A PRUEBA DE GOLPES

By AlinaBeta

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Un boxeador que se ha alejado de las cuerdas. Una mujer que va a ponerlo contra ellas. More

SINOPSIS
0. K.O
2. LA SOLUCIÓN
3. LOS TÉRMINOS
4. ANÁLISIS Y COMPETENCIA
5. A ENTRENAR
6. CONOCIÉNDONOS
7. PRIMER COMBATE
8. ENSÉÑAME
9. LA COMPETICIÓN
10. ALGO MÁS
11. EFE AKMAN
12. SEMIFINALES
13. RESCATE
14. LA FIESTA
15. VENGANZA Y CONFIANZA
16. LA VIEJA SOLEDAD
17. AMENAZA ENCUBIERTA
18. LA FINAL
19. ENTRE TÚ Y YO
20. EL ÚLTIMO GOLPE
EPÍLOGO

1. EL PROBLEMA

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By AlinaBeta

Natural - Imagine Dragons

Eda Yildiz:

La vida es un secuencia de momentos impredecibles. Un día eres la persona más feliz sobre la faz de la tierra y al día siguiente el mundo puede caer sobre ti. Y lo digo así porque es algo similar a lo que llevo sintiendo desde hace varías semanas, porque todo cambió en el instante en el que descubrí la verdad.
Una verdad que no deja de llamar a mi puerta día tras día, metafórica y literalmente, como ahora.

- Tahir- digo con voz seria al abrir la puerta de la entrada, encontrando frente a mí a un hombre alto, fornido, de pelo rapado y sonrisa dulce-
-Lo siento mucho por presentarme a estas horas, Eda hanim- siempre sonaba apenado por lo que podría o no hacer, y aunque a lo largo de estos meses habíamos entablado una especie de amistad extraña, sabía que llegado el momento no dudaría en usar su poder para conseguir lo que su jefe pedía-
- No te preocupes- mordí mi labio inferior- Estaba esperando tu visita.

Volví sobre mis pasos para recoger un pequeño sobre de una de las mesas de la entrada, no era mucho, pero cubría el pago semanal. Cuando se lo entregué al agradable matón, que aún seguía inerte en el mismo lugar, suspiró con pesar, como si no quisiese hacer o decir lo que pasaba por su cabeza.
Estaba claro que algo no iba bien, por lo que mi estómago se encogió ante el miedo. Si algo no iba bien con el matón al que debías pagar, nada iba bien.

- Verá, Eda hanim… mi jefe se ha cansado de que los pagos se hagan de manera tan fraccionada- contengo el aliento- Ha dejado claro que deberá devolver todo el dinero prestado en un último pago.
- ¿Qué?- no me sale la voz- Pero ese no era nuestro acuerdo
- Dice que su tía tiene un plazo de 3 meses para devolver los 40.500 euros que aún le debe- se encogió de hombros- Así que tome este sobre y empiece a acumular todo lo posible porque de lo contrario… las cosas pueden ponerse feas para ambas.
- No puedo conseguir ese dinero en tan poco tiempo, Tahir- me apresuro a decir- Tienes que hablar con tu jefe, explicarle que podemos aumentar los pagos pero…
- Lo siento mucho, Eda hanim, las cosas son así- y ahí estaba esa parte que lo diferenciaba de cualquier hombre decente; el miedo. Tahir haría cualquier cosa por su jefe porque lo temía, mientras que a mí…-
- Es probable que las cosas se pongan feas- lo reto- Porque no veo forma posible de que consiga esa cantidad de dinero en tan poco tiempo
- Sería una pena que una cara tan bonita como la tuya tenga que sufrir las consecuencias de los negocios de tu tía- alza la mano para intentar rozar mi mejilla, así que me alejo con desprecio- Mire… Eda hanim, no me gusta esto mucho más que a usted, pero las cosas son así.
- Es muy fácil verlo desde tu posición.
- Quizá debería no haber mentido a su tía, y solo entonces, puede que las cosas sí que hubiesen sido más fáciles- noto la burla en el tono de su voz- Tres meses a partir de mañana, ni un día más ni un día menos.

Ni siquiera espero a que se aleje un poco de la puerta para tirarla contra su cara. Si tenía que seguir soportando su presencia un solo instante más, era muy probable que lo golpease. Y no es que considerase que Tahir se hubiese comportado conmigo de una mala manera, al contrario, él había sido quién había hablado con su jefe para que pudiese realizar los pagos fraccionados… el problema es que eran demasiado fraccionados.

Toda esta situación comenzó en el momento en el que mi tía acudió al gran Efe Akman para pedir un préstamo que prometió devolver al cabo de tres años, algo que era una locura teniendo en cuenta que la cantidad ascendía a 60.000 euros.
Este dinero fue empleado en poder mantener la fuente de ingresos que suponía la floristería, impedir que el banco nos embargase la casa y que yo pudiese continuar con la carrera universitaria.
Sobra decir que mi tía cumplió perfectamente los primeros pagos con el poco dinero que no gastó, pagando alrededor de 10.000 euros… después yo descubrí todo lo que sucedía, aunque ella no lo supiera.

El estado de salud de mi tía se resintió hace año y medio, después de varías pruebas médicas, descubrimos que tenía una enfermedad degenerativa en las manos que poco a poco le impediría realizar funciones normales con la misma soltura que hasta el momento. Obviamente, descubrir esto afectó a su estado de ánimo. Una de las noches se quedó dormida y no escuchó el timbre, o por lo menos olvidó su cita con Tahir, fue esa noche cuando descubrí todo. Llegué a un acuerdo con él; no le diría nada a mi tía y yo realizaría pagos mensuales. De este modo inventé una supuesta beca que me generaría unos ingresos abrumadores para poder devolver al banco todo lo debido. Así hasta el día de hoy, que al parecer mi suerte cambió por completo.

Con paso lento, vuelvo a coger mi taza de té para arrastrar los pies hacía el sillón situado frente al que mi tía descansa. Allí me encojo y la observo dormir, con el rostro relajado y el cuerpo sin la tensión que me embriaga.
Era muy sencillo pensar que he tomado la decisión correcta viendo la tranquilidad que había conseguido mi tía después de tantos meses de tortura, pero la realidad era completamente diferente. Si no conseguía el dinero, dentro de 3 meses a saber que podría ocurrirnos a ambas.

- ¿Por qué hiciste algo así, tía?- suspiré, sabiendo con certeza de que haber tenido cualquier otra opción jamás habría acudido a un hombre como aquel-

Y la certeza era que si había hecho así, había sido por mí. Por mantener su tienda, esta casa que perteneció a mis padres y conseguir que pudiese labrarme un futuro. Futuro que se veía bastante nubloso ahora con la incertidumbre de lo que podía ocurrir.
Tenía que encontrar la forma de conseguir 40.000 euros, y tenía que ser rápido.

Serkan Bolat:

La fregona entra en el cubo, absorbe el agua lleno de productos de limpieza, sal del cubo, y se encarga de limpiar el suelo.
Así una y otra, y otra, y otra, y otra vez hasta que la oficina de Engin está completamente limpia y puedo cerrar la puerta para repetir el mismo proceso en el pasillo que da al gimnasio.

La vida ha sido así durante los últimos cuatro años: monótona.
Cada mañana el despertador suena a las 5 a.m para ir a correr por el Bosforo, después preparo el desayuno y saco a pasear a Sirius. Cuando dan las 9 a.m abro el gimnasio y comienzo mis labores como conserje de éste, limpiando todo y observando que todo esté en su sitio. Así hasta que cae la noche y Engin me permite entrenar por mi cuenta, sin nadie que pueda estar cerca.
Una vida sencilla, tranquila y alejada de cualquier peligro.

- ¿La vida que quieres?- murmuro mientras estrujo la fregona para escurrir el agua de esta- No, está claro que no.

Pero las cosas nunca son como uno quiere, la vida a veces intenta demostrarte de la peor manera posible que los sueños no pueden cumplirse, que no serás capaz de ser el héroe de nadie.
Al menos de alguien que no sea mi hermana, Ceren Bolat, para ella siempre seré la mejor persona sobre la faz de la Tierra a pesar de no haber estado jamás a la altura de lo que merece. Toda mi vida ha girado entorno a hacerla feliz, es lo único que tengo y de las pocas personas que hay en mi mundo, así que trabajo tanto como puedo para poder pagar su último año en la universidad. Pronto podrá seguir adelante por sí misma y dejará de necesitarme, espero que comprenda el hecho de que yo soy incapaz de dejar de necesitarla a ella.

- Es tu hermana, te quiere, si no se alejó cuando debía no lo hará ahora- vuelvo a murmurar en voz alta mientras entro en la zona donde se encuentran los clientes- Repítete esto cada día y quizás alguno lo llegarás a creer de verdad.

Apoyo mi cuerpo contra la pared cuando detengo mis ojos sobre los dos hombres que están boxeando sobre el ring. Ni siquiera recuerdo cuando fue la última vez que estuve allí arriba frente a un rival, o tan si quiera con alguien cerca para poder observarme.
Lo echaba de menos, pero eran recuerdos de una vida pasada que tenía la intención de olvidar. Porque nada me impedía ayudar a aquellas pobres almas perdidas a hacer un buen noqueo, pero tenía la certeza de que una vez que estuviese sobre el ring no podría parar, era como un drogadicto siendo tentado cada día por la mejor droga y sabiendo que tan solo catarla podría ser el final de todo.

- Quizás deberías subir a corregir esa postura- escucho la voz de Engin a mi derecha, pero no lo miro- Si alguien lo golpea y cae contra la lona, es probable que se haga más daño del que debería. Tú sabes mejor que nadie que son un desastre ahora mismo...
- O quizás tú deberías contratar a un buen entrenador si el que tienes no es capaz de corregir algo tan básico como eso- murmuro, descruzando los brazos y apartando la mirada del ring- Te dije desde el principio que Ozan no era el indicado para ese puesto, que había que encontrar a alguien mejor.
- Es lo que intento cada día desde hace cuatro años, pero eres imposible- bufa en voz alta y yo pongo los ojos en blanco-
- No estoy interesado en el puesto, no sirvo para ayudar a la gente- aquello oscurece mi voz- Así que deberías dejar de perder tus preciados diez minutos diarios a intentarlo porque no existe persona en este mundo capaz de hacerme volver a un ring delante de gente.
- Serkan…
- Ahora, sí me disculpas, tengo que continuar con mi trabajo.
- Y yo colocar este cartel en el tablón, ya que al parecer tampoco quieres molestarte en ello porque tiene que ver con boxeo- se quejó, agitando un cartel que no llegué a leer- Es sobre un... da igual, lo pondré y así te puedo dejar seguir con tu encantadora vida.

Hoy no estaba de buen humor. No tenía fuerzas suficiente para combatir los ataques de Engin con bromas o la sensación de decepción que flotaba en el ambiente cada vez que me negaba a algo relacionado con el boxeo.
Sí, debía a Engin que me hubiese acogido en su pequeño gimnasio, que me haya dado un trabajo y una forma de poder mantener a mi hermana. Jamás podría dejar de hacerle saber lo agradecido que me sentía de tener un amigo como él en la vida.

No han sido pocas la veces que me ha tentado con la idea de convertirme en un simple entrenador para la gente que acude al gimnasio, y sé que es absurdo decir que no a eso porque supondría menos horas de trabajo, mejor sueldo, y por encima de cualquier cosa, la sensación de hacer algo relacionado con lo que más amaba.
Pero también hice la promesa de mantener a mi hermana feliz, y aunque ella no lo sepa, boxear sería lo que nos condenaría a ambos. Una vez fue suficiente para saber que solo me traería desgracias, así que no volvería a darle la oportunidad de que continuase arruinando mi vida.

Porque eso es lo que ocurría, que no volvería a mi antigua vida. Jamás.

Eda Yildiz:

- Solo será un mes, y encima no tendremos que pagar- Ceren parece más que animada con todo el tema de ponernos en forma- Si no nos gusta, podremos no volver, pero dale una oportunidad, Eda.
- Si la cuestión no es darle una oportunidad, es tener las fuerzas suficientes de venir cada día al gimnasio- bufo mientras arrastro mi bolsa de deporte- Me gusta más hacer deporte al aire libre o en cualquier cosa que no esté relacionada con estar dentro de una sala llena de máquinas.
- No son solo máquinas, también existe una zona donde van hombres sin camisa, con cuerpos esculpidos por los dioses, a sudar y darse golpes inocentes- sonríe con picardía-
- También estaría bien no sexualizar a los hombres por sus cuerpos- chasquea la lengua con desagrado-
- Ellos van a entrenar sin camisa, se exponen a que los miren, y admirar no es un pecado el trabajo que realizan mientras no me refiera a ellos como trozos de carne, todo bien.

Ceren era una persona diferente al resto. Nos conocimos el año pasado en una fiesta de la universidad, y es que mientras yo quería dedicarme al mundo de la construcción, ella parecía mucho más centrada en ser la jueza que pusiese tras las rejas a personas como Efe Akman. Y vale que esa posibilidad era remota, pero me gustaba soñar con el día en el que escoria como él no aterrorizase a gente inocente.
El caso es que congeniamos de manera inmediata y desde entonces nos hemos vuelto inseparables junto con mi mejor amiga Melo, se podía decir que somos el mejor trío que ha podido salir de Estambul.

La diferencia entre Melo y Ceren es que la primera no me obligaba a ir al gimnasio del mejor amigo de su hermano, el cuál aún no he tenido el placer de conocer a pesar de la adoración con la que ella habla de él. Y lo digo en serio, para Ceren su hermano es como un ángel caído del cielo, colocado en un pedestal tal alto que parece imposible de alcanzar. Serkan Bolat parece ser el hombre perfecto, y por experiencia sabía que la perfección no existía.

- ¿Entonces no te apetece la idea de boxear?- pregunta ella, devolviéndome a mis pensamientos mientras cierra la taquilla donde ha guardado nuestras cosas-
- ¿Y qué me des una paliza?- bromeo-
- No sé boxear, Eda- se ríe- Prácticamente, es un tema tabú en mi casa porque mi hermano parece odiar ese deporte, y eso que antes…
- ¿Antes qué?- parece haber menguado el tono de su voz con estas últimas palabras-
- Nada, antes nada, ¿empezamos?

La acompaño con paso inseguro hacía la sala de entrenamiento, y no me sorprende comprobar que hay muchos más hombres que mujeres en un lugar como aquel. Normalmente nos sentimos intimidadas por sitios de apariencia extremadamente masculina, algo absurdo, pero buscamos la comodidad de zonas donde todo se haga en grupo.
Asociar un ejercicio a la figura masculina es algo que debemos dejar a un lado.

- ¿Y tu hermano trabaja aquí?- la veo dirigirse a la zona de elípticas-
- Sí, es el conserje del gimnasio- Ceren jamás parece avergonzarse de su nivel de vida, al contrario, presumo de ello con todo el orgullo que merece- Aunque Engin insiste en que debería convertirse en entrenador, pero Serkan dice que antes muerto que a la merced de jóvenes inexpertos repartiendo golpes.
- ¿No decías que odiaba el boxeo?- frunzo el ceño mientras me subo sobre el aparato-
- Y lo hace, pero Engin es una persona bastante insistente- sonríe y empieza a moverse en un ritmo intenso sobre la elíptica- Ojalá aceptase el trabajo porque yo también opino que es perfecto para el puesto, le encanta corregir a la gente y sentirse superior al resto en muchos aspectos.

Si yo supiese boxear no dudaría ni un segundo en aceptar un puesto de entrenadora en aquel gimnasio, estoy segura de que merece la pena a nivel económico, y tal y como están las cosas me vendría bastante bien.
Quizás incluso convenza a Ceren de que suplique al amigo de su hermano a que me ponga a trabajar de lo que sea, sin importar, porque quizás si conseguía reunir al menos la mitad del dinero conseguiría otra prorroga.

Cuando miro al espejo que hay frente nosotras siento mi estómago contraerse ante la imagen que este refleja, y no me refiero a la mía. Para nada.
Es un hombre, apoyado contra una de las puertas y con brazos cruzados. El cabello es una mezcla entre rubio y pelirrojo, pero de su incipiente barba no queda ninguna duda de rojez. A esta distancia no puedo diferenciar el color de sus ojos pero si la intensidad con la que mira en dirección a nosotras mientras aprieta la mandíbula.
Trago saliva al comprobar como la camiseta negra se ajusta a su cuerpo, al igual que esos vaqueros ceñidos. ¿De dónde ha salido?

- Hay un hombre mirándonos fijamente- alcanzo a decir a Ceren con voz entrecortada y sin atreverme a interrumpir el contacto visual con él- No seas llamativa y mira con disimulo.
- ¿Quién?- la veo recorrer el salón sin disimulo alguno-
- A través del espejo, Ceren. ¡Y disimula un poco te he dicho!- los ojos de mi amiga por fin se colocan en la misma dirección que la mía, y la sonrisa tan amplia que aparece en sus labios no se parece a ninguna otra que haya visto antes-
¡Es mi hermano!- agita la mano con urgencia, y noto como los ojos del hombre se ablandan y responde el saludo con un breve asentimiento de cabeza. Después su mirada con ceño fruncido vuelve a mí-
- ¿Serkan Bolat?- pregunto con asombro- ¿Tu hermano es ese hombre?
- Sí, ¿qué pasa?- puedo ver que me observa sonriente a través del espejo, pero soy incapaz de dejar de mirarlo- ¡Vamos! No entiendo que pienses que podía ser feo con una hermana como yo, es que es impensable- se echa a reír, pero no la acompaño-

Hay algo en la manera que me mira que me hace sentir inquieta y nerviosa a partes iguales. Lo que no espero es notar como las aletas de su nariz se expanden y hace una mueca desagradable con su boca antes de apartar la mirada de mí.
Ahora quien frunce el ceño soy yo, ¿esa mueca de desprecio era por mí?
Casi por instinto giro mi cuerpo en la dirección en la que él se encuentra, descubriendo que allí ya no hay nadie.

- Siento decir que tu hermano es un poco grosero, y eso que lo has pintado encantador- aquello parece hacerle demasiada gracia a Ceren-
- ¿Todo eso lo has descubierto con una mirada? Porque te puedo prometer que con la gente que no conoce es la personas más fría que puedes encontrar, pero con las que tiene cerca… es todo corazón.
- Una lástima que nunca vaya a entrar en esa categoría y tenga que soportar sus miradas de desprecio en el gimnasio.

Aunque digo aquellas palabras como una ligera broma, esa sensación de tensión e incertidumbre no abandona mi cuerpo. Aquel hombre, Serkan Bolat, no solo había despertado una sensación desconocida en mí… también me había hecho sentir soledad. Mucha soledad.

Serkan Bolat:

El mejor momento de todo el día es cuando cae la noche y el gimnasio queda sumido en el más absoluto silencio. Solo ahí volvía a sentirme yo, pero mi yo real.
Aquel que enreda sus manos en una cinta blanca hasta tener la perfecta sujeción. Aquel que vuelve a subir a un ring para sentir la necesidad de golpear el aire.
Y lo primero que hago es golpear la pera de boxeo, moviéndome con agilidad por todos lados. Con la misma suavidad con la que se me había caracterizado años atrás. Cada golpe que lanzo golpea el centro de la pera, produciendo el único sonido a modo de eco que hay en el interior del salón.

Lo más extraño del día había sido descubrir que Ceren se había beneficiado del mes de gimnasio gratis que Engin le había regalado por su cumpleaños, y no solo eso, sino que había conseguido arrastrar a una de sus amigas con ella.
Por más que sea su hermano, no estoy demasiado al tanto de sus amistades, y eso que ella habla constantemente de todo lo que le sucede. Quizás ese es el motivo por el que me fío al 100% de las personas que Ceren decide introducir en su vida… aunque confieso que cuando se trata de un modo ligeramente enamoradizo, actúo como cualquier hermano mayor lo haría.
El caso es que esa chica… su amiga… la realidad es que se ha estado colando en mis pensamientos durante la gran parte del día. Y yo no suelo pensar en muchas personas, mucho menos mujeres con las que no he intercambiado más de una larga mirada. ¿Pero cómo no hacerlo? Era como una luz y yo una polilla queriendo acercarse. ¿Realmente existía o era un sueño?

- ¡Serkan, céntrate!- golpeo la pera con más fuerza al notar a donde se dirigen mis pensamientos- Deja de pensar tonterías.

Sí, era una chica bonita, como cientos de las que veo a diario. Una chica morena, de ojos grandes y expresivos, facciones hermosas y cuerpo exuberante. Pero su mirada… su mirada era capaz de estremecer al más duro de los hombres, capaz de hacerlo sentir indefenso y su merced.
¡En fin! Todo locuras de un hombre que lleva demasiado tiempo sin tener sexo con una mujer, quizás debería llamar a Selin, porque esa es la única explicación para que esté pensando en el atractivo sexual de la amiga de mi hermana. O peor aún, para que esté pensando en la forma que tuvo de hacerme sentir con su mirada… o en como pude ver un ligero rasgo de miedo en ellos. Aquella pequeña chispa me hico desaparecer.

- Entrena, Serkan, no desperdicies la mejor parte del día en la idea imaginaria de una mujer.

Abandono la pera y me dirijo a una de las barras altas, colgándome de los brazos y llevando las piernas hacía arriba para comenzar una serie exhaustiva de abdominales. Tras esto vienen las dominadas, las flexiones, la sesión de pesas, los estiramientos…
Y cuando por fin me atrevo a subir al ring lo hago con los guantes en una mano y una cuerda en la otra. Una vez encima comienzo a saltar a la cuerda con un solo pie, luego con el otro, después cruzo la cuerda, la balanceo a mi alrededor mientras comienzo a moverme en círculos con ella. Y cierro los ojos para sentir como la sonrisa aparece en mis labios y mi alma vuelve a mi cuerpo. Solo escuchando el ruido de la cuerda golpeando la lona del ring. Cuando por fin me detengo, camino en dirección a mis guantes y susurro las mismas palabras de siempre.

- Hola, viejos amigos- introduzco la mano izquierda en uno y lo aprieto con fuerza. Cuando llega el momento del derecho, observo con detenimiento aquella pequeña cicatriz de cigarro, el recordatorio del momento en el que mi vida se vino abajo- Ojalá pudieras sentir lo mismo que yo.

Y minutos después estoy boxeando contra el aire, lanzando puñetazos a la nada, esquivando invisibles, moviéndome con soltura por todos lados. Dejo que mi cuerpo se lance contra las cuerdas, me río cuando reboto y vuelvo a lanzar un gancho a la nada.
Mi cuerpo viaja a esos días donde el público vitoreaba al ver como subía para enfrentarme a mi contrincante, o como mi brazo se alzaba tras la victoria. Aún podía notar la sensación de plenitud después del combate, como nada era comparable con la sensación de estar contra las cuerdas y poder deshacerme del embiste de la otra persona. Nunca nada será como eso, nada mejorará el sentimiento de boxear y que el mundo lo vea.

- Para ser alguien que odia boxear, lo haces bastante bien.

Mi cuerpo se tensa por completo antes de dirigir la mirada en dirección a esa voz, y todo mi mundo arde en llamas a encontrarla a ella. A la chica del universo en la mirada.

Eda Yildiz:

No sé el tiempo que he pasado allí, observándolo bailar sobre si mismo una coreografía que solo él conoce. Como sus movimientos son tan rápidos y suaves que tienes que concentrar en exceso la mirada para poder observarlos… Por no hablar del instante en el que ha sonreído, ahí no he podido evitar hacerlo con él.
Y no lo conozco de nada, pero este hombre que veo ahora dista mucho del que me observó en la mañana con esa mirada de desprecio.

- Para ser alguien que odia boxear, lo haces bastante bien- me atrevo a decir, revelando mi presencia-

El cambio es instantáneo. El cuerpo que antes se movía con gracia ahora está en completa tensión, al igual que su mandíbula, que amenaza con romperse en cualquier momento. La mirada en sus ojos es dura, mucho más que esta mañana, pero también hay algo parecido al pavor en ellos.
Entiendo que esto debe ser alguna especie de secreto, o de lo contrario su hermana no estaría tan segura del hecho de que su hermano jamás trabajaría como entrenador porque detestaba este deporte.

- Ceren me dijo que no te gustaba nada relacionado con el boxeo, ahora veo que le has mentido- no sé el motivo por el que lo acuso, pero lo hago- ¿Por qué?
- Eso no es de tu incumbencia- habla, por fin, y su voz eriza mi piel- ¿Qué haces aquí? El gimnasio está cerrado- comienza a quitarse los guantes con rapidez, como si le quemasen-
- Ceren llamó al dueño del gimnasio, Engin- carraspeo cuando lo veo caminar hacía las cuerdas con la mirada fija en mí- Tu hermana olvidó su pulsera en la taquilla, y como no respondías me pidió que me pasase a por ella. Así que aquí estoy, haciendo de amiga encantadora...
- Podría haber esperado a mañana- sonó cortante-
- O podrías tener el móvil con sonido- me atreví a responder, a lo que él alzó una ceja-
- También podrías no espiar a la gente- aquel comentario me hizo sonrojar- Mira, no tengo del todo claro quién eres pero…
- Soy Eda, Eda Yildiz- lo interrumpo, y vuelve a fruncir el ceño antes de meterse entre las cuerdas para bajar del ring-
- Muy bien, Eda Yildiz- a pesar de la ironía en sus palabras, no me desagradó escuchar mi nombre en sus labios- Resulta que vivo con mi hermana, y ahora sé que tengo que entregarle su pulsera, así que…- hizo un chasquido de dedos y dejó el brazo en alto-
- Oh- hice una mueca con los labios, disgustada con la situación- La verdad es que tu hermana tiene razón, eres un encanto con las personas.

La forma que tenía de alzar una ceja cada vez que tenía una respuesta inesperada por mi parte comenzaba a irritarme, más bien, todo Serkan Bolat comenzaba a irritarme… a la par que excitarme. Y nadie podía culparme por esto último, ni siquiera yo, porque ese hombre era puro músculo bañado en sudor.
De alguna forma tuvo que darse cuenta del repaso que mis ojos le estaban haciendo a su cuerpo, y ni siquiera tenía una sola parte al descubierto, porque me pareció ver la diversión en esos ojos.

- Que seas la amiga de mi hermana no te convierte en alguien especial- volvió a decir con tono engreído- Y estás en mi gimnasio.
- ¿Tuyo? Creía que solo eras el conserje- aquello tuvo que molestarlo, porque apretó la mandíbula y giró el rostro-
- Mientras Engin no está aquí este lugar me pertenece, niña.
- Para suerte de ambos, Engin ha sido el que me ha permitido estar aquí, por lo tanto no puedes echarme- me crucé de brazos y sonreí en señal de victoria. Toda aquella discusión era absurda, pero no quería dejarlo ganar- Aparte, se suponía que no debía haber nadie aquí, mucho menos un boxeador dando puños al aire.
- No soy boxeador- se apresuró a decir-
- No creo que eso sea cierto, te he visto moverte allí arriba y… aunque seas un gruñón, debo reconocer que se veía bastante bien lo que hacías- por un momento vi un brillo diferente en sus ojos, pero solo fue un instante-
- Mira, Eda Yildiz- con un par de zancadas se colocó frente a mí- Lo único que te voy a decir es que esta noche no has visto nada, y que si te atreves a contarle algo de esto a mi hermana…- casi podía notar como su cuerpo irradiaba calor contra el mío aún estando a un metro de distancia-
- ¿Qué? ¿Qué me vas a hacer?- negó con la cabeza, tenso-
- No te atrevas a decirle nada, por tu bien- la amenaza salió dudosa, y eso era porque dudaba que él fuese capaz de hacerme algo- Y ahora vete.
- Tú primero.
- ¡Bien!- murmuró algo inteligible y con marcha animada pasó por mi lado, dejando que una brisa me cubriese el cuerpo ante la rapidez con la que desapareció-

Ahora en serio, ¿cómo podía ser ese tipo el hermano del que tanto presumía Ceren? Porque era como conocer a dos personas completamente diferentes, y dudaba mucho que la realidad distase demasiado de lo que había presenciado ahora mismo.
Era huraño, malhumorado e intimidante, ¿cómo se atrevía a amenazarme? Si pensaba que iba a contar algo… la realidad es que no lo haría, si mintió a mi amiga sus motivos tendría y no era nadie para revelarlo, pero me ofendía terriblemente que me hubiese hablado de esa manera tan despectiva.

Camino en dirección a la salida cuando mis ojos se detienen sobre un tablón de anuncios, del que cuelga un anuncio que consigue llamar mi atención. De inmediato me acerco a él, ansiosa por descubrir si el cansancio no me estaba jugando una mala pasada.
No podía ser, es que no podía haber encontrado la respuesta a todos mi problemas en un solo día.

“Torneo nacional de boxeo.
El ganador optará a entrar en la liga profesional y recibirá un premio de 100.000 euros”

100.000 euros.
100.000 malditos euros.
Un torneo de boxeo donde el premio eran 100.000 euros y que terminaba dos días antes de que el plazo llegase a su fin.
Era… era la solución perfecta. Y para bien o para mal, tenía al candidato perfecto.

......

Espero que os haya gustado y me lo contéis en vuestros comentarios.
Recordad dejad una estrellita, así sabré si gusta y debo continuarlo.

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