Fama Bajo Cero

Von LadyLennette

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La locura de Andrea la llevó hasta el punto de no sentir emociones, pero chocó con un desconocido que resultó... Mehr

Prefacio
Advertencia (LEER)
Parte 1
Parte 2
Parte 3
Parte 4
Parte 5
Parte 6
Parte 7
Parte 8 y 9
Parte 10
Parte 11
Parte 12
Parte 13
Parte 14
Parte 15
Parte 16
Parte 17
Parte 18
Parte 19
Parte 20
Parte 21
Parte 22
Parte 23
Parte 24
Parte 25
Parte 26
Parte 28
Parte 29
Parte 30
Parte 31
Parte 32
Parte 33
Parte 34
Parte 35
Parte 36 (FINAL)
Epílogo
¿Despedida?
Extra 1: Viaje a París
Extra 2 "La boda"
Extra 3: "El Gran Día"
Especial Día de las Madres

Parte 27

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Von LadyLennette

Vigesimoséptimo capítulo

Un mes después...

Adam Carver

Francis me extendió las manos para querer decirme que se había cansado de caminar y yo lo tomé en brazos, para ser un niño de seis años era muy ligero y muy pequeño.

—¿Regresamos ya? —le pregunté a Andrea.

—No, ahora no, nos falta una jirafa verde de tamaño real.

—¿No crees que ya tenemos suficientes juguetes y peluches? Él no notará la diferencia.

—¡Yo lo haré!

—De acuerdo, de acuerdo, busquemos la jirafa.

Andrea se había vuelto loca con el tema del bebé, y encima estaba irritante debido a todo el rollo de las hormonas. Le entraba hambre en la madrugada, luego no comía en todo el día, luego volvía a tener esos antojos, incluso comió chocolate que lo odiaba, bueno, ahora era su comida preferida. Y, como si fuese poco, envió sus neuronas de vacaciones. Esa era la mejor explicación para su actual comportamiento.

—Francis, ¿rojo o azul?

—¡Azul! —gritó el niño en mis brazos.

—¡Adam!!

Escuché el grito y fui corriendo entre los pasillos llenos de juguetes hasta encontrar dónde estaba Andrea, la vi llorando frente a un hombre que parecía delincuente, me acerqué con Francis en brazos hacia ellos y puse mi mejor cara de marido enojado.

—¿Qué está pasando aquí?

—Yo no le hice nada, tío, ni siquiera la toqué, solo le dije que había ropa de recién nacido en rebaja y... espera, tú me pareces familiar.

Aquí íbamos.

—Señor, le agradecería que nos dejara a solas, mi esposa está bastante sensible en estos...

—¡No estoy sensible! ¡Y tú! —señaló al hombre—. Si sigo mirándote frente a mí en los próximos diez segundos, voy a colocarte el brazo dentro de tu garganta, ¿queda claro?

El tipo salió corriendo y Francis en mis brazos comenzó a aplaudir. Genial, ambos tenían un retorcido sentido del humor. Andrea, por otro lado, comenzó a llorar.

—¡No sé por qué estoy llorando! —dijo en sollozos.

—Está bien, cariño, es normal, ven —le pasé un brazo por los hombros para tranquilizarla—. ¿Encontraste la jirafa?

—No... —seguía sollozando—, este hombre agradable vino a donde estaba y me dijo de una ropa de bebé, entonces me imaginé a nuestro hijo vestido con ropa pequeñita y... ¡era muy tierno!

Luego pasó a gritarme por no haber encontrado el juguete que me pidió, en serio, si este era el cuarto mes de embarazo, no quería imaginarme los otros.

Lo peor fue que a las pocas horas yo tuve que marcharme porque debía filmar unas escenas que llevaba posponiendo por días, Andrea me insistió en ir que ella se quedaba con Francis, al final acepté porque sabía que desde hacía un mes su equipo de seguridad especial no dejaba de seguirla a todas partes. ¿Cómo eso no me aterraba?

Andrea Berroncille

—Muy bien, Francis, debemos encontrar esto —le decía al niño mientras le mostraba un dibujo de una jirafa verde—. Este es nuestro objetivo y no podemos irnos sin encontrarlo, ¿entendido?

—¡SÍ!

Y comenzó a correr por toda la tienda mientras yo lo seguía desde atrás. Ya habíamos buscado en varias, pero ninguna tenía el animal exacto como yo lo quería, igual debía enviar a alguien a hacerlo. Como fuese, esta nueva juguetería me gustó bastante, ¡todos los juguetes eran tiernos! Y con todos me imaginaba a mi bebé en ellos, incluso le compré muchísimos a Francis para que pudiese jugar, le encantaban.

El último mes había sido especialmente duro para mí, Adam me convenció de volver a ir a terapia y ya tenía cita semanal con el doctor Armani, en parte me había ayudado mucho a entender las nuevas emociones que estaba sintiendo y las que todavía faltaban debido a las hormonas del embarazo, con respecto a mis pesadillas... las seguía teniendo cada noche, pero ya no me volvía loca, así que era un avance.

Excepto cuando se trataba del bebé. Había descubierto mi pasión oculta por los niños, ¡me encantaban! Y las ropitas pequeñas y los juguetes adorables, ¡me encantaba todo! La habitación vacía de la casa ahora tenía una cuna y estaba amueblada por completo, como no habíamos querido saber el sexo del bebé, pues teníamos todo de ambos.

Y bueno... puede que luego de permitir a Francis quedarse, yo hubiese insistido mucho en su nueva habitación, también decorada por mí personalmente.

—Mamá —me llamó él—. Quiero este.

Vi que señalaba un dinosaurio rojo de tamaño pequeño, este niño tenía afición por las cosas aburridas.

—¿Seguro no quieres otro carro?

—No, quiero un dinosaurio.

Fui a tomar el juguete cuando apareció una señora y lo tomó antes que yo.

—Perdone, pero yo había visto ese juguete antes.

—Perdone, pero no me importa, es mío ahora. Se lo voy a regalar a mi hijo en su cumpleaños.

—Pues yo se lo voy a regalar a un niño huérfano que vive conmigo y me dice "mamá".

Ella quedó mirando a Francis a mi lado para luego levantar su mirada hacia mí.

—Si quiere regalarle algo pues mejor deje que se vaya a otra familia, no creo que sobreviva con usted, va a ser madre soltera después de todo.

Estúpido día que me quité el anillo para hacerme las pruebas en el médico, todavía lo debía tener Adam. Y estúpido día que decidí mantener bajo perfil y la gente ni siquiera sabía reconocer la cara de la mujer de Adam Carver.

—Escuche, señora, no sabe quién soy yo y si se lleva ese juguete lo va a arrepentir por el resto de su vida.

—¿Ah sí? ¿Y qué va a hacer?

...

—Deseo hablar con el dueño de la tienda —le dije al dependiente.

—Soy yo, ¿hay algún problema?

—Sí, mire, dígame qué cantidad de dinero quiere y yo le compro su tienda en este mismo momento con inventario y todo lo que tiene.

—¿Cómo dice?

Adam Carver

Regresaba a casa completamente exhausto del trabajo, había filmado como cinco escenas que se me hicieron eternas, por fortuna, ya teníamos buena parte de la película hecha y en unos meses se terminaría de grabar. Llegué al comedor y puse las llaves en la mesa, Mara apareció rápidamente para decirme que la comida estaba lista y que Andrea se encontraba en el cuarto del bebé.

—Gracias, Mara, ¿hay algún mensaje para mí?

—Solo uno de Harley diciendo que no olvides la entrevista de mañana.

Sí, la maldita entrevista, bueno, ver a Andrea y a Francis era mi única alegría al final del día, llegué a la habitación del bebé que estaba justo al lado de la nuestra y abrí la puerta esperando encontrar el sitio con muchos más juguetes. Sin embargo, estaba igual que como lo dejamos, las paredes azules con luces brillantes, la cuna en el centro y una mecedora a mi lado, Andrea estaba sentada con Francis en el suelo que jugaban sobre la alfombra que había del otro lado, a la derecha quedaba el armario con ropa de bebé.

—¿Qué pasó? Pensé encontrar esto con jirafas de todos colores, si hasta te dejé mi tarjeta, pero veo el cuarto igual que ayer, ¿no encontraron nada?

—Sí, de hecho, compramos muchos juguetes, ¿cierto, Francis?

El niño sonrió con una mano en la boca de forma malvada. Oh, no, esto no olía bien.

—Andrea... ¿qué hicieron?

Ella me extendió una mano y yo la ayudé a levantarse, una vez quedó frente a mí me dio un beso en los labios a forma de saludo. Esa costumbre nunca la había perdido a pesar de que ni yo mismo sabía si estábamos juntos.

—Bueno... compré una juguetería hoy.

—¡¿Hiciste qué?!

Ay, mi tarjeta, mi pobre tarjeta, debió gastar todo el dinero que tenía. ¿Cómo que compró una juguetería?

—¿Te refieres... de verdad? ¿Compraste la tienda?

—Sí, había una mujer molesta que no me dejaba tener un dinosaurio que a Francis le gustó, así que antes de ella poder pagarlo, yo me hice propietaria de la juguetería, ¿a qué fue inteligente?

No entendía una palabra.

—Claro, todavía faltan algunas cosas por hacer, pero el dueño fue muy atento al darse cuenta que le pagaría de más para darme los derechos de inmediato.

—¿Gastaste todo el dinero de mi tarjeta en comprar una juguetería por un solo juguete?

—¿Qué? No, claro que no, tu tarjeta está bien, toma —dijo y la sacó de su bolsillo—. No la necesité después de todo, ¿nos vamos a cenar? Tengo mucha hambre.

Y de Francis solo escuchar la palabra "comida" salió corriendo detrás de Andrea. Yo estaba en una pieza, ¿cómo tenía ella dinero para comprarse una tienda solo por capricho?

—Adam, ya supéralo —me decía mientras le daba comida a Francis—. Es solo una tonta tienda, me gasté algunos cientos de dólares nada más.

—¿Y cómo tú tenías ese dinero?

—Porque resulta que no soy solo una camarera que trabaja en una cafetería de mala muerte, ahora come que no has probado bocado.

Ni pude hacerlo sin quitarme de la cabeza el cómo Andrea tenía la libertad de gastarse el dinero en caprichos poco convencionales, ¡ni siquiera tenía ropa! Bueno, despejar mente, había que despejar la mente, así que comí lo más tranquilo que pude, luego nos fuimos a la sala a ver las caricaturas con Francis. Unas horas después, Andrea lo estaba bañando mientras lo regañaba por haberle dicho que Mara ya lo había bañado antes de la cena, luego fue mi turno de acostarlo a dormir y así la casa quedaba en silencio.

Terminé de acostar al niño y me dirigía hacia la sala con televisor para acompañar a Andrea, solo que al llegar la vi cambiando como loca todos los canales, ni siquiera parecía estar viendo uno en específico.

—Si buscas lo que creo que estás buscando, te puedo ayudar con eso, no lo vas a encontrar ahí, lo quité hace un mes cuando Francis se mudó con nosotros.

—No, no es eso, es que... ¡Ahg! No lo encuentro.

—Cariño, si me dices qué estás...

—¡Lo encontré! Mira, todavía existe.

Miré hacia la pantalla del televisor, era un noticiero sobre desastres naturales.

—¿Todavía existen... las personas que destrozan arboles?

—No, tonto, el canal, ¿ves? —miré hacia una esquina de la pantalla, ponía "ABille" —, es mi canal, lo compré hace unos años y no sabía si todavía existía.

—¿QUÉ? ¿Tienes un canal? ¿Có... cómo?

—Es que no tenía nada interesante que ver un día, así que decidí comprarme un canal donde yo pudiese escoger qué se transmitía.

Y sí que había cumplido, ABille era uno de mis canales preferidos, ponían de todo, películas desde clásicas hasta estrenos, documentales que te hacen volar la cabeza, noticieros muy asertivos, pero... ¡pertenecía a Andrea!

—A cada segundo que pasa descubro que no tenía idea de con quien me casaba. ¿En qué estaba pensando al pedirte matrimonio?

—En que no podías casarte con alguien que no podías siquiera llevar a la cama, supongo que escogiste bien porque ambos sabemos lo mucho que disfrutas tener sexo conmigo.

Seguía pasando canales sin siquiera prestarme atención, y sí, disfrutaba mucho cuando estaba con ella en la cama, pero desde que me había dicho que no sentía lo mismo que yo no había vuelto a caer en esa trampa. Debía aprender de alguna forma que Andrea nunca sería capaz de amarme, era una cruel realidad porque sentía que mis sentimientos por ella crecían cada día más.

—Bueno, es oficial, no hay nada que ver, ni siquiera en mi canal, eso pasa cuando le dejo las riendas a Diego, ¿quieres ir al cuarto? —me dijo luego de apagar el televisor y voltearse a mirarme.

—Claro, vamos a dormir.

Quise levantarme, pero Andrea se acercó más a mí hasta que su rostro quedó a centímetros del mío mientras sentía sus manos recorrer la línea de mi camisa, genial, ya consiguió calentarme y ni siquiera me había besado, por favor que no lo hiciera, no tenía idea de cómo me controlé hace un mes cuando nos besamos, o cómo lo hice para que no se repitiera de esa forma en todo este tiempo, pero no podría resistirme.

—Adam... no has vuelto a tocarme en mucho tiempo.

—Tienes cuatro meses con una semana de embarazo, creo que es mejor mantener la distancia.

—Eso no tiene importancia, podemos hacerlo que nada va a pasarme.

Me iba a pasar a mí, iba a ilusionarme con que ella siente algo, no podía pasar por eso de nuevo.

—Solo vayamos a dormir, Andrea.

Volví a hacer ademán de levantarme, pero esta vez ella me tomó por el cuello y se acercó hasta besarme en los labios, me separé de inmediato mientras veía que su pecho subía y bajaba al mismo ritmo que el mío.

«Joder, Adam, no lo hagas, vete de ahí»

Cerré los ojos antes de hundir mis dedos en su cabello negro y volver a besarla, Andrea no demoró en subir a mi regazo para rodearme con las piernas mientras yo colocaba mis manos en sus muslos para acercarla mejor, saboreé sus labios con desesperación a medida que iba aumentando la intensidad del beso. Fui incapaz de controlarme y mis manos comenzaron a recorrer su cuerpo mientras mis pensamientos se guiaban por el deseo que llevaba tanto tiempo controlando, pero no pude hacer nada porque una voz débil me detuvo.

—Mamá...

Ambos nos separamos rápidamente y miramos hacia atrás donde estaba Francis pasándose una mano por el rostro debido a la luz que le molestaba, Andrea se bajó de mi regazo de inmediato y yo traté de tranquilizarme, mierda, había vuelto a caer con un solo beso, ¿por qué ella tenía ese poder?

—Francis —exclamó Andrea al levantarse para ir a su lado—. ¿Qué sucede? ¿Por qué estás despierto?

—Tuve un sueño que no me gustó mucho.

Ella lo tomó en brazos para luego sentarse a mi lado en el sofá, ambos tratábamos de anivelar nuestras respiraciones para disimular el deseo, un momento, ¿ella sentía el mismo nivel de deseo? Porque lucía tan alterada como yo, nunca la había visto así y no es como si fuésemos desconocidos en este terreno.

—Hemm... —se aclaró la garganta luego de mirarme, ¡¿se había sonrojado?!—. ¿De qué era el sueño?

—Yo estaba en una habitación oscura y ustedes estaban ahí, pero ambos me daban la espalda y se iban alejando. Luego yo corría, pero nunca podía alcanzarlos... no quiero volver a soñar eso, se sentía muy feo.

—Está bien, nosotros estamos aquí —le decía ella mientras lo acurrucaba en brazos.

—Así es, campeón, no vamos a dejarte.

La verdad es que no habíamos vuelto a hablar del niño en ese mes. No sabíamos si debíamos volver a entregarlo al orfanato o adoptarlo legalmente, pero Andrea lloraba cada vez que el tema salía, estaba extremadamente sensible con todo lo relacionado a los niños, de hecho, en ese momento la vi limpiarse los ojos varias veces. Sabía que lo quería, posiblemente era la única persona en el mundo que llegaría a amar.

—¿Podemos ver televisión?

—No, debes volver a la cama, ven, te vuelvo a acostar.

Pero tanto él como Andrea me miraron de forma suplicante.

—Dejémoslo un rato más, Adam, por una noche no pasa nada.

Genial, yo era incapaz de resistirme a esa mirada, haría lo que fuese que me pidiese, así que al final terminé por aceptar y ambos sonrieron con alegría. A los diez minutos los tres veíamos una película animada sobre dragones, el niño estaba sentado en las piernas de Andrea mientras ella se encontraba con la cabeza en mi pecho, yo tenía el brazo extendido en el sofá de forma que si lo bajaba terminaba de abrazarla, pero no lo haría, ya eso sería demasiado.

—¿Por qué el papá le grita al niño?

—Porque acaba de destrozar toda la aldea luego de que él le dijera que se quedara en casa —le respondí a Francis.

—Oh, ¿así como tú gritaste el día que rompí los cuadros? Destrocé casi toda la sala, pero fue sin querer, ¡lo juro!

—Sí, sí, solo te salvaste porque Andrea te protegió, de hecho, cariño, lo consientes demasiado.

Miré a Andrea en ese momento, pero estábamos tan cerca que mi mirada descendió hacia sus labios, ella terminó por acortar la distancia y me besó por apenas un segundo. Lo peor es lo mucho que había logrado en mi cuerpo con tan poco.

—¿No puedo? ¿Vas a castigarme? —me susurró para que Francis no escuchara.

—No, tú puedes hacer lo que quieras.

—¿Contigo?

Mierda, ¿hacía demasiado calor o era solo yo? Tuve que fruncir el rostro cuando sentí que me calentaba demasiado al imaginarme la última vez que me había dicho eso. Ella no esperó mi respuesta, sino que se acercó para volver a besarme, al igual que antes, fue por muy poco tiempo, sabía que se estaba conteniendo por el niño que ni nos prestaba atención, pero me hacía sufrir en el proceso.

—¡Miren! ¡Encontró al dragón! ¡Encontró al dragón! ¿Están viendo la película? —preguntó al voltearse hacia nosotros.

—Sí, vemos que encontró al dragón —le respondí al sacar mi mirada de la boca de Andrea.

A los minutos, Francis terminó por sentarse en el suelo para quedar más cerca del televisor, estaba muy contento viendo esa película, yo acabé buscando unas sábanas para Andrea porque le había entrado frío, así que ahora ambos estábamos abrazados en el sofá y bien calentitos. Hermoso, esto era hermoso para mi poco control.

La cabeza de Andrea descansaba sobre mi pecho mientras jugaba con una cadena que tenía, el movimiento con sus dedos era algo que me parecía sensual, ¿cómo eso podía parecerme sensual? Ni idea, pero ella lo lograba, por otro lado, yo había desistido de no tocarla y tenía un brazo por arriba de sus hombros, todo iba bien, ya llevábamos buen tiempo viendo la película cuando de pronto Andrea dejó de jugar con la cadena para comenzar a hacer círculos en mi camisa.

—¿Tienes calor? Te noto un poco sudado.

—Estoy perfecto, gracias por preguntar.

Ella rio ante eso, lo que hizo que se ganara una mirada reprochadora por parte de Francis, quien terminó por acercarse más al televisor y alejarse más de nosotros.

—¿Por qué no has querido tener sexo conmigo en este tiempo?

—Porque dejaste bien claro que no sientes nada por mí.

—Tal vez mentí porque sí sentía algo.

Eso hizo que se me detuviera todo y volteara mi mirada hacia ella. ¿Decía la verdad? No, claro que no, solo era otro truco, ya lo había usado varias veces. Sin embargo, Andrea levantó su cabeza para acercarse más a mí y atrapó mis labios en apenas un segundo, esta vez me besó por más tiempo mientras su mano recorría mi pecho por dentro de la camiseta.

—Andrea... —susurré sobre su boca cuando se separó—. Francis está...

—Ni siquiera nos presta atención, igual podríamos irnos y no lo notaría.

—No podemos hacer eso.

—Será por unos minutos, ¿veinte? ¿Treinta? Espero que no sean cinco.

Oh, cinco no iban a ser.

—Tal vez deberíamos tratar de ver la película, es interesante y...

Mierda, mierda, ¿por qué ella me hacía esto? Andrea había terminado por recorrer con su otra mano todo mi pecho hasta llegar bien abajo, lo puso todo peor cuando acercó su boca a mi oído y mordió sutilmente el lóbulo de mi oreja, aquello erizó todo mi cuerpo a medida que apretaba las manos en puños para no tocarla.

—Joder, Andrea, para ya...

—Ambos sabemos que no es lo que en verdad quieres —susurró en mi oreja—, puedo dejarte dominar, puedo dejar que hagas conmigo lo que quieras, ¿eso te gustaría?

Por favor, necesitaba agua bien fría para bajar el enorme calor en todo mi cuerpo, mi corazón latía como loco mientras mi respiración comenzaba a volverse incoherente, esto no estaba pasando, dioses, no podía... demonios...

Sus manos que siguieron recorriendo mi estómago ahora me acariciaban de una forma que encendía todo mi cuerpo, estaba siendo víctima de ese contacto irresistible. Giré mi cabeza hacia ella y esperé ver a Andrea sonriéndome maliciosamente, pero la verdad es que estaba mirándome con el mismo deseo que yo debía estar mirándola.

Miré un segundo hacia Francis que estaba como a cuatro metros de nosotros completamente sumergido en el televisor y no demoré en bajar el brazo que rodeaba los brazos de Andrea hasta que mi mano fue sumergiéndose en esas nuevas emociones, cuando la acerqué más a mí pude sentir su boca moviéndose contra la mía, le devolví el beso con igual vehemencia, necesitaba más de ella, maldición, necesitaba verla llegar al límite en ese mismo momento. Al parecer, sus deseos coincidían con los míos porque sus caricias ilícitas me demostraban exactamente eso, lo cual hizo que detuviese el beso para poder suspirar, me estaba matando.

—Acuesto al renacuajo y te espero en la habitación.

Por fortuna, las sábanas nos cubrían lo suficiente para impedir cualquier visión del crimen cometido.

—De hecho... podría esperarte aquí. ¿Sigue en pie lo de dejarme dominar?

Ella nunca me dejaba tomar el control. No podía creerme que iba a hacerlo ahora.

—Mmm... estaré ansiosa esperando qué es lo que tienes en tu cabeza, ¿me das un adelanto?

Si lo decía en voz alta iba a terminar traumatizando al pequeño niño que por fortuna no nos miraba porque de ninguna manera mi autocontrol llegaba a ese nivel.

—Lo dejaré de sorpresa.

—Espero que sea algo capaz de complacerme —dijo y mordió uno de mis labios.

No pude soportarlo y terminé por presionar un poco más mi mano hasta que Andrea gimió sutilmente justo en mis labios y juraría que ese gemido parecía incluso más sincero que todas las veces anteriores.

Quería más, quería saber hasta dónde llegaba esta vez, pero Andrea no se quedó atrás y me dejó suspirando de deseo para el segundo que se acercó a besarme, me permitió entrar con facilidad en su boca y nuestras lenguas se unieron con necesidad, presioné más en su interior mientras saboreaba sus labios, mi mente quedó en blanco por completo y estuve a segundos de cruzar cualquier línea existente hasta el momento.

—¡No! ¡No! ¡No!

Los gritos de Francis nos hicieron volver a la realidad nuevamente, ambos dejamos de besarnos al tiempo que nos distanciábamos el uno del otro, una lástima porque estaba disfrutando demasiado. Tomé varias bocanadas de aire, pero no podía hablar de ninguna forma, fue Andrea quien lo hizo.

—¿Qué sucede, cariño?

—¡El niño murió! ¡No!

Y se levantó del suelo corriendo hacia nosotros, terminó por sentarse en medio de ambos mientras tratábamos con todas nuestras fuerzas de disimular lo sucedido.

—No murió.

—No quiero mirar.

En la pantalla pude ver que el padre se arrodillaba frente al dragón mientras todos los demás personajes parecían tristes. Francis terminó por abrazarse a mí mientras escondía la cabeza en mi pecho.

—Francis, ya puedes mirar, el niño no murió —le dije.

—¿No?

Y cuando levantó la cabeza se puso de pie encima del sofá para dar saltos.

—¡Francis, siéntate de inmediato que te vas a caer! —le gritó Andrea.

Él lo hizo sin salir del entusiasmo. El final de la película lo vio sentado en medio de nosotros con una sonrisa en el rostro, yo solo quería que se terminara para poder continuar lo que anteriormente quedó a medias.

—¡Sí! ¡Sí! ¡Dragones! —gritó ya en la última escena—. ¿Podemos ver otra?

—NO —dijimos Andrea y yo al mismo tiempo.

—Es que... —le decía al niño—, ya es tarde y debes dormir para tener energía mañana.

—Ok... como digan... pero me gustó mucho la película, en el orfanato nunca nos dejaban ver una a estas horas.

—Sí, también nosotros la disfrutamos —le respondí al mirar a Andrea que volvía a ponerse roja, en serio, ¿se estaba poniendo roja ahora?

—Adam... ¿vas a acostarme?

—Esta vez te va a acostar Andrea.

—Pero yo quiero que me acuestes tú.

—Espera —intervino Andrea—. ¿No quieres que yo te acueste?

—Sí, pero hoy quiero que lo haga Adam.

Le terminé diciendo que fuera primero al cuarto y yo iría en un segundo, él salió corriendo hacia el mismo y yo fui al baño para darme una ducha rápida. Con las ganas que tenía de utilizar otros medios para eliminar el calor de mi cuerpo.

Llegué al cuarto de Francis y me dirigí hacia su cama que tenía forma de auto deportivo con dibujos de dinosaurios solo capaces de ver por la diminuta luz de su mesita de noches. Realmente se veía que Andrea y él habían decorado esta habitación, había estrellas en las paredes con los planetas del sistema solar colgando de redes, figuras de vaqueros de tamaño diminuto en las estanterías, y hasta un caballo para mecerse en una esquina del cuarto, que no entrase un psicólogo o difamaría al niño por trastorno de personalidad múltiple.

—¿Te gustan mis juguetes? Son nuevos, los compré hoy con mamá.

—Sí, no me había fijado hasta ahora, pero veo que tienes todas las profesiones aquí encerradas.

—Es que no me decido, ahora quiero ser entrenador de dragones como el niño de la película.

—¿Sí? Bueno, ya veremos cómo conseguirte un dragón, imagino que no podrás alimentarlo en la casa —le dije a medida que me sentaba en la cama a su lado.

—No... supongo que deberé tener uno pequeñito que pueda alimentar.

—Sí, esa es la solución —me carcajeé a medida que me estiraba para darle un beso en la frente—, buenas noches, Francis, sueña con muchos dragones.

Me alejé para levantarme de la cama, pero sentí que me tomaba por la muñeca.

—¿Puedo hacerte una pregunta?

—Sí, claro.

—¿Tú eres mi papá?

Se me detuvo el corazón en ese instante, no podía creer lo que me preguntaba, ¿cómo se responde esa pregunta?

—Bueno... eeeh... —me aclaré la garganta—. Tú papá... pues... no puedo ser yo.

—¿Por qué no? Mira, en la película el niño tenía un papá que era mucho más alto y fuerte que él, como tú, y su papá siempre lo protegía y le gritaba, como tú haces, aunque no gritas tanto, solo cuando hago algo mal sin querer, y también vi que el papá del niño le decía que estaba orgulloso de él, ¿tú no estás orgulloso de mí?

—Claro que estoy orgulloso de ti.

—¡Su papá decía eso!

Tuve que volver a aclararme la garganta.

—Pasaste una semana viviendo con Diego, ¿por qué él no es tu papá?

—Porque él es mi tío, me lo dijo, además, tú siempre estabas ahí cuando levantaba y me hacías el desayuno porque el tío Diego cocina muy aburrido, luego me leías cuentos de príncipes y me acostabas a dormir como ahora, ¿eso no lo hace un papá?

Lo miré a los ojos azules y encontré la humildad más grande de esta tierra encerrada en ellos, de hecho, tenía un rasgo muy peculiar en los ojos que irónicamente compartía con Andrea, por extraño que sonase.

—Puedo ser tu papá si quieres, pero debes saber que la persona que ocupa ese lugar está allá fuera en alguna parte, igual que tu mamá de verdad.

—Pero yo quiero que Andrea y tú sean mi mamá y mi papá, ¿no puede ser?

—¿Eso te haría feliz?

—¡Sí!

—Pues entonces me hace feliz a mí, claro que puedo ser tu padre.

Volvió a chillar de alegría y esta vez se levantó de la cama para abrazarme.

—Te quiero, papá.

Le devolví el abrazo sabiendo que me sería imposible devolverlo a un orfanato porque en el fondo lo veía como si fuese mi hijo.

...

Entré a la habitación con la cabeza dándome vueltas luego de lo sucedido con Francis, ese niño tenía el mismo talento que Andrea para hechizarme en segundos, claro que... lo de ella era distinto. Me quité la camiseta de solo aproximarme a la cama y me dejé caer en el lado izquierdo de esta. No vi a Andrea por ninguna parte, ¿dónde estaba? Teníamos asuntos pendientes.

Escuché la puerta del baño cerrarse y me senté en la cama, al fin ella aparecía, vestía una de mis camisetas solamente, no tenía nada debajo salvo unas bragas muy tentadoras, no pude evitar recorrer cada centímetro de su piel con la mirada.

—No va a pasar —me dijo ella conforme se acostaba en la cama a mi lado.

—¿Qué?

—Me dio hambre de pronto y fui al refrigerador a comer algo, no sé por qué me dio por comer pescado y luego de devorarlo casi completo me entró malestar, llevo vomitando como cinco minutos y me siento terrible, ¡¿por qué tardaste tanto?!

—Francis quiso que fuese su padre.

—¿Qué? —exclamó y se sentó en la cama hasta quedar a mi altura.

—Me preguntó si podía ser su padre y no me dejó muchas opciones que digamos.

—Sí, te entiendo, me sucedió igual, ¿cómo te sientes?

—Pues... triste, la verdad, porque adoro a ese niño, pero todavía no hemos realmente decidido si se queda o no. Creo que no soportaría verlo sufrir de nuevo porque lo dejemos.

—Ni yo, bueno, siempre queda la opción de adoptarlo.

—¿Lo dices en serio?

Me senté hasta quedar justo frente a ella para poder mirarla a los ojos.

—Andrea, sé que llevas un mes volviéndote loca con todo lo que respecta a los bebés, pero... no quiero que te arrepientas por tomar una decisión como esta.

—No lo haré, quiero mucho a Francis, y... me gustaría que nuestro bebé tuviese un hermanito al nacer.

Esbocé una tonta sonrisa sin poder evitarlo antes de acercarme para besarla, sin embargo, ella se alejó de mí.

—Te dije que estuve vomitando, no voy a permitir que me beses así.

—Ya, seguro, luego de verte loca, enojada, desquiciada por el sexo, actuando como psicópata con la gente, narcisista con quienes te ayudan, destruyendo toda mi habitación en un ataque de ira y tan débil que no podías ni levantarte del suelo, voy a alejarme de ti solo porque vomitaste.

—La parte de desquiciada por el sexo fue la que más te gustó.

—No, de hecho me gusta cómo eres ahora.

—¿Ahora?

—Bueno... creo que aprendí a cogerle el gusto a todas tus innumerables facetas, pero definitivamente me gusta quién eres ahora. —Ella se acercó más a mí para escucharme mejor y yo no pude controlar mis ganas de acariciar su rostro—. Eres una mujer sensible que ama a los niños, pero fuerte en todo momento, nunca has perdido tu encanto psicótico, pero al mismo tiempo tiendes a defender a quienes no pueden defenderse solos, ahora actúas más... como si el mundo te hubiese hecho daño, pero no te importara porque tienes la valentía de seguir adelante, y de alguna forma parece que comienzas a amar la vida.

—Eso es porque tú formas parte de ella —lo dijo sin siquiera pestañar—. Desde que me permití sentir me he dado cuenta de lo mucho que me había perdido todo este tiempo, algunas emociones no son tan buenas, pero las que sí lo son las amortiguan, y... me encanta sentir el calor de un abrazo cuando lo dan quienes me importan... me gusta cómo me siento cuando me miras, Adam, y cuando me tocas como si fuese valiosa... y me gusta el sentimiento de familia cuando estamos tú, Francis y yo comiendo en la mesa o dando un paseo por el parque.

Me quedé mirándola detenidamente, ¿realmente era cierto esta vez? Si lo era entonces... pero no... no quería apresurar las cosas, no quería que terminasen mal otra vez.

—Sé que hemos tenido nuestros tropiezos y nuestra relación no ha sido exactamente la mejor, pero... ¿te gustaría empezar desde cero?

—Cuando nos conocimos tú te quitaste la ropa delante de mí.

—Sí, bueno... digamos que nos conocimos en un hotel, como en esas novelas que me has enseñado donde la chica se confunde de habitación y llega a la del chico.

—Así que... ¿quieres cambiar un simple desnudo por una noche de sexo?

—¡No! Claro que no, sin sexo. Yo no tengo sexo hasta la quinta cita por lo menos.

Sí, claro. No tuve que decirle nada, solo le arqueé una ceja y ella entendió.

—Bueno, no es culpa mía si el hombre es quien se lanza.

—¿En cuántas relaciones has estado?

—¿Eso es lo que vas a preguntarme de solo verme?

—Esas preguntas no me resultan tan interesantes como esta.

—Solo he tenido... una relación de verdad en toda mi vida, el tipo era famoso y me pidió matrimonio en un parque cuando nos conocimos, fue amor a primera vista.

—¿Qué?, ¿solo has estado conmigo?

—Anda, eres tú, qué casualidad —dijo y rio—. Vale, he tenido más relaciones, puede que... hemm... puede que haya estado casada anteriormente y puede que haya tenido un aborto también.

—¿Qué? ¿Cómo es que nunca supe de eso? —le pregunté haciendo gesto con los brazos.

—Porque no es importante, éramos dos jóvenes que estábamos muy borrachos cuando nos conocimos, tuvimos sexo muy, muy intenso toda la noche y a la mañana siguiente decidimos casarnos, duramos creo que un mes antes de que me viera entrar en uno de mis episodios y decidiera divorciarse de mí por completo. Los otros... —hizo un gesto de desinterés con los hombros—... tuve como ocho novios, y demasiados ligues para poder contar. Te imaginas que el aborto fue de uno de ellos, algo sin importancia también.

Vaya, qué sorpresa.

—Pues yo solo he tenido tres novias, Sandra, tú y mi amor del instituto, me rompió mucho el corazón cuando supe que ella estaba más enamorada de mi fama que de mí.

—Mantener la fama bajo cero siempre es lo mejor.

—¿Por eso no me dices cuánto dinero tienes?

—Una mujer nunca revela ese secreto a su marido. Siguiente pregunta.

—De acuerdo... hemm... ¿crees que haya vida después de la muerte?

—¿Qué clase de pregunta es esa? Claro que hay vida luego de la muerte, es una cuestión de ciencia.

—¿Ciencia?

—Pues claro, mira, como todos sabemos, el cuerpo humano es energía, y según la ciencia, la energía no se destruye, sino que se transforma, así que luego de morir esa energía debe ir a alguna parte, puede ser la tierra o puede ser lo que mundanamente se llama alma o fantasma, como sea, esta energía adopta un nuevo portador y listo, renacemos otra vez. Claro, este proceso puede tardar muchos años, pero en resumen es así.

No podía hallar fallas en su lógica.

—Interesante, no lo había pensado así. ¿Según esta lógica podremos encontrarnos en otra vida?

—Apliques la lógica que sea yo siempre podré encontrarte, Adam Carver, ya te dije que no puedes huir de mí.

Le sonreí para volver a acercarme a besarla, esta vez en la frente y luego en las mejillas. Hicimos el amor esa noche, pero fue de otro tipo, fue una especie distinta de intimidad, una que pocos conocen. Conectamos en corazón y nos unimos en alma sin siquiera desnudar nuestros cuerpos. Hicimos el amor con la ropa puesta y creo que fue la mejor experiencia de mi vida.

Joder, el amor nos hace idiotas, mira ya lo que digo.






















¿No les pareció hermoso el capítulo? 😉 ¿Qué título le pondrían?

🌟 Voto si quieren ver cómo acaba la tensión sexual entre Adam y Andrea. 

🌟 Voto si aman lo tierno que es Francis con ellos.

Compartan en sus redes la historia si son fans de la pareja.

Dato Curioso: La película que Francis veía es Cómo Entrenar a tu Dragón, mi película animada favorita, la veía desde los 8 años.

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