Quizás... en otra vida

By SedruolV

87 1 0

"[...] Era un hombre llamativo, desconocía su edad pero parecía más joven que mis padres. [...] Me daba una s... More

Quizás... en otra vida

87 1 0
By SedruolV

Nunca supe bien cuándo comenzó, simplemente pasó.

Recuerdo que para el cumpleaños número tres de Suri, mi hermana menor, de entre todos los invitados solo uno me llamó la atención. Nunca lo había visto, según yo, sin embargo él vino y me abrazó.

- ¡Estás enorme, Fran! La última vez que te vi eras muy bebé -Dijo mientras me despeinada apenas un poco-. ¿Cuántos años tenés ahora?

- Siete... - contesté haciendo una mueca. Él soltó una risa contagiosa y sonrió mostrando su perfecta y blanca dentadura.

- ¡No te lo puedo creer! ¿Ya siete años? Que viejo estoy... -dijo por último en un suspiro.

Era un hombre llamativo, desconocía su edad pero parecía más joven que mis padres. Escuché de la voz de mi padre un nombre "Tobías" y él se levantó y sonrió más ampliamente. Ellos se saludaron y se pusieron a hablar como si fueran amigos de toda la vida. Me daba una sensación de tranquilidad pero al mismo tiempo de ansiedad.

En ese momento mi madre apareció en escena acariciándome la nuca, como siempre. Me preguntó si quería algo y le respondí que no. De repente una sombra tapó mi vista. El hombre que me había despeinado estaba abrazando a mi madre. Ella se reía y él también. Fue incómodo de ver. Miré a mi padre, pero estaba alzando a un bebé que yo desconocía, parecía ser la hija de Tobías y se llamaba Vera.

Esa tarde de cumpleaños fue extraña. Ese extraño que había ido con su mujer e hija no le sacaba la vista a mi madre. Me daba ansiedad y hasta me alteraba cada vez que se acercaba a ella o apenas la tocaba. A partir de ese día, lo empezamos a ver muy seguido.

Hacíamos salida a parques o viajábamos en familia a distintos lugares. Por un lado era entretenido, Tobías sabía mucho y era muy gracioso. Suri lo amaba, siempre quería estar con él. Iban de la mano por todos lados y siempre pedía que la llevara en brazos. Mi madre se sentía cómoda, pero había algo en su mirada cada vez que lo veía que hacía sentir dentro mío algo extraño. Una incomodidad que se iba agrandando a través del tiempo y que se resguardaba en mi garganta evitando que pudiera opinar algo al respecto.

Un día quise hablar con mi padre sobre eso, pero no pude encontrar las palabras adecuadas. Él, un hombre meramente ocupado y a veces con poca paciencia, se cansó de esperar que dijera algo por culpa de mi tartamudeo y me dejó hablando solo.

Me sentí frustrado, cansado de no saber qué pasaba entre mi madre y ese tal Tobías. No me gustaba para nada, quería que lo que sea que pasara terminara. Decidido esperé a mi madre que volviera del trabajo para interceptarla, pero me quedé dormido.

- Fran, hijo ¿Vas a cenar? - escuché su voz mientras me despertaba.

- ¿Qué hora es?

- Van a ser las once... Hay sobras del mediodía -dijo acomodándome los mechones que asomaban por mi frente.

- Mami... ¿Qué es Tobías para vos? - Ella abrió los ojos, pensó y sonrió.

- Es solo un amigo ¿Por qué?

- Porque no me gusta cómo te mira, parece que te quiere comer como un lobo feroz.

Mi madre soltó una risotada y sin dejar de acariciar mi cabeza me preguntó: "¿Vas a dejar que me coma?" Y con un grito respondí que no. Salté en la cama y haciendo la pose de Superman le dije que sería su héroe y nunca dejaría que nadie le hiciera nada. Recuerdo que ella me abrazó y me llenó de besos, esa noche me cansé de escuchar cuánto me amaba a mí y a Suri.

No obstante, una noche escuché por primera vez a mis padres discutir, por alguna razón asumí que era por culpa de ese tal Tobías. Abracé a Suri y entre los dos nos tapamos los oídos. Mis padres nunca habían peleado o por lo menos nunca como esa noche. Sin embargo, al otro día parecía que nunca había pasado nada, el trato entre ellos era romántico como siempre pero nada fuera de lo común.

Lo raro fue que desde ese día nunca volvimos a saber nada de Tobías, hasta que cinco años después apareció en un día de lluvia tocando la puerta de mi casa. Ese día mi padre no se encontraba ya que se había ido de viaje, mi madre todavía no llegaba del trabajo y yo acababa de dejar a Suri en sus clases de danza.

Con un poco de duda le abrí la puerta. Tobías me sonrió como siempre, mostrando su perfecta dentadura, pero ya no era como cuando lo conocí. Estaba muy delgado, se lo veía cansado y descuidado, además estaba mojado.

- Fran ¿Y Nora? - preguntó mientras se secaba con una toalla que le di.

- Ya debe estar por llegar ¿Qué te pasó?

- Oh...- se miró y soltó una risa desganada- estoy un poco enfermo. No me dieron mucho tiempo...

- ¿Quién?

- El médico, me dijo que en cualquier momento puedo partir de la tierra así que necesito hablar con Nora.

En ese momento mi madre entró a la casa. Se sorprendió de ver a Tobías, pero más se sorprendió de ver el estado deplorable en el que se encontraba. En cambio, los ojos apagados de él se iluminaron al verla. Me pidió que me fuera a mi habitación así ella podía charlar con él en el living. Le hice caso, pero hasta cierto punto. Subí, cerré la puerta pero sin entrar, luego bajé sin hacer ruido y me quedé en las escaleras tratando de escuchar.

-¿Pero no estabas con quimioterapia?

- Mi cuerpo está muy débil, Nori. Ya no aguanta más nada...

- ¿Cuánto tiempo?

- Máximo una semana...

- ... No sé en qué te puedo ayudar -dijo mi madre con la voz quebrada.

- Solo quiero que me escuches. Nora, siempre te he amado y nunca dejé de hacerlo. No puedo irme de este mundo sin decirte todo lo que siento. Perdón por no haberte encontrado antes, por no haberte hecho feliz como en algún momento te lo prometí. No te puedo pedir una última oportunidad porque otra vez este es mi fin.

- Yo... Sabes que te quiero muchísimo y volverte a encontrar ha sido un gusto hermoso. Quizás... en otra vida, y si el destino quiere, nos volvamos a encontrar.

- Nori... Nora ¿Me amarás?

- Seguramente en otra vida, Tobi. Vení, dame un abrazo.

Hubo un silencio largo, luego un par de sollozos y por último: pasos. Subí lo más rápido y, escondido en el primer descanso, vi a Tobías irse. Sus hombros ya no estaban tensos, parecía que se había quitado un gran peso de encima. Mamá no me vio o hizo que no me veía, y se puso a cocinar.

Tres días después Tobías falleció. Un cáncer de hígado se lo llevó de este mundo a los pocos años de haberlo detectado. Mi madre lloró mucho pero siguió su vida como siempre.

Sin embargo, cuando cumplí veintidós años, le diagnosticaron leucemia. Desde que la internaron, mi casa parecía un cementerio. Mi padre se la pasaba encerrado y siempre éramos mi hermana y yo quienes estábamos la mayoría del tiempo con mi madre. Porque si bien estaba en un hospital, todavía había vida junto a ella, energía y un aura de mucho amor que aún la rodeaba.

Una noche me quedé con ella. Sentí su mano sobre la mía y una pregunta en susurro que me desconcertó.

- Fran ¿Crees en la reencarnación?

- ¿En la qué?

- Es cuando una persona muere y su alma renace en otro cuerpo, normalmente en un recién nacido.

- Ah... No ¿por qué?

- Entonces te voy a contar un cuento ¿Querés?

Esa noche mamá empezó a contar la historia de una joven que había renacido muchas veces y que en todas sus vidas siempre se enamoraba de un alma que, al igual que ella, llevaba el mismo tiempo renaciendo en distintos cuerpos de diferentes años o épocas. Que, por algún modo u otro, ambos siempre se encontraban y se reconocían al instante, pero que nunca pudieron estar juntos. Además siempre se repetía el mismo patrón en cada una de sus vidas: cuando uno enfermaba y moría, el otro a los años lo seguía.

Cuando la escuché no me pareció muy creíble, parecía un cuento fantasioso, pero me di cuenta que no lo era cuando mi madre afirmó que Tobías, aquel hombre de risa contagiosa, o mejor dicho el alma de Tobías reencarnaba junto con ella.

Nora, aquella mujer pacífica, de carácter serio, de postura firme pero muy amorosa estaba abriendo su corazón a su hijo. Me dijo que su alma era muy enamoradiza, que sí bien Tobías era su alma gemela, que nunca dudara de cuánto amaba a mi padre, de lo feliz que era con él y que no se arrepentía de haberlo conocido. Que ser madre mía y de mi hermana era el mayor amor y agradecimiento y que, la mejor parte, es que ambos éramos hijos del amor que ambos padres sentían entre sí.

Por último, me dijo que nos amaba incondicionalmente, que estaba segura de que podíamos seguir sin ella, que debíamos confiar en nosotros mismos y que ella estaba orgullosa de cada uno de nosotros. Se disculpó por no ser la mejor madre del mundo y ambos, al final, nos fundimos en un eterno abrazo húmedo por nuestros llantos.

Mi madre falleció esa misma noche. Se fue en un suspiro y dolió eternamente en mi corazón. Aunque nos veníamos preparando, nos golpeó tan fuerte que nos costó seguir adelante, pero lo logramos. Su recuerdo y sus palabras se volvieron un motor para afrontar cualquier adversidad.

A veces me pongo a pensar si el alma de mi madre se reencontró con su ser amado o con su alma gemela, si será feliz o si... en algún momento se pudiera romper su maldición ¿Se rompería acaso si lograran estar juntos? Pero luego me acuerdo de la novia de Suri, Vera. Y pienso: tal vez ellos no, pero sus descendientes sí.

Continue Reading

You'll Also Like

281K 28.1K 46
[LIBRO 1] No respires cerca de él. No lo mires a los ojos. No le preguntes por su collar. No busques las razones. Es él, la imagen de la perfección m...
14.2K 723 11
•. 𝐂𝐓 | 𝐎𝐒 .• || Pequeños escenarios ficticios de tus cantantes favoritos *⁠.⁠✧ 𝐏𝐄𝐃𝐈𝐃𝐎𝐒 𝐀𝐁𝐈𝐄𝐑𝐓𝐎𝐒
168K 3.5K 31
Busquemos salir un poco de la realidad imaginando historias con sus pilotos favoritos🖤
538K 62.7K 15
Harry había pasado por varias injusticias a lo largo de su vida. Había perdido y amado; preguntado y respondido. Pero aquella vez, cuando sabiendo qu...