Una Perfecta Oportunidad © 30...

Por AndreaSmithh

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Segunda parte de "Una Perfecta Equivocación" ¿Alguna vez pensaste en pasar un verano en Italia? Parece una fa... Más

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SINOPSIS
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Por AndreaSmithh

Jax y yo caminamos el uno al lado del otro, directos a donde las olas chocaban.

No era la primera vez que hacía ese recorrido con él, pero sí los dos solos. Me sentí nerviosa cuando su brazo rozaba el mío mientras mis pies tamborileaban sobre la desigual arena.

Chillé cuando algo dura, probablemente una concha, se clavó en la planta de mi pie. Él me tomó por la cintura, acercándome, y todo mi cuerpo hormigueó.

Me soltó en seguida, aunque la llama en el interior no se apagó en el interior. Me pregunté si a él le había pasado igual.

La primera toma de contacto con el agua fue bien, como siempre. Rompió sobre mis pies en pequeñas olas fáciles de llevar. El problema vino cuando nos adentramos. La temperatura cálido dejó que me sumergiera en seguida, aunque solo me llegase el agua sobre la cintura.

Sin embargo Jax se alejó hasta donde no hacia pie. Lo miré con miedo, pero él regresó al poco tiempo.

—¿Y si hay resaca? —Me quejé al verlo con su estúpida sonrisa, recordando el miedo que yo había pasado días antes—. Podrían tragarte.

Él negó con su cabeza plagada de gotitas de mar salada. Se acercó a mí, con el brillo de la risa en sus ojos que tanto me encantaban. Y debajo del agua sus manos tomaron las mías.

—No tengas miedo —murmuró—. Prometo no quitarte el ojo de encima.

En mi cabeza sonó a un "conmigo no sientas miedo".

En realidad, a su lado, no lo tenía. Solo que el mar... Aunque había fingido que mi intento de ahogo no había sido para tanto, se me había metido el miedo en el cuerpo desde ese momento.

Me atrevía a regresar al mar, pero siempre que no me cubriese más allá de la cadera y pudiese valerme por la fuerza de mis propias piernas, con los pies clavados en la arena, para regresar a la orilla.

—¡Olivia!

Me volví ante mi nombre, encontrándome el bañador rosa fosforito de Gaia perdiéndose bajo una ola a unos diez metros a lo lejos. Levanté la mano para saludarla, hasta que segundos después el cuerpo de Jax bloqueó mi visión. Antes de que pudiera preguntar me tomó por la cintura y me levantó mientras una nueva ola llegaba.

Sentí cómo se estrellaba en mi espalda mientras millones de gotitas espumosas salpicaban su rostro.

—¿Y si nos alejamos a nadar? —Propuso.

Esta vez su mirada señaló a una zona más alejada de los demás, sin necesidad de meternos en donde cubría profundamente.

Por encima de mis hombros lancé una mirada rápida a Gaia, pero ya estaba riéndose con Sofía mientras trataban de hacer el pino bajo el agua. Al buscar a Angelo y Chiara los encontré acercándose a la orilla.

Me di cuenta de que si no aceptaba la oferta de Jax probablemente se uniesen a nosotros.

Una nueva ola llegó y él volvió a levantarme. Todavía no me había soltado. Posé las manos sobre sus hombros mientras él me elevaba y volvía a salpicarle. Arrugó la cara unos segundos y yo me reí, observando cómo el lugar de su ceja donde había estado su piercing hasta hacía poco todavía conservaba el agujero. Se lo había quitado para trabajar en el restaurante, y decía que le daba pereza volver a usarlo.

Al menos continuaba teniendo el del pezón. Quizás no lo admitiría en voz alta, pero me resultaba sumamente sexy en él.

—Venga, vamos —asentí cuando el mar volvió a la calma por unos segundos.

Me solté de él sin esperar respuesta y nadé lo mejor que podía hacia un lado de la playa.

Jax no tardó en seguirme, con muchísimo más estilo y velocidad que yo. Sobra decir que cada diez segundos o menos me quedaba sin aire y tenía que hacer amago de caminar antes de tomar impulso y volver a dar dos brazadas sin técnica alguna.

Él me acompañó junto con alguna pequeña burla.

"Vamos, perrito, saca un poco más la cabeza del agua", haciendo referencia a mi estilo de nadar.

"¿Te pesa el trasero y por eso te hundes, piojosa? Aunque es un trasero perfecto".

"Si necesitas ayuda puedo llevarte sobre mí... en la postura que prefieras".

Le ignoré completamente hasta que llegamos a unas rocas que separaban la playa donde estábamos de la siguiente. No había exactamente intimidad, pero quedamos lejos de las miradas de nuestros amigos. Aun así, no pude evitar pensar que en realidad ellos se habían dado cuenta perfectamente de que buscábamos estar a solas... y de lo que eso podría significar. Solo esperaba que les importase lo suficiente como para ignorarlo.

Lo cierto es que en aquel lugar el agua estaba más tranquila. Las piedras y la forma de la playa hacían que las olas no llegasen tan fuerte, y eso me daba tranquilidad. Era como nadar en una gran piscina. Además apenas había unas cuantas personas porque estábamos lejos de la entrada a la playa.

—Aquí se está mucho mejor —comenté.

Y acto seguido me dejé caer dentro del agua, hundiendo la cabeza con los ojos cerrados mientras todo me rodeaba. Dentro de las olas jamás me hubiese atrevido a hacer algo así.

Mi trasero llegó a tocar el suelo arenoso con el impulso y durante unos segundos me perdí en el sordo zumbido de mi cuerpo aislado del mundo por el agua, de la tranquilidad que me provocaba aquella ingravidez y el dejarme llevar. No solía arriesgarme en la vida, con las decisiones. Me gustaba mantener cierto control en todo, porque bastante traicionera era la vida como para dejarla seguir a su antojo.

Decidir regresar a una aventura condenada con Jax era lo más lejos que estaría de dejarme llevar. Pero esta vez me había preparado. Después del primer golpe no me hacía ilusiones en que él cambiase de parecer y simplemente me había decidido a disfrutar del momento. Una última aventura antes de la universidad, que estaba más cerca que lejos. En menos de un mes comenzaría una nueva vida.

Y dejaría todo esto atrás.

Cuando mi cuerpo comenzó a elevarse de nuevo unos brazos me rodearon. Sentí cómo Jax tiraba de mí hacia arriba junto la ayuda del agua. Por un momento pensé que quizás se había asustado al permanecer demasiado tiempo bajo la superficie, pero al abrir los ojos me encontré con su sonrisa. Eso hizo que la mía también saliera.

Sin poder evitarlo me acerqué a él, rodeándole en un abrazo mientras sus manos pasaban por detrás de mi espalda. Acerqué la mejilla a su cabello húmedo, que hizo cosquillas sobre la piel. Sus dedos trazaron pequeñas eses en mi columna y cerré los ojos, disfrutando del momento.

Mi cuerpo flotaba sobre el agua, sujeto solamente a él por aquel repentino y bonito abrazo. En ese momento pensé que podría estar así eternamente, y jamás me cansaría. Jamás tendría suficiente.

Porque era cierto lo que decían de los abrazos. Que cuando duraban, cuando eran deseados, reconfortaban mucho más que cualquier palabra.

De forma inconsciente, dejándome llevar por el momento, posé mis labios sobre su cuello en un pequeño e íntimo beso. Sentí cómo los brazos de Jax se apretaban más sobre mí, pero quizás fuese solo mi imaginación ya que apenas unos segundos después me soltaron.

Deslizó las manos sobre mi piel, cayendo en mis caderas y dejando que nuestros cuerpos se separasen al soltarlo.

Cuando lo miré sus ojos estaban increíblemente oscuros, con la pupila dilatada a pesar de la luz.

Ladeé la cabeza y continué con mi sonrisa. Quizás tenía poco tiempo así con Jax, pero me había decidido a aprovecharlo al máximo.

—Ahora estamos solos.

Despacio, una sonrisa también llegó a él.

—No nos ven —replicó.

Ambos sabíamos que hablábamos de su familia, nuestros amigos, porque el resto de gente de la playa podía vernos a lo lejos, pero ninguno lo matizamos, como si nos diese vergüenza admitir que no queríamos que nadie supiese de nosotros.

Segundos después volví a acercarme a él, y nuestras sonrisas se fundieron cuando unimos los labios en un suave beso. La vibración recorrió mi piel, desde su toque hasta lo más profundo de mis huesos.

Me encantaba besar a Jax, y decir que disfrutaba de su toque era quedarme corta. Me hacía sentir especial, y siempre había estado cómoda a su lado. Si no fuese porque él no quería nada serio, probablemente podría pensar que era el chico perfecto para mí. Porque tenía sus cosas, como todas las personas, pero me hacía sentir bien, podía ser yo sin ningún tapujo a su lado, y además de todo era mi amigo.

Esperaba encontrar algo como lo que tenía con él con alguien más en el futuro.

Con alguien que buscase lo mismo que yo.

—¿Sueno cursi si digo que me encantan tus besos? —Preguntó de pronto él contra mis labios.

No pude evitar reírme, y mis brazos volvieron a acercarme a él, fundiéndonos de nuevo en un abrazo mientras nuestras bocas se devoraban mutuamente.

Jax no tardó en devolvérmelo con el mismo entusiasmo, yendo un paso más allá. Me tomó por el trasero, elevándome sobre él. Y yo misma me dejé llevar.

Envolví las piernas alrededor de él, sintiendo como su dureza se apretaba por debajo de la ropa de bañador contra mi centro.

Tomé aire pesadamente, con millones de vibraciones eléctricas recorriendo mi piel, haciéndome perder la consciencia cuando él jadeó en mi boca. Como si poco me importase que estuviésemos en un lugar público.

Después de mucho tiempo, escondidos tras unas tontas rocas, él y yo parecíamos una simple pareja normal, disfrutando de un día de playa. Y esa sensación me encantaba.

Bajé la mano por su cuello, trazando un camino que pasaba por la forma de su clavícula hasta su pezón. Se estremeció cuando rocé el piercing de su pecho y eso me hizo sonreír contra sus labios.

Me apretó más contra él, y cuando prácticamente me había olvidado de dónde estábamos,

una pelota golpeó mi cabeza.

Parpadeé, alejándome confusa de sus labios. Me devolvió una mirada turbulenta, pero una voz se escuchó a lo lejos.

—Scusa signora. Puoi restituirmi la palla?

Al soltarme de Jax me di cuenta de la pelota de playa flotando a menos de un metro, y de un niño de unos ocho años agitando la mano hacia mí.

No entendía mucho italiano, pero... ¿acababa de llamarme señora? ¿A mí? ¡Si solo tenía dieciocho años! ¿Cómo se atrevía?

Lejos de estar igual de ofendido que yo (claro, ¡a él no le atacaban con una pelota de plástico y le insultaban!), Jax me soltó definitivamente y se alejó para tomar el balón y devolvérselo al niño, a quien ya se le habían unido dos más. Mandaron un saludo al que Jax contesto en italiano también, y luego regresó hacia mí.

Mientras lo veía acercarse, con una sonrisa en los labios y la piel bronceada bañada por gotas de agua, me di cuenta de que en realidad estaba enfadada porque hubiesen interrumpido el momento.

Porque le beso con él, como siempre, para mí significaba algo más.

Porque mantener las distancias siempre era más complicado de lo que pensabas.

Porque Jax y yo no éramos una pareja normal. No éramos siquiera pareja.

Y nunca lo seríamos.

Y necesitaba de verdad grabármelo en la cabeza si quería que aquello que teníamos continuase.

¡Feliz miércoles, familia de wattpad!

Me siento fatal subiendo otra vez un cap sin corregir T-T Estos últimos han estado un poco flojitos. Desde que he vuelto al cole a jornada completa y puesto un horario de estudios por las tardes acabo cansadísima T-T

Este fin de semana voy a la Feria del Libro y a la vuelta paro a ver a mi familia porque tuve un primo hace poco y así lo conoceré, por lo que tampoco escribiré mucho, ¡pero espero sacar suficiente para seguir cumpliendo con los horarios de subir!

Se avecinan cositas :) y no quiero por nada del mundo dejar la historia de Jax y Olivia sin terminar :) En mi cabeza tiene ya un final... que tardará un poco más en llegar :P

Un abrazo enorme,

Andrea :)

PD. ¿qué tal os está tratando septiembre?

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