Sé que estoy soñando. Nada de esto es real. Todas estas imágenes y sensaciones han sido creadas por mi subconsciente, posiblemente influenciado por siete ininterrumpidas horas de juegos de rol online. Podría despertar en cualquier momento, si quisiera. He leído sobre esto en las novelas de ciencia ficción que Makoto suele recomendarme. Si quisiera, podría aparecer una linterna en mis manos para avanzar a través de esta densa niebla oscura. Podría imaginar que tengo puesto un par de zapatos y así dejaría de ir descalzo en este terreno fangoso. Podría pensar que llevo una chaqueta, pues esta camiseta de mangas cortas y los pantaloncillos no son una buena combinación en un sitio tan frío y solitario.
Y aunque sé que es un sueño, mi mente es golpeada por una oleada de dudas. ¿Por qué no puedo controlar lo que ocurre? ¿Acaso es ficción esa teoría acerca del poder que poseemos sobre nuestras mentes? ¿Por qué me siento tan a la deriva? ¿Por qué...? ¿Por qué? ¿Por qué?
No puedo ver nada. Mi única iluminación es la luna llena. La niebla es tan densa que dificulta la respiración. El frío aumenta. Debo abrazarme para conservar el calor. El silbido del viento pareciera ser más que eso. ¿Desde cuándo el viento puede reír? ¿Por qué tendría una risa tan siniestra?
¿Por qué siento tanto miedo?
Mi pie pisa algo pequeño, sólido y helado. Un resplandor alcanza a verse en el punto donde antes ha estado mi pie. Intento tomar el objeto con mis manos, tomando también un poco del fango que lo rodea. El objeto emite su propio brillo. Es un dije de oro que cuelga de una cadena. Tiene una palabra grabada. No comprendo lo que dice, pero sé que lo he visto antes. Quiero despertar, pero no puedo.
—Akira...
Ahí está esa voz espectral. Es grave, cavernosa y demoniaca. ¡Quiero despertar! He perdido la capacidad de hablar. Tampoco puedo moverme. La oscuridad comienza a hacerse más densa. Me absorbe. Me arrastra hacia el mundo donde reinan mis peores pesadillas. Pero el collar emite un brillo inusual. Un brillo que me da paz. Tan cálido que me infunde valor. La oscuridad retrocede. El banco de niebla, sin embargo, no se esfuma. Escucho esos pasos que se acercan lentamente. No sé si debería confiar o escapar. Siento esa mano femenina y delicada, posándose sobre mi espalda y...
Despierto en mi habitación con el corazón acelerado.
¿Qué demonios acaba de pasar?
(Reproduzcan la canción que les dejé, como si fuera un opening.)