I love you too

By BilingualDesastre

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En donde Yachi encuentra un tweet de un seguidor, le da me gusta y se encuentra con su música. Le muestra los... More

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By BilingualDesastre

Antes de que Yamaguchi contestara a su mensaje Tsukishima se levantó de su cama prácticamente con un brinco y fue a el cuarto de lavado para tomar unos trapos, el trapeador y demás productos para limpiar la casa como si su vida dependiera de ello.

—Maldita sea el momento en el que decidí que casi toda la casa fuera blanca. Kei del pasado me desprecia, estoy seguro —Se quejó Kei, por milésima vez culpando a "Kei del pasado" por sus acciones, mientras limpiaba la mesa del comedor que, como no, era de cristal. 

Cuando terminó de limpiar la mesa, no sin antes acabársele la fe en la vida al por accidente reposar la mano en la parte donde ya había limpiado, le llegó la respuesta de Tadashi. Sonrió al celular y le mandó su dirección. Ya habían acordado en una hora hace unas semanas, pero Tsukishima igual suponía que el castaño iba a llegar tarde, manejar con las calles como estaba iba a ser tardado.

Estaba pensando en si hubiera sido una mejor idea ir a recoger al castaño que dejarlo venir a él, cuando el alma casi se le sale del cuerpo al escuchar el trueno que se escuchó. Tremendo juego de boliche que se estaban aventando los angelitos, lo agarraron desprevenido. 

El rubio agitó su cabeza y siguió con su tarea de limpiar todo su rancho; misión que después de unos minutos se se convirtió en limpiar el piso de abajo y a la mierda todo. Su casa no era una mansión ni mucho menos, pero igual el cabrón no era humilde, entonces había mucho terreno que cubrir y su instinto maternal aún no le había llegado, entonces no pudo limpiar la casa con la velocidad requerida para dejar orgullosa a la señora del mercadito a la que le compraba las verduras.

—Bueno, al fin y al cabo probablemente estemos abajo todo el rato, aquí tengo la tele grande, sillones, puedo traer más cojines si acaso, hay un baño abajo y ya tengo comida aquí, entonces debería de estar bien— Tsukishima pensó, ahora limpiando el sillón blanco que daba a la televisión colgada en la pared. —Arriba solo está otro baño más grande, el balcón que no vamos a ocupar, mi oficina y mi cuarto- —Tsukishima dejó de sacudir el sillón. Por ninguna razón aparente, fue corriendo a su habitación a limpiarla .

Por si acaso, uno nunca sabía.

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Una hora y media pasó y Tsukishima determinó que la casa estaba lo suficientemente limpia para no dar asco. Prendió unas velitas y encendió el celular para ver la hora. Tadashi debería de llegar dentro de aproximadamente dos horas, tal vez más, Kei no sabía qué tan lejos estaba su casa. Resopló caminando a su cuarto de nuevo. 

En cuanto llegó se  tiró de cabeza a la cama teniendo que usar toda su energía para no cerrar los ojos y quedarse dormido. Quién diría que quedarse despierto hasta las cinco de la mañana teniendo un compromiso por la tarde sería mala idea. 

Pensándolo bien a lo mejor y era la mejor idea tener la cita en casa porque si iban a otro lugar no había garantía de que Tsukishima no se quedara dormido en la mitad de ella. Tsukishima se dio un golpe el el rostro para poder concentrarse, tanto pensar en dormir le estaba dando aún más sueño, ya había tomado más de una taza de café pero aparentemente había llegado al punto en donde su cuerpo ya se había acostumbrado a la absurda cantidad de cafeína que Tsukishima consumía a diario porque ya no le hacía efecto.

Gruñendo se salió de su dulce cama prácticamente arrastrándose y llegó al armario. Lo abrió y lo miró fijamente por al menos cinco minutos antes de hacer algo. En realidad no había mucha elección, casi toda su ropa era prácticamente igual, pero aún así, la ilusión de tener opciones no se la quitaba nadie. 

Al final decidió por algo simple, pero que no pareciera que se acababa de despertar tampoco. Tomó una camiseta negra de su amplia colección de 30 iguales, una camisa manga corta con cuadros amarilla y negra para ponerse encima de la otra y unos pantalones beige y se metió a la ducha para darse un baño.

---

El rubio estaba pasando por las cinco etapas del duelo. De hecho las pasó tantas veces y tan rápido que estaba seguro de que había inventado al menos cuatro más. Ya habían pasado las dos horas y el pecoso aún no había llegado. No solo no había llegado, pero no le había mandado ningún mensaje más, y no podría ser que Yamaguchi le hubiera mandado algo y Tsukishima no lo hubiera visto, absolutamente no, el rubio había estado revisando el celular c prácticamente cada minuto. 

Tsukishima sabía que lógicamente no iba a llegar a tiempo, Tadashi nunca había sido el mejor con eso, aún más con la lluvia, que no se había calmado ni tampoco empeorado, pero Tsukishima no pudo evitar a su cerebro de pensar el las peores situaciones.

—¿Qué tal si no va a venir? Tal vez sea por la lluvia, pero a lo mejor también es por mi culpa. ¿Ya se hartó de mí finalmente? ¿Se dio cuenta de que puede conseguir a alguien mil veces mejor que yo? ¿Y si-? —La hora depresiva de Kei fue interrumpida por otro trueno que lo tomó desapercibido. El rubio se llevó una mano al corazón dramáticamente y miró por el ventanal que remplazaba la pared derecha de la sala. —Espero que al menos esté bien. 

Para distraerse, Tsukishima decidió prender la televisión y poner Netflix para buscar una película, proceso que típicamente duraba como mínimo media hora si tenías suerte.

Después de lo que parecieron días pero en realidad fueron cuarenta minutos, el teléfono de Kei sonó y su ceño fruncido se derritió para ser remplazado por una sonrisa al ver el contacto.

Tadashi 🌠

—¿Hola? —Dijo Tsukishima respondiendo a la llamada.

—¡Tsukki! —Exclamó el castaño. —Perdón, había más tráfico del que esperaba y todos se están moviendo muy lento por la lluvia, pero ya casi llego. 

Tsukishima sintió su corazón acelerarse. Dentro de poco lo iba a tener frente a frente y no podía esperar, pero sus nervios tampoco se escondieron. 

—Bien, bien, mándame un mensaje cuando llegues para dejarte pasar.

—Oh, ¿el señor tiene seguridad avanzada? No se preocupe, le enviaré mensaje para que la seguridad no me saque de su mansión —Dijo Yamaguchi en burla.

Tsukishima rodó los ojos. —Cállate, Yamaguchi —Kei dijo, esperando  la respuesta usual de Tadashi, pero esta no llegó. En lugar escuchó algo mucho mejor.

—Te quiero, Tsukki. 

Tsukishima estaba casi seguro de que su corazón dejó de latir por un momento. No respondió nada, estaba esperando a que el otro elaborara, pero Tadashi tampoco lo hizo. No fue hasta unos segundos más de silencio en el que se dio cuenta de que se le habían cruzado los cables del cerebro.

—¡Espera! ¡Perdón! Ah- perdón, Tsukki, olvida-

—Yo también.

 —... ¿Qué? —Fue lo único que alcanzó a decir un muy confundido Tadashi.

Tsukishima tomó una bocanada de aire. —Yo también te quiero —Dijo, haciendo la voz cada vez más chiquita con cada sílaba. 

No estaba viendo el rostro del otro, pero podía sentir la sonrisa que probablemente llevaba Tadashi en los labios.

—Te voy a colgar antes de que tengas un accidente automovilístico, irresponsable —Dijo Kei, odiando el estúpido rubor que estaba invadiendo su rostro sin su consentimiento. 

Yamaguchi volvió a tierra y rio. —Okay, Tsukki. Te veo luego —Se despidió el pecoso antes de que Kei colgara el teléfono.

El rubio dejó el celular en la mesita de enfrente, tomó un cojín del sillón y se golpeó con él en la cara, absolutamente asqueado consigo mismo por el efecto que tres putas palabras tenían sobre él. Si se le aceleraba el corazón tanto simplemente por teléfono, no sabía cómo se iba a poner una vez tuviera a Tadashi enfrente.

Tadashi. Ahora era técnicamente su novio, ¿cierto? Ambos dijeron que era una cita y se acaban de decir que se querían, entonces ahora era su Tadashi. 

Kei se volvió a pegar con la almohada. Su homosexualidad se estaba saliendo de control.

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Diez  minutos habían pasado y  Kei recibió un mensaje de Tadashi avisando que ya había llegado.

Acomodó los cojines por la quinta vez y revisó si reflejo en el espejo de camino a la sala con los controles de seguridad de la entrada. No le dieron ganas de vomitar al verse, así que lo tomaría como un éxito.

Abrió la puerta de su cochera y le avisó a Tadashi que ya podía entrar. Por la cámara de seguridad vio un auto entrar a la cochera y de pronto Tsukishima se dio cuenta de que esto de verdad estaba pasando. 

Cerró la puerta y caminó hacia allí, jugando con sus manos y pensando en lo que le iba a decir. Finalmente llegó a la puerta y  la abrió.

No exageraba cuando decía que nada lo podría haber preparado para la manera en la que su corazón se aceleró y lo seca que se pondría su garganta en menos de una décima de segundo.

Delante de él estaba Tadashi, cosa que era suficiente para no poder concentrarse en nada más, pero no solo era eso.

Tadashi le sonrió y eso lo terminó de matar. Estaba explicando por qué se había tardado tanto en llegar, pero a decir verdad Tsukishima no estaba poniendo atención, estaba utilizando toda su fuerza de voluntad para no tomar al pecoso de la cintura y llevárselo arriba.

Tadashi llevaba un sweater azul cielo, había cambiado sus piercings  que había visto antes por unos aretes colgantes, con un corazón del mismo color del sweater y una mariposa con detalles dorados en la parte superior de la oreja. Se veía hermoso, obviamente, pero lo que lo tenía pellizcando su palma discretamente era que Yamaguchi había tomado la decisión ejecutiva de asesinar a Tsukishima, porque el desgraciado llevaba una falda blanca.

Una falda. Estaba haciendo frío, pero Tadashi se puso una falda. 

Kei se iba a morir.

—¡Oh, por cierto! Traje comida, pero creo que se enfrió —Terminó de hablar Tadashi. Kei hizo un sonido de afirmación, pero no respondió por lo que Tadashi se quedó callado mirando al piso. Kei salió de su trance agitando la cabeza. Dirigió su mirada a Tadashi y no le quedó más opción que sonreír. Había una parte dentro de él que aún no creía completamente que la persona en frente de él en verdad lo quería, pero era real.

—Hola —Dijo bobamente, pero toda la vergüenza que el rubio pudo tener no importó al escuchar la risa del pecoso.

—Hola —Respondió mirándolo a los ojos, haciendo que su corazón se derritiera por completo. 

—Hazlo, hazlo ya, no hay problema si lo haces — Su cerebro le dijo repetidamente. Kei tomó aire y, tratando con toda su fuerza de voluntad de no mostrar exactamente qué tan torpe lo  hacía la presencia del castaño, tomó su mejilla con una mano y se acercó.

Ya era tarde para acobardarse, y aunque quisiera, la verdad es que no podría; en su mente el único pensamiento que rondaba era lo imposiblemente hermoso que se veía Tadashi, apreciando la belleza de sus ojos y lo suave que se sentía su piel en su mano, pensando en que se sentía perfecto, cómo si hubiera debido estar ahí siempre.

Tsukishima hizo lo que había estado en su mente desde hace meses y lo besó.

Fue un beso corto y suave, pero era lo mejor que Tsukishima había sentido nunca. El estómago se le llenó de mariposas haciendo volteretas como si fuera un adolescente sin experiencia dando su primer beso. Era tan patético que se quería dar un puñetazo. 

Se separó lentamente sin quitar la mano de la mejilla de Yamaguchi, acariciando una zona de la piel con su pulgar. Sus lentes estaban comenzando a empañarse por sus respiraciones, pero le importaba poco, lo único importante ahora era ver al chico sonrojado enfrente de él.

—No tienes idea de lo mucho que quería hacer eso —Dijo antes de poder registrar. Honestamente, estaba pensando que lo siguiente que Tadashi haría sería tartamudear o hacer un chiste, como lo hacía antes al estar en situaciones algo inesperadas, pero lo que hizo le hizo recordar que Tadashi ya no era el niño tímido y torpe que había conocido.

Yamaguchi prácticamente se arrojó al cuerpo de Kei, colocando sus brazos alrededor del cuello del rubio y le devolvió el beso, pero no de la misma forma que Kei le había besado, todo o contrario; por el empujón Kei tocó la pared con su cuerpo y sostuvo al pecoso por la cintura. Tadashi logró deslizar una mano por el cabello de Kei, tomando su cabello de vez en cuando sin jalarlo, todo esto intensificando el beso a cada segundo, tratando de mostrar lo tanto que ambos estaban esperando éste momento. Kei sintió una ligera mordida en su labio inferior, para luego sentir la lengua de Tadashi pasar por el lugar.

Ambos podías haber seguido así por horas y horas, sin embargo el oxígeno era algo necesario para el ser humano, así que ambos se tuvieron que separar. Dando repetidas respiraciones pero sin separarse demasiado, Tadashi tomó la mejilla de Kei y pasó el pulgar por sus labios rojizos, mirando a Kei como si fuera irreal, algo que se pudiera desvanecer, cómo si él tampoco creyera que esto estaba pasando; Kei juraba que en ese momento Tadashi le podría pedir lo que sea y no había forma que pudiera decir que no.

Era irreal qué tanto había caído por una persona. 

—Oh oh, esto es malo —Susurró Tadashi fijando su mirada en los labios de Kei.

—¿Qué? —Suspiró Tsukishima.

—Ahora no creo que pueda dejar de besarte —Soltó Tadashi. Kei sabía que Yamaguchi no había querido decir eso y probablemente se estuviera pateando mentalmente, pero en realidad era exactamente lo que él estaba pensando, así que hizo lo que cualquier ser humano hubiera hecho con el ángel enfrente de él.

Se olvidó de contenerse en nada. Tsukishima se agachó un poco y tomó a Tadashi de el interior de sus muslos levantándolo del piso, Tadashi dando un pequeño grito por la sorpresa.

Como es baboso, no calculó bien la fuerza y se le hubiera caído Yamaguchi de no ser por que el castaño de suerte se pudo sostener con la pared, efectivamente rompiendo el momento de pasión que estaban teniendo. Kei nunca se dejaba tener nada bonito, la puta madre. Pinche inservible.

Tsukishima resopló molesto consigo mismo, el pecoso en sus brazos riéndose de su puchero escandalosamente. 

Yamaguchi paró de reír para mirar enternecidamente a Kei, moviendo su pelo de sus ojos para luego volver a pasar sus brazos por su cuello y envolver sus piernas en el cuerpo de Kei para tener mejor balance. Se inclinó para dejar un tierno beso en la frente de su, ahora muy establecido, novio y sonriendo dijo: —¿Y me vas a invitar a pasar o nos vamos a quedar en la cochera por tres horas?

Kei dejó salir una risa  y, sin decir nada, se llevó al pecoso hasta la sala.

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Tadashi estaba gritando internamente. Los videos de manifestación de TikTok sí funcionaban y lo acababa de confirmar, no había otra manera en la que estuviera sentado en la encimera de Tsukishima con éste besándole sin dejarle por más tiempo del necesario.

Cuando dijo que se podría pasar horas y horas besando a Yamaguchi no mentía. Tampoco era que se estuviera quejando.  

Tsukishima estaba pasando su mano por sus muslos, subiendo peligrosamente hasta el fin de la falda para bajar de nuevo ilusionando al pecoso cada vez, haciéndole pensar que era mano iba a viajar más y más arriba hasta llegar a otro punto; aunque para ser honestos con todos cumplidos que Tsukishima estaba murmurando en su oído entre besos Yamaguchi ya se sentía abrumado de la mejor manera posible. 

Si Tadashi supiera que llevar la falda hubiera causado tal efecto en el rubio, se la hubiera puesto desde que Kiyoko lo llevó a la fiesta aquella.

Yamaguchi aprovechó un momento en el que Kei lo dejó de besar para ir a su cuello y dejar pequeños besitos por toda la zona, sintiendo la mano del rubio jugar con su pelo.

De pronto, el microondas sonó fuertemente, asustando a los dos. Tsukishima se separó gruñendo de nuevo, presionando el botón de 30 segundos más por la cuarta vez

—Vas a quemar el tupper —Dijo Tadashi conteniendo la risa. No había visto a una persona estar tan molesto con un microondas en su vida. 

—Te compro otro —Contestó el rubio para proceder a llenar a su pecoso de besitos. 

Yamaguchi rio por las cosquillas que le daban tantos besos en su cara y la actitud del rubio. —Yo te perdono, pero mi mamá te mata. —Tsukishima paró inmediatamente su afecto y se apresuró a sacar el tupper del microondas . Kei conocía a la mamá de Tadashi y hacer enojar a la señora era peor destino que el infierno.

Admirando a el rubio servir la comida en unos platos, Tadashi se sentía feliz. Fue como si una presión se le liberara del pecho, ahora no había manera de que estuviera algo más que contento.

Bueno, decir nada es extremo. Siempre hay algo. Siempre hay una cosa que, no importa el momento, no importa el lugar ni con quién estés,  siempre va a hacer que toda la felicidad que estés sintiendo se desvanezca y sea remplazada con puro pánico.

Tadashi tenía muchos, y uno en particular estaba ocurriendo cada cinco minutos. 

Un trueno sonó, retumbando en los oídos de Tadashi haciéndole congelarse en el lugar. Su respiración comenzó a acelerarse cuando otro trueno, de alguna manera más fuerte que el anterior, sonó. 

Yamaguchi se pellizcó la palma de la mano para no dejar que sus pensamientos lo consumieran. Estaba bien, nadie le iba a hacer daño. Estaba con Tsukishima, se sentía cómodo con él, no había razón por la cuál entrar en pánico.

Pero no importaba cuánto tratara de pensar con lógica, el cerebro es estúpido, y nos va a hacer pensar en las opciones más ilógicas, nublando tu visión y haciéndote entrar en pánico; por consecuencia haciéndote sentir mucho más estúpido y culpable de pensar en cosas que no tenían lógica alguna, cosas que solo un cobarde pensaría, pasando a pensamientos de odio. Luego el ciclo se repetía hasta dejarte llorando en el piso sin saber qué hacer. 

Tadashi empezó a contar hasta diez, luego hasta cincuenta cuando eso no lo calmó en lo absoluto. Se encajó las uñas al muslo, recordando vagamente las palabras de su madre de hace años diciéndole que eso no era bueno, pero eso no lo paró. Sintió ese ardor en la garganta que ocurría cuando estabas tratando con toda tu fuerza no llorar y fue ahí cuando se dio cuenta de que Tsukishima le estaba hablando. 

—¿Estás bien? —Le preguntó Kei con una ceja arqueada.

Yamaguchi parpadeó varias veces asintiendo y colocando una sonrisa falsa. —Sí, solo me distraje pensando en algo que tengo que hacer la siguiente semana, no te preocupes. —Antes de que el rubio pudiera contestar, Yamaguchi tomó uno de los platos y lo llevó hasta la sala, colocándolo en la mesa tomándose más tiempo del necesario tratando de ocultar su rostro de Tsukishima. Había una probabilidad muy grande de que Tsukishima se haya dado cuenta de que algo andaba mal, pero no le había preguntado nada aún, así que no se podía derrumbar.

Tadashi se sentía fatal. Estaba teniendo un buen momento, este debía ser un momento especial, pero él y sus estúpidos pensamientos lo arruinaron como era costumbre. Estaba cansándose de arruinar todo en su vida. Ahora que lo pensaba todo esto fue una mala idea. Tsukishima se merece a alguien mucho mejor, no a un don nadie que no servía para otra cosa que no fuera llorar por los truenos. Tenía que irse y disculparse por hacerle perder el tiempo.

Fue a la cocina evadiendo de nuevo al de lentes al ver que estaba caminando hacia la sala y tomó otro plato, llevándolo a la mesita de centro con la cabeza hacia abajo. Estaba poniendo toda su concentración en no derramar ni una sola lágrima, no solo porque se vería absurdamente patético, pero también porque se conocía y sabía que una vez iniciara, no podría parar. 

Es que era un estúpido de verdad. Él sabía perfectamente el efecto que le hacían los truenos, pero no, tenía que salir.

Estaba a la mitad de camino cuando otro trueno sonó e inmediatamente sintió la mano de Tsukishima en su hombro, haciéndolo saltar y cerrar los ojos. 

—Yamaguchi, ¿estás bien? —Preguntó de nuevo Tsukishima, sus ojos ámbar ahora llenos de preocupación.

Tadashi negó con la cabeza, las palabras doliendo al salir por la presión que sentía en la garganta. —Estoy bien, me sorprendió el trueno, eso es todo. —Otro trueno sonó y el rubio sintió el cuerpo de Tadashi tensarse ante el ruido.  —¿Esos fueron todos los platos? —Yamaguchi preguntó cambiando de tema. El de lentes asintió aún sospechoso.

Ambos se sentaron en el sillón sin decir nada. Hubo un momento de silencio; Yamaguchi quería sentarse cerca del rubio pero su cuerpo seguía tenso e incapaz de moverse mucho. El ciclo no había parado en su cabeza y cada vez se le hacía más difícil registrar lo que estaba pasando. Tsukishima le preguntó si quería ver algo en concreto y Tadashi solo negó la cabeza, no confiando en su voz, así que Tsukishima fue pasando por la página, buscando alguna película para ver. El ambiente se había hecho pesado e incómodo y Tadashi sabía que era su culpa. Era tan inútil que dolía.

—Ey —Comenzó a decir Tsukishima buscando las palabras adecuadas. —Sabes que me puedes decir lo que sea, ¿Verdad? Nunca haría o diría algo para hacerte daño a propósito... desde niño supe que pasabas por cosas que nadie debería de pasar y que te afectaban a otro nivel, no tienes por qué esconderme nada. Quiero que te sientas seguro conmigo porque yo me siento seguro contigo. Si en algún momento hice algo que te incomodó o algo que te dejó en un mal lugar pasó quiero que me lo digas, porque sé que contenerte te hace mucho más daño y verte sin tu sonrisa es... no es bueno —Dijo Tsukishima lentamente. 

Y eso fue todo lo que necesitó. Yamaguchi no se pudo aguantar más y dejó caer la primera lágrima. Después de esa lágrima le siguieron más y más hasta caer en una cascada que no se veía que iba a parar pronto. Como en comando, Tsukishima se acercó hacia el pecoso envolviendo un brazo en él, no queriéndolo abrumar con contacto físico por si acaso. Tadashi se se abalanzó por la segunda vez ese día para abrazarlo fuerte, llorando con más intensidad. No podía controlar su respiración ni mover de de dónde estaba. Su voz tampoco salía a voluntad, lo único capaz de salir de su garganta siendo pequeños "perdón" que dirigía a Tsukki.   

Tsukishima acarició su cabeza abrazándolo de igual manera y dejando a Tadashi desahogarse. —Shhh. No te disculpes, tú no hiciste nada. Está bien, estoy aquí.

---

Honestamente Yamaguchi no supo por cuánto tiempo se quedó ahí, llorando en el pecho de Kei. 

Finalmente se había calmado lo suficiente para bajar de su nube y ser consciente de sus alrededores. Sinceramente no se atrevía a levantar la mirada, estaba tremendamente avergonzado de lo que acababa de pasar. Era su primera cita, todo iba bien y Tadashi lo tuvo que arruinar teniendo un ataque de pánico.

—Sé lo que estás pensando —Dijo Tsukishima. —No hiciste nada mal. Sólo tuviste una reacción a algo, no es tu culpa —Tsukishima le dijo dando besos a su cabeza. Yamaguchi reunió el valor y alzó la mirada para ver al rubio. Se iba a disculpar otra vez, pero al ver la mirada imposiblemente suave que Tsukki le estaba dando decidió por darle las gracias con un beso en los labios que Tsukishima no tardó en devolver. Tomó su rostro entre sus manos y lo acercó al de él. —¿Me puedes decir qué te pasó? —Preguntó Kei sin presionarlo.

Tadashi tomó un suspiro tembloroso. —Cuando nos conocimos, muchas personas me dejaron de molestar porque te tenían miedo, eso ya lo sabes, pero antes de conocerte las cosas escalaron a un ritmo muy rápido. No tengo momentos particularmente felices con la lluvia, desde que era niño los demás me sacaban de la escuela y me metían a una zona sin techo abandonada y ahí me quedaba toda la tarde hasta que un maestro me escuchara llorar, pero lo peor no fue ahí. —Kei quitó la mano de su rostro tomando las piernas del pecoso para ponerlas encima de las suyas y colocando una manta encima de ambos. Tadashi tomó una almohada y siguió con su historia. —Cuando me mudé a Tokio el bullying no paró en realidad... se hizo peor, de hecho. Hubo un grupo de personas que casi todos los días me metían a un casillero o armario muy pequeño en donde apenas cabía después de pegarme y golpeaban la puerta y sonaba como truenos y me gritaban cosas y- —Yamaguchi tuvo que parar su historia porque las lágrimas amenazaban con hacer aparición nuevamente. Tsukishima le daba caricias en la espalda mirándolo entre triste y enojado. Después de un tiempo pudo continuar. —Luego me sacaban cuando estaba desorientado y me volvían a pegar y tirar cosas, o hacerme comer tierra, depende del día. Después me volvían a meter y golpeaban el armario de nuevo hasta que se aburrían, que usualmente era hasta muy tarde. Después de años de ellos haciendo eso constantemente, le tomé pavor a los sonidos fuertes, sobre todo a los truenos. Cuando los escucho siento que alguien me va a golpear y- solo no me gustan —Terminó con una voz muy quedita.

Tsukishima miró a Tadashi haciéndose pequeño en el sillón, abrazando la almohada casi como si se estuviera tratando de proteger. Como para demostrar la historia del pecoso, un trueno sonó. Kei abrazó a Tadashi acariciando su cabeza de nuevo. 

—¿Estás enojado? —Preguntó Yamaguchi.

Tsukishima suspiró tratando de que no se notaran sus emociones para no alarmar a Tadashi. —No. No contigo. Estoy enojado con todos los idiotas que te lastimaron tanto —Dijo Tsukki. Legítimamente no entendía cómo había personas tan crueles, sobre todo ante el perfecto ángel que era Tadashi. Quería tomar al pecoso y protegerlo para siempre. —Te mereces todo y más.

Se quedaron en esa posición por un rato más. Estaban en silencio, pero no uno malo, ambos estaban cómodos estando en solo la presencia del otro.

—¿Quieres ver la película, comer, o solo te quieres recostar? —Preguntó Kei.

Tadashi se removió en su lugar. —¿Podemos ver una película de mierda de Adam Sandler? No tengo muchas ganas de hablar o poner atención a algo —Murmuró el castaño.

—Lo que tú quieras —Contestó Tsukishima tomando el control remoto y acercando la mesa con la comida. 

Tadashi miró el rostro del rubio buscando alguna película y sintió su corazón derritiéndose con cariño. 

—¿Tsukki? —Llamó Yamaguchi.

—¿Hm? —Tsukishima dijo dejando de mirar la pantalla para ver a Tadashi.

Yamaguchi se enderezó y besó los labios de Tsukishima. De fondo otro trueno sonó, pero en ese momento, con los labios de Kei en los de él, el beso lleno de ternura, fue la primera vez en años que Yamaguchi no saltó con el trueno.

Lo único importante es que estaba con Tsukishima Kei.




BANDA ME COSTÓ LO QUE NO ES NI MEDIO NORMAL TERMINAR EL CAPÍTULO, MIERDA.

P.D: Recordatorio que poner "actualiza" "¿cuándo actualizas?" "¡Quiero actualización!" "¿Dónde está la actualización?" "Ay ya no hay más" "Me pasé cuatro horas leyendo esto y no hay final" lo que hace es que el escritor se abrume más y no quiera escribir.


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