Math ᯽ ꒰ sookai ꒱

By ppangbinnie

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Choi Soobin no es alguien especialmente inteligente... Siendo sinceros, no lo es en absoluto. Eso nunca había... More

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By ppangbinnie

Cuando Soobin baja de su habitación con el cabello goteando sobre su camisa, Kai ya está de pie en la cocina, fingiendo una tranquilidad que no siente mientras juguetea con sus dedos.

—¡Estoy listo! —anuncia el mayor, acercándose hasta el chico y riendo cuando nota que Kai se tensa y se sonroja— ¿Hm? ¿Pasa algo?

—¡N-nada! —tartamudea— Deberíamos ir a almorzar antes de ir al parque... Tengo hambre.

—Oh, está bien... ¿Quieres algo en específico? ¿Lo quieres pedir a domicilio?

Soobin toma su teléfono que yacía olvidado encima del mesón y abre su aplicación de pedidos.

—¿Pollo? ¿Pizza?

—Pollo está bien.

—¡Pollo será! —anuncia feliz Soobin, tecleando un par de veces más mientras Kai lo observa con ojos completamente nublados de amor.

Cada día que pasa siente que su amor por el chico incrementa en cantidades exorbitantes. Incluso si parece imposible amarlo más, sorprendentemente así le sucede. Se fija en su oscuro cabello, despeinado y aún deslizando gotas de agua por su cuello y creando patrones en su camisa. Se fija también en sus cejas y la forma en la que enmarcan sus hermosos ojos oscuros, especialmente cuando baja la mirada y sus pestañas crean formas sobre sus pómulos suaves.

Y definitivamente, lo que más le gusta es su sonrisa. Aquella sonrisa que le dedica en ese momento, esa que muestra sus dientes por completo, que marca sus hoyuelitos profundamente y hace que sus ojos se entrecierren con aquel brillo especial que los caracteriza.

—¿Todo bien? —pregunta Soobin, aún sonriéndole ampliamente.

Kai debe tener cara de idiota, casi babeando ante la vista del otro. Abre su boca varias veces, boqueando como un pececito mientras intenta buscar algo que decir.

Soobin deja de sonreír, tuerce su cabeza con duda y con sus labios forma una bonita "o" acercándose a Kai para examinarlo de cerca.

—¿Estás bien? ¿Qué pasa?

Meses antes, las cosas habían sucedido completamente a la inversa. Mientras Soobin se encontraba perdido ante la vista del menor, no había podido evitar acercarse tanto a su cara para robarle un casto beso de adoración, dejando al otro confundido y asustado.

Si bien Kai estuvo evitándolo un largo rato después de eso, hasta el punto que había pensado en dejar de darle clases, justo ahora está siguiendo los mismos pasos que su hyung.

(Solo que, esta vez, cuando ambos se besan en medio de la cocina, ninguno de los dos sale corriendo)

Kai no dice nada mientras toma a su hyung por los hombros con suavidad. Soobin parpadea, sorprendido. Pero el menor lo ignora y cierra sus ojos mientras se impulsa hacia adelante con sus pies de puntitas para poder alcanzar mejor al más alto.

Soobin abre sus ojos mientras se sonroja, sintiendo el mismo deja vù que tuvo Kai segundos antes. El tacto de los labios suaves del menor ya lo conoció en el pasado, pero esta vez se siente tan diferente por el hecho de que es algo que ambos desean y más aún porque Kai dió el primer paso.

Así que ni siquiera lo piensa cuando cierra sus ojos igualmente y con sus brazos rodea la cintura de Kai, atrayéndolo más hacia sí y haciéndolo soltar un suspiro por lo repentino del movimiento.

Ambos son tan inexpertos que el beso es lento y casi tonto. Sólo se limitan a mover sus labios casi sin coordinación pero intentando todo lo posible estar muy cerca hasta que sus respiraciones se mezclaran.

Kai se separa porque siente que el aire le falta, pero después de inhalar fuertemente vuelve a besar los labios de Soobin con algo más de velocidad. Soobin suelta una risita ahogada, pero intenta seguirle el ritmo lo mejor que puede.

Luego de unos minutos más en la misma mecánica de inhalar y seguirse besando hasta que necesiten inhalar otra vez, Kai se separa finalmente, sonrojado como nunca antes y con ojos cristalizados casi al borde de las lágrimas.

Soobin abre sus ojos lentamente, lo mira con ternura y termina de envolverlo en el abrazo a medias que mantenían, reposando su mentón sobre el hombro del otro.

—¿Todo bien? —le susurra nuevamente el mayor. Kai asiente, mordiendo su labio dolorido y devolviéndole el abrazo a Soobin.

—Me gustas mucho, Hyung.

—Y tú a mí.

—No, no, en serio me gustas... Desde hace tanto tiempo.

—Oh...

—Incluso antes de que me hablaras, me gustas.

—¿Y-yo? Pero- no tengo nada de especial...

—Cállate, hyung. Eres la persona más especial en el universo entero. —lloriquea Kai— No sabes cuánto tiempo te he admirado en secreto y he llorado por ti en brazos de Taehyun. —confiesa— Y que por fin hayamos llegado a este punto... Se siente tan irreal, como un sueño...

—Kai. —murmura Soobin con voz entrecortada, aferrándose aún más al abrazo.

Tristemente, el timbre suena en ese momento, interrumpiendo su momento para anunciar que llegó su comida. Soobin se separa, sorbe su nariz y limpia sus ojos con la manga algo bruscamente para luego quitar los restos de lágrimas de las mejillas de Kai con tanta suavidad como si fuera de porcelana.

Ambos se miran unos segundos más, luego el mayor trota hasta el recibidor y busca entre las chaquetas del perchero por su billetera. Abre la puerta, paga, y lo próximo que ve Hyuka es una caja de cartón que lo hace aplaudir.

—¡Pollo!

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—Piedra, papel o tijera.

—Que no.

—¡Anda, hyung!

—No quiero...

—Entonces con una moneda... ¿Cara o sello?

—No me voy a subir a la montaña rusa.

—...

—Kai... No me mires así.

—Por favorcito...

—...

—...

—Bien, pero sólo UNA vez. —recalca, derrotado.

Ni siquiera habían terminado de llegar al parque de diversiones cuando Kai ya estaba saltando y brincando por todo el lugar señalando las atracciones a las que quería subirse. Por supuesto, la primera que eligió fue aquella infernal montaña rusa que daba setecientas millones de vueltas a la velocidad de la luz y que Soobin detestaba. Pero él estaba tan enamorado del pequeño-no-tan-pequeño que si tenía que hacerlo para complacerlo, lo haría.

La fila es lenta e interminable, pero Soobin prefiere hacerla mil veces que estar una sola vez en la atracción. Mira todo con nervios, pero Kai a su lado parlotea sobre un nuevo proyecto para su clase de literatura y sobre que estaba planeando renunciar a ser el capitán del equipo de fútbol. Soobin jadea ante su confesión, distrayéndose por fin de sus nervios.

Kai se encoge de hombros con una sonrisita mientras responde.

—Me quita mucho tiempo que podría estar disfrutando a tu lado. De todas formas, no me gusta tanto tener toda la responsabilidad del equipo.

Soobin se sonroja, desviando la mirada con pena.

—En cambio estaba pensando que podríamos inscribirnos a algún club juntos... —continúa Kai—¿Qué tal el de música?

—Oh... Solía estar en el club de música.

—Lo sé. —tartamudea nervioso Kai, recordando el día que lo conoció— Una vez yo... Olvídalo.

—¿Eh? ¿Lo sabes?

—Te escuché y... Uhm... Desde ese día me gustaste. —confiesa.

Soobin se sonroja, mirando hacia el suelo. Ambos están callados una vez más, no en forma de incomodidad, sino más en que están tan enamorados que sienten que no es necesario decir algo para llenar el silencio.

El turno para subirse pasa más rápido de lo que le hubiese gustado a Soobin, y cuando se da cuenta, ya está sentado en el juego y Kai está abrochando los cinturones de ambos y bajando la barra de metal.

—Espero no morir. —balbucea nerviosamente Soobin cuando el carrito comienza a moverse lentamente y coge velocidad a cada segundo.

Como todas las veces, es una horrible experiencia para el pobre Soobin. Kai parece haberse divertido bastante, despeinado y sonriente de oreja a oreja aún con la adrenalina a tope.

Soobin no es uno para la adrenalina.

—¡Genial! ¿Ahora qué? ¿Carritos chocones? —sugiere Kai a gritos.

—Si lo que quieres es que vomite, adelante... —murmura Soobin algo mareado, saliendo del carrito con pasos atontados.

Kai hace un pucherito, colgándose del brazo del mayor y ayudándolo a bajar las escaleras de la tarima.

—Bueno, ¿Qué tal si jugamos en el arcade entonces?

El arcade del parque es grande y lleno de juegos. Por suerte no hay mucha gente aún porque la mayoría de las personas están disfrutando del clima afuera. Soobin agradece mentalmente por esto, suspirando cuando ve como Kai no pierde tiempo y corre hasta el mostrador para cambiar dinero por fichas.

Ambos están a punto de empezar un juego de disparos cuando Kai ve algo a lo lejos y suelta la pistola, con ojitos brillantes y una enorme sonrisa. Soobin le sigue la mirada, sonriendo cuando se da cuenta que lo que el menor observa es una enorme máquina de garra llena de peluches coloridos.

Kai no duda antes de salir corriendo hacia ella y observando los peluches con anhelo. Soobin a su lado observa también.

—¡Son tan lindos! Mira ese, el osito... ¡Tan lindo! —lloriquea Kai, señalando emocionado.

Soobin entonces sonríe e inserta una ficha en la máquina, encendiendo varias lucecitas y música animada. Kai le sonríe cuando el mayor toma los botones.

No podría mentir y decir que es bueno en este juego. Siendo honestos, nunca había podido llegar a sacar un peluche en su vida. Es por eso que le toma al menos cinco fichas hasta que por fin logra mantener en la garra un pequeño peluche y sacarlo con éxito.

Por desgracia, no es aquel tierno osito que Kai tanto quería, pero cuando lo recoge de la máquina y se lo entrega al menor con una sonrisa tímida, Kai está sonriendo como un sol y sus ojos brillan tanto como las estrellas.

—¡Molang! ¡Es Molang! —grita emocionado, abrazando el peluche— ¡Hyuung! ¡Gracias!

Soobin sonríe más ampliamente, satisfecho al ver la carita de felicidad de Kai, quien sigue abrazando a su pequeño molang con fuerza.

Tras jugar un poco más, pierden la noción del tiempo. Y sin darse cuenta ya el sol comenzaba a perderse por el oeste, dejando sólo arreboles en el cielo.

Faltan sólo pocos minutos para que enciendan las luces nocturnas del parque, así que deciden pasear tranquilamente por el lugar con sus manos firmemente entrelazadas.

—¡Hyung! Ya encendieron la rueda de la fortuna.

Aquella atracción fue la misma en la que subieron juntos por primera vez. La misma donde compartieron un sándwich y donde Soobin se dió cuenta de que el menor no era malo como pensaba. Sentía muchas ganas de volver a subir ahí ya que las cosas han cambiado completamente.

En un acuerdo mutuo, se dirigen a la rueda que ya comenzaba a llenarse de parejas de todas las edades. Y una vez que están dentro de la pequeña cabina, se sonríen con fuerza.

—Cuando me subí aquí contigo por accidente estaba muy nervioso. —confiesa Kai— Pensé que abrirías la cabina para tirarme.

Soobin ríe, haciendo un puchero.

—¿Tan cruel me crees?

—¡No! Es que... De verdad parecías odiarme.

—Hm... No es eso...

—De todas formas, nunca me dijiste el por qué me tratabas así antes, Hyung.

—...

—Está bien, no es necesario. —tranquiliza Kai.

—Te lo diré en otra ocasión, lo prometo.

—Bien.

Hay una sonrisa dulce de parte de Hyuka que contagia a Soobin. El cielo ya está mucho más oscuro a esta hora, y por eso mientras más se acercan a la cima, la ciudad parece ir cobrando vida nocturna.

Kai está perdido entre las luces, mirando todo con admiración tras el cristal. Soobin está perdido mirándolo a él.

—Hyuka...

—¿Sí, hyung? —pregunta el menor, de inmediato volviendo su atención a él y sonriendo tiernamente.

—¿Quieres... Quieres ser mi novio? Oficialmente...

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