vez algodones de azúcar y palomitas. Compartieron de esos dulces entre ambos mientras caminaban viendo los diferentes puestos, cosas pequeñas que no planeaban comprar por el exagerado precio en los productos, todo ahí pintaba a estafa y, a diferencia de los puestos en los que si gastaron su dinero, los demás pintaban estafa en letras muy grandes. 

Mejor temprano que tarde pequeñas gotas comenzaron a caer del cielo en una escala que fue aumentando de velocidad hasta ser una fuerte llovizna. El rubio se burlaba de su cita con una amplia sonrisa que decía "te lo dije", el otro se quejó con los dioses en el cielo, aunque no duró mucho porque se metió debajo del paraguas en busca de refugio.

— ¡Deja de empujar! ¡No entramos los dos, tonto!

Ambos comenzaron a forcejear debajo del paraguas hasta que quedaron semi enfrentados. Sus ojos se encontraron muy cerca del otro, sus respiraciones se agitaron al igual que sus corazones y un mismo sentimiento golpeaba con fuerza sus sentidos. Sus gargantas se secaron, sabían que hacer, pero tenían miedo.

Miedo a descubrir aquello que los atormenta desde niños. Pueden pensar luego en el "qué dirán", pero algo más importante es "¿qué pasará luego de hacerlo?". Tenían miedo de que las cosas sean diferentes entre ambos.

Les dolería demasiado perder al otro. 

Todo a su alrededor dejó de ser importante al cabo de unos segundos, cuando sus pensamientos se apagaron nada importó, cuando Satoru lo tomó por su playera para atraerlo más hacia él y juntar al fin sus labios en aquel tan anhelado beso tampoco importó una mierda porque se sentía malditamente bien.

Ese beso definió todo, los sentimientos de ambos explotaron finalmente en ese pequeño contacto. Lo rompieron para empezar uno más salvaje donde sus bocas encontraron el ángulo perfecto en el cual encajar y sus lenguas se pusieron traviesas al conocer a la otra. Ambos cuerpos borraron la distancia que los separaba, parecía no ser suficiente porque sus manos abrazaban la espalda contraria para tener un contacto más estrecho.

Juntaron sus frentes cuando el mágico momento llegó a su fin por el aire. Sus respiraciones estaban muy agitadas, pero las risas llegaron al igual que la felicidad.

—Te amo... Ken. — confiesa muy avergonzado el pelinegro.

—Te amo, Satoru. — confiesa con una enorme sonrisa en su rostro y terribles ganas de llorar.

No se limitaron a un tercer beso, tampoco a un cuarto y al quinto decidieron que era buen momento acabar eso en la casa del pelinegro. Necesitaban con urgencia privacidad, hablar seriamente aquello y arriesgarse al cambio, pero no había miedo, solamente ansiedad por llegar rápido para seguir sintiendo esa hermosa sensación que arrasó con ellos esa noche.

Como nadie se encontraba cerca se permitieron ir de la mano hasta el estacionamiento, ambas manos sostenían el paraguas y se daban pequeños empujones para mojar al otro, aunque ya lo estaban un poco.

—Quédate quieto. — ordena entre pequeñas risas.

—Owh, nos mojaremos de todos modos en la moto. — bromea con un último caderazo que el otro esquivó para envolver sus brazos alrededor de su cintura y robarle un salvaje beso. — ¡Mhm! 

—Ahora va a ser imposible estar lejos de ti o contenerme. — confiesa muy cerca de sus labios. — Pero.... Me gusta, se siente muy bien.

—Si, se siente bien...

Ambos chicos se tuvieron que separar de golpe al sentir una presencia a sus costados, cuando lo vieron tuvieron diferentes expresiones, pero la molestia fue contagiosa. Frente a ellos Peyan los miraba con absoluto odio, unos ojos que no ignoraron y que se prepararon para lo peor.

—Peyan ¿Qué es lo que quieres? — pregunta serio Draken, aunque sabe lo que quiere. Suspiró, le dejó el paraguas al pelinegro y caminó hacia el castaño decidido. — No me voy a contener, pero dejaré que tu empieces.

—¡KEN, DETRÁS DE TI! 

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