Cupido por siempre [#3]

By YamiKriss

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«En asuntos de romance, el dios del amor debe ser el más desgraciado». Generalmente cuando las parejas termin... More

Sinopsis
¿Cómo adquirir Cupido por una vez en Físico?
Cupido en goodreads
Previo a leer
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 14

Capítulo 13

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By YamiKriss


Volví a esconder la flecha en la caja, lo cual no tenía mucho sentido, puesto que la recién llegada ya la había visto y seguía con su atenta mirada cada uno de mis movimientos. Aún así, mantenerla guardada me hacía sentir una leve sensación de ventaja, que por falsa que fuese, me servía.

Me levanté suavemente y con la misma lentitud, me giré y miré a los ojos a la diosa que acababa de aparecerse ante mí. Vestía de manera sencilla, con un vestido floreado hasta las rodillas y un chaleco abierto encima, su brillante caía sobre sus hombros en suaves ondas castañas, dándole un aire primaveral.

—Soy Demeter, es un placer. —Estiró su mano hacia mí, esperando que la estrechara.

—Elizabeth Sagarra —Me presenté—. Y tendrás que disculpar mi descortesía, pero la experiencia me ha enseñado a no darle la mano a ningún dios hasta escuchar sus términos.

Bajó su brazo. Si estaba decepcionada, no lo demostró.

—Por el contrario, es bastante inteligente de tu parte —admitió—. ¿Qué más has aprendido?

—He estudiado mucho, y si me lo permites, creo que no es coincidencia que me visites en pleno invierno.

Demeter, era la diosa de la agricultura, y jugaba un rol fundamental en el cambio estacional. Su historia era muy conocida y el odio hacia su yerno, podría decirse que legendario, luego de que éste se llevara a su hija, Perséfone, a las profundidades del Inframundo.

—Estas en lo correcto. —Una cómoda silla tallada en madera, con grandes cojines, apareció a sus espaldas. Tan pronto ella se sentó, enredaderas verdes crecieron desde el suelo, curvándose entre sus patas—. Voy a contarte la parte que no puedes adivinar. Quiero una flecha de plomo.

Había que darle crédito por no irse con rodeos.

Instintivamente, escondí mis manos detrás de mi espalda, tratando de llegar a la flecha, como si realmente pudiera mantenerla lejos de su alcance.

En realidad, no la necesitaba, pero tampoco quería entregársela así nada más. Era mía, no quería cederla, sin mencionar que no tenía intenciones de verme envuelta en el lío que iba a separar a Persefone y Hades.

Hades no había sido malo conmigo, de hecho, fue medianamente justo, aunque teníamos conceptos distintos de "hospitalidad". Pactar con Demeter, era el equivalente a hacer negocios con su peor enemiga. Sin embargo, Hades también tenía la vida de Sybilla en sus manos, lo cual era suficiente para considerarlo.

Me armé de valor, presintiendo las graves consecuencias que iba a traerme esta decisión. Solo esperaba no arrepentirme, demasiado.

—Pues, negociemos su precio —dije, cuidando que no me temblara la voz.

La satisfacción inundó las facciones de su rostro divino.

—¿Qué deseas? —inquirió.

Guardé silencio, incapaz de poner en orden todo lo que deseaba en ese momento.

—No debes temer de hacer Tratos conmigo, no quiero nada más que lo te pido --agregó Deméter.

Repasé en mi mente rápidamente el esquema que Fran había elaborado, justo antes que la oportunidad se apareciera en mi cuarto.

Tenía dos prioridades claras, la primera era salvar a Sybilla y la segunda, aplacar la ira de Afrodita, para permitirle la oportunidad a ella y a Adrián la posibilidad de ser felices.

—Yo podría darte la flecha de plomo, pero todavía vas a necesitar de alguien, con el poder de Eros, se acerque lo suficiente a Persefone, para enterrarle la flecha justo cuando Hades esté presente y ésta haga su efecto —expuse—. Y yo conozco a una persona que pronto se encontrará en esa situación. Puedo darle la flecha y el poder que Eros me dio, a cambio de que, una vez que ella haya cumplido su misión, tú la traigas de vuelta a la vida.

—Sé de quién hablas —intervino la diosa, pensativa—. Ciertamente a Hades no le haría ninguna gracia que me entrometiera en sus negocios, sobretodo, cuando le toca cobrar almas.

Asentí lentamente con la cabeza.

—Sí, lo entiendo —contesté—. Sin embargo, creí estar hablando con una diosa que no iba a perderse la oportunidad de fastidiar un poquito más a Hades.

¿Esa que hablaba era yo chantajeando a una diosa? Ni siquiera yo me lo creía.

Demeter sonrió con malicia. Había dado en el clavo.

—En eso tienes razón. Veré que puedo hacer.

Descargué el aire que mis pulmones habían estado conteniendo, sin darme cuenta de lo nerviosa que estaba. Sin embargo, todo estaba fluyendo a mi favor. ¿Podía presionar un poco más o estaría abusando de mi suerte?

—Aún así, para que ella acceda, probablemente también tengas que negociar sus servicios —Me atreví.

—¿No crees que es demasiado tu atrevimiento? No solo me pides que la traiga de vuelta desde las profundidades de la muerte, sino que también negocie sus términos.

—Por el contrario, sigues contratando conmigo. Yo voy a ceder el premio que gané luego de vencer a Eros, y encima, tendré que despedirme de mis dones, en beneficio ajeno. Me parece razonable que quiera imponer mis condiciones. Por otro lado, aunque Sybilla salga favorecida, pasará el resto de sus días siendo asechada por la furia de Hades. Algunas personas dirían que es mejor una muerte tranquila frente a ese tormento en vida.

Deméter elevó sus cejas, extrañamente sorprendida con mis afirmaciones.

—Entonces, ¿también vas a establecer los términos de mi trato con ella? —cuestionó.

—Así es —afirmé, sintiéndome como el ser más controlador sobre la tierra—. Ella cumple su parte, y a cambio, tú devuelves a la vida al monumento de piedra que hay en el jardín, creo que es tu sobrino, o algo así.

La diosa se tomó un momento para considerar mi propuesta.

—Bien —resolvió, finalmente.

¿Bien? Repetí mentalmente. ¿En serio? ¿Había funcionado?

Deméter se puso de pie y extendió su mano, para sellar el pacto.

Todavía no podía creer que mi improvisado plan se hubiera echado a andar con tanta facilidad y que, aún cuando las cláusulas del contrato estaban establecidas principalmente a mi conveniencia, Deméter no se había opuesto, había aceptado todas mis condiciones sin trampas de último minuto.

Controlé el temblor de mi mano cuando la estreché con la suya, y dirigiéndome una última sonrisa satisfecha, Deméter desapareció, con la promesa de volver a visitarme.

Yo no me moví, me quedé congelada en mi sitio, hasta que la puerta de la habitación comenzó a abrirse lentamente. Fran se asomó, asegurándose primero que era seguro entrar. Cuando vio que estaba sola, se acercó estrepitosamente.

—¡Te amo! —exclamó, abrazándome. Yo seguía más petrificada que Anteros—. ¿Cómo se te ocurrió? ¿Cómo lo hiciste?

—¿Estabas escuchando? —inquirí.

—Sí, detrás de la puerta, y haciendo guardia que nadie interrumpiera —confesó, sin un poco de culpa.

Dejé escapar un suspiro y Fran tomó su cuaderno para bosquejar el nuevo escenario. De algún modo, teníamos un plan.

.

.

.

Holaaaaa qué tal?
Perdonen la espera, a veces la Universidad me consume más de lo que puedo sobrellevar :((

Espero que les haya gustado el capítulo <3

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