Mi cabeza era una montaña rusa de emociones y el más difícil crucigrama de ideas.
Una parte de mí me gritaba que debía cortar por lo sano con Jax. Que todo esto había ido demasiado lejos cuando sabía que el final no tenía un punto y aparte.
Era un punto y final.
Todo eran señales de que había escogido mal y que saldría herida.
Y por otro lado...
Obviamente tenía un punto y final. Cuando yo me fuese.
Volvería a casa, a la universidad, y sería él quien quedase atrás, en Italia, en Europa.
Y mierda. Era difícil decir que no cuando todo en mí gritaba que sí cuando se trataba de él.
Como si supiera lo mal que lo estaba pasando, a pesar de estar tirada en la playa en una toalla tomando el sol, mi teléfono se iluminó y vibró con un mensaje de mi mejor amiga.
ISABELLA: ¿Cómo va todo?
Sonreí a la pantalla.
Ella parecía saber que la necesitaba siempre que eso sucedía.
Tecleé una respuesta rápida y desahogada en la que le decía lo que había pasado pero... la borré al instante.
No podía.
Quizás debí haberle dicho a Isabella en un primer momento lo que pasaba. Ella era mi mejor amiga y nunca me juzgaría, pero no lo hice y ya era tarde.
Y ahora estaba sola con mis sentimientos.
OLIVIA: Tomando el Sol.
Moví la cabeza a un lado de la toalla, hacia Chiara. Ella dormía plácidamente bajo el sol tras una buena dosis de crema protectora para que no se quemara más. Mientras yo fui la primera en volverme como un cangrejo por la ausencia de vitamina C en mi piel durante tantos años, había aprendido una valiosa lección y mi cuerpo estaba untado en crema constantemente.
Ahora la que se quemaba era ella.
ISABELLA: ¿Te enteraste de las últimas noticias? Creo que Ezra y Heeijin están liados de nuevo.
De alguna forma ni siquiera me sorprendió. El idiota de Ezra el baboso era un estúpido, pero entendí que todos podíamos aprender y cambiar de mis errores. Y nuestra amiga había visto una cosa especial en él que los demás no apreciábamos.
Solo esperaba que no se equivocase.
OLIVIA: ¿Y tú?
ISABELLA: Carla y su hermanastro seguro que también están liados.
No me molesté en contener la sonrisa que nadie vería.
Isabella estaba evitando el tema.
OLIVIA: ¿Y mi mejor amiga?
ISABELLA: Más sola que unas castañuelas.
OLIVIA: Me tienes a mí.
ISABELLA: Pero muy lejos.
OLIVIA: Solo dos semanas más.
Echaba mucho de menos a mis amigas y a mi tía, aunque sospechaba que una parte de mi corazón se quedaría en Italia para siempre. Chiara y Angelo se habían convertido en mis amigos, no solo Jax. Y la Nonna, Gaia y Sofía.
Conocer gente nueva tenía sus partes buenas, las que más... pero debías soportar el peso de decir adiós.
Mi teléfono volvió a vibrar y pensé que sería Isabella con una nueva respuesta dramática, pero me equivocaba.
Era Jax.
JAX: Tengo la noche libre, ¿te apetecería cenar conmigo, piojosa?
Me quedé mirando el mensaje con los labios apretados y lo que probablemente era una expresión agria en la cara.
Después de que mi corazón sufriese el último tortazo tras escuchar a Jax decir que no tenía novias de nuevo, había estado evitándole.
No del todo, porque vivíamos en la misma casa... y porque seguía sin poder alejarme de él, decidiendo si merecía la pena continuar con lo que teníamos.
Al fin y al cabo, solo me quedaban unos días en Roma.
Mi teléfono volvió a vibrar.
JAX: Te estoy viendo en línea. ¿Estás ignorándome?
Mi expresión se relajó por unos segundos, dando paso a una pequeña sonrisa suave. Casi podía imaginarlo observando la pantalla con su ceño fruncido.
PIOJOSA: Puede.
JAX: ¿Qué puedo hacer para que aceptes?
Cuando no contesté pero me mantuve en línea, él volvió a escribir.
JAX: Te invito a una pizza. O lasaña. Lo qué prefieras 😉
Añadió un emoji guiñando el ojo, lo que me dejó pensando si era una invitación de verdad a cenar o con la mención de la lasaña se refería a volver a hacer... cosas.
Sabía que le importaba. Éramos amigos por encima de todo, pero no podía evitar pensar si en cierta parte solo accedía a acostarse conmigo por placer y nada más. Si eso sería más importante para él que nuestra amistad.
—¿Y esa cara de preocupación?
Bajé el teléfono móvil de delante del rostro para poder girarme hacia Chiara. No me había dado cuenta de que ya no dormía. En su lugar estaba apoyada en la toalla, mirándome con los ojos entrecerrados por el sol.
Volví a observar la pantalla, notando que Jax estaba otra vez escribiendo. Bloqueé el teléfono y lo guardé antes de que la tentación me ganase.
—Mis amigas —mentí—. Las echo de menos.
En realidad era una mentira a medias, porque sí que las extrañaba. Sin embargo no era eso lo que me preocupaba, y estaba bastante segura de que Chiara se había dado cuenta.
Ella asintió despacio y se incorporó un poco más sobre la toalla hasta quedar completamente sentada, a mi lado.
—Vuelves en dos semanas, ¿verdad? —Asentí y ella torció los labios hacia abajo—. Es una pena, te echaré de menos.
Eso me enterneció. Apenas nos conocíamos de un verano, y al principio lo cierto es que no pensé en ella como una amiga, sino todo lo contrario... pero me sorprendió su actitud y cercanía.
—Empiezo la universidad, así que no puedo alargarlo más.
—¿Qué vas a estudiar?
Sabía que ella cursaría diseño, y me dio envidia lo claro que lo tenía.
Justo como yo hasta unos meses atrás, cuando me di cuenta de que no valía para maestra.
Y que los niños me odiaban.
—No tengo ni idea —confesé.
Envolví las piernas entre los brazos y me quedé mirando las olas romper, a lo lejos. A pesar de la gente, las voces y los gritos, era relajante notar cómo el mar se hacía oír por encima de todo aquello.
—¿Y no has pensado en tomarte un año sabático o probar otras cosas, a ver qué tal? —Propuso Chiara.
—En realidad planeaba descubrirlo durante mi primer año, aunque... —Dejé la frase en el aire, sin poder acabarla—. No sé. Me dejaré llevar.
Si le decía a mi tía que me tomaba un año sabático probablemente pondría el grito en el cielo, pero lo entendería. Aún así no quería poner una pausa de un año a mi vida. Lo que me entristecía era no tener decidido todavía qué hacer.
Y en parte estaba preocupada. ¿Y si empezaba a estudiar algo que luego no me gustase, y perdía años de mi vida así?
—Hazlo mientras seas joven —me aseguró Chiara, sonando como una abuela en lugar de una chica de dieciocho.
Nos miramos y las dos comenzamos a reír a la vez.
Chiara quizás no fuese Isabella, ni Heeijin, ni Carla... Pero era lo más cercano a una amiga que tenía aquí.
Y como tal, no tardó en volver al tema inicial de la conversación. Su mirada se volvió más seria y se inclinó hacia delante antes de hablar.
—Ahora en serio, ¿qué te ocurre? Llevas callada toda la mañana. Demasiado callada para ser tú.
Aunque dijo lo último con un tono de broma, noté como mis labios se apretaban con nerviosismo.
No le había contado a absolutamente nadie que había vuelto a acostarme con Jax, lo que significaba que tampoco podía desahogar en aquel momento por lo que estaba pasando. Y lo necesitaba tanto...
Sabía que tarde o temprano acabaría por decírselo a Isabella, era mi mejor amiga, pero no me sentía preparado aún. Quizás porque ella me diría la verdad: había metido la pata hasta el fondo.
Como si me leyese la mente, Chiara gimió.
—Por favor, no me digas que es por el idiota de Jax...
La observé con los labios todavía apretados. ¿Se enfadaría conmigo? Ella tuvo también algo con él.
—Está bien, no te lo digo —respondí con el mismo tono de broma que ella había usado segundos antes.
Nuestras miradas se quedaron unidas durante largos segundos, hasta que finalmente ella suspiró, pero en lugar de enfadarse me tendió una mano, tomando la mía y enlazando nuestros dedos.
Me estaba dando su apoyo.
—¿Qué ha hecho ahora?
—¿Por qué asumes que ha sido él, y no yo?
Sus cejas se alzaron con una sonrisa cordial.
—Porque sé lo que pasó antes del verano, y también que habéis vuelto a enrollaros.
Mis ojos se abrieron e intenté apartar la mano, pero ella me sujetó con fuerza impidiendo que la quitara. Tragué saliva, pensando que había sido del todo atrapada.
—¿Cómo te has dado cuenta?
Su risa cantarina resonó durante unos segundos por encima de las olas.
—Por favor, hay que estar ciego para no hacerlo. Lo que no entiendo es cómo os podéis pensar que nadie más lo sabe...
Entonces éramos más obvios de lo que pensaba...
Durante un instante pensé en cambiar el tema de conversación, pero Chiara insistió en que hablara con ella, y yo necesitaba de verdad alguien en quien confiar.
Así que acabé contándole todo sobre nuestros encuentros secretos, el pacto de disfrutar mientras las vacaciones durasen, cómo me había emocionado... y lo último que le escuché decir a Angelo.
Chiara permaneció callada mientras hablaba, asintiendo en los momentos correctos y cambiando la expresión de su mirada cuando el relato lo requería. Era muy buena oyente. Podía sentirme entendida.
Cuando terminé estuvo un rato más pensativa, hasta que finalmente dijo:
—Jax no es muy bueno ni con los sentimientos, ni con las palabras. No creo que quisiese decir lo que piensas.
—¿Qué estamos perdiendo el tiempo porque jamás querrá salir conmigo?
Negó con la cabeza, dándome una sonrisa triste.
—No lo sabrás si no se lo preguntas, Olivia.
—¿Debería hablar con él?
—En realidad creo que los dos debéis hablar. Sé que defendéis ser amigos, pero hasta las mejores amistades se rompen si no hay comunicación. Te lo digo por experiencia.
Su mirada se volvió sombría un momento. Pensé en preguntarle, porque hubo un rayo de tristeza que asoló su mirada viva y aguda, pero antes de que pudiera hacerlo, volvió a sonreír. Le llegó a los ojos y fue tan deprisa que me sorprendió.
—¿Y si vamos a comer? —Propuso—. Me muero de hambre.
Y sin más se alejó, rompiendo el momento de intimidad que habíamos creado, tan solo para volverse y añadir:
—Se me ocurre el sitio perfecto.
*****
JAX: ¿Estás enfadada conmigo?
Tecleé un rápido "no" como respuesta mientras el camarero llegaba para pedirnos nota. El magnífico sitio donde Chiara había propuesto comer era, como no, el restaurante donde trabajaba Jax.
Debería haber dicho que no, principalmente porque empezaba a gastar gran parte de mis ahorros que tanto me había costado conseguir para la universidad y para un coche, pero... me quedaban pocos días en Italia, y estaba completamente segura de lo mucho que extrañaría la comida.
—Para mí una pizza margarita y una coca cola zero, por favor —pidió ella sin mirar la carta.
—Una lasaña y vino blanco —añadí sin tampoco echar una ojeada.
En realidad nos sabíamos el menú de memoria. No me molestaré en ocultarlo y tampoco me avergonzaré.
Quizás de pedir siempre lasaña, puede. ¡Pero es que estaba realmente rica!
El chico, que era el mismo del día en el que Jax mandó un plato de pollo después de que yo insistiera en la pizza con piña para molestarle, nos guiñó un ojo y dio media vuelta hacia la cocina. Ahí aproveché para enseñarle a Chiara los mensajes que Jax me había enviado.
Por obra y gracia del destino la puerta de la cocina se había abierto mientras pasábamos por el interior del local para subir a la terraza, donde siempre tenían una mesa para nosotros, y mis ojos coincidieron con los de Jax durante unos segundos.
—Yo creo que deberías aceptar la invitación.
Aparté la pantalla de ella y bloqueé nuevamente el teléfono. Había insistido de nuevo en quedar por la noche para cenar, y aunque no tenía planes y en el fondo me apetecía muchísimo pasar tiempo a su lado, una parte de mí gritaba que primero debíamos dejar ciertas cosas claras.
—No sé... ¿quizás deberíamos hablar primero?
—Para hablar tendrás tiempo mañana. Tú acepta quedar con él.
La forma tan directa en la que dijo aquello, junto con su anterior consejo en la playa, me hizo fruncir el ceño.
Algo me decía que Chiara escondía un secreto.
—O no —añadió rápidamente al ver mi expresión—. Depende de ti.
Vale, ahora estaba completamente segura.
El camarero regresó con nuestras bebidas y aproveché para pegarle un trago a mi copa de vino blanco mientras observaba de reojo a Chiara, que prácticamente vació la mitad de su coca cola de un sorbo.
—Entonces... ¿hablarás con él para aclarar como te sientes?
El cambio de tema era bastante notorio. Tomé otro pequeño sorbo y posé la copa, con los dedos enroscados sobre el frío vidrio, como si pudiesen calmarme.
—Todavía no sé que quiero hacer —confesé.
—En serio, Olivia... Necesitáis aclarar las cosas. Es obvio que tú quieres algo más que un rollo de verano, y no sabes por qué él dijo eso.
Sacudí con cuidado la cabeza.
—Te equivocas, sí lo sé. Jax ha dejado claro desde el momento cero que no tiene novias. Que jamás las tendrá. Y yo siempre supe que no podría romper esa regla...
Y que estaba dispuesta a nadar entre los restos que él me dejase, aunque eso supusiese perder la dignidad. Ya tendría tiempo de recuperarla una vez regresara a casa, aunque eso significase dolor.
En realidad, estaba bastante segura de haber tomado ya una decisión: la misma del principio, disfrutar mientras durase.
¿Era masoquista? Lo más probable.
Quizás debía probar el sado.
Decidí que yo también debía cambiar de tema.
—¿Qué te pasó?
La cabeza de Chiara se ladeó, sin comprender.
—¿A qué te refieres?
—Dijiste que sabías por experiencia el daño que hacía no comunicarse. ¿Qué sucedió?
Apretó los labios y la suavidad en su mirada se perdió. Durante unos largos segundos dejó de mirarme, con los ojos perdidos en una esquina de la mesa.
Había tocado un tema sensible.
Pero ella me importaba, y no era solo curiosidad. Saber que algo la perturbaba, en cierta parte, creaba en mí sentimiento de preocupación.
Al final suspiró y volvió a mirarme, con una sonrisa forzada en los ojos que supe reconocer con rapidez.
—El resumen rápido sería cómo me quedé sin amigas porque una de ellas dijo que era una zorra que las ponía verde por detrás.
Wow.
—¿Y el detallado?
—La zorra era quien esparció el rumor, pero nunca llegué a aclararlo. Y mi grupo me dejó sola.
Uff...
Fui incapaz de imaginarme a cualquiera de mis amigas haciendo eso mismo. Estábamos muy unidas, y sabía que dolería muchísimo. Fuera quien fuese.
—Lo siento —dije con sinceridad.
Chiara se encogió de hombros, pero en su expresión podáis notar que le molestaba.
—Yo también... pero pienso que si tampoco se molestaron en hablar conmigo, es que no eran tan buenas amigas. Confiaron más en las palabras de ella que en las mías.
—Aún así... Lo siento. Imagino que debiste sentirte muy mal.
—Por eso venir aquí en verano me encanta. Angelo y Jax son mis amigos de toda la vida, y pase lo que pase entre nosotros, siempre mantenemos esa amistad.
Volví a pensar en mis amigas. Nos separaríamos durante estos años universitarios, pero estaba segura al cien por cien de que seguiríamos quedando y viviendo aventuras. No había habido ni un solo día en el que no hubiésemos hablado. Aunque para temas importantes preferíamos decírnoslo siempre en persona.
Chiara se inclinó hacia el frente y tomó aire profundamente antes de continuar.
—En realidad mi amiga, la zorra... era algo más que mi amiga. Pero se enfadó porque no quise formalizar las cosas. Y creo que esa fue su forma de vengase.
Estiré el brazo por encima de la mesa hasta que mi mano alcanzó la suya y la tomé. Los ojos de Chiara se agrandaron y buscaron los míos.
—No debió hacerlo.
—En parte la entiendo, ¿sabes? La hice daño. Y si no lo formalicé fue porque... tenía miedo al que dirían. Vivo en un pueblo pequeño, ¿sabes? Como este. Y nadie sabe que también me gustan las chicas.
No podía entenderla del todo porque jamás había vivido algo así, pero sí tratar de hacerlo. Mi mejor amiga se fijaba en las personas, no en su género, y sabía lo mucho que también le costaba abrirse. Los cotilleos, la gente que no respetaba... Podía ser difícil, y quienes sufrían eran ellas.
La pantalla de mi teléfono se iluminó con un nuevo mensaje. Pude leer el nombre de Jax en ella, y al alzar los ojos hacia Chiara me di cuenta de que ella también lo hizo.
—Tengo que ir al baño —me disculpé, echando la silla hacia atrás para ponerme de pies, separándome de ella.
Chiara asintió y vi cómo tomaba su propio teléfono mientras pasaba a su lado para salir de la terraza y bajar al primer piso, donde estaban los servicios.
Pasé cerca de un camarero al que hice tropezar con una bandeja llena de platos de macarrones, y que me lanzó una mirada enfadada. Me disculpé sabiendo lo molesto que era por mi trabajo en la central del pollo frito y aceleré el paso hasta el servicio. Tropecé también con nuestro camarero de la que regresaba a la cocina, saludándole con otra sonrisa. Al menos él era agradable. Incluso me guiñó un ojo.
Luego llegué al servicio mientras una chica salía de él y me planté delante del espejo.
Podía observar con claridad mi reflejo. El pelo negro un poco seco por culpa del agua marina y los rayos del sol, aunque se me rizaba levemente en las puntas y eso me encantaba. La cantidad de pecas de mi rostro había crecido notablemente durante el verano, y aunque estaba un poco morena no había nada del envidiable color que Jax, Angelo o Isabella disfrutaban.
Tenía restos de arena cerca de la oreja por no haber pasado por la ducha antes de ir a comer, y debajo de mi vestido veraniego asomaba el tirante oscuro de mi biquini.
Y lo que más me preocupaba, era la mirada de "Chiara tiene razón y debes hablar con Jax" que mis ojos me devolvían.
Como dije antes, no puedes mentirte a ti misma... porque conoces la verdad.
Me incliné para echar un poco de agua en mi rostro, pero mientras yo hacía el ademán la puerta del servicio se abrió. Estaba a punto de gritar que estaba ocupado, ya que era de uso único, cuando me di cuenta de quién se trataba.
—¿Jax? —Pregunté totalmente confusa.
Su sonrisa traviesa provocó aleteos en las mariposas de mi estómago.
—¿Me extrañabas, piojosa?
Y cerró la puerta tras él.
¡Feliz sábado, familia de wattpad!
Con el ritmo de vida actual he estado escribiendo los caps prácticamente para subirlos, pero ahora puedo decir que de aquí al 40 están escritos ^^
Si todo va según lo planeado (¿lo dudo? Obvio), serán unos 44 caps, como el anterior.
He de confesaros algo: dije que no a sacar la primera parte de la novela (no fijo, solo un quizás) en físico porque aún no la quiero sacar. No sin tener el punto y final de la historia.
Y también porque al sacar libros con editorial tradicional tienes que darle los derechos a la editorial. Ellos suelen decidir quitarlo de wattpad. Y yo no quiero. Me gustaría dejarla. Por eso aún no quiero quitarla.
Ojalá los autores podamos tener algún día más opciones en nuestras novelas. Porque aceptamos por poder verla hecha realidad en físico, no dinero. Os aseguro que gano más por dos meses de trabajo de maestra aquí en Cantabria que por un libro publicado.
¡Y pronto veremos más de nuestros chicos!
Gracias por todo vuestro apoyo!! Subo tiktoks sobre ella y jamás pensé que gustaría.... me sigue emocionando cada día T-T
Un abrazo,
Andrea :)
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