Una Perfecta Oportunidad © 30...

By AndreaSmithh

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Segunda parte de "Una Perfecta Equivocación" ¿Alguna vez pensaste en pasar un verano en Italia? Parece una fa... More

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SINOPSIS
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By AndreaSmithh

Mi mano recorrió el pecho desnudo de Jax, pasando por la forma de sus músculos, el suave vello en su pecho que bajaba en una línea por su ombligo... hasta perderse debajo de la fina sábana que nos cubría. La única que nos protegía en aquel momento.

Acabábamos de tener una sesión de sexo bastante buena en su habitación, que era notablemente más grande que la mía. Desde que su padre, mi tía y los padres de algunos de sus primos se habían ido, la Nonna redistribuyó las habitaciones, y ahora él tenía una con muchísima luz y buen tamaño... pegada a la mía.

No pensaba quejarme. Principalmente porque había decidido que, desde ese momento, utilizaría mi habitación más bien poco. Mucho menos para dormir.

Sobre mi mano el pecho de Jax se elevaba, expandiéndose, y volvía a bajar. Mis dedos comenzaron a juguetear con el piercing de su pezón y él se rió como si le hiciese cosquillas. Realmente me encantaba aquel momento que estábamos viviendo, tan tranquilos, sin que nadie nos molestase.

Siendo solo nosotros.

—Si sigues así me acabarás buscando.

La voz de Jax llegó divertida a mis oídos mientras mis dedos seguían enredados en su pendiente. Sonreí sin contenerme y me acerqué un poco más a él, casi enterrando la nariz en su rostro. Me encantaba su olor, fresco y atrayente. Mejor que muchos perfumes.

—¿Otra vez?

Me alejé de él lo suficiente para poder apoyarme en mi codo y mirarle con picardía. La sonrisa no tardó en brillar en sus ojos, arrugando su expresión de una forma encantadora.

—Contigo todas las que hagan falta —replicó.

Mi corazón aleteó drásticamente, pero yo misma le obligué a frenar.

No.

Con él no.

Ya habíamos pasado por ello, y no dejaríamos que volviese a suceder. El freno imaginario a mis sentimientos era brutalmente necesario. Disfrutaría del momento sin arrepentimientos gracias a él.

—Deberías volver a ponerte el de la ceja —comenté, llevando los ojos a ese punto exacto de su rostro—. Te quedaba muy bien.

Y me encantaba, pensé. Pero eso no se lo iba a decir.

Apretó los labios y despacio alzó la mano hacia su ceja. Pasó la yema de los dedos por el lugar que había tenido agujereado semanas antes, donde debería estar un piercing. Su expresión me dijo que él también quería volver a usarlo, así que decidí picarlo un poco más.

—O si te animas, también podrías hacerte uno en... —me quedé callada un momento, tratando de pensar en las palabras adecuadas—. Ese lugar donde todos en el instituto pensaban que ya tenías uno.

La sonrisa de pervertida no tardó en acudir a mi rostro, y me encontré a mí misma mordiéndome el labio para tratar de contenerla, pero fue inútil. Las cejas de Jax se alzaron mientras sus ojos traviesos se fijaban durante unos segundos de más en mis labios.

—¿En la polla? —Preguntó sin tapujos.

Asentí dejando escapar un poco del sonido de la risa. La conversación continuaba caldeándose, y me lancé un poco más.

—Sería sexy un piercing en ese lugar —admití.

—¿Ese lugar? —Repitió sin molestarse en esconder la burla en su voz—. Vamos, piojosa. Eres capaz de comerte mi polla, ¿pero no puedes decir la palabra?

Abrí de golpe los ojos y él negó suavemente con la cabeza, con la sonrisilla en los labios.

—Muy mal, muy mal... —murmuró, y de pronto su cuerpo se acercó de nuevo al mío—. Eres una piojosa muy traviesa.

¿Una piojosa traviesa? Esperaba que no estuviese intentando sonar coqueto, porque no lo había conseguido en absoluto.

Volví a reírme y me dejé caer sobre la almohada, sintiendo su cuerpo cayendo sobre el mío.

—Eso ha sonado muy mal —le avisé.

Jax se inclinó sobre mí. Colocó una mano a un lado de mi cabeza mientras su rostro se paraba delante del mío. Podía apreciar la curvatura de sus pestañas negras y espesas, el brillo en sus ojos y el calor de su respiración mezclándose sobre la mía.

De pronto la sangre volvía a hervir en mi interior, en especial cuando se dejó caer sobre mí, aplastando nuestros cuerpos desnudos bajo la sábana.

—Igual que llamar ese lugar a mi polla —replicó.

Contuve el aliento por unos segundos cuando ese lugar se apretó estratégicamente contra el mío, aunque un pequeño jadeó escapó de mis labios.

Jax bajó el rostro hasta que nuestras narices se rozaron y resistí la tentación de besarlo.

Todavía no.

—¿Sigues queriendo hablar de ella? —Le molesté, con las cejas alzadas a pesar de mi voz rasposa.

Cerré los ojos cuando fue él quien hizo el movimiento, uniendo nuestras bocas en un suave beso. Lo rompió alejando los labios para pasearlos sobre mi mejilla, directos a mi cuello.

Mis dedos se apretaron sobre sus hombros desnudos cuando llegaron allí. Abrí las piernas, dejando que se encajara mejor sobre mí. Piel contra piel, respiraciones acompasadas y con sus besos sobre mí.

Cuando llegó debajo de mi oreja se separó apenas unos centímetros para susurrar:

—En realidad prefiero usarla... contigo.

Y ahí lo perdí.

Tomé su rostro con mis manos, acercándole de nuevo a mí para perdernos en un beso largo y profundo que nos llenase por dentro.

Ya había estado antes con Jax. Pasamos de ser una especie de amienemigos a ser amigos, a serlo con derecho y hacer cosas como las de esta vez. Sin embargo ahora era distinto.

Cuando caímos, caímos más rápido. Y más intenso.

Ya conocía el sabor de sus besos y la forma en que me hacían sentir sus caricias, y por lo mucho que lo echaba de menos fue que no pude resistirme.

Él nunca fue una persona especialmente cursi. Sin embargo, aquí en Italia, tenía más detalles románticos que nunca tuvo antes. Cuando me decía lo mucho que le gustaba, o que le encantaba.

Como si me quisiera de verdad.

Como si hubiese oportunidad de hacer algo más.

Porque a pesar de decirme una y otra vez que nunca pasaríamos a ser algo más que amigos con derechos, en el fondo todavía guardaba la esperanza.

Dicen que eso es lo último que se pierde.

Y perdida estaba yo. En sus besos. En la montaña rusa de emociones que provocaba en mi interior. En el deseo de sus manos acariciando mi cuerpo, de su boca sobre la mía, de...

El sonido de unos golpes fuertes en la puerta hizo que nos separásemos de golpe. Pero lo peor fue lo siguiente...

—Si no estás vestido, tiempo has tenido —escuchamos la voz de Angelo gritando a través de la puerta—. A la de tres pienso entrar y espero no encontrarte haciendo exibicionismo.

Jax me miró desde arriba, con los brazos flexionados para mantener la distancia. Y sin pensarlo dos veces ambos reaccionamos a la vez: él se apartó de mí y yo prácticamente volé hacia el lado de la cama que tapaba la puerta mientras él se levantaba por el otro. Mientras me metía por debajo del colchón, totalmente desnuda, escuché cómo la puerta se abría.

Al principio llegó la voz de Angelo riéndose, pero no tardó en cortarse seguida de un improperio.

—Tío, ¡que te había avisado! —Se quejó.

Desde mi incómoda posición, sin nada de ropa y comiéndome el polvo del suelo, veía los pies de Jax delante de la puerta. A él tampoco le había dado tiempo a vestirse.

—Y yo me he desnudado para recibirte —replicó—. ¿No lo ves?

—Eres asqueroso —gimió Angelo.

Me lo imaginé observando su calzoncillo tirado en el suelo, y di gracias a mi pequeña manía de dejar toda mi ropa junta. Estaba escondida en el lado de la cama por donde me había tirado, en el suelo. Lejos de sus ojos.

¿Suerte? Totalmente.

—Yo también te quiero, primo —se burló Jax, y sus pies comenzaron a alejarse de la cama hacia la puerta—. ¿Me das un abrazo?

Me metí la mano en la boca para no reírme. Sospechaba que se comportaba así para echar a Angelo de su habitación... ¿y tal vez continuar lo que nos habían interrumpido?

—Aparta, gilipollas. Y vístete. Solo venía a preguntarte por Olivia.

Los pies de Jax se movieron rodeando la cama. Observé cómo tomaba el calzoncillo del suelo y se lo ponía.

—¿Olivia?

—Sí, Olivia —confirmó su primo—. ¿Las has visto?

Hombre, más que verme...

—¿Por qué debería haberla visito?

Lo dijo demasiado rápido y demasiado a la defensiva.

Si no quería que su primo sospechase lo estaba haciendo francamente mal. Por suerte no pareció que Angelo se diese cuenta.

—Y yo qué sé. ¿Quizás porque te fuiste con ella después de la playa? No la encuentro por ningún lado de la casa y no contesta al teléfono.

—Quizás salió a pasear.

Muy bien, Jax. Dí que sí. Tú sigue disimulando igual de bien.

—De acuerdo... —replicó despacio Angelo.

Sus pies se movieron, dándose la vuelta para irse de la habitación. Y cuando pensé que por fin podría salir de debajo de la cama Jax volvió a hablar.

—Espera —dijo, haciendo que se parase y regresara—. ¿Por qué la buscas?

—Quería invitarla a cenar.

Oh.

Mierda.

Me di cuenta de que debía hablar con Angelo. No quería nada con él, y quizás no lo había dejado suficientemente claro. Fuera de si tenía o no algo con Jax, no me apetecía ningún romance con un italiano nuevo a quien no pudiese volver a ver por un tiempo. Tenía la impresión de que yo no valía para relaciones a distancia.

Y después de todo lo sucedido, con un chico que me rompiera el corazón tenía suficiente en lo que quedaba de año.

Por no mencionar que jamás podría darle a Angelo lo que él merecía. Mi corazón, en aquellos momentos, estaba cerrado al público. Quizás con el tiempo pudiese querer a alguien más, pero no sería pronto.

Esperaba que tampoco fuese nunca.

—¿A cenar? —Repitió Jax.

—Sí, a cenar. Es fácil de comprender, ¿no?

Angelo parecía un poco irritado. Me pregunté por qué.

—Por supuesto —replicó Jax.

Él también parecía molesto.

Esperé a que la conversación de verdad se terminase allí, pero escuché a Angelo resoplar y sus pies avanzaron más al interior de la habitación, hasta llegar donde su primo. Quedaron cara a cara, y me pregunté qué demonios estaría pasando.

Me daba rabia y curiosidad no poder tener una visión completa de todo, pero ni en sueños saldría de debajo de la cama completamente desnuda.

—Jax... Sé que esto lo habíamos hablado antes, pero tengo que volver a preguntar. ¿A ti te importa si intento avanzar algo con ella?

Sentí que el estómago me daba un vuelco y me quedé completamente quieta y atenta a la respuesta de Jax. No sabía exactamente qué esperar... pero no eso.

—¿Por qué iba a importarme?

Intenté ignorar el ardor en mi garganta y seguir escuchando la conversación.

—Respondes a la defensiva y estoy empezando a pensar que ella te gusta —contestó Angelo.

—Bueno, es que me gusta. Eso ya lo sabes. Pero si decide salir contigo no puedo meterme en medio, es su decisión.

Respiré despacio, calmando mi respiración, de pronto acelerada. Aquello no estaba yendo tan mal... ¿verdad?

Como dije antes, la esperanza es lo último que se pierde.

Pero quizás no debería ser así...

Quizás deberíamos liberarnos de la esperanza para no sufrir más.

—Ya, pero como tu primo y persona que te quiere y valora, tal vez deberías decirme si es mejor que no haga nada —prosiguió Angelo—. Solo por si tú te arrepientes. ¿Has pensado en volver a intentar algo con ella? Pedirle una cita, salir juntos...

—No tengo novias.

La respuesta de Jax fue tan rápida y tan tajante, que la sentí como un tortazo con la mano abierta en mi rostro.

Dedos invisibles de realidad se estrellaron en mi mejilla, con el eco de sus palabras persiguiéndome.

—Lo que tú digas —susurró Angelo, pero apenas le presté atención mientras se daba la vuelta y alejaba de la habitación.

Había sido una tonta por volver a jugar con Jax.

Una enorme e insensata tonta por tener esperanzas.

¿Me gustaba sentir dolor? No.

Pero me gustaba Jax.

Estaba enamorada de él, y por eso cometía el mismo error de nuevo.

Ya lo decía el dicho: El ser humano, el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra.

¿Habría también una tercera?

—Angelo, espera.

La voz de Jax sonó a lo lejos y vi sus pies moverse fuera de la habitación, persiguiendo a su primo y cerrando la puerta tras de él.

Esperé al menos tres minutos por si volvía, tendida debajo de la cama, con la mente colapsada y las lágrimas amenazando en mis ojos.

Lágrimas que no dejaría nunca salir porque todo era mi culpa. Tuve la opción de decir que no, de alejarme de Jax... y yo misma había decidido volver.

Traté de convencerme a mí misma que podría disfrutar de todo sin sentimientos de por medio, pero me mentía.

Pequeño consejo: mentirte a ti misma no funciona, porque en el fondo conoces la verdad.

Tomé aire profundamente y me animé a salir de debajo de la cama. Con el dorso de la mano limpié un poco de humedad de mi mejilla, que se había escapado sin permiso de mi parte.

Agarré mi ropa del suelo, me vestí y salí por la puerta. A lo lejos podía escuchar las voces de Jax y Angelo, pero los ignoré y fui directa a mi habitación.

Cerré la puerta y me dejé caer sobre la cama, con la respiración todavía acelerada y las palabras de Jax repitiéndose en mi cabeza.

"No tengo novias".

Y finalmente dejé ir a la esperanza. La alejé, aunque dolía.

Jax no tenía novias.

Yo nunca sería su novia.

Nunca sería algo serio.

¿Y esto que estábamos comenzando? Jamás tendría su final feliz.

¡Feliz día, familia de wattpad!

Como no es raro últimamente en mí... cap sin corregir T-T

Lo escribí ayer super rápido y lo dejo listo para publicar hoy sábado, porque con la FIL no sabía si llegaría bien a subirlo. Espero que os gustase (L)

Yo quiero entrar a reñir y gritar a Jax. Solo digo :(

Nos vemos prontito... y atentas que hay sorpresa de un personaje jejejejeje ¿quién será?

Andrea :)

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