El destino trabajaba de maneras incomprensibles.
El destino te puso en mi vida un dos de noviembre pero no tuve la fuerza para acercarme a hablarte.
Aquello fue una pista de lo que pasaría después, de lo que terminaría persiguiéndome por años.
El destino sabía que iba a quererte y que nunca iba a tenerte.
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