La Biblia de los Bastardos

By theravenmoon_

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Un demonio que busca su muerte. Un ángel que solo quiere darle color a su monótona vida. Donde el pecado y l... More

𝔈𝔵𝔬𝔯𝔡𝔦𝔬
𝔈𝔰𝔭𝔦𝔰𝔱𝔬𝔩𝔞 𝔞 𝔩𝔬𝔰 𝔣𝔯𝔞𝔤𝔦𝔩𝔢𝔰
𝔘𝔫 𝔰𝔞𝔩𝔪𝔬 𝔞 𝔩𝔬𝔰 𝔡𝔢𝔰𝔡𝔦𝔠𝔥𝔞𝔡𝔬𝔰
𝔘𝔫𝔞 𝔞𝔩𝔞𝔟𝔞𝔫𝔷𝔞 𝔞 𝔮𝔲𝔦𝔢𝔫𝔢𝔰 𝔢𝔰𝔠𝔲𝔠𝔥𝔞𝔫
ℭ𝔞𝔫𝔱𝔬𝔰 𝔡𝔢 𝔮𝔲𝔦𝔢𝔫 𝔰𝔦𝔢𝔫𝔱𝔢
† 𝔓𝔯𝔬𝔪𝔬 𝔳𝔦𝔡𝔢𝔬 †
𝔈𝔩 𝔭𝔞𝔯𝔞𝔧𝔢 𝔡𝔢𝔩 𝔡𝔢𝔪𝔬𝔫𝔦𝔬
𝔈𝔩 𝔭𝔯𝔬𝔳𝔢𝔯𝔟𝔦𝔬 𝔡𝔢 𝔩𝔬𝔰 𝔦𝔫𝔣𝔢𝔩𝔦𝔠𝔢𝔰
𝔒𝔯𝔞𝔠𝔦𝔬𝔫 𝔞 𝔩𝔬𝔰 𝔭𝔢𝔯𝔡𝔦𝔡𝔬𝔰
𝔈𝔭𝔦𝔰𝔱𝔬𝔩𝔞 𝔞 𝔩𝔬𝔰 𝔞𝔪𝔞𝔫𝔱𝔢𝔰
𝔄𝔪𝔬𝔯 𝔡𝔢𝔩 𝔪𝔞𝔰 𝔰𝔞𝔟𝔦𝔬
𝔏𝔞 𝔞𝔩𝔞𝔟𝔞𝔫𝔷𝔞 𝔡𝔢𝔩 𝔡𝔢𝔪𝔬𝔫𝔦𝔬
𝔈𝔩 𝔓𝔯𝔦𝔫𝔠𝔦𝔭𝔢 𝔡𝔢 𝔩𝔞 𝔈𝔫𝔳𝔦𝔡𝔦𝔞
𝔏𝔞 𝔈𝔩𝔢𝔤𝔦𝔞 𝔡𝔢 𝔩𝔞 𝔅𝔯𝔲𝔧𝔞
𝔏𝔞 𝔢𝔤𝔩𝔬𝔤𝔞 𝔡𝔢𝔩 𝔠𝔯𝔢𝔶𝔢𝔫𝔱𝔢
𝔈𝔭𝔦𝔰𝔱𝔬𝔩𝔞 𝔞 𝔩𝔬𝔰 𝔅𝔞𝔰𝔱𝔞𝔯𝔡𝔬𝔰
𝔘𝔫𝔞 𝔠𝔞𝔯𝔱𝔞 𝔞 𝔩𝔬𝔰 𝔦𝔫𝔤𝔢𝔫𝔲𝔬𝔰
𝔈𝔩 𝔞𝔪𝔬𝔯 𝔡𝔢 𝔲𝔫 𝔡𝔢𝔪𝔬𝔫𝔦𝔬
𝔘𝔫 𝔭𝔬𝔢𝔪𝔞 𝔡𝔢 𝔦𝔯𝔞 𝔶 𝔱𝔯𝔦𝔰𝔱𝔢𝔷𝔞

𝔈𝔩 𝔰𝔞𝔠𝔯𝔞𝔪𝔢𝔫𝔱𝔬 𝔡𝔢 𝔩𝔬𝔰 𝔦𝔪𝔭𝔲𝔯𝔬𝔰

998 108 331
By theravenmoon_

Capítulo dedicado a Alyekstylson28 aidansupremcy_18sofi_tami_1526lfrxda_kcAlitta116LiFaDi25 tamihoran28 Mariana_BooBearwolfiebee_28byktherine

Capítulo XIII

El Sacramento de los impuros


A lo largo de su existencia, Zayn conoció a numerosas personas, mundanos por supuesto. Pensaba en cuando no tenía nada; sin hogar, sin familia, sin vida. Merodeando por un mundo que lo despreciaba, conociendo a personas que tiempo después lo abandonarían vociferando un par de palabras de repudio, al final siempre era igual, al final siempre terminaba solo y lamentando su existencia, anhelando poder morir, viendo cómo aquella hermosa dama le mostraba la guadaña de cerca solo para alejársela y luego mofarse de él. Exponiendo esa maravillosa crueldad tan propia de la muerte.

El Príncipe había notado el cómo Louis salió prácticamente corriendo del Palacio Real, y si llevaba una mirada perdida, aterrada y dolida no le mencionó nada, y si llevaba finas lágrimas cayendo por sus mejillas, tampoco dijo nada. Lo miró marcharse desesperado y trató febrilmente de ignorar las nubes rojas que teñían el cielo, y los escandalosos truenos negros que el demonio de ojos azules dejaba atrás sin darle la más mínima importancia. Supo a donde iría, por supuesto, solo podía ir con alguien en un momento tan sensible para él. Zayn mentiría si dijera que el saber aquello no instalaba un ardiente y pesado magma en su ser, pero aquello era parte de él, su naturaleza, la envidia lo carcomería hasta que no quedara nada, ya estaba acostumbrado.

Porque Zayn era un Príncipe sin corona, un monarca sin trono, o al menos así se sentía. Él no estaba destinado a encontrar un amor eterno como Louis, tampoco estaba destinado a poseer una familia como Lucifer, o una compañera leal como Azazel, Zayn no era un protagonista en su historia, él era en todas sus letras, un observador.

Un cuervo que admiraba al tiempo llevarse las vidas de aquellos a su alrededor ignorándolo por completo a él.

Mientras recorría los alrededores del majestuoso Palacio, no podía evitar pensar en cómo una situación tan simple como correr hacia un alguien especial cuando algo te lastima y saber que al llegar con ese alguien ya todo estaría bien podía dolerle tanto a alguien como Zayn, porque era obvio que él jamás iba a tener algo como eso.

Levantó la mirada cuando escuchó extraños ruidos como gruñidos y zarpazos, se dio cuenta que había caminado hasta uno de los tantos jardines del Palacio, donde una pequeña manada de demonios kahayas se encontraban destruyendo unos rosales infernales.

-¿Pero qué...?- se interrumpió a sí mismo, frunció el ceño mirando a todos lados con confusión.

Descubrió a Beliar recostada en una de las paredes de ladrillo, la capa de un color naranja realmente oscuro le cubría los ojos pero Zayn podía suponer que se encontraba dormida -más bien, fingiendo estar dormida- sus largas piernas cubiertas por largas medias negras estaban cruzadas, al igual que sus brazos los cuales usaba para apoyar su cabeza. El Príncipe se acercó a ella con molestia.

-Ejem...- no recibió respuesta -¡Ejem!

Beliar murmuró algo inentendible mientras destapaba un poco la capa de su rostro, una mirada ámbar lo observó de reojo.

-¿Qué quieres, basura?- su voz resonó adormilada, era una voz suave pero autoritaria. Un ligero tic se hizo presente en uno de los ojos de Zayn al escucharla.

-Beliar- murmuró rechinando un poco los dientes.

Entonces la mujer destapó por completo su rostro, mirando al Príncipe con sorpresa e incomodidad, fingidas claro.

-Ay por Dios, como lo siento, no sabía que era usted Príncipe, yo jamás le hablaría así a un ser de su alcurnia, no me lo tome a mal por favor, tenga piedad- la molestia del demonio creció con cada palabra sarcástica que soltaba Beliar.

-¿No deberías estar cuidando a los kahayas?- cuestionó el Príncipe tratando de ignorar los comentarios anteriores.

-Eso hago, animal- respondió la Princesa con altanería.

-Están destruyendo los rosales- replicó.

-Solo están comiendo ensalada, eres un insoportable, Dios- la mujer le restó importancia con un movimiento de mano.

-Ya basta Beliar, deja de holgazanear y haz tu maldito trabajo- respondió en un bufido de molestia llevándose su mano al rostro y sosteniendo el puente de su nariz, estaba increíblemente cansado y molesto, no era su mejor humor.

Y cuando Beliar se dio cuenta soltó una risotada, las ganas de molestar a su amigo crecieron en ella como espuma.

-¿Tú me mandas a hacer mi trabajo? ¿?- cuestionó con burla.

-Cierra tu maldita boca- murmuró con mucha molestia, Beliar solo levantó una ceja y la sonrisa sarcástica no la abandonó en ningún momento.

-Uff que humor, y mira que yo creía que el amor hacía a las personas más amables.

Zayn levantó la mirada al oírla, con una mezcla de sorpresa y enfado.

-¿De qué mierda hablas ahora?- el Príncipe ni siquiera trató de esconder la confusión y la molestia de su voz.

-¿Me obligarás a decirlo en voz alta?- preguntó de regreso sonriendo.

Zayn soltó un gruñido muy poco humano que logró asustar a un par de demonios kahayas que se encontraban cerca del lugar.

-¿Cómo te enteraste?- su voz gruesa advertía una gran amenaza en ella, como un animal advirtiendo a su presa que si se mueve le provocará un gran daño.

Beliar solo hizo un gesto con la mano restándole por completo importancia, volviendo a su posición anterior recostada en la pared de ladrillos y respondió a su pregunta como si no estuvieras siendo amenazada por uno de los Príncipes más imponentes de los infiernos.

-Lo escuché de Zaze, que lo escuchó de Lili, que lo escuchó de Luci, que lo supo porque es el Rey- aclaró con simpleza.

Zayn suspiró harto de aquella absurda y molesta conversación, se volteó sobre sus talones y se dispuso a marcharse, era probable que tuviera un destino muy singular en su mente, un par de ojos cristalinos y unos mechones de cabello dorado pintándose como lienzos en su subconsciente. Beliar lo detuvo con una sonrisa más honesta y de brillantes dientes blancos.

-No lo negaste, interesante.

El Príncipe ignoró por completo aquello, no lo pensó mucho pues sabía que no llegaría a ningún lado de ser así, simplemente siguió su camino sin tomarle importancia a la molesta y desvergonzada Princesa, al igual que a los insistentes latidos de su corazón, aquel que creía ya marchito.

Decidió ignorarlo porque era lo mejor, o tal vez porque aún no estaba preparado para afrontar esa realidad.

Cuando Louis llegó a Noruega, el hielo y la nieve lo recibieron con familiaridad y crueldad a la vez, la frialdad en el ambiente contrastando toda la furia en fuego de su corazón y de su alma. Las emociones y los sentimientos iban y venían como un enjambre listo para devorar todo lo que él era, ya habían empezado a comerse los vestigios de su vida, dejando solo recuerdos marchitos que se sentían pesados y estúpidos, falsos.

Mientras sus pasos se hundían en la espesa nieve su mente recapitulaba los acontecimientos anteriores, cada palabra de Lucifer se había gravado con ácido en su distorsionada cabeza haciendo que cada momento vivido en antaño cobrara un sentido por completo diferente, las tardes en las que Lucifer hablaba con él se sentían como burlas hacia su persona, todas aquellas veces que quiso preguntarle el porqué de su incapacidad para recordar el pasado y él solo sonreía y decía que era un "demonio especial" ardían en su pecho hasta hacerle doler. Louis nunca quiso ser un "demonio especial" y ahora resultaba que ni siquiera era un demonio, era un nephilim.

Si antes se consideraba un monstruo, ahora sabía que aquella palabra no lograba encasillar lo que realmente era; una abominación, la más grande de las aberraciones.

Llegó a la entrada de una pequeña cabaña de madera de arce, tenía algunos pinos a su alrededor y unas flores que extrañamente no sucumbía ante el frío y la nieve, creía que Harry tenía algo que ver en eso.

El olor a primavera invadió sus fosas nasales, al levantar la mirada encontró a ese maravilloso hombre, el paisaje a su alrededor hacía que su belleza resaltara aún más. Harry estaba de pie junto a la puerta de la cabaña, lo veía de una forma extraña que Louis no lograba comprender, sus ojos parecían francamente preocupados, desbordaba una extraña ansiedad.

Se acercó a Louis con lentitud, cuando estuvo frente a él no dijo absolutamente nada, los ojos verdes recorrían cada centímetro de su rostro analizándolo, de cierta forma se sintió expuesto bajo su mirada esmeralda, no había nada que pudiera ocultarle a esos fanales. Su ángel se acercó aún más a él, y fue tan repentino que Louis no está seguro de si de verdad pasó, porque cuando los cálidos brazos de Harry lo envolvieron con fuerza atrayéndolo a él desesperadamente, supo entonces que no había nada que temer, porque estaba junto a Harry, su ángel.

-Ahava, ¿qué fue lo que pasó? [Mi amor]- su voz ahogada sonaba angustiada, ansiosa por información, pero incluso en aquel extraño y antiguo idioma no dejaba de ser suave y delicada, dulcemente llegaba a sus oídos con exquisitez. Louis pensó que seguramente tenía un aspecto horrible como para haber asustado en sobre manera al ángel.

No lo dudó más y correspondió el abrazo con más fuerza, se aferró a las suaves prendas de Harry y se refugió en su cuello, entonces se permitió llorar tan solo un poco.

No lo había notado, pero se sentía cansado, sentía que en cualquier momento iba a desfallecer justo en ese lugar, iba a caer a la fría nieve y se iba a lastimar las rodillas, el frio le calaría los huesos hasta llegar a su alma y quedarse ahí, Louis comenzaba a odiar el frío. Sin embargo, ahora sabía que aquello no iba a suceder, porque se encontraba entre los brazos del ser que más amaba en el mundo, y el que lo amaba a él. No iba a caer incluso si desfallecía en ese momento, Harry lo sostendría, su ángel no permitiría que se hiciera daño y se lastimara las rodillas, su ángel estaba con él, estaba en un lugar seguro. Y entender eso, lo hacía querer llorar todavía más.

Sentía las ácidas lágrimas quemarle los pómulos, era un sentimiento tan reconfortante que pensaba que jamás podría sentir algo así, no lo merecía.

-¿Qué fue lo que pasó?- Harry repitió su pregunta con suavidad, su mano derecha acariciaba los cabellos cobrizos de Louis y su mano izquierda lo aferraba de la cintura.

Louis respiró varias veces para ahogar los sollozos, y sin embargo su voz tembló al contestar.

-No me encuentro bien, Harry... en lo absoluto- murmuró sobre la piel de su cuello. Sintió el agarre del ángel afianzarse aún más -Estoy... estoy tan confundido y desorientado, no sé qué debo hacer- las lágrimas quemaron un poco la piel del ser angelical pero éste no se inmutó, demasiado ocupado acariciando los cabellos de Louis tratando de consolarlo aunque sea un poco -Me siento perdido, no pertenezco a ningún lugar...- las piernas del ente finalmente cedieron, Harry atrapó a Louis antes de que cayera, como había supuesto.

Lo cargó en un estilo nupcial y lo llevó hasta la cabaña, allí lo dejó sobre la madera del piso y se sentó a su lado, dejó que se acurrucara junto a él e inclinó su cabeza dejando descansar su mentón en los cabellos castaños de Louis, ambos tomaron sus manos entrelazando sus dedos.

Harry no habló, solo se quedó junto a Louis brindándole pequeñas y suaves caricias, dejando que el silencio fuera el único testigo de los ligeros sollozos que el ente dejaba salir. Su corazón se sentía herido escuchando la voz rota de su amante, y algo en él ardía en un pecado lleno de ira pensando en qué o quién pudo llevar a su Louis hasta este estado, una furia demasiado incorrecta para él se hacía cada vez más presente, sentía a Atila susurrarle que hiciera algo al respecto. Otra vez estaba pecando por Louis, y como ya era costumbre, no le molestaba en lo más mínimo.

El ángel sabía que él sería capaz de hacer lo que fuera por Louis.

Porque estaba enamorado, porque amaba a Louis, porque Louis era su amante.

Porque dejó de pertenecer al cielo, para pertenecer a Louis.

Los minutos que transcurrieron entre ellos se convirtieron en horas, el ente logró controlar el llanto pero los sentimientos negativos, pesados y dolorosos no se habían ido, se aferraban con crueldad sobre Louis, quien llevaba un buen rato quejándose con Harry, le había contado todo, repitió cada palabra de Lucifer.

Vio en la mirada esmeralda del ángel la sorpresa y el cómo, prácticamente, dejó de respirar al mencionar la palabra "nephilim", su cuerpo se tensó en sobre manera pero no dijo nada, siguió al lado de Louis dejando que éste se desahogara en completo silencio.

-¿Un nephilim?- fue lo único que le escuchó susurrar, casi imperceptiblemente.

Sabía que Harry podría rechazarlo, abandonarlo justificándose en lo aberrante que era Louis, pudo haberlo hecho, y el demonio lo hubiera entendido perfectamente y hubiera respetado su decisión. Sin embargo, no lo hizo.

Harry lo abrazó y se quedó con él, aun cuando en su mirada perdida notó la confusión y el aturdimiento danzar en sus iris con vehemencia, Louis se removió un poco dándole la comodidad que requeriría si decidía separarse de él súbitamente, pero suspiró con tranquilidad cuando sintió el agarre de los brazos de su ángel afianzarse más a él, queriéndolo más cerca. Era su ángel después de todo.

Cuando Louis terminó su relato y el silencio cayó sobre ellos, Harry no dejó de mirarlo, y adivinando la clase de pensamientos que recorrían la mente de su amante decidió aclararle a Louis que él nunca lo abandonaría.

-El Edén no es mi hogar, Louis, ni lo es el Paraíso, ni los tres cielos- hizo una pequeña pausa para posar sus fríos nudillos en los rosaditos pómulos del ente demoniaco -Ni siquiera el mundo humano- sus índigos esmeralda brillaron al posar su mirada en aquellos afligidos y resplandecientes zafiros -Eres tú, Louis, tú eres mi hogar.

El hombre de cabellos castaños simplemente lo abrazó con fuerza, y aunque la tristeza fue apaciguada las inseguridades no lo abandonaron, las dudas y los temores seguían volando sobre él como buitres.

-Y tú el mío- respondió con la voz ahogada, aún con una presión en su ser.

Se separó de Harry cuando sintió que el aire se le escapaba, cuando sintió que sus brazos cálidos se estaban convirtiendo en una jaula, su ángel solo lo observó con preocupación. Louis caminaba de un lado a otro, su respiración irregular y su mirada perdida en todas partes, mirando a los lados como si estuviera en peligro.

Harry no pudo evitar pensar que parecía un minino asustado después de que alguien lo haya lastimado, y un incómodo y pesado sentimiento fugaz se posó en su pecho ante aquello.

Louis se detuvo abruptamente y llevó su cabello atrás de la pura desesperación.

-Ya... Ya no sé quién soy, Harry. Ellos me mintieron, durante toda mi vida, durante toda mi existencia. No sé lo que soy en realidad- la desesperación en la voz del hombre era tan palpable que Harry sintió una desagradable punzada en su pecho.

-Ven aquí- anunció extendiendo sus brazos a Louis invitándolo a refugiarse en ellos una vez más.

El ente no dudó y se lanzó a sus brazos, un calor agradable lo envolvió justo cuando el ángel lo atrajo más hacia él, Louis se sentó en su regazo y ocultó su rostro en el cuello del ser angelical, sus labios temblaban en un puchero tan pequeño que fácilmente pasaba desapercibido, nunca en su existencia había llorado tanto como en aquel momento, pensó en lo patético que debía verse pero los revoloteos que las caricias ajenas provocaban en su estómago eran suficientes como para distraerlo de aquellos pensamientos

-No sé qué debo hacer- finalmente murmuró asustado.

Harry inhaló antes de contestar con seguridad, sin detener las caricias que repartía en los cabellos castaños.

-Eres un nephilim- comenzó, y sintió cómo el nombrado se estremeció ligeramente ante aquel hecho tan verídico pero que todavía se le dificultaba creer, más aún cuando se decía en voz alta -El último de ellos- continuó hablando su ángel con tranquilidad -Eres el heredero al trono de tu padre, Lucifer, Rey de los Infiernos. Hijo de Ereni le Van, una magnífica bruja que ardió por profesar un infernal amor- susurró acariciando su cabello, su voz dulce pero firme a sus palabras -Y lo más importante- con su mano en el mentón del ente hizo que levantara la cabeza, mirándose a los ojos el uno al otro, los fanales esmeralda del ángel derrochando sinceridad y afecto -Eres Louis, mi amor eterno.

El proclamo danzó sobre ellos y se posó con gentileza sobre el corazón de Louis, se hundió en él y se grabó con fuego. Los sentimientos de ira y tristeza se desvanecieron como niebla, dando lugar a los reconfortantes rayos de un cálido sol y una fresca brisa de verano, Louis se llenó de ellos. Su mirada no se apartó en ningún momento de aquellos hermosos iris del color de miles de bosques, buscó en ellos algún rastro de mentira, o de lastima, cualquier cosa que le despertara de su ensoñación maravillada, cualquier cosa que le advirtiera que su ángel solo estaba siendo amable y solo quería consolarlo, pero no encontró nada de eso. Porque Harry lo miraba como si fuera lo único que quisiera mirar en su vida, lo miraba con adoración y ternura.

Lo miraba con amor, un inmenso y real amor.

Y Louis se sintió tan dichoso y bendecido, las lágrimas simplemente fueron inevitables, el nudo en su garganta fue tan asfixiante que por un momento pensó que se ahogaría, en realidad era algo bueno que no necesitara del aire para vivir puesto que ya hacían varios minutos desde que había dejado de respirar, demasiado concentrado en los ojos brillantes de Harry, en su rizado cabello, en sus mejillas sonrojadas, en sus labios rojos, era tan precioso ¿por qué era tan precioso? ¿Harry era hermoso porque las rosas lo eran? ¿O eran las rosas hermosas porque Harry lo era? ¿Por qué Louis estaba divagando? ¿Por qué simplemente no lo besaba?

Entonces se estiró hasta atrapar sus labios en un beso, uno que fue más apasionado que los demás, uno que tenía un sabor diferente. Un beso que realmente tenía tantos sentimientos que ardía, les quemaba la piel a ambos y no les importaba, porque al final de cuentas solo eran ellos, solo estaban completamente enamorados y eso estaba bien, por supuesto que lo estaba.

Louis se separó de su ángel tan solo unos centímetros, solo para admirarlo y dispuesto a anunciar una sentencia que se convertiría en una condena para ambos, pero que estaba dispuesto a aceptar.

Y con su maravillosa y dulce voz proclamó aquella condena que se ceñiría sobre su ángel, aquella que hace tiempo estaban dispuestos a aceptar pero que nunca hallaban el momento oportuno para decirla en voz alta. Y ese era el momento, justo allí, justo ellos. Sin nadie que pudiera decirles que no, sin celestiales que lo prohibirán o demonios que lo juzgaran.

-Ani ohav.

La sentencia fue dicha por el nephilim, en aquel idioma tan antiguo como el tiempo mismo. El ángel no dejó de verlo a los ojos azulados, incluso cuando sus propios fanales se llenaron de lágrimas, incluso cuando sintió que su alma se desgarraba de su cuerpo para ser una con la de Louis, no apartó la vista y simplemente sonrió hasta dejar ver sus hoyuelos.

No podía creer que él estuviera viviendo un momento tan hermoso, no podía creer que Louis de verdad acababa de proclamar aquello, porque esas simples y honestas palabras tenían tanto peso que sabía que la tormenta que se posaría sobre ellos después sería desastrosa, los golpearía con violencia y trataría de separarlos con ingenuidad, porque habría que ser ingenuo para creer que Harry y Louis podían ser separados. Dos almas que estaban tan entrelazadas entre sí que no eran dos, eran una misma.

Pensó entonces que tal vez esa era la razón por la que ninguno funcionaba bien sin el otro, porque no eran dos seres distintos, eran dos partes de una misma alma, un alma que estuvo tanto tiempo separada que por poco se desvanecía. Pero ahí estaban, más fuertes que nunca.

-Ani ohav, Louis- respondió el ángel.

Ambos soltaron risas nerviosas, ambos se besaron con intensidad.

Ambos tan enamorados como solo el fuego del infierno podría estarlo de una rosa del Edén.

El acramm es un idioma que no existe en el vocabulario humano, sus palabras no tienen definición y al mismo tiempo significan muchas cosas. "Ani ohav" es lo más cercano a decir; te amo.

Los besos y las caricias no se detuvieron desde entonces, se besaban con más aprecio, no queriendo soltar al otro en ningún momento. Tan sumergidos en su mundo que no notaron cuando se levantaron y entraron a la cabaña, Harry repartió suaves besos en las mejillas, pómulos y parpados del nephilim, sus manos acariciando su cintura. Louis tenía puestas sus manos en la nuca del ser angelical acariciando los cabellos con ternura, no permitía que se alejara de él.

Pronto los besos dulces adquirieron un calor diferente, se volvieron más profundos y más duraderos. Las manos del nephilim descendieron lentamente hasta posarse en la cintura del hombre, afianzando su agarre ahí. Caminaron en una lenta danza hasta llegar a una habitación, no había nada allí más que una cama y unas cuantas plantas alrededor que decoraban pobremente la estancia pero que al mismo tiempo proporcionaba una calidez y un ambiente primaveral sumamente acogedor.

Louis recostó a su ángel en las suaves telas de seda. Llevó sus manos a su lindo rostro y acarició sus mejillas acunándolo dejando algunas caricias observándolo a los ojos. Se inclinó y dejó varios besos dulces sobre sus labios. Fue bajando por su mentón y hasta su cuello.

-Eres tan hermoso, ángel- Harry se dejó hacer, dejó que Louis lo besara y pusiera sus manos sobre él -¿Puedo tocarte, mi amor?

Harry asintió con la cabeza, aun así respondió.

-Sí.

Entonces Louis continuó, sus manos gentiles se deshicieron de la ropa del ser angelical suavemente, fue dejando besos en toda la exquisita piel que podía tocar, en su pecho, sus brazos, su estómago, su cintura. Se maravilló al escuchar unas suaves risas de su ángel cuando besó los huesos sobresalientes de su pelvis, su piel era tan suave al toque, no le sorprendió que su ángel sintiera cosquillas ardientes en cada parte de su cuerpo que Louis besaba.

Era tan delicado y hermoso que Louis se sentía ahogar en el sacrilegio que estaba cometiendo, aunque no le importaba en lo más mínimo, porque tanto él como Harry querían aquello, poder amarse de aquella forma.

-¿Me dejarías amarte de esta manera? Tan mundana y preciosa ¿eso estaría bien, Harry? ¿Puedo hacerlo?- preguntó Louis con voz dulce sin detener las caricias en la piel contraria, admirando el divino rostro sonrojado de su amante.

Harry solo se derretía con cada palabra que Louis decía, sonrojado hasta las orejas, perdido en sentimientos y sensaciones que nunca antes había experimentado, y no tenía miedo, al final era Louis quien lo estaba tocando, y lo tocaba con tanto amor y cariño que no hacía otra cosa más que derretirse ante él, su precioso y codicioso nephilim, quien le arrebataba todo lo que Harry era y aun así pedía más, y el ángel se lo otorgaba con gusto.

Por los cielos, Harry podría entregarle el mismo Edén a Louis si él se lo pidiera.

Asintió con la cabeza antes de responder la única verdad que permanecía intacta en su mente.

-Solo tú, Louis.

-Solo yo- respondió antes de volver a besarlo.

Creaban poesía con sus besos, perdidos en párrafos de caricias con versos tenues que ardían en miradas llenas de amor. Louis tocaba el cuerpo de Harry y él le correspondía de la misma forma, no solo estaban desnudos físicamente, sus almas también habían quedado por completo descubiertas, sin ninguna vergüenza, sin ningún temor, solo con la seguridad que los brazos contrarios depositaban en sus corazones heridos, sanándose juntos.

-Ah, Louis- la voz del ser angelical sonaba extasiada, perdido en un placer antes desconocido -Probablemente, voy a caer por esto- confesó con una sonrisa siendo todo hoyuelos y pómulos rosados, más que una sentencia aterradora lo decía como si fuera un hecho sin importancia, como si ya lo hubiera aceptado por completo cuando aceptó al ente del infierno.

Louis sonrió arrugando sus ojitos al verlo, acariciando sus muslos y su pecho desnudos, admirando una belleza divina que solo podría pertenecer a un ser del mismo Paraíso.

-Si yo fuera un ángel- comenzó, admirando con ojos de adoración a su amante -Hubiera caído desde el primer momento en que te vi.

Y tal vez lo había hecho, tal vez ambos lo hicieron.

Y se amaron de aquella forma tan mundana y hermosa, entraron juntos a un jardín de pecado y se volvieron pecadores, atándose voluntariamente el uno al otro. Enamorados y perdidos, como unos bastardos que ignoran el apocalipsis mientras se entregan a un placer infernal.

Estarían bien, estaban juntos después de todo.


N/A: Una aclaración; el nombre de "Azazel" se pronuncia "Azeizel", Beliar le llama por un apodo que es "Zaze" que se pronuncia como "Zazy" o "Zezy" como quieran pronunciarlo.

Otra aclaración; el idioma Acramm no existe, fue inventado por mí jsjs.

Les amo 💕

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