I love you too

By BilingualDesastre

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En donde Yachi encuentra un tweet de un seguidor, le da me gusta y se encuentra con su música. Le muestra los... More

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—Tierra llamando a poste de luz. Poste de luz, te necesitamos —Llamó Hitoka a el rubio oxigenado obteniendo ninguna respuesta a cambio. En lugar de siquiera darle una señal de que le estuviera poniendo atención, Kei solo se le quedó viendo a su celular con una pequeña sonrisa y una mirada suave. Yachi lo cuestionaría de no ser por el hecho de que Tsukishima ha estado así constantemente desde hace dos semanas. Obviamente había tratado de sacarle respuestas, pero nada había dado resultado; hasta lo sobornó con una bolsa de nuggets de pollo en forma de dinosaurio, pero no fueron suficientes, así es como supo que era asunto serio.

Lo hubiera dejado ser, excepto por el hecho de que estaban en el medio de una grabación que tuvieron que pausar "por un momento" cuando a Kei le sonó el celular y Hitoka podía jurar que el sonido de notificación era diferente. Harta de la falta de profesionialismo por parte de Kei (cuando estás haciendo gomitas de oso con el paquete de Mi Alegría se debía de tener toda la seriedad del mundo. Era similar a desarmar una bomba, todos saben eso), decidió por tomar una pizca de el polvo de dudosa procedencia que venía en el paquete y se lo arrojó a la cara. 

—¡Ey! —Se quejó el homosexual buscando un trapo para quitarse el polvo de su camiseta. —Has estado muy violenta últimamente, te voy a tener que mandar a la correccional. O al campamento de perros, lo que quede más cerca.

 —Yo no soy la que necesita clases para poner atención, señor "hay que hacer algo productivo por una vez en nuestras vidas y luego procede a mirar el celular con más cariño que has visto a tu familia" —Dijo la rubia apagando por un momento la cámara.

—No sé de qué me estás hablando —Respondió Kei limpiando sus lentes evadiendo el rostro de Hitoka. 

Yachi resopló. —¿Cómo que no sabes de qué estoy hablando? Ya ha pasado más de una semana y sigues peor que yo cuando me enamoré de esa compañera de clases que me prestó un lápiz y me dijo que podía quedármelo. 

—¿Qué no eso pasó en primaria?

—El punto es —Continuó la enana subiéndose a su banquito que tenía en la cocina para más énfasis —Amigo, acepta que te tiene como loco —Terminó tratando de esconder una sonrisa al ver a su frío y sarcástico amigo tratar de cubrir el rubor de su rostro.

Tsukishima abrió la boca para dar una respuesta pero no se le ocurrió nada. Si bien Hitoka no sabía quién era la persona a la que le mandaba mensajes prácticamente todo el día, tenía que estar ciega para no saber qué estaba pasando y Tsukishima lo sabía mejor que nadie. Hasta su mamá sabía que estaba como pendejo. Gracias Akiteru, ojalá que estés haciendo un rompecabezas y se te pierda una pieza.

Al no recibir una respuesta, Yachi suspiró y comenzó a hablar. —¿Recuerdas cuando en la universidad había una chica que me gustaba demasiado  que estaba en mi clase? —Tsukishima asintió. —Se sentaba al lado mío y la veía todos los días. Desde que empecé a ir a la escuela casi nadie se me acercaba a hablar, pero ella lo hizo. Hablábamos todos los días, dentro y fuera de la clase, casi siempre iba a su dormitorio, fui de viaje con ella a Osaka, tú sabes eso. Bueno, el punto es que me enamoré, pero nunca hice nada al respecto. Estaba exactamente igual que tú, pegada al teléfono, sonriendo todo el día, pero por las noches lloraba porque no veía una realidad en la que le dijera cómo me sentía encima de, ya sabes, las tremendas inseguridades, ansiedad y ataques de pánico que te dan cuando no eres heterosexual.

Tsukishima recordó los días en los que la rubia se veía absolutamente decaída. Parecía que pasaba de la nada, un día estaba bien y al otro tenía que ir a buscarla a su dormitorio y casi forzarla a que siquiera comiera un sándwich. La chica nunca le dijo nada malo, al contrario, era muy dulce y siempre estaba ahí, y ese era exactamente el problema.

—El caso es que nunca le dije nada. Te dije varias veces que no iba a hablar con eso de ella jamás porque no tenía amigos, en ese entonces solo te tenía a ti y a ella, a los demás los conocimos después. Claro que fantaseaba en un mundo de fantasía en el que me decía que sí y vivíamos felices como Liana y Alexa del Castillo de Diamantes, pero lo más que llegué a hacer fue pensarlo cuando ella me estaba hablando. Luego llegó la graduación y ella se fue a trabajar a otro país y nunca más nos vimos. Nunca supo lo que sentía. Pensaba que así estarían mejor las cosas, pero conforme pasaban los días, más me arrepentía. Quería saber cuál sería su respuesta si le hubiera dicho, incluso si decía que no y se alejaba de mí asqueada me sentiría mejor que como me quedé, el arrepentimiento dolía más que el rechazo.

Finalmente, Kei miró a su amiga a los ojos. Sabía en parte de la situación, pero nunca elaboró tanto en cómo se sentía.

—Ahora, ¿por qué te digo esto? te preguntarás. Kei, eres mi mejor amigo y te quiero, y por eso te ruego que no acabes como yo. Puede ser que en unos años, incluso algunos meses estés bien, pero créeme que te vas a sentir como la mierda de la nada. Aunque el rechazo no es bonito y eso nos hace no tomar las oportunidades, nadie te dice lo mucho que te va a afectar no intentarlo. Todos los días te vas a levantar preguntándote "¿Qué hubiera pasado?" y eso va a terminar en ti llorando en la ducha con la ropa puesta. Te lo digo como amiga, psicóloga personal y hermana ilegalmente adoptada, por favor no te lo quedes en el pecho.  

Tsukishima no supo qué decir. Se quedó pensando en el discurso de Yachi, analizando sus opciones. No lo iba a negar, estaba empezando a hacer lo que su amiga le dijo que iba a pasar, había veces que dolía hablar con el pecoso porque no tenía planeado decirle lo que sentía y la verdad no quería seguir con ese sentimiento, no era lindo.

Por suerte, Hitoka no le pidió decir nada más. En lugar de preguntarle qué iba a hacer como el rubio temía, solo fue a llenar dos vasos de agua para las gomitas.

—Ahora que dejamos eso de lado, hay que seguir, que las gomitas llenas de sustancia dudosa no se van a hacer solas.

Kei salió de su trance y fue hacia su amiga. Le dio unas palmadas en la cabeza y la peinó suavemente murmurando un "gracias". La rubia sonrió y le pidió al de lentes que encendiera la cámara.

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Tsukishima no podía dormir. Eran las cuatro de la mañana y lo mejor que había logrado hacer fue cerrar los ojos por cinco minutos. No había tomado café, no había dormido hasta las dos de la tarde el día anterior, no había consumido azúcar, nada de eso. Lo que lo tenía en vela eran las palabras de su amiga. Hoy se cumplían los tres meses desde aquella conversación con Yamaguchi. Ya habían quedado en un lugar y todo. Hace algunas horas Kei estaba ansioso por ver al castaño de nuevo, pero ahora solo tenía miedo porque sabía a la perfección que no iba a soportar ver a Yamaguchi con sus sentimientos guardados. Iba a doler más que nada.

Kei sabía que era una mala idea tomar decisiones importantes en plena madrugada sin haber dormido, tenía experiencia con eso, así había decidido comprar un refrigerador barato que no servía y estaba lleno de bichos y polvo sospechoso que no parecía harina para su primer apartamento, pero eso no le impidió tomar su celular.

Estaba a punto de hacer la mejor cosa que pudo hacer, o de causar el error más grande de su vida pero eso era un problema para Kei del futuro.


Yo: Bueno, tengo que concentrarme en la historia ya que la gente la está leyendo y si me distraigo se me va a terminar olvidar actualizar por tres meses.

Mi cerebro: ¿Y si empiezas a escribir un ensayo de quién ganaría en una pelea a muerte? ¿Botas o Jorge el curioso?

Yo: ... ¡Coño, buena idea!

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