Factura al corazón © DISPONIB...

By sophiatramos

5M 337K 121K

DISPONIBLE EN ESPAÑA Y LATINOAMÉRICA POR NOVA CASA EDITORIAL 💕 --- ALGUNAS DEUDAS SON PARA TODA LA VIDA. Em... More

¡DISPONIBLE EN FÍSICO!
Anuncio importante
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31 - Especial: Responsabilidades
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35 [Final]
Epílogo
POR SIEMPRE EMMA

Capítulo 11

138K 9.8K 3.8K
By sophiatramos

[En Multimedia: El rostro de Emma cuando Matt le cuenta lo que ocurrió la noche anterior]


Necesito abrir mis ojos porque una luz muy refulgente y calurosa está abrasándome el rostro. Me cuesta abrirlos, siento que mis párpados pesan más de lo que nunca han pesado en mi vida. 

Una jaqueca muy intensa empieza a envolver todo mi cerebro haciéndome tener la sensación que algo no está bien conmigo misma. Mi estómago tampoco se ha salvado de los malestares, está tan revuelto que no me sorprendería que pronto vomite de nuevo. 

Aun así, no es mi estómago o cabeza lo que me está incomodando más en este momento, sino la sensación de no recordar casi nada de lo que hice anoche. 

Me siento sobre la cama, me quito la sábana que cubre mi cuerpo y entonces, me doy cuenta que solo tengo una camisa masculina puesta, que por cierto, me queda muy grande. 

Abro mucho los ojos y la boca. ¡Dios, qué hice anoche! Tranquila, Emma, tal vez no es lo que crees. ¡¿No es lo que crees?! Amanecí en la cama de alguien con su ropa puesta, ¡debe ser lo que creo y más!

Respiro. Exhalo el aire. Miro hacia un lado: sobre una silla está puesto el vestido que tenía anoche. Al menos está a salvo, Matt pagó una fortuna por él, no me sentiría bien si se hubiese estropeado. 

¡Matt! ¿Dónde está? 

Traigo mi mano a mi boca tapándola. ¿Será que lo hice con Matt? No, no, no pude haber arruinado todo así. 

Trago saliva. Me levanto de la cama y siento un mareo que hace que mi cabeza dé un giro brutal. Cuando se estabiliza, camino hasta la puerta de la habitación y la abro solo un poco. 

Escucho unas voces afuera. 

—¿Te divertiste anoche?—es la voz de Joseph. Conversa con alguien, seguro Isabella. Deben referirse a la fiesta de anoche. 

—Sí, terminó muy bien—resuena la voz de Matt. 

¡Dios mío! Mi corazón empieza a latir muy aceleradamente. ¿Lo hice con Matt y Joseph? Es la única explicación coherente para que haya amanecido con la ropa de un hombre y que ellos estén conversando tan plácidamente. 

Decido salir del cuarto. Debo interrumpir esta conversación y saber qué pasó. No puedo haberme involucrado de esa manera con esta familia, no, no, no. 

Justo cuando salgo del cuarto, me tropiezo con un mueble de madera que tiene un adorno de cerámica encima. O tenía, porque lo acabo de tumbar al suelo y se ha quebrado en mil pedazos. Bien Emma, arruinas varias relaciones y ahora también adornos carísimos. 

Las miradas de Joseph y Matt caen encima mío, haciéndome sonreír nerviosa. 

—¿Eso no costaba una fortuna o sí?—digo sumamente avergonzada. Los dos hermanos Sinclair están sentados en el sofá de la sala y Matt tiene una taza de café en sus manos que, al verme y encima recibir la mirada confusa de Joseph, se lleva a su boca tratando de esquivar el momento tan incómodo. 

Joseph se levanta del sofá con una sonrisa suspicaz. 

—Me alegra que se hayan divertido anoche—dice tratando de controlar la evidente risa que viene a continuación. ¡Encima tiene el descaro de felicitarnos! ¿Y tú qué? ¿No fuiste parte de esto o qué?—. Iré a ver si mi prometida ya se despertó. 

Sí, espero que le cuentes esto a tu prometida y ojalá no te deje por haberte aprovechado de una borracha y tu inocente hermano menor. 

Joseph pasa a mi lado, pone su mano sobre mi hombro y me sonríe con plena felicidad. 

—Gracias por lo de anoche, Emma—dice guiñando un ojo para luego dirigirse hacia su habitación, entrar y cerrar la puerta. Ahora sí siento que el corazón se me va a salir, ¡¿qué rayos hice?!

Miro a Matt, que toma otro sorbo de café de la taza y me invita a que me siente al lado de él. Sigo por toda la sala, tomo asiento en el sofá y me quedo callada por unos instantes. Incómoda, empiezo a mirar a todas partes.

—Está bien, Emma, puedes preguntar—dice Matt sereno. 

¡Gracias a Dios! Me acerco más a él y empiezo a susurrar. 

—¿Acaso nosotros... lo hicimos anoche... con Joseph?—pregunto, a lo que él casi escupe el café que tiene en su boca y suelta la carcajada más fuerte que le he oído desde que lo conozco. Me empieza a hervir la sangre, ¿acaso cree que esto es gracioso?

Entonces, niega con un movimiento de cabeza. 

—¿Tú qué crees?—dice divertido. 

Lo golpeo en el hombro. 

—¡Ustedes dos se ven muy complacidos!—exclamo escupiendo las palabras. Decido bajar la voz, no quiero que nadie me escuche—. ¿Y qué fue eso de Joseph agradeciéndome? ¿Qué hice, Matt? ¿Soy tan buena así en...?

Me tapa la boca con su mano antes que pueda decir una barbaridad. Cuando se cerciora que ya no voy a hablar más, quita su mano, se levanta de su asiento, camina hasta la pequeña cocina de las suite y sirve café de una máquina en otra taza. 

Luego, se acerca a mí con la taza y me la entrega. 

—No lo hicimos anoche, Emma—responde haciéndome que suspire de alivio como nunca antes en mi vida lo he hecho—. Y definitivamente no estuvo Joseph involucrado. 

Suspiro más. 

—Pero—dice, toma un sorbo de café, traga y me sonríe—. Sí sucedió algo anoche y por el gesto de confusión que traes, me doy cuenta que no te acuerdas. 

Abro mucho los ojos. Claro, algo tuvo que haber pasado para que yo cargue su camisa encima. Debe ser de él. 

Tomo un poco del café que me revitaliza por completo y hace que la jaqueca se alivie en gran medida. Después me acomodo en el asiento, me acerco un poco más a él y ruego con la mirada que me diga qué es todo lo que he hecho la noche anterior. 

—¿Segura que quieres saberlo?

¿Qué, acaso parezco insegura?

—¡Sí!—grito con fuerza. 

—Conste que te pregunté—dice Matt poniendo la taza, que ahora está vacía, sobre la mesa que tenemos enfrente. Me contempla unos segundos y abre la boca para hablar—. Anoche me besaste y me dijiste que era muy lindo. Y sí, en ese orden. 

Ahora lo estoy mirando con la boca muy abierta y no recuerdo cómo cerrarla. Estoy petrificada, atónita, pasmada... todas funcionan y si hay otro sinónimo para ellas, agradezco incluirlo en mi descripción. 

Matt anticipa que voy a dejar caer la taza de café, así que me la quita sutilmente de las manos para después ponerla sobre la mesa. Entrecruza los dedos de ambas manos y decide solo observarme pacientemente hasta que reaccione. 

Pero no parece que mi cuerpo va a reaccionar pronto. Ni siquiera he podido quitar la posición de mis manos con la que mantenía sostenida la taza de café.

Pasan unos segundos, espero hasta que mi cerebro transmita estímulos nerviosos a todo mi cuerpo y entonces cierro la boca. Parpadeo dos veces y me preparo para hablar. O gritar, supongo.

—¡¿Y tú me besaste de regreso?!—es lo único que pude pensar y decir en ese momento. 

Matt me ataca con su arma mortal. 

—¿Qué más podía hacer?—pregunta entre risas. 

—¡Matt!—grito indignada. 

—¿Qué?—grita él todavía riendo, lo está disfrutando tanto.

Escucho en mi mente la risa malévola de mi subconsciente. Dejo de prestarle atención y hago un esfuerzo para que mi cerebro recobre la memoria, pero no llegan muchas imágenes de los sucesos de anoche. ¿Cómo no puedo recordar haberme besado con este tremendo galán? ¡Debería haberse quedado grabado en mi mente de por vida! 

—¡Matt, tú y yo no nos gustamos!—exclamo.

Él me contempla con picardía.

—No necesitamos gustarnos para besarnos, ¿sabes?—declara jovial, pero a mí no me hace gracia. En este momento estoy arrepintiéndome tanto de haber cometido la estupidez de beberme esos cocteles tan caros. 

Sigo rebuscando en mi mente, pero solo veo imágenes de los sobrevalorados cocteles con joyas lujosas en el fondo que me tomé de un solo tirón. Vaya, tomé así y, ¿pensaba que eso podía salir bien? 

Entonces, tengo una fugaz imagen de Matt poniéndome contra una pared y presionando sus labios sobre los míos logrando así sumergirnos en un profundo y apasionado beso. Oh Dios mío, ese fue un buen beso. No creo que mi ex-patán haya podido besarme así jamás. ¿Dónde rayos aprendió a besar así? ¡Contrólate, Emma! No te dejes llevar por tus hormonas. 

Me levanto indignada del asiento fingiendo que no me acuerdo de tal suceso tan intenso y camino de lado a lado sintiendo que estoy perdiendo la integridad. Matt está sereno y despreocupado. 

—¿Qué más hice anoche?—pregunto acelerada. 

Me muestra una media sonrisa de lado.

—Le cantaste "Everybody Talks" a uno de los clientes de mi hermano—dice rápidamente. 

Quedo petrificada de nuevo.

—¡¿Qué?!—grito. A este punto, ya debo haber despertado a todo el mundo. 

—No te preocupes—responde Matt—. Se lo tomó muy bien, hasta le dijo a mi hermano que si ése era su método para convencerlo, pues que lo había logrado. Hiciste que cerráramos un contrato de un millón de dólares para este año. 

Sigo boquiabierta. No puedo creerlo. 

—Por eso Joseph me agradeció—digo. 

Matt asiente.

—Así es. 

Necesito sentarme, han sido dos noticias muy impactantes. Así que camino otra vez hasta el sofá y me siento al lado de Matt. La culpa empieza a envolver mi mente, pero no quiero que logre apoderarse de ella. Está bien, nos besamos y fue muy bueno, y ayudé a Joe a cerrar un contrato de un millón de dólares. ¿Por qué no me siento feliz?

"Porque eres una borracha", dice mi subconsciente riendo maléficamente. Sí, soy una borracha y por tu culpa, anoche me dejé llevar por la locura. 

Matt nota que no me siento muy bien, por lo que pone su mano encima de la mía y la aprieta levemente. 

—Fue un buen beso, Emma—dice—. El mejor de mi vida. 

El mío también, pero soy muy orgullosa como para decírtelo.  Además, no se suponía que esto debía pasar. Quiero preguntar cómo será nuestra relación de ahora en adelante.

—Hasta hablaste de una fuerza electrizante—dice entre risas, a lo que doy un gran suspiro. ¿Qué? ¡No puede ser que hasta eso le dije!

Me acomodo en el sofá para tener contacto visual con él. Necesito detener esta insensatez antes que se ponga peor.

—Matt—murmuro buscando la manera más cordial de decirle lo que sigue—. Estaba ebria... por favor no quiero que confundas las cosas. 

Él suspira, pero no cambia su semblante. Me conoce, sabe que haré lo que sea para evitar que pase "esto" entre nosotros dando como resultado que lo rechace siempre que tengamos algún "momento". 

—No he confundido nada—responde antes de que siga mi discurso de "te estoy poniendo en la zona del amigo"—. Querías saber qué pasó y te estoy contando. 

—Bien, entonces hagamos como que no pasó nada y sigamos siendo los mismos buenos amigos de siempre—digo fingiendo una sonrisa, a lo que él gira los ojos. Asiente con un movimiento de cabeza, se levanta del sofá y se dirige hacia la puerta de su habitación. Rayos, creo que lo enojé un poco, pero es difícil saberlo. 

Abre la puerta del cuarto, pero antes de entrar, se voltea para observarme. Tiene una expresión neutral. 

—Solo para que sepas—enuncia—. Está comprobado que los borrachos siempre dicen la verdad. Así que de todo corazón espero que no te estés enamorando de mí, Bennett—sonríe suspicazmente y cierra la puerta de un tirón. 

Abro mucho la boca y siento que una amargura interna me consume. Ahora soy yo quien se siente enojada. Me levanto de donde estoy sentada, corro hasta la puerta y la golpeo con fuerza. 

—¡No me estoy enamorando de ti!—grito y doy un segundo golpe que refleja cuán airada estoy. Pero él no responde. Gruño, pataleo en mi lugar y me volteo para encontrarme con Isabella, que está parada fuera de la puerta de su habitación con los brazos cruzados. 

Salto en mi lugar del susto. Entonces, me apoyo sobre la puerta del cuarto de Matt. 

—Eres de lo peor, Emma—dice solamente para luego examinarme de arriba abajo—. Espera un segundo, ¿ésa es la camisa de Matt?

Tartamudeo buscando una excusa, pero no encuentro ninguna, ni siquiera una de las tontas con las que suelo zafarme de los momentos como éste. 

—Sabes que te sermonearía en este momento, pero me estoy muriendo de hambre—dice sonriendo—. Así que te voy a pedir que por favor te quites la camisa de Matt, te des un baño y bajemos a desayunar en familia. 

Sin más, ríe y se mete en su cuarto. Gruño de nuevo. Desde donde estoy, escucho las carcajadas de Isabella y Joseph, lo que hace que el enojo me consuma por completo. 

Sulfurada, apoyo todo mi cuerpo sobre la puerta de la habitación de Matt y pataleo otra vez. Entonces, la puerta se abre de pronto haciendo que caiga de espaldas al suelo al mismo tiempo que dejo salir un grito. 

Ante mi vista, se refleja Matt mostrándome su teléfono móvil. 

—Es Roger—dice presionando los labios con fuerza para no dejar salir una risotada, de seguro. 

Alzo una ceja, todavía sin poderme levantar de donde estoy acostada y Matt tampoco parece tener intenciones de ayudarme. Maldito seas, Sinclair, deberías sentirte rechazado y en cambio, encuentras todo esto gracioso. 

—¿Quién rayos es Roger? 

Matt se agacha sosteniendo su cuerpo sobre sus cuclillas y me entrega el teléfono. 

—El hombre que quiere invertir el capital inicial para tu galería de arte.

Frunzo el ceño. No sé ni de qué rayos está hablando. 

—¡¿Qué galería de arte?!

—La que inventaste ayer mientras estabas ebria y se la vendiste a un total extraño.

Me petrifico enseguida. ¡Tienes que estar bromeando! ¡No recuerdo nada de eso!

—Está muy interesado, Emma, no lo rechaces como a mí—dice entregándome la otra mano que tiene libre. Quiere que la agarre para ayudarme a levantar mi cuerpo del suelo. Agradezco la intención, la sostengo y en menos de lo que creo, ya estoy de pie otra vez. 

Tomo el teléfono en mis manos y lo llevo a mi oído para poder hacer uso del auricular. 

—¿Hola?—decido hablar mirando malévolamente a Matt, quien solo me está atacando con su arma mortal. Escucho de inmediato la voz masculina del otro lado del teléfono. 

¡Hola, Emma!

Trago saliva. 

—Hola Roger, ¿qué hay?—digo insegura. La verdad no creo que ésta sea la manera indicada de hablarle a alguien con quien quieres hacer negocios, pero sinceramente no me importa. Hasta creo que Matt me está tomando el pelo.

Emma, necesitamos reunirnos, ¿hasta cuándo estás en Palm Springs? Estoy dispuesto a invertir lo que sea en "Emm's". 

¿"Emm's"? ¿Hablas enserio? Finjo una risa. 

—Eh, no estoy segura, creo que hasta mañana, mi manager te estará llamando para coordinar la cita, ¿de acuerdo?—murmuro, se corta la llamada y le entrego el teléfono a Matt que me está contemplando risueño. 

Fruzo el ceño. 

—¿"Emm's"? ¿Es enserio?—digo incrédula. Matthew Sinclair debe ser dueño de un montón de negocios serios y con credibilidad, ¿y ese fue el mejor nombre que le pudo poner a una galería de arte ficticia?

—Me pareció muy adorable—dice solamente trayendo sus manos a su pecho cruzándolos. ¿Cuándo este chico se volvió tan feliz en mi presencia? Yo, en cambio, pretendo ser la misma amargada de siempre.

Antes que pueda protestar, alguien golpea la puerta con fuerza. 

¡Emma, Matt! ¡Dejen de romancear y alístense si no quieren quedarse sin desayuno!—exclama Isabella desde afuera—. ¡Los esperaremos abajo en el restaurante principal!

Suspiro. Está bien, me merezco que me digan que estoy romanceando y más. Me emborracho, hago negocios turbios e inexistentes con extraños, le bailo a los clientes del mayor de la familia Sinclair, me beso con el menor de ellos y amanezco con su camisa puesta. Buen trabajo, Emma. 

-----

Isabella, Jane y Joseph se han adelantado. Se alistaron más rápido de lo que yo lo logré y salieron de la suite apresurados para llegar a tiempo al desayuno. 

Y yo, por mi lentitud, estoy viviendo ahora un momento incómodo con Matt en el ascensor mientras descendemos hasta planta baja. Observo cuidadosamente la pantalla que muestra todos los pisos que hemos bajado. 

No puedo creer que hemos tenido que parar en todos los pisos, porque justo hoy, el día después que me beso con Matthew Sinclair y quiero huir de mi destino, hay una persona en cada piso que decidió tomar el ascensor. 

Empiezo a sentirme inquieta. Echo un vistazo de reojo a Matt. Está serio. Sabe que no quiero hablarle y que quiero evadir todo lo que pueda pasar entre nosotros, especialmente ahora que soy tan vulnerable. 

De pronto, en medio del silencio, siento que Matt se ha acercado a mi oído y empieza a susurrarme tan bajo, que más nadie en el ascensor nos puede oír. 

—Te ves hermosa hoy, Emma—dice suavemente. Lo miro petrificada por un momento, río con sarcasmo y niego con la cabeza dos veces.  Sé lo que se trae y no se lo permitiré. No me vas a conquistar, Sinclair. 

—Tienes que estar bromeando—respondo girando los ojos. Mi voz suena tan alta en el pequeño ascensor que algunas personas voltean sus ojos hacia mí. No presto atención, y en cambio, noto que Matt alza una ceja. 

—No—responde con un tono más bajo que el mío—. En verdad creo que te ves muy bien hoy. 

Me volteo para establecer contacto visual con él. 

—Oh, por Dios, Matt, me estás diciendo cumplidos—exclamo, cruzo los brazos y los llevo a mi pecho. Los presentes en el ascensor nos están prestando mucha atención ahora, pero me hago la que no me importa. 

Matt frunce el ceño.

—¿Qué tiene de malo eso?—pregunta algo enojado. 

Sonrío mordazmente. 

—Nos besamos anoche y ahora me estás diciendo cumplidos, claramente quieres algo de mí. 

Oh Cielos, de verdad no deberíamos discutir esto enfrente de estos extraños. Aun así, Matt parece que empieza a mostrar desinterés por lo que piensen los demás. 

—Emma, solo te estoy diciendo que te ves bien hoy, ¿qué tanto puedo querer a cambio de decirte eso?—dice cortante. Su tono se ha tornado un tanto brusco, lo estoy fastidiando mucho. 

Creo que se avecina nuestra primera pelea. 

—No sé, ¿una maldita relación?—contraataco ferozmente. 

Alguien, de los presentes en el ascensor, empieza a tocarme la espalda repetidas veces. Es una señora bastante mayor.

—Disculpe, señorita... este es el piso en que...

Pero ambos la ignoramos. 

—¿Cómo rayos "te ves bien hoy" significa "quiero una relación contigo"?—Matt ha empezado a alzar la voz. Oh no, se está enojando conmigo, nunca lo había visto enojarse. Aun así, mi orgullo me dice que no me detenga y que gane esta discusión. 

La señora sigue tocándome la espalda, ahora más fuerte, pero decido continuar con la ley del hielo.

—¡Ésas son las indirectas que ustedes los hombres usan para tratar de conquistarnos!—grito perturbando a los espectadores que no tienen nada que ver en esta pelea de locos desquiciados—. ¡No va a funcionar, Sinclair!

Matt se golpea la frente con la mano. Mira hacia el techo del ascensor intentando inhalar aire y serenarse. Yo, mientras tanto, me desespero con la señora que no ha desistido y sigue golpeándome en la espalda. 

—¡Señorita!—exclama ella.

—¡¿Qué?!—grito inconscientemente, a lo que se echa un poco para atrás. Mis mejillas se enrojecen ante la vergüenza que siento en este momento y me encojo de hombros—. Disculpe, ¿qué necesita?

La señora pasa bruscamente en medio de Matt y de mí, toca el botón que controla las puertas del ascensor y éstas se abren dándole paso para que pueda salir. Sí, señora, por favor huya de esta locura mientras pueda. Yo ya no tengo escapatoria, pero usted sálvese. 

Nos mantenemos callados, de brazos cruzados, hasta que la puerta se abre en el siguiente piso: el lobby. Salimos apresurados antes que la puerta se cierre y seguimos, malhumorados, por todo el sendero que da con el restaurante principal.

Me detengo en la entrada del restaurante para buscar la mesa en la que se deben encontrar Isabella, Jane y Joe. Matt se detiene también a mi lado. 

—Si quisiera tener una relación contigo, te lo diría, Emma—suelta las palabras y sigue caminando. Está empezando a sacarme de quicio y por alguna extraña razón, me fascina. Ignoro mis sentimientos para gruñir, mientras que camino hacia la mesa en donde Jane nos está moviendo la mano en el aire. 

Corro a toda velocidad. Antes que Matt pueda decidir donde sentarse, me apresuro para tomar un lugar que está en medio de Isabella y Jane, o sea, donde Matt no se pueda sentar a mi lado. Y como la futura Sinclair y los otros dos actuales Sinclair no son idiotas, se percatan que algo raro está sucediendo entre Matt y yo. 

—¡Voy a sentarme al lado de mi mejor amiga, con quien no hablo desde hace rato!—exclamo sacando la silla de la mesa. 

Isabella, que ya ha empezado a desayunar, se saca el tenedor de la boca y sonríe. 

—Pero si fuimos juntas de compras ayer. 

Matt suelta una risa. Giro mi cuerpo para establecer contacto visual con Isabella. No puedo creer que me esté llevando la contraria.

—¡¿De qué lado estás?!—grito. 

—Del lado de Matthew, por supuesto—contesta honestamente sin siquiera detenerse a pensarlo. Intercambia una mirada con Joseph y éste entiende enseguida la indirecta, por lo que se levanta de donde estaba sentado y toma mi puesto sin preguntarme. 

Quedo boquiabierta. Me están obligando a sentarme del otro lado, en la silla vacía que está en el lateral izquierdo de Matt. Genial, lo que me hacía falta, una revolución familiar para conspirar en mi contra. Me sorprende la confianza con la que han empezado a tratarme en tan poco tiempo, hasta me hacen sentir como parte de la familia. 

Exhalo aire. Me resigno, doy la vuelta y me siento al lado de Matt que me está contemplando con su arma mortal en el rostro. ¿No le avergüenza que su familia se entere de lo caído que está por mí? ¡Ahora sí que es muy obvio!

Le devuelvo la mirada con el rostro amarrado y me acomodo en la silla. 

—Matt, ¿qué hiciste para sulfurar así a Emma?—pregunta Joseph presionando los labios para no reír. Isabella, en cambio, suelta la risotada a su lado. 

—Yo nada—responde Matt todavía contemplándome—. Parece ser que Emma tiene problemas con que le digan cumplidos. 

¡Esta familia es increíble! Y ojo, no el "increíble" positivo. No puedo creer que de verdad hayan organizado esta conspiración secreta en mi contra. No voy a permitir que me saquen de quicio, pretenderé que no me afecta y seguiré con mi patética vida. 

Ignoro a todos, tomo el menú en mis manos y empiezo a leerlo buscando qué plato me apetece más ordenar. 

—¿Vas a pedir waffles, linda?—susurra Matt divertido en mi oído.  Estoy verdaderamente sorprendida. Este chico estaba sumamente enojado conmigo hace cinco minutos y ahora está haciendo chistes. 

Pretendo que no lo escucho, no voy a dejar que me haga perder la paciencia. Sigo leyendo todo lo que dice en el menú, pero él no se rinde. Se acerca tanto a mí que incluso me hace sentir nerviosa. Controlo mis mejillas que están por calentarse para luego arreglar mi garganta. Bien Emma, nada pasó. 

—Come todo lo que puedas en el desayuno, porque necesito que tengas el estómago vacío para lo que haremos en la tarde—dice logrando capturar mi atención. Quito mis ojos del menú y echo un vistazo a Isabella, Jane y Joseph. Se han concentrado en sus platos. Entonces, enfoco mis ojos en los oceánicos iris de Matt. 

—¿Qué haremos?

Sonríe. 

—¿Recuerdas que te invité a ver un atardecer de Palm Springs? 

Asiento con un movimiento de cabeza. 

—¿A dónde vamos?—siento demasiada curiosidad.

—Eh, eh, ¿cuál era la regla número dos?

Rayos. Giro los ojos recordándola: "Aprende a valorar las sorpresas". Está bien, no preguntaré más, pero igual siento que debo protestar para proteger mi integridad. 

—¿No tienes que trabajar hoy o algo?

Justo cuando está por responder, Jane lo interrumpe. 

—En realidad—dice mostrándome su perfecta dentadura—. Joe y yo le dimos el día libre hoy—comenta y noto que ha golpeado con su codo a Joe. ¡Oye, vi eso!—. Como trabajó todo el día ayer y yo tuve el día libre, hoy le toca a él. ¿Cierto, Joe? 

Joseph se muestra perfectamente seguro. Sonríe, toma la taza de café que tiene enfrente y bebe un sorbo al mismo tiempo que observa a Matt y luego a mí.

—Absolutamente—responde. 

Odio esta revolución que tienen en mi contra. Aunque sé que lo hacen porque quieren que Matt y yo seamos felices, me están haciendo muy difícil evadir las consecuencias que conlleva eso. 

Suspiro. 

—Bien—digo de mal humor. 

—Bien—repite Matt como de costumbre cuando me obliga a acceder a sus inusuales peticiones. Toma el menú que tiene enfrente y empieza a leerlo indiferentemente.

No pido waffles esta vez, solo para llevarle la contraria. Me siento curiosa sobre un plato que tiene por nombre "Muesli", así que lo ordeno para averiguar qué es. Para mi sorpresa y gran decepción, es un pinche plato de cereal con nombre sofisticado. 

Cuando lo traen, lo miro con desprecio. 

—No creo que vayas a quedar llena con eso—murmura Matt a mi lado haciendo un chiste. Le hago una mueca de enojo y empiezo a comer de mi plato. 

Odio admitirlo, pero tiene razón. Todavía muero de hambre, así que cuando lo termino, decido ordenar otro plato con nombre refinado: salmón ahumado con crème fraîche y condimentos servido sobre un blinis. "Blinis"... solo espero que no esté atentando contra ninguna especie en peligro de extinción.

—...ahumado con cre... cre...—estoy intentando decirle al mesero lo que quiero, pero él gira la cabeza de lado, confundido, sin entenderme. 

Crème fraîche sobre el blinis—termina Matt mi oración con un acento francés tan bien pronunciado que creo que estoy por derretirme. El mesero asiente con un movimiento de cabeza y luego se retira dispuesto a traerme mi plato. Giro mi cuerpo para observar a Matt con los ojos muy abierto. 

—¿Hablas francés?—balbuceo. 

—Solo un poco—responde honestamente. 

Bajo la cabeza.

—Eso es tan sensual—escupo las palabras en voz baja. 

—¿Disculpa?—pregunta Matt confundido porque para mi buena suerte, no escuchó el cumplido que le acabo de hacer. Niego con la cabeza sonriendo nerviosamente y haciéndome la loca. 

—Emma piensa que tu acento francés es sensual—revela Isabella alzando la vista para guiñarle un ojo a Matt.

¡No puedo creer esto! Ni siquiera mi mejor amiga es mi aliada en esta trampa tan tentadora. La observo con la expresión más malévola que me conozco, a lo que ella suelta una risita de estúpida y se concentra en su plato otra vez. 

No pienso permitírselo, así que estiro la pierna por debajo de la mesa para golpear la suya. Sin embargo, no es Isabella quien muestra la expresión de dolor en el rostro, sino Joseph.

—Emma, me golpeaste... a... mí—dice apesadumbrado con una sonrisa tratando de no hacerme sentir incómoda, pero no lo logra. Abro mucho los ojos con tanta vergüenza que siento que debo pararme de la silla y huir de ahí, aunque sea al baño. 

Así que mientras lo estoy haciendo, escucho la risa ahogada de Matt, pero cuando lo veo, come más de su plato poniéndose serio. Isabella y Jane, en cambio, no disimulan y empiezan a reír a carcajadas. 

Sí, es definitivo, estoy fregada. 

------

Las siguientes dos horas y media del día, me la paso de maravilla con toda la familia Sinclair haciendo un tour por las instalaciones del hotel mientras ellos revisan que todo esté funcionando bien. 

¡Tienen de todo aquí! Habitaciones espléndidas, restaurantes  temáticos de países como en las películas, la piscina más grande del mundo (o así le llamaron ellos), sala de entretenimiento, un campo de equitación, campo de golf, salón de relajación con spa y masajistas, tres discotecas con espectáculos nocturnos exclusivos, y bares en cada esquina. 

Justo cuando el reloj está a punto de marcar las 4:00 de la tarde, Matt me indica que es hora de irnos si queremos llegar a tiempo a la sorpresa que tiene para mí. Nos despedimos de Isabella, Jane y Joseph, quienes informan que todavía tienen mucho trabajo por delante, y corremos hasta la parte trasera del hotel, donde están los estacionamientos. 

Entonces, nos acercamos hasta un estacionamiento que tiene un letrero que dice "Reservado para Matthew Sinclair", donde está estacionada una Ford Explorer color negro que nos habla cuando nos acercamos. 

Sostengo la manija de la puerta de copiloto, mientras que Matt va al puesto de conductor. 

—¿Enserio? ¿Una Ford?—pregunto entre risas haciendo mi mejor esfuerzo por no sonar odiosa, pero no lo logro. Está en mi naturaleza serlo. Creí que Matt, teniendo tanto dinero, tendría un auto de lujo como el de Jane o Joseph. 

—¿Qué? ¿Creíste que porque soy multimillonario tendría un auto de lujo?—dice atacándome con su arma mortal mientras presiona un botón que automáticamente enciende el auto. 

¿Leyó mi mente o qué?

—Sí—respondo honestamente. No hay más qué decir. 

Ríe ahogadamente. 

—No soy tan refinado como crees—murmura al mismo tiempo que activa una pantalla que le muestra, mediante una cámara, lo que hay detrás de nuestro y así facilitarle el echar hacia atrás—. Necesito un auto que esté capacitado para soportar mis aventuras extremas y éste ha llenado muy bien mis expectativas—dice y nota que no me he puesto el cinturón—. El cinturón, por favor. 

Oh, qué estricto. Obedezco, paso el arnés por mi cuerpo y encajo la hebilla en el enganche.

—¿Aventuras extremas?—creo que estoy a punto de soltar una carcajada, pero me la aguanto. ¿Qué tan aventurero puede ser este chico? No lo veo muy cerca del peligro. 

—Sí y no te diré más porque de verdad tienes que aprender a valorar las sorpresas. 

Hemos salido del hotel y ahora estamos paseando por las hermosas calles de Palm Springs que se ven espectacular esta tarde. No está muy concurrido, lo que me permite admirar el paisaje de palmeras que se asoman en mis ojos. 

—¿Estamos muy lejos de la 'sorpresa'?—me atrevo a preguntar para mentalizarme y no llenarme de ansiedad. 

—A una hora de aquí, más o menos—replica sin mirarme. Está prestando mucha atención al camino. Así que suele manejar a la defensiva. Bien, punto para Sinclair.

Un silencio invade el interior del auto, lo que me permite examinar a Matt de reojo. Está tan concentrado en la vía que se ve tan lindo y no puedo negarlo, por más que quiera. Ayer estaba muy galante con vestimenta formal, pero prefiero su atuendo de hoy: vaqueros sencillos, suéter negro con corte redondo, zapatillas y una gorra que tapa su cabello, pero resalta sus hermosos ojos azules. Se ve tan juvenil que me fascina. 

—¿Habías venido a Palm Springs antes, Emma?—pregunta sacándome de mis pensamientos. Sí, haz eso mejor, sino sueño despierta a tu lado. Niego con un movimiento de cabeza.   

—Nunca—respondo.

Sin razón alguna, me ataca con su arma mortal lo que me hace sonreír nerviosa. Entonces viene a mi mente el recuerdo de la noche anterior donde me besó como nunca antes nadie lo había hecho y por muy extraño que parezca, me siento enojada. Estuvo muy bueno y todo, ¿pero acaso no me respeta? ¿Cómo se aprovecha así de una borracha? 

—No me sonrías así—me pongo seria—. Es más, ahora que recuerdo, estoy muy enojada contigo. 

Él alza una ceja, confundido. Pobre hombre, de verdad no sabe en lo que se está metiendo. 

—¿Qué? ¿Te enojas con la gente así nada más?—dice divertido, me observa un momento y luego se concentra nuevamente en la vía. 

—No con la gente. Contigo—aclaro cruzando mis brazos. Mi ceño se ha fruncido del mal humor y ahora me estoy dedicando a mirar el paisaje para no pensar en lo sucedido. 

—Oh, de acuerdo, déjame adivinar... te enoja la forma en que respiro—dice con sarcasmo—. ¿Respiro muy rápido para ti? ¿O es demasiado lento? ¿O es que te estoy dejando sin aire? Enserio, Emma, dime qué es lo que tanto te molesta de mi respiración y tal vez pueda mejorarla.

Sin poder evitarlo, suelto una risa que me hace sentir todavía más enojada. ¿Acaso cree que puede bromear así cuando estoy de mal humor? ¿No respeta mis sentimientos o qué? 

Intento ponerme seria, pero la sonrisa no se borra de mi rostro.

—No me hagas reír cuando estoy enojada contigo.

Demonios, el enojo se está yendo. No puedo permitirlo. 

—¿Qué hice ahora?—pregunta un tanto fastidiado, pero se está divirtiendo, es imposible no darse cuenta de ello. 

—Pues tengo un gran listado—balbuceo, pero trato de mantenerme firme en mis palabras, aun cuando sé que estoy por decir muchas incoherencias—. Primero me obligas a comprarme con tu dinero un vestido de cinco mil dólares y unos zapatos de dos mil—hago mucho énfasis en las palabras que considero más viperinas.  

Alza de nuevo una ceja. Debe pensar que estoy demente. 

—Ajá—dice confundido. 

—Luego me incitas a emborracharme con los cocteles más caros del mundo—continuó diciendo—. ¿Y para qué? Para aprovechar mi vulnerabilidad y besarme como nunca antes nadie lo había hecho. 

Oh no, no debí decir eso último. ¿Podré algún día tragarme mis palabras en vez de escupirlas? 

—Dijiste que no lo recordabas—ataca él. 

—Solo una parte—trato de salvar mi pellejo.

—Así que admites que te gustó—contraataca. 

Decido cambiar el tema inmediatamente.

—No he terminado—digo alzando el dedo índice—. Y para colmo, hoy me dices cumplidos indecentes. ¿Qué sigue? ¿Comprarme un auto para conquistarme? 

Matt parpadea tres veces. Me observa con enorme desconcierto y sé que es más por la locura del auto que le acabo de decir. 

—¿Qué? Lo leí en un libro—digo con sinceridad. 

—¿En uno de esos estúpidos libros románticos donde el chico multimillonario le regala de todo a la chica para conquistarla?—dice muy serio—. Lamento decepcionarte, Emma, pero no le regalo autos a mis amigas. 

"Amiga"... Está bien, me lo merezco. Me merezco eso y más porque yo, sobre todo, lo he puesto en la zona del amigo desde que nos conocemos. 

Trago saliva. 

—Bien, porque no quiero que lo hagas—digo apretando más mis brazos que están cruzados encima de mi pecho. Mi ceño también se ha fruncido más. 

Matt me echa un vistazo de reojo y levanta el brazo para poner su mano sobre mi frente. 

—No arrugues el rostro—dice tratando de estirarlo con su mano, lo que me hace cosquillas y río brevemente—. Prefiero llevarte a donde quieras, en vez de comprarte un auto. 

Y me sonrojo sin poder evitarlo. Estaba sumamente enojada con él por las razones más estúpidas de este planeta, pero en menos de tres segundos, ha logrado que mis mejillas se calienten por culpa de su maldita ternura. 

Matt se da cuenta que estoy roja como un tomate, por lo que me ataca con su arma mortal haciéndome enrojecer todavía más. Se ha dado cuenta del efecto que tiene en mí y ahora se aprovecha de eso. 

Quito el rostro, sulfurándome de nuevo. 

—No puedes enojarte conmigo para siempre, ¿sabes?—dice.

Suelto una risa mordaz. 

—No me retes, Sinclair. 

—Bien—accede indiferentemente y enfoca sus ojos otra vez en la vía. Se mantiene en silencio por unos minutos en los que aprovecho para examinarlo. Está callado, concentrado y en verdad creo que no dirá nada. 

Al cabo de uno segundos más, pone su dedo encima de la pantalla y abre una carpeta con una lista de reproducción musical. Oh, qué auto tan inteligente, hasta música puedes guardar en él. 

Observo detenidamente lo que hace. 

—¿Qué? ¿Te molesta también la música?—pregunta divertido.

Hago una mueca de disgusto y niego con la cabeza. Entonces, quito el rostro sin pronunciar palabra alguna. 

No dice más nada, sigue buscando entre las canciones de la lista de reproducción y cuando ve una canción que le gusta, presiona la pantalla con el dedo seleccionándola. Mis oídos empiezan a escuchar "Semi-Charmed Life" de Third Eye Blind. Oh, amo esa canción, es de un rock muy alternativo y noventero, pero muy pegajoso. Aun así, no mostraré emoción, seguiré con mi rebelión. 

Entretanto, escucho que Matt ha empezado a cantar a mi lado. Entona la primera estrofa, me mira y sigue cantando. ¿Acaso cree que cantándome hará que se me vaya el enojo? Ni lo sueñes, Sinclair. 

Echo un vistazo de reojo y ahora está bailándome. Presiono los labios para no reír. Sé lo que se trae y no lo va a lograr. 

Se acerca un poco a mí, canta y luego vuelve a su posición inicial para bailar mientras se concentra en la carretera sobre la que maneja la Ford. 

No aguanto más y suelto la risotada llenándome de una energía tan positiva que me hace querer seguirle el juego. ¿Será siempre así cuando esté enojada con él? ¿Intentará siempre hacerme reír? Oh Cielos, eso es tan adorable. 

Antes de darme cuenta, estoy ahora bailando con él en mi puesto y cantando a su par. Me sonríe de vez en vez, sin dejar de ver al frente. Demonios, el efecto Sinclair manifestándose y otra vez no he podido escapar de él. 

La próxima media hora se pasa rápido, entre risas, canciones y el buen humor. Me cuesta un montón admitirlo, pero me divierto mucho con Matt. Me he acostumbrado tanto a él y a su personalidad tan auténtica, que ahora será difícil separarme si me tocara hacerlo. 

Mis pensamientos se ven interrumpidos cuando siento que ahora ha agarrado mi mano. Me alarmo enseguida preparándome para ponerme a la defensiva, pero cuando noto que no tiene intenciones de más nada que eso, lo permito. 

"Bien, soqueta, disfruta el momento", me dice mi subconsciente que está feliz de verme feliz. La inepta es un cliché andante y por primera vez me fascina que lo sea. 

Dejo de elogiar a mi subconsciente para percatarme que nos hemos adentrado en un campo muy grande donde el suelo es de cemento y en la entrada tiene un letrero que dice "Aeropuerto Internacional de Palm Springs".

Mi corazón late en frecuencias aceleradas enseguida. ¿Aeropuerto? ¿Aviones? No, no, las alturas y yo nos llevamos. Matt no me haría esto, él sabe cuánto le temo a las alturas, se lo dije en nuestro primer desayuno juntos. 

Giro la cabeza para observarlo con los ojos muy abiertos, por lo que aprieta más fuerte mi mano. 

—Regla número cinco, Emma—dice llegando hasta el centro del aeropuerto donde un avión está esperándonos con las compuertas abiertas. Me preparo para lo peor enseguida—. "Renuncia a tus miedos". 

Matt, perfectamente sereno, estaciona el auto y apaga el motor al mismo tiempo que mi corazón se acelera más. Miro al reloj antes que la energía del auto se vaya por completo: 5:02p.m. 

¿Qué rayos vamos a hacer? 

----

Oh, oh... ¿qué tendrá pensado Matt para Emma?

Recuerda votar si te gusta la historia ;)

Con amor,

S.

Twitter: sophiatramos / enlace a mi fanpage de Facebook en mi perfil.


Continue Reading

You'll Also Like

268K 7.6K 9
Retirada debido a su publicación en Amazon. ¿Te has sentido invisible alguna vez? Clara acaba de llegar nueva a Oviedo y recibe acoso por parte de su...
417 92 8
Los besos, un beso, un contacto de piel con piel, labio con labio. A cualquier persona no se le da un beso, se le da a las personas que quieres, a la...
104K 7.6K 21
Escucho pasos detrás de mí y corro como nunca. -¡Déjenme! -les grito desesperada mientras me siguen. -Tienes que quedarte aquí, Iris. ¡Perteneces a e...
927K 48K 44
Desde el momento que subí al tren del expreso de Hogwarts y choque con Draco y Blaise mi vida no volvió a ser la misma. Más cuando el sombrero selecc...