love story โ”โ” jj maybank.

By santanastic

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๐“‚… ๐‹๐Ž๐•๐„ ๐’๐“๐Ž๐‘๐˜ !! donde todos los pogues odian a julieta o'connor por ser una traidora mientras... More

โ”โ”โ” ๐™ป๐™พ๐š…๐™ด ๐š‚๐šƒ๐™พ๐š๐šˆ!
๐—ข๐Ÿญ
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By santanastic


━━━𝙘𝙖𝙥𝙞𝙩𝙪𝙡𝙤 𝙙𝙤𝙘𝙚:
🌊 ࿐ gracias . . .

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—Estuviste en casa todo la tarde y te metiste un rato a nadar en la piscina, ¿okay? No lo olvides.

Nico asintió varias veces con una risita cómplice. Después de la incómoda y para nada esperada conversación con los pogues y su papá, Julieta llevó al niño a su cargo de vuelta a casa. En ese mismo instante, procuraba que no se le olvidara nada acerca de su escape, así no se meterían en problemas con Jenna.

—Gracias por la lección, Julieta. Fue genial.

La pelinegra asintió enternecida. —Nos vemos luego, pequeño.

Él sonrió y chocaron los puños como despedida.

En el momento que Nico estuvo a punto de abrir la puerta del copiloto para salir, la presencia de su madre a un lado de ellos los hizo saltar del susto.

—¡Lo sabía! —exclamó la mujer con un semblante serio y media vena fuera de su frente.

Los había atrapado.

Julieta cerró los ojos, maldiciendo internamente.

— ¿Últimamente mis órdenes son mierda para ti, Julieta? Perdón por la mala palabra, cariño. —se interrumpió a sí misma, diciéndole esto último a Nico.

—Mamá, por favor no hagas una escena... —rogó, y su madre abrió la boca indignada.

—¿Esto te parece una escena? —preguntó.— ¡Mi hija se lleva a mi otro hijo a un lugar peligroso y sin mi permiso! ¿Cómo quieres que esté?

—Primero, Nico es hijo de Enzo, no tuyo. —corrigió Julieta, fastidiada.— Y por si no te lo dijo, ¡el mismo me pidió que le enseñara a surfear!, además, Nico está bien... papá y yo lo cuidamos lo mejor posible.

La adulta enseguida frunció el ceño y levantó el dedo, deteniendo a su hija. —¿Estuvieron tu padre?

—¡Sí! El me enseñó a equilibrarme en la tabla, ¡fue asombroso! —respondió entusiasmado el menor, antes de que Julie pudiera hacerlo.

Ella sonrió al escucharlo y enseguida le desordenó el pelo. —¿Lo ves? "Fue asombroso". —repitió victoriosa la pelinegra.

Su madre bufó y se dio la vuelta para regresar a la casa.

Nico miró divertido a Julieta y ella solo suspiró. —Es agotadora. —dijo esta y el rió.

—Y tu muy rebelde para su gusto. —bromeó.

—¡Bajen y entren a la casa! —llamó a lo lejos, interrumpiéndolos.

Ambos supieron que no tenían más opción, así que se bajaron del vehículo.

Caminaron detrás de ella y cuando entraron a la casa, Jenna volteó a mirar a Nico.

—Ve a darte una ducha, pequeño.

El asintió y se fue casi corriendo de ahí. Sabía muy bien lo que estaba apunto de pasar.

Julieta suspiró con pesadez y ante el simple silencio, caminó hasta la cocina, ignorando a su madre.

Ella la siguió, para luego quedarse parada con los brazos cruzados, observando como su hija sacaba una botella de agua de la nevera.

La tranquilidad con la que se manejaba Julieta en ese momento hacía hervir la sangre de su madre. Siempre supo que su hija era la peor obedeciendo órdenes pero sentía que esta vez se había pasado de la raya.

—¿Ni siquiera un "lamento haberme ido sin avisar"? —preguntó finalmente, desesperada.

Julieta apretó los labios y dejó la botella encima de la isla de granito en el medio de la cocina. Sabía que tenía que disculparse pero se negaba a hacerlo... a su parecer, su madre era quien se equivocaba.

—Tu no me dejaste opción, ¿lo olvidas?

—Si te prohibí regresar a La Corte es por tu bien y lo sabes, Julieta. —insistió y la pelinegra se sintió algo mal al pensar la verdadera razón por la que lo hacía.

Después de todo, ella fue siempre la que la acompañó en su "duelo" con respecto a los pogues y la mudanza.

—Se que extrañas a tu padre. —continuó.— Pero hay tantas formas de verlo... ¿justamente tenias que escoger mudarte con el, sin siquiera pensarlo bien?

Julie se quedó en silencio y agachó su mirada, algo avergonzada. La verdad, no sabía que decir en ese momento, estaba empezando a sentirse culpable.

Por otro lado, Jenna tenía una respuesta a todas sus preguntas... pero estaba segura que Julieta las negaría, así que prefirió guardarse sus palabras. Después de todo, sabía ya la estaba pasando muy mal.

—Escuché que le hicieron una fiesta a Ray. —rompió nuevamente el silencio.— De seguro te está esperando así que puedes irte.

—Mamá... —la interrumpió. Levantó su vista y miró a los ojos a la adulta, ella enseguida notó su tristeza.— lo siento, ¿sí? Estuvo mal, pero yo - ...

—Está bien. —dijo.— Eres una pogue de por vida, ¿o no? —preguntó con algo de incredulidad e ironía.—

Julieta sintió una punzada en el pecho al escucharla. Desde pequeña supo que la mujer odiaba el ambiente y estilo de vida que los pogues llevaban, y que de alguna forma le dolía que ella siempre los escogiera antes que a su propia madre, pero la verdad, ya no estaba tan segura de que fuera así.

—Ve. Tu gente te espera. —insistió.

Julieta se mordió el labio, algo incómoda y sin más, salió de la cocina para empezar a dirigirse a la salida.

—Oh, antes de que lo olvide —la detuvo nuevamente la voz de su madre.— , en una semana tendremos la fiesta de verano. Ni se te ocurra faltar.

La pelinegra no se opuso, a pesar de que quería hacerlo. Asintió y finalmente, salió de la casa.

(...)

¿La han visto? —preguntó Kie, mirando con atención a todas partes.

John B negó y continuó buscando con su mirada a la joven por la playa, pero era inútil. La gran cantidad de personas hacía casi imposible su misión.

—¿Qué tan difícil es encontrar a una niña de 1,60 con cabello negro en una fiesta? —preguntó Pope, ya desesperado.

—Considerando que ahora mismo hay miles de chicas así... Bastante. —respondió JJ, con las manos en el bolsillo, mirando sus pies mientras avanzaba a pasó lento.

El cuarteto de amigos se encontraba ya en la esperada fiesta del Capitán, la cual estaba siendo llevada a cabo en la parte más frecuentada de la Corte. Al parecer todos los pogues estaban ahí, desde adultos hasta jóvenes... la noticia de su regreso se había pasado por toda la zona por lo que el lugar estaba bastante poblado.

De pronto las luces de un auto les nublaron la vista y enseguida todos miraron hacia aquella dirección.

Estas se apagaron después de unos segundos, dejando ver a la persona dentro de este.

Julieta abrió un poco su boca al toparse con los cuatro jóvenes frente al vehículo y nuevamente, su ritmo cardíaco se aceleró.

Maldijo internamente. ¿Qué debía hacer? ¿Bajarse y saludarlos o simplemente ir a buscar a su padre?

Las miradas impacientes de estos la obligaron a salir del auto, bastante nerviosa e insegura. Caminó vacilante a su dirección y Kie enseguida habló.

—¿Dónde estabas? Te hemos estado buscando por todas partes. —dijo, algo enojada, haciéndole fruncir el ceño a la pelinegra.

—Perdón, no lo sabía. —soltó simple, guardándose las llaves en el bolsillo trasero de su short blanco.— Fui a dejar a Nico a su casa y... -

—¿Cual es tu plan? —la interrumpió John B.— Porque es obvio que tu padre no sabe nada de la pelea.

—¿Plan? —preguntó confundida.— Ustedes fueron los que fingieron no estar enojados... ¿por que tendría que encargarme yo de eso?

—Porque es tu culpa. —dijo Kie, completamente a la defensiva, dando un paso hacia adelante.

Pope enseguida intervino. —Okay, okay... sin duda el plan es no pelear. Nada de escenas, ¿entendido? —miró serio a ambas chicas.

Kie rodó los ojos y regresó a un lado de John, todavía mirando fastidiada a Julieta.

—¿Y bien? —insistió John B, esperando a que la pelinegra frente suyo dijera algo.

Ella suspiró, pasándose la mano por su cabello. —Okay, tenemos que estar juntos al menos por un rato, así mi papá nos ve.

Dijo y luego miró hacia el cielo. Estaba anocheciendo por lo que se sintió más segura de lo que tenía pensado en hacer.

—Estoy segura que papá ya debe estar bebiendo así que... cuando esté lo suficientemente mareado, pueden irse. No me notará entre tanta gente. —finalizó.

Todos se detuvieron a pensar unos segundos y sin más, asintieron.

Voltearon con dirección a la playa y empezaron a adentrarse en esta. La música estaba alta y el lugar lleno de carpas con sillas y baldes de cerveza.

Julieta divisó a lo lejos como las luces de una choza se prendían y enseguida abrió la boca sorprendida.

Los pogues todavía observaban a su alrededor, así que no notaron cuando la pelinegra empezó a alejarse de ellos.

JJ escuchó algunos festejos y enseguida desvió su mirada, buscando.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Julieta incrédula y a la vez eufórica en cuanto llegó a la cabaña.

Su padre estaba adentro con sus amigos, abriendo las ventanas del lugar, acompañados de una gran sonrisa.

—¿Tú que crees? Reinaugurando este tesorito. —respondió emocionado, empezando a sacar un montón de cosas de ahí.

Aquella cabaña era el pequeño bar de playa que solía tener Ray O'Connor: "El Capitán Pogue".

JJ y los chicos finalmente se acercaron y observaron con asombro el lugar.

—¡Mierda! Miren nada más. —exclamó el rubio, sonriente.

—Sigue estando genial, Ray. —elogió Kie, pasando su mano por la madera del estante principal.

—Lo sé... y me sorprende. Ha habido un montón de lluvias fuertes en Outer Banks desde que me fui y aún así sigue intacto. —contó emocionado, todavía en lo suyo.

—Deberíamos encargarnos de esta belleza durante el verano, pa. —sugirió la pelinegra bastante feliz, viendo con atención cada detalle, conmoviéndose internamente al recordar el montón de buenos momentos que había tenido ahí.

—Por supuesto, será divertido. —aceptó el, tomando sillas y dirigiéndose a la salida de la choza.

—A mi también me gustaría ayudar. —habló JJ de pronto, ganándose la sorpresiva expresión de todos sus amigos.— Claro, si no es mucha molestia.

Ray le dio una corta pero pícara mirada a Julieta y enseguida asintió ante las palabras de JJ.

—Entre más ayuda, mejor.

El rubio asintió y se dio la vuelta, dispuesto a sentarse en una de las mesas que el Capitán estaba colocando afuera de la cabaña, no sin antes dedicarle una fugaz mirada a la pelinegra, la cual estaba igual de atónita que todos.

John B y Pope salieron de su trance y fueron los siguientes en sentarse. Al parecer el capitán quería quedarse a conversar, por lo que se apresuró a terminar en ordenar las mesas y sillas de plástico, para que todos pudieran quedarse.

Otros dos amigos de Ray llegaron, tomando asiento.

Julieta al ver que se quedó sin puesto, decidió entrar a ver la choza y qué había dentro.

La entrada estaba algo oscura, pero su vista pronto se iluminó cuando entró al depósito de bebidas y lugar donde su padre las preparaba. Habían luces amarillas colgando por todo el lugar, además de los pequeños focos colgando en el techo.

Estaba algo sucio, obviamente. A su parecer necesitaba algunas pequeñas renovaciones, como colocar nuevos vidrios en los estantes que guardaban las botellas y otro color de pintura en las paredes.

Julie estaba segura que tendría todo el verano para hacer todo lo que planeaba con su padre y en ese mismo momento recordó lo de hace un rato.

"A mi también me gustaría ayudar."

La voz de JJ resonó en su cabeza, dejándola helada por unos segundos.

¿Como es que podía ofrecerle ayuda a su padre, cuando a ella le había hecho tanto daño? Le parecía increíble y molesto, hasta algo hipócrita.

—Le emociona que tu papá esté aquí. —hablaron detrás de ella, haciéndola girar rápidamente.

Se encontró con Pope, con los labios apretados. Ella enarcó una ceja y el moreno prosiguió, caminando hasta uno de los estantes para sacar una botella de ron, bastante tranquilo.

Julie suspiró mientras lo veía. Se acomodó un mechón de cabello detrás de la oreja y frunció él entrecejo. —¿Uh?

—JJ y su "a mi también me gustaría ayudar". —aclaró, ahora buscando algo en los cajones.— Quiere pasar tiempo con el Capitán, no contigo.

—¿El te mandó a decírmelo? —preguntó curiosa pero no ofendida. No le sorprendería si Pope respondiera con un "sí"... no sería la primera vez que JJ actúa como un niño inmaduro.

Pope volteó a verla, vacilante en si decir la verdad o no.

—Tal vez. —soltó incómodo y Julie rió a lo bajo.

Lo sabía.

—Bobo. —murmuró, rodando los ojos.

Pope asintió al escucharla. —Lo es. —admitió, dirigiéndose nuevamente a la salida.

Julieta se acercó un poco a el. —¿Qué buscabas? —preguntó, deteniéndolo.

—Ah... vasos, pero creo que no hay.

Ella enseguida se dirigió hasta el estante detrás suyo y se agachó para buscar los vasos que su padre guardaba.

Se enderezó nuevamente y giró, extendiendo su mano.

Él apenas sonrió, tomándolos. —Gracias.

Volvió a darse la vuelta pero al parecer quiso decir algo, haciéndolo detenerse para verla una vez más.

—¿Te soy sincero? —le preguntó, algo inseguro. Julieta enarcó la ceja y curiosa, asintió.— JJ solo quiere que le prestes atención, por eso insiste en molestarte.

La pelinegra sonrió al escucharlo y giró un poco su cabeza para mirar desde la ventana al rubio, quien conversaba animado con su padre y todos los demás.

—Nada que no sepa ya.

(...)

La celebración fue desvaneciéndose a medida que la noche avanzaba. Para esas alturas, solo quedaban Ray, dos de sus amigos, el cuarteto de pogues y Julieta.

Ya no había música, ni multitud. Los adultos se estaban encargando de recoger las botellas de alcohol y sodas de la playa, mientras que los jóvenes guardaban todo de vuelta a la choza de Ray.

En ese momento, Julieta cerraba un par de ventanas y a lo lejos pudo escuchar algunas exclamaciones que la hicieron acercarse curiosa.

John B, JJ, Pope y Kie observaban con atención en el pasillo un marco de madera que JJ sostenía, el cual Julieta reconoció enseguida.

—Mi concurso de oratoria. —dijo ella, apoyando su hombro sobre el marco de una puerta.

Ellos levantaron la vista, algo asustados por haber sido atrapados viéndolo.

La verdad, Julieta no tenía ganas de ser grosera ni pelear, así que sólo dijo lo primero que se le vino a la cabeza.

—Que nerd era. —rió a lo bajo.

No sabían si era el alcohol en sus sistema que los hacía sentir más relajados, o porque realmente querían seguirle la conversación a Julieta, pero ninguno quiso ignorarla o tratarla mal.

—Me superabas en todos los sentidos. —bufó Pope, rompiendo el silencio y haciendo sonreír a la pelinegra.

—Es cierto... eras insoportable. —bromeó ahora John B, todavía mirando la foto.

Ella frunció el ceño. —¿Cuándo he dejado de serlo?

Leves y algo divertidas sonrisas se formaron en sus rostros, dejándolos en silencio por unos segundos.

Era la primera vez en meses que todos se mostraban accesibles con ella.

Literalmente, no había sido nada. Apenas sonrieron pero para la pelinegra era más que suficiente para hacerla sentir feliz.

—Gracias por lo de hoy. —dijo de pronto.

Los cuatro la miraron, curiosos, pero luego de unos segundos entendieron.

—No hay de qué. —dijo ahora Kie bastante tranquila, a diferencia de cómo estaba hace unas horas.

Ambas se miraron por un rato y Julie sintió esas inmensas ganas de abrazar a su mejor amiga, quien al parecer, por la expresión que se pasmó en su rostro en ese instante, también la extrañaba.

—¿Listos para irnos?

Todos voltearon hacia la salida, ahí estaba Ray, sonriente al parecer esperándolos.

—Yo traje la van, Ray... así que me encargaré de llevar a los demás a casa. Ustedes vayan a descansar. —pidió John B, mirando al adulto y luego a Julieta.

El asintió y seguido a esto, todos empezaron a despedirse de él.

Julie cerró la puerta de la cabaña y finalmente, el cuarteto se subió al vehículo de John.

La pelinegra volteó y los miró por última vez. Después de todo, la velada no había sido tan mala como esperaba. Ellos realmente se habían esforzado por no arruinarla.

Algo nostálgica, levantó su mano y la agitó insegura, como forma de despedida.

John B imitó su acción desde su asiento y los demás solo sonrieron levemente.

Sin más, el rizado arrancó, poniendo en reversa su van para acomodarla en la calle y finalmente marcharse.

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heyyy, en el próximo capítulo ya empezarán los sucesos de la serie :D por si ya los están esperando:))

gracias por todos los votos!

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