I COME BACK ━━bts

By queenvics

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El regreso de su amiga desaparecida fue todo lo que necesitaron para probar una cucharada de su propia medici... More

▸ I COME BACK
01. HER RETURN
02. SURPRISE
03. PLEASE, DON'T GO AWAY
04. BINGO
05. GODDESS OF DISCORD
06. SILLY HOPE
07. LIKE THE OLD TIMES
09. DESTROY THEM
10. LET'S PLAY
11. WATCH THE WORLD BURN
12. DANCING DEITY
13. INCOMING CHAOS
14. THE PICTURE ¹
15. THE PICTURE ²
16. PAIN
17. EVERYTHING WE COULDN'T BE
18. LOST CASE
19. CONFLICTED
20. REFRESH THE MEMORY
21. REVENGE
22. THE THINGS THAT CANNOT BE SAID
23. LIMITS, IGNORANCE & GUILT
24. GAME OF APPEARANCES
25. KEEP LIES

08. HIM AND I

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By queenvics


08. HIM AND I


          —¿Estuviste todo este tiempo esperando aquí?

Jungkook, con una sonrisa de extremo a extremo, le regaló un asentimiento. Volvió a cruzar los brazos sobre su pecho, haciéndose a un lado, y dejando espacio para que la pelinegra se acomode al igual que él.

—No tenías porqué, Jeon. —reprochó ella, dándole un leve toque con el codo. Imitó la posición de su amigo.

La observó, apenas hundiendo su entrecejo. —Claro que iba a esperarte, tonta, ¿Piensas que después de tanto tiempo no seguiría siendo el mismo pesado de siempre? —espetó, con un deje de diversión en su tono. Sobre sus labios, el atisbo de una sonrisa se asomaba, mientras que la chica carcajeaba por lo bajo. —Había comenzado a preocuparme porque no venías.

Seguido de ello, unos segundos transcurrieron, en donde Cleo se dedicó a suspirar sonoramente, volviendo al asunto de la persona con la que había estado hablando los últimos minutos. Evidentemente, aquello parecía no causarle mucho disfrute. —Uhm, sí... yo estuve hablando con Jimin.

Él se irguió bruscamente, dándole una alarmante ojeada. —¿Acaso te estuvo molestando? Porque si es así podría-

—No, no. Jeon, está bien. —se apresuró a contestar la joven, sacudiendo reiteradamente su cabeza e intentando esconder una risilla que se había presentando al notar a su amigo tan acelerado. —De hecho, fue una charla tranquila. No sucedió nada más.

El azabache alzó ambas cejas, un tanto sorprendido, mostrándose claramente relajado. —Oh... ¿Y cómo van con eso? Ya sabes... ustedes dos, y... —habló, cautelosamente, como si se estuviera dedicando a elegir cuidadosamente las palabras. Las mismas que quedaron suspendidas en el aire, sin hacer falta completar la frase. Su contraria lo entendió.

La joven atrapó su labio inferior entre dientes, vacilando un poco. —Bueno... —infló su pecho de aire. —Si debo ser sincera, no lo sé. —se encontró alzando los hombros, completamente desconcertada. —Definitivamente muchas cosas han cambiado, y resulta ser bastante abrumador. —ladeó la cabeza, inmersa en su palabrerío. —Él y Nayeon... me tomó por sorpresa.

Mentira. Mentiras que fluían de sus labios con toda la naturalidad del universo.

Jeon asintió con lentitud, fijando su mirada en el suelo del estacionamiento. —Sí, lo sé. —concordó. —Todos tuvimos la misma reacción cuando nos enteramos. —soltó, en un hilo de voz. El viento impactó contra su rostro, brindándole una placentera caricia. —Recuerdo haber discutido con él.

Inmediatamente, ella volteó a mirarle, asombrada. —¿Lo hiciste?

Él lo afirmó, mordiendo levemente su labio. —Así es... yo estaba muy enojado por ello. Creo que nuestra amistad jamás volvió a ser lo misma luego.


























[ Park Jimin había escuchado la insistencia con la que el timbre de su departamento empezó a sonar hace unos minutos, y a pesar de haber meditado la posibilidad de seguir hundiéndose en la melancólica y triste superficie de su cama, algo le decía que quien quiera que sea la persona detrás de la puerta, no acabaría con su cometido hasta ser atendida.
Razón por la cual se vió obligado a caminar a un ritmo extremadamente lento hacia la entrada, murmurando unas cuantas maldiciones no muy agradables a la escucha.

Cuando por fin giró la manija de la puerta, esperando reclamarle al sujeto que había estado penetrando el botón de su timbre, no se esperó en  ningún momento que lo primero que recibiría sería un agresivo empujón, que -evidentemente- le tomó por sorpresa, echándole hacia atrás, amenazando así con perder la poca estabilidad que poseía.

—¿Qué mierda...?

—Imbécil.

Cuando se dignó a levantar la mirada, y reparar a duras penas de lo que en verdad estaba sucediendo, se encontró con un agitado Jeon Jungkook ingresando a su sitio. Éste se veía notablemente enfadado, a juzgar por el destello amenazante que bailaba en sus pupilas, la forma en que su mandíbula se remarcaba con impotencia, y como sus puños se convertían en nudos destilantes de furia misma.

—¿Qué demonios pasa contigo?

—¿Quieres saber qué es lo me sucede?—escupió, alzando la barbilla altaneramente hacia el rubio. Segundos después, le elevó su teléfono móvil a la altura del rostro, enseñándole algo en la pantalla de éste. —Esto es lo que pasa, Jimin.

El mayor, al divisar fácilmente lo que sucedía en la foto que Jungkook le estaba mostrando, no pudo evitar tragar con dificultad. Un repentino nudo se le había formado en la garganta, impidiendo así el paso de las palabras que tanto luchaban por salir. Pero era en vano, porque a pesar de sus intentos, nada coherente brotaba de allí.

—Jeon...-

—¿Cómo es que siquiera tienes la cara para hacerlo? —reclamó, dejando que debajo de toda esa coraza de enojo, salga a relucir ese sentimiento de dolencia.

La fotografía que se exhibía en el móvil del azabache no era nada más ni nasa menos que la muestra de una escena que había ocurrido la noche anterior. Una noche donde Park Jimin e In Nayeo habían sido avistados bajo las luces neón del club adinerado que siempre solían frecuentar con los demás, compartiendo un acalorado beso con algunos que otros rastros de tragos de alcohol rondando entre ellos. Una noche donde las manos del rubio acabaron sobre las caderas de la chica, y los dedos de la misma jugando tontamente con su cabello. Una noche donde nadie fuera del entorno supo exactamente como se había dado aquello.

Una noche más donde no había rastro de Bak Cleo.

El mayor soltó un suspiro cortado, casi rechistando. Llevó su mirada hacia otro punto de la habitación para evitar que Jungkook pueda reparar de como sus ojos empezaban a brillar a causa de las lágrimas.

Park Jimin no se sentía bien. Y era evidente.

—Vete, Jungkook.

El contrario negó, decidido. —Mírame, Jimin.

—¡Vete de una maldita vez! —exclamó, avanzando peligrosamente hacia el otro joven. —¡Es mi vida, y haré lo que se me plazca la maldita gana!

Jeon volvió negó, incrédulo. Las palabras del rubio parecían sorprenderlo cada vez más. —¡Mírate, Jimin, sólo mírate! —devolvió el tono, hirviendo en ira. —¿Qué es lo que sucede contigo? ¿Actuaras como si nada pasó? ¿Seguirás con tu vida como si nada?

Sacudió la cabeza con hartío. Realmente se le notaba una apariencia bastante demacrada. Sus ojeras hacían presencia bajo el oscuro y opaco marrón de sus ojos, complementándose así con la palidez en la que su piel se había sumido este último tiempo. Incluso su cabello parecía descuidado, toda su apariencia en general.

—Cállate.

Entonces, el menor se acercó unos cuantos pasos. —Ella sigue desaparecida, Jimin. —soltó, palabra por palabra, infestadas las mismas con un doloroso veneno. —Y tú acostándote con Nayeon. —negó, como si estuviera decepcionado, desdén puro destilando de sus ojos. —Ni siquiera se molesten en esconderlo, ya todos lo sabemos.

El azabache se volteó, con toda la intención de marcharse. Aún furioso, pero teniendo la certeza de que no sacaría nada bueno de ello. En parte, no quería seguir discutiendo con el que había sido su mejor amigo desde siempre, aunque, a decir verdad, desde lo de Cleo su amistad se había sentido tan desgastada.

—Jungkook. —llamó el dueño del lugar, evitando que el contrario cruce el umbral de la puerta, deteniendo sus pasos. Unos segundos transcurrieron, hasta que se dignó a hablar. —No he dejado de quererla, en ningún momento.

Esperó antes de responder, meditando sus palabras. Le observó de reojo. —¿Y por qué debería creerte?

—Porque somos amigos. Siempre lo fuimos.

—Sí, lo fuimos. Ahora ni siquiera te reconozco. ]


























Cleo no le despegó la mirada en ningún momento, y es que de ella se desprendía alguna mixtura de pena, culpa, y tristeza. Tragó despacio, sin apresurarse a hablar. —Lo siento, Jungkook. En verdad.

Él rió secamente, negando. —No tienes porqué disculparte, Cleo.

—Es solo que, tu y él siempre tuvieron una amistad inquebrantable. —comentó, mirando sus propios dedos jugar absurdamente. —Y eso de ha jodido por mi culpa.

—Oye... —intervino él, reprendiendo las palabras de la chica. Luego pasó uno de sus brazos por encima de sus hombros, formando un cálido abrazo. —Jimin y yo solíamos tener una bueno amistad, y no voy a negarlo... hay veces que extraño eso. —asintió. La chica aprovechó para sentarse mejor sobre la superficie del vehículo, y así recostar su cabeza sobre el hombro del azabache. —Pero... se comportó como un completo idiota. —sentenció, sin más. —Él cambió demasiado.

Otro intervalo silencioso. Esta vez, Cleo estuvo a punto de responder, pero se mantuvo callada al reparar de dos siluetas que se iban adentrando por el otro lado del estacionamiento. Al instante pudo reconocer de quienes se trataba.

—Hablando de idiotas... —espetó Jeon en un murmullo, captando también en su vista a aquellos dos.

Cleo soltó una risilla, mientras perseguía con sus ojos a las manos de Park Jimin e In Nayeon entrelazadas, iban caminando hacia el vehículo del rubio a paso decidido y calmo.

—¿Cuando fue que sucedió lo de ellos? —inquirió, en un hilo de voz. En su pecho iba emergiendo algo ardiente, contaminado de puros sentimientos amargos.

Aunque ya lo sabía, quería volver a escucharlo.

—Jungkook... —insistió, sabiendo de antemano que el pelinegro se resistía a decirlo.

Seguido de un suspiro dudoso, habló por fin. —Dos meses y medio después de lo ocurrido.

Los latidos se le aceleraron notablemente, mientras que ese maligno fuego, que una vez se supo plantar en su pecho, quemó con más intensidad que nunca. La mirada se le había transformado por completo, convirtiéndose en un par de cuencas carentes de emoción alguna, rindiéndose ante esa sacudida maligna que se le atiborraba en cada entraña de su cuerpo. Mordía su lengua con tanta impotencia que resultaba empalagoso ese gusto a metal que la misma sangre le dejaba.

Ellos se veían tan correctos, tan apacibles. Nayeon iba sonriendo risueña, con sus largos cabellos zarandeandose de aquí para allá, y su refinados tacos marcando el ritmo. Una postura firme y un aura irritablemente perfecto.
Él, por su parte, sonreía también, observandola de vez en cuando, y moviendo con diversión sus manos juntas. Su caminata era despistada, y su cuerpo se movía con completa naturalidad. Jimin, sin dudas, poseía una escencia que era naturalmente atractiva.

Cualquiera que se dignara a mirarlos de lejos, no dudaría en pensar que eran el perfecto prototipo de una unión ideal.

Pero la realidad es que, no siempre fue de esa manera. Porque tiempo atrás, de esa misma forma eran Cleo y Jimin.

Cleo y Jimin. Siempre habían sido solo ellos...


























[ Ambos se observaron. Frente a frente. Miradas vivaces, y sonrisas joviales.

Cómplices de los efectos de la misma adolescencia, de un amor envidiable y de un estilo de vida que muy pocos sabrían llevar.

Ninguno era perfecto, y lo sabían. Porque en el tiempo que llevaban de relación, las discusiones siempre habían estado presentes.

Pero eran solo eso; discusiones. Discusiones que jamás podrían significar una grieta para lo que ambos tenían.

Porque justamente eso que poseían, ese sentimiento apasionado y alegre, como una montaña rusa, repleta de disfrute y aventura, era lo que los mantenía unidos.

Porque no, nunca fueron perfectos. Pero si ideales, el uno con el otro.

Él rió, y ella también lo hizo. Ni siquiera sabían porqué, pero se sentían tan bien cuando estaban juntos.

Personificaban en sí la relación que todo el mundo desearía alguna vez.

—¿Tu y yo, hasta el final? —murmuró él, alzando su dedo meñique a la altura de sus rostros.

Cleo carcajeó ante la infantil propuesta de su novio. Pero aún así imitó su acción, cruzando sus dedos y sellando así aquella promesa.

—Tu y yo, hasta el final, Jimin. ]

























Y ahora, la nada misma.

Lo siguiente fue producto de aquella furia, resultado de un rencor profundo que se inyectaba en las entrañas de Cleo.

Justo por encima de donde Nayeon y Jimin pasarían, uno de los reflectores del estacionamiento ya se encontraba encendido, pues la noche había empezado a caer y, de alguna forma, el gran espacio necesitaba ser iluminado para facilitar la circulación. Pronto se trató de algo completamente repentino y ajeno a ellos, pues las luces perpetraron un leve apagón que apenas duró milésimas de segundos, para luego volver a la normalidad.
Ambos rostros se habían observado con puro desconcierto ante tal suceso, aún siguiendo su camino y hablando de algo que resultaba difícil de escuchar debido a la generosa distancia a la que se encontraban.

Incluso Jeon alzó la vista hacia los postes de luz, con un ceñido entrecejo.

Cleo siguió mordiendo su lengua con ímpetu, hervida en furia. Presionó las asas de su bolso indiscretamente, y sus ojos se cernieron con intensidad sobre aquél reflector que colgaba por encima de las cabezas de su ex novio y la castaña.

Cuando los dos detuvieron su caminata para fundirse en fogoso beso, donde momentos después él se despediría para ir hacia su coche, y Nayeon seguiría el camino para llegar -también- a su respectivo vehículo, aquella fue la gota que colmó el vaso.

Y en menos de un santiamén, sucedió todo muy rápido. El bloque de luz sobre la castaña se desprendió de su eje, quedando así desenganchado del mismo y rindiéndose ante la magia de la gravedad misma, proceso en el que los gritos de la misma Nayeon fueron protagonistas por unas milésimas segundos, donde por escasos centímetros su vida casi le es arrebatada.

Un barullo de metales y vidrios reinó el ambiente en aquellos momentos concisos, dejando al auto de la castaña con una gran abolladura sobre el techo, cristales rotos, y pedazos del mismo material por todo el lugar. Ahora mismo In Nayeon permanecía sobre el suelo, con las manos a los laterales de su cuerpo y una expresión horrorizada, observando el desastre a su alrededor y alternando miradas con el poste que ahora se resumía en un conjunto de cables pelados y chispeantes.

Fue cuestión de minutos para que la alarma del mismo empiece a repercutir sin cesar, generando un ensordecedor sonido.

—Oh, Dios. —soltó Jeon, casi dando un respingo en el lugar, con sus ojos abiertos en demasía y sus labios asombrados del susto. —¿Que acaba de suceder? ¿Viste eso? ¿Qué mierda...?

Por poco, In Nayeon casi había sido aplastada como una hormiga.

Bak Cleo viró los ojos. Tal vez la próxima vez sea la vencida, eso esperaba.





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