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By peoniesforLan

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El joven príncipe mira a Wei Ying por última vez, y le dice, -Sí he escuchado esas historias, las que tratan... More

Aclaraciones
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Anotaciones

Capítulo 1

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By peoniesforLan

Y tú me amarás (como lo hiciste una vez en un sueño)

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Escrito por: sweetlolixo
Traducido por: peoniesforLan

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Nuestra historia comienza en las fronteras del Bosque Yiling. La historia entre un joven humano, y un fae.

Wei Ying está regresando de un pueblo cercano cuando termina cayendo en el suelo, justo fuera de las fronteras del bosque – donde hay un impenetrable muro hecho de espinas que es lo suficientemente espeluznante para contemplar, y que él construyó para mantener a los humanos fuera de los sagrados terrenos. Wei Ying está usando una capa oscura para mantener sus horripilantes cuernos fuera de la vista, y también sostiene un poderoso bastón mágico en su mano derecha que rebosa de energía oscura y resentida.

Y a pesar de su poder, el bastón no es soporte suficiente para él, ya que Wei Ying termina desplomándose en el suelo y grita de dolor por la tortuosa sensación fantasmal que recorre toda su espalda. Wei Ying pasa sus dedos por el lugar que más le duele.

Justo en el lugar protuberante y sangriento, donde sus sagradas alas fueron arrancadas de él.

Estos episodios no pasan tan a menudo, pero sí pasan lo suficiente como para que Wen Qing le diga que debería dejar de salir del bosque y, en su lugar, debería mantenerse dentro de las fronteras protectoras de Yiling. No obstante, siempre hay algo que hacer, como curar a un hada herida, o asistirle a una criatura mágica fuera del bosque. Wei Ying se va del bosque semanalmente, caminando en dos piernas que cojean por cada paso que toma, en dos piernas que nunca han sabido aguantar un cuerpo sin alas, un cuerpo que ahora no pesa absolutamente nada.

La visión de Wei Ying se torna borrosa mientras sigue desplomado en el suelo. Y, por un gran momento, se desmaya.

Vuelve a sus sentidos cuando escucha un imperceptible sonido de una cesta de madera cayéndose y la voz dulce y gentil de un niño, preguntándole.

—¿Se encuentra bien?

Wei Ying levanta su cabeza con la poca fuerza que le queda, y lo único que ve, es oro. Oro puro. Por un momento, Wei Ying entra en pánico, su respiración se acelera, y su corazón se detiene. Porque, en lo que lleva de vida, solo ha visto un par de ojos fundidos en oro, y esos ojos no le han brindado a Wei Ying nada más que un enorme terror, dolor, angustia, y traición; algo del cual nunca podrá recuperarse. Sus ausentes alas son la clara evidencia de la fe y confianza que nunca debió dar – entre otras cosas.

Por lo tanto, lo primero que hace es despotricar puro veneno, —¡Piérdete! —, y rezar que este joven muchacho que ha encontrado esta grotesca, lisiada y horrible criatura se vaya y lo deje.

No es como si fuera a morir. Él ni siquiera puede morir, y tal vez, esto sea una maldición dentro de él. Tener la inmortalidad, el más grandioso poder, solo para que pueda vivir los cientos y cientos de años venideros con la gran carga de lo que significa no volver a volar. Wei Ying no se deteriorará fácilmente, sino que simplemente se desvanecerá, hasta que, eventualmente, no sea nada más que un cuerpo vacío que persiste quedarse en la Tierra.

Sin embargo, el chico no lo deja. El joven – oh, tan fuerte y tan gentil – abandona cualquier auto preservación que tenía, y se arrodilla para poder colocar sus brazos alrededor de Wei Ying y cargarlo en su espalda.

—¿Estás demente?, —Wei Ying gruñe, sin molestarse en sonar como un humano. Mientras más tenebroso sea, más rápido los humanos se alejan de él. —Bájame, o te arrepentirás, niño tonto.

El niño humano ni siquiera se inmuta. En su lugar, le habla con firmeza y ternura, —No puedo. Estás gravemente herido, y sangras a través de tus túnicas.

Huh. Tal parece que sí lo está. A veces, cuando Wei Ying tiene estos episodios de dolor, la sangre fresca se escurre donde le arrancaron sus alas. Ya ha lavado esta capa lo suficiente como para perder la cuenta. Wen Qing definitivamente hará un comentario sobre esto.

Wei Ying no puede ver el rostro del chico ya que su visión está demasiado nublada para eso. No obstante, este chico indudablemente está hecho de músculos, y Wei Ying sabe que apenas pesa. Que él lo cargue de esa manera no significa nada para el chico. Sin embargo, en lugar de depender de la bondad de un humano, Wei Ying realmente debería llamar a Wen Qing, o inclusive a Wen Ning, para que lo busquen y se lo lleven a casa. Es muy probable que estén ocupados en la tumba de las hadas en estos momentos, pero Wei Ying sabe que ellos vendrían al instante si él los llama.

...Pero, el chico se siente tan suave, y cuando Wei Ying coloca su cabeza en su espalda, se da cuenta de lo mucho que había extrañado el tacto humano. Es casi enfermizo, lo mucho que Wei Ying anhela una calidez como esta. Es enfermizo, lo mucho que Wei Ying anhela bondad, sin importar lo efímero que sea. Simplemente, Wei Ying no puede negar el gran hueco que hay en su corazón, y a medida que aferra su cabeza en la espalda del chico, encuentra consuelo en un olor que nunca pensó que olería de nuevo.

¿Acaso todos los humanos huelen así, o son solo los humanos que él conoce? ¿Acaso todos tienen ojos dorados como el sol, y ofrecen su bondad como si no significara nada para ellos?

—Quién te crees que eres, niño, —Wei Ying gruñe, pero esta vez, con un tono de voz más gentil. —¿Te crees un benevolente príncipe?

Wei Ying ya ha tenido suficiente lidiando con la realeza en esta vida.

—No, —el chico humano insiste. —No, solo soy un campesino.

Solo un campesino. El corazón de Wei Ying se calma por esa confirmación.

De hecho, el chico habla mejor que la mayoría de los campesinos: bien respetuoso y educado. No obstante, solo está vestido con túnicas de algodón, como estaría vestido un granjero.

—Si pudiera enseñarme el camino a su casa, —él dice mientras levanta la cesta de hierbas y comida que había caído antes. —Lo llevaré allá.

Wei Ying se rinde. Él pierde la energía que necesita para ser malicioso, por lo que muy rígidamente, le responde, —Está bien.

Con el más ligero movimiento de su bastón, el intimidante muro espinoso frente a ellos se abre poco a poco. Las ramas se acobardan y se inclinan, como si estuvieran sometiéndose ante el maestro que les dio vida.

Definitivamente, el chico humano debe saber quién es Wei Ying a estas alturas.

Y así, nuestra historia comienza. Por primera vez en casi quince años – un humano es invitado a caminar por las sagradas tierras del Bosque Yiling.

༺༻

Esta rara y gran escena despierta la emoción y el interés de las criaturas mágicas del bosque. Las hadas y los pixies observan con asombro desde lejos, mientras que los trols y otras criaturas del bosque se asoman detrás de los arbustos o en los lagos donde viven, observando con interés mientras que los dos se acercan a la pequeña cabaña donde Wei Ying vive.

Wei Ying levanta una mano, y la puerta se abre para que ambos puedan entrar. El chico humano se dirige directamente a la cama vacía donde coloca a la lastimada figura.

Wei Ying se acuesta en la cama con un suave quejido de dolor, y siente su sangrienta espalda adhiriéndose a su túnica.

Al instante, el chico se pone a trabajar. Él prosigue a colocar la cesta en la mesa más cercana, y saca las hierbas y la medicina.

—Quítese la capa, —Le dice a Wei Ying mientras empieza a buscar vendajes en los estantes que hay en el lugar. —Se adherirá a sus heridas si no lo haces.

Wei Ying levanta sus manos hacia la capa rodeando su rostro, y luego se sobresalta al darse cuenta de que – no puede. —No puedo.

—¿Por qué? —el chico le pregunta. —No tengas miedo.

Wei Ying se mofa. —Si me la quito, tendrás miedo.

—No lo tendré, —dice el chico. —No me asusto fácilmente. Por lo tanto, no me das miedo.

—Debería darte miedo, —Wei Ying se burla.

—No me das miedo, —el chico dice de nuevo. —Quítese la capa, o será peor para usted.

La obstinación del muchacho definitivamente le recuerda a alguien quien conocía.

Wei Ying afloja los cordones que mantienen su capa unida a él, y la misma cae en el suelo. Por primera vez en tanto tiempo, se siente tan expuesto. Él no mira al niño – no soportaría mirarlo. Él sabe que sus cuernos están completamente expuestos, y detrás de él, la sangre aún sigue extendiéndose por su espalda.

El chico humano se acerca a él, y Wei Ying mira para otro lado. A estas alturas, su visión ha regresado por completo, y aún así, no puede mirar su rostro.

—Sé que no eres humano, —dice el muchacho, arrodillándose en el suelo junto a la cama. En sus manos, ya tiene preparado una pequeña cubeta y un paño. —¿Eres un fae?

—No hagas preguntas estúpidas, —Wei Ying le responde en un tono cortante de voz. —No tengo alas, ¿cómo podría ser un fae?

El chico vacila, pero concuerda con él. —Pues, eres un tipo de criatura mágica con cuernos. Un defensor de este bosque.

—¿Por qué piensas que soy un defensor? —Wei Ying le pregunta. Un humano puede hacer un montón de conclusiones con respecto a Wei Ying, pero que diga que él es un defensor del bosque a la primera... es una conclusión que no imaginó que un humano haría.

—Todas las otras criaturas se inclinan ante usted, —él dice. —Sé que eres amado aquí.

—Amado, —Wei Ying se ríe, levantando su cabeza para finalmente encarar al muchacho. Tal vez, si el chico realmente ve su rostro, el miedo correrá por sus venas. —Niño, soy capaz de hacer cosas terribles. ¿Cómo es posible que no has escuchado las historias? Deberías irte...

Wei Ying para de hablar.

Wei Ying para de hablar, y su corazón se detiene, porque cuando ve el rostro del muchacho, sabe exactamente quién es – de hace quince años.

¡Ahora todos escuchen esto! El muchacho crecerá, dotado de la gracia y belleza de un príncipe. Pero, al cumplir los dieciocho años antes de que el sol se ponga, conocerá la más horrible traición de la persona que ame, y se sumirá en un sueño de muerte eterna. No habrá poder en la tierra que lo altere.

¡No hay poder en la tierra que lo altere!

—Dijiste que no eras un príncipe, —Wei Ying susurra horrorizado mientras retrocede hasta quedar contra la cabecera de la cama. Frente a él, ve el rostro bellamente esculpido que él conoce muy bien. Con manos temblorosas, se aleja de él.

Un muchacho, que ha sido moldeado semejantemente como su padre. Wei Ying siente terror, y su espalda aún siente la horrible puñalada del cuchillo, tallando desde lo más profundo de su piel. Wei Ying debió haberlo sabido. Los humanos – los Lans –, nunca será capaz de escaparse de ellos, no en esta vida. —Cómo puedes ser capaz de mentirme, justo como...

Justo como el que te dio esos ojos fundidos en oro, justo como la persona cuya piel tienes.

—No soy un príncipe, —el chico gentilmente se lo reafirma, pero esta vez, luciendo genuinamente confundido. —Vivo con mis tres tíos, en la cabaña que está cerca de este bosque.

Wei Ying por poco llora lágrimas de sangre mientras se ríe. —Pues claro que intentarían protegerte y llevarte lejos.

A pesar del acto tan desquiciado que tenía de frente, el chico se mantiene impasible y firme. —Estimado protector, por favor déjeme limpiar sus heridas. El dolor lo está volviendo delirante.

Wei Ying jadea, y se da la vuelta. Hasta el rostro del muchacho es demasiado doloroso de ver, ya que inevitablemente recuerda las viejas heridas que aún no sanan. Y que nunca sanarán.

—Si quieres tocarme, pues hazlo, —Wei Ying le dice; se lo dice a la sombra del hombre que permanece cautivo en esos ojos. —No sería la primera vez.

Cuando el chico se sienta junto a él, poco a poco saca la capa mojada en sangre de Wei Ying, y es ahí cuando Wei Ying espera la reacción asqueada del chico – una reacción que nunca viene. El chico humano simplemente coge el paño y empieza a limpiar las horribles cicatrices a lo largo de su espalda.

—¿No tienes preguntas? —Wei Ying le pregunta, sintiendo su corazón a mil. Él no había esperado esto.

—No, —el chico le dice.

—Pues yo sí tengo una para ti, —Wei Ying murmura entre dientes, y sisea cada vez que el paño roza un área hinchada de su espalda. —¿Cuál es tu nombre?

Finalmente, el chico dice, —Lan Zhan.

El niño, el heredero, mi único hijo, —él recuerda a la reina anunciando eso entre lágrimas hace muchos años, dentro de las paredes del palacio donde resonaban los llantos de un bebé que nunca conocería el dulce abrazo de su madre. Un abrazo que Wei Ying consideró factible de destrozar.

"Se llama Lan Zhan. Mi querido A-Zhan".

—A-Zhan, —el fae repite, como si fuera un eco, el nombre del niño que ha recibido tanto mal de parte de Wei Ying.

—...Sí, —Lan Zhan le responde con la gentileza y rectitud de un príncipe. La realeza corre por su sangre. —Sí, puedes llamarme de esa manera, si así lo prefieres.

Wei Ying preferiría no verlo nunca más. —Niño, —él respira profundamente, y pregunta. —¿Sabes quiénes eran tus padres?

Lan Zhan ni siquiera hace una pausa antes de hablar. —No, —él dice. —Soy un huérfano criado por mis tres tíos, quienes fueron muy amables en acogerme.

Tal parece que no le han contado nada. —Nunca te has preguntado, —Wei Ying le pregunta, suavemente. —¿Quiénes eran tus padres?

Lan Zhan lo piensa por un momento, y luego responde, —Me contaron que mis padres están muertos. Y si realmente no lo están y se olvidaron de mi, entonces no necesito el amor de padres que me han abandonado.

Los ojos de Wei Ying se tornan borrosos, otra vez. —No necesitas padres como esos, porque hasta tu más grande amor siempre terminará traicionándote.

Lan Zhan lo mira con mucha preocupación. Él limpia lo último que le queda de sangre en la espalda, y luego prosigue a buscar los vendajes para cubrir sus heridas. —¿Te duele?

Wei Ying sabe que se refiere a los vendajes y las heridas, pero eso significa poco para Wei Ying.

Wei Ying limpia el sudor de sus ojos. "Demasiado", Wei Ying quiere decir. "Me duele tanto y tanto, que hasta su rostro me atormenta cada día".

Pero, en su lugar, todo lo que sale de su boca es un —No.

—Ya veo, —Lan Zhan dice mientras termina de vendar a Wei Ying. —Deberías saber que tengo un poquito de magia.

—¿Q...Qué? —Wei Ying le pregunta, saliendo rápidamente de su ensoñación.

—Siempre sé cuando me están mintiendo, —Lan Zhan dice, saliendo de la cama.

Wei Ying se ríe – realmente se ríe. Oh, ¿tal parece que el muchachito sabe amenazar? —¿Crees que me conoces más de lo que yo me conozco?

—Simplemente conozco las mentiras cuando oigo una, —Lan Zhan le dice mientras camina hacia la mesa. De su cesta, saca hogazas de pan [1] fresco, lonchas de carne, y trozos de fruta. —Solo puedo ofrecerte un poco de esto ya que mis tíos estarán esperando el resto. Pero ten esto hoy mientras descansas en la cama.

—Puedo cazar por mi cuenta, —Wei Ying se mofa. —No soy una débil e indefensa criatura, como ustedes los humanos.

—Estoy seguro de eso, —Lan Zhan responde.

Wei Ying sabe que Lan Zhan solamente está siguiéndole el juego.

—El sol se pondrá muy rápido, y las criaturas de la noche muy pronto aparecerán, —Wei Ying dice, asintiendo en dirección a la puerta. —Las hadas te escoltarán a las fronteras del bosque.

Lan Zhan se queda mirándolo mientras agarra la cesta, luciendo renuente a irse. —¿Tienes personas que cuiden de ti?

—No es de tu incumbencia. —Wei Ying dice.

Lan Zhan, este guapísimo jovencito, luce fuera de lugar en esta pequeña cabaña. Pero también luce como si quisiera hacer cualquier cosa solo para que Wei Ying permita que se quede un poco más.

Mientras Wei Ying ondea su mano, y la puerta de la cabaña se abre, él le dice lo siguiente, como si fuera un último regalo de despedida:

—Lan Zhan, existe un mal en este mundo. Coge tu cesta y vete. Nunca regreses a Yiling.

El chico coloca su mano en la manilla de la puerta, mientras que su otra mano sostiene la cesta.

El joven príncipe mira a Wei Ying por última vez, y le dice, —Sí he escuchado esas historias, las que tratan de una espantosa criatura del bosque que tiene cuernos.

Wei Ying aguanta su respiración. —¿Y?

Los labios de Lan Zhan se curvan ligeramente hacia arriba. —No puedo entender por qué alguien te describiría como una cosa espantosa.

Y luego, Lan Zhan se va antes de que Wei Ying pueda hablar.

Infantil, Wei Ying piensa con frustración, aun cuando su corazón está latiendo fuertemente.

Cuando Wei Ying coge la cubeta de agua que está junto a la cama, y ve el reflejo de sus cuernos, él siente que hasta brillan, casi, en el reflejo del agua.

Y de alguna manera, su espalda ya no siente dolor.

༺༻

Wen Qing y Wen Ning, esos cuervos escurridizos, estuvieron en el alféizar de la ventana todo este tiempo y lo presenciaron todo.

—Un cambio de parecer por un niño humano, —Wen Qing es la primera en molestar, transformándose en su forma humana para preparar la cena en la cocina. —El primer niño humano en 15 años. Si no lo hubiera visto con mis propios ojos, no lo hubiera creído. ¡Dejaste entrar a un humano! ¿Y acaso dijo que él era un Lan?

—Él jamás regresará, —Wei Ying dice. —Y él debe saber mejor que eso. Aun si piensa que es un simple campesino, él sabe lo que la gente dice de Yiling. Este lugar es muy peligroso para personas como él.

—Realmente somos un montón de criaturas mágicas indefensas que han sido antagonizadas en las leyendas y mitos de la gente, —Wen Qing suspira mientras coge la carne. —¡Oh! Él es muy generoso. Apenas conseguimos carne como esta ya que la gente de la ciudad no quiere negociar con nosotros.

—S-Si Wei Ying dice que no debería regresar, entonces no debería regresar, —Wen Ning le responde en voz baja mientras saca la cubeta de agua y el paño de la cama de Wei Ying. —S-Sabes muy bien lo que nos hicieron los Lans. Lo que le hicieron a él.

—Lo sé, A-Ning, —Wen Qing le sonríe tristemente. —Es agradable tener nueva compañía por aquí, eso es todo.

—Él no debería regresar, —Wei Ying dice mientras acaricia los vendajes hechos tan meticulosamente por las manos del niño. —Es por su propio bien.

—Y si regresa, ¿entonces qué? —Wen Qing pregunta, haciendo sonido con las ollas de cocina.

Wei Ying mira hacia la ventana, donde ve la espalda del joven príncipe desvaneciéndose en la distancia. —Entonces lo asustaré con las espinas y los monstruos de este bosque, como hago con cada humano que intenta entrar a Yiling.

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[1] hogazas de pan: Es un tipo de pan que aparentemente pesa más de dos libras y usualmente es de forma redonda. 

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