《 TOKYO REVENGERS STORIES ♡ 》

By champagnexproblem

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ONE SHOTS TOKYO REVENGERS +18 SE PROHIBE COPIAR LOS PERSONAJES NO ME PERTENECEN, A EXCEPCIÓN DE LAS OC. CON... More

A N T E S D E L E E R
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✨ ¡G R A C I A S! ✨
W A K A S A I M A U C H I - EXTENDIDO ✨
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H O A X: NUEVA HISTORIA
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M A N J I R O S A N O P A R T E I I

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By champagnexproblem

𝕄𝕒𝕟𝕛𝕚𝕣𝕠 𝕊𝕒𝕟𝕠
ℝ𝕖𝕘𝕣𝕖𝕤𝕒 𝕡𝕒𝕣𝕥𝕖 𝕀𝕀

¿De verdad vas a hablar sobre el "momento adecuado" en tiempos como este?
Y dejar que tu daño me perjudique a mi?
Carga tu equipaje por mi calle y hazme parte de tu  futura historia.

...

Todavía puedo recordar lo pesados que se sentían mis párpados al abrirse esa mañana, el cansancio me había hecho dormir como nunca, la comisura de mis labios se arqueaba dibujando una sonrisa producto de mis tontas ilusiones que se vieron destruidas al siguiente segundo.

¿Que esperaba?, ¿que se quedará?.

No tuve fuerzas siquiera para levantarme de la cama durante ese día, mis sabanas se humedecieron con las lagrimas que dejé caer mientras me abrazaba a la almohada, ahogando mis sollozos mientras me rodeaba la soledad y la mas amarga decepción.

Que ingenua, pensar que él se quedaría por mi, no, él siempre había tenido ese estúpido complejo de mártir.

Pero las cosas estuvieron lejos de mejorar para mi, mis manos temblaban al sostener la prueba de embarazo entre mis dedos mientras mordía el interior de mi mejilla intentando no llorar con esa nueva noticia. Los toques en la puerta del cuarto de baño y la reconfortante voz de mi rubio amigo de ojos turquesa —y ángel guardián— esperando al otro lado de la pared fueron lo que me mantuvo en pie. A mikey maldije en todos los idiomas que conocía, pero a pesar de intentar con todas mis fuerzas odiarlo nunca logré hacerlo realmente, mis sentimientos mas bien se volcaron en una profunda decepción y un escozor en mi garganta al escuchar su nombre, que seguía persiguiéndome como un fantasma, a través de los años.

Sería una mentirosa si dijera que tomé la decisión de quedarme con mi "bendición" de inmediato, lo medité mucho —y con meditar me refiero a hablar con la persona mas importante en mi vida, mi mamá—, la verdad no quería mas sufrimiento, ya era una adulta, y sentir el apoyo de mi mamá y Chifuyu me hacía sentir mucho mejor, mucho menos sola, y ese sentimiento solo se intensificó al contárselo al resto de mis amigos, exigiéndoles guardar el secreto por el bienestar del feto que se desarrollaba en mi interior.

Elegir un nombre fue lo más difícil del mundo, y no lo digo por tener un mar de opciones disponibles, para mi siempre hubieron dos, el nombre de mi hermano y el del hermano de Mikey, ambos fueron personas que admiré y respeté, y aunque deseaba que mi hijo llevará el nombre de su tio, la persona mas valiente del universo, sentía el dolor que aún me causaba recordarlo.

Si él siguiera con vida esto jamás hubiera pasado. Shinichiro estaría durmiendo junto a mi, a salvo en su hogar.

El amargo sabor del café recorre mi garganta, es la única forma que tengo de seguir con los ojos abiertos, ya van varios días sin que logre pegar un ojo, y no es para menos, se llevaron a mi hijo y me encuentro en la situación mas desesperada del mundo, mi dedo recorre el borde de la taza de porcelana, y mis dedos rebotan en la mesa de madera provocando un molesto y repetitivo sonido que no logra sacarme de mis pensamientos.

Necesito encontrarlo, si algo le pasa a mi pequeño prefiero morir, no podría con tal sufrimiento.

Los recuerdos de esta tarde se aparecen en mi mente, mi ceño se frunce al recordar su cara, esas negruzcas ojeras que enmarcan sus ojos, su expresión vacía y demacrada que dista mucho de aquel rostro bonito del que quedé prendada cuando éramos un par de mocosos, muchísimo antes de convertirnos en Comandante y Capitán.

Deseo odiarte, Mikey. De verdad quisiera hacerlo, tal vez de esa forma no dolería tanto.

Mi teléfono comienza a vibrar captando mi atención por completo y la de Chifuyu que no se ha separado de mi lado —mi eterno compañero, tan leal como siempre—. La voz al otro lado de la línea me ofrece una sola opción; mi pequeño Shinichiro a cambio de que El invencible Mikey entregue a Bonten.

Como si él fuese a renunciar su estúpida agrupación criminal.

Decidí arriesgarme, existía una pequeña posibilidad de engañar a esos sujetos, aunque tuviera que huir con mi familia lejos de Tokyo, necesitaba hacerlo, dejar todo atrás y tener un nuevo comienzo, pero el miedo recobro peso en mi interior al pensar en mis amigos, ellos seguirían aquí, expuestos a represalias.

—No puedo hacerlo... —le dije a Chifuyu.

—Si puedes, ________ —respondió él—. Estaremos bien, lo importante es recuperar a Shinichiro. Ni a los chicos ni a mi nos importa correr el riesgo.

—¡Gracias por hacer tanto por mi! —dije abrazándolo, él solo me regalo una sonrisa cargada de esperanza y tranquilidad, ayudando a recomponerme y tomar fuerzas para lo que venía.

—Muy bien, le escribiré a los chicos —dijo el de ojos turquesas—. Nos encontraremos en el punto de reunión, y _________, tranquila...

...

Llegamos al punto de encuentro, algo no estaba bien, el aire se sentía denso, se me hacía difícil mantenerlo en mis pulmones, mis manos temblaban y mis ojos estaban irritados. El llanto de Shinichiro hizo eco por todo el lugar, mi corazón latía tan fuerte que por momentos sentí que se saldría de mi pecho, mis labios temblaban, por suerte tenía a Chifuyu y los chicos junto a mi, ese niño tenía a los mejores padrinos del mundo.

—Mi bebe... —dije conteniendo las lagrimas.

—Confía, _______. Pronto estará con nosotros... —respondió Mitsuya quien se encontraba junto a mi.

El grupo de hombres se acercó frente a nosotros, la cabeza de mi pequeño estaba cubierta por una capa negra, no sé como pude mantenerme en pie en esa situación, el cañón de un arma apuntaba a su cabecita. Quería llorar, quería destruir el mundo y todo se volvía mas complicado con cada segundo que pasaba, nuestro plan de recuperarlo a puñetazos se había ido a la mierda en cuanto vimos la cantidad de armamento que los sujetos utilizaban, sin duda esto iba enserio. Me dolía que mi Shinichiro tuviera que pasar por algo así solo por que su padre es Manjiro, a esas alturas solo un milagro podía ayudarnos.

—¿Donde está Mikey? —preguntó el sujeto que sostenía a mi pequeño de su bracito, acercando el arma aún más a él.

No sabía que hacer, mi plan se había arruinado, mi cuerpo perdió la fuerza al imaginar lo que pasaría y mi anatomía se lleno de dolor.

Es mi culpa, por creer que podría engañarlos. Ahora todos moriremos, y no puedo hacer nada al respecto.

—¡Aquí estoy! —esa voz resonó en mis tímpanos, mis piernas temblaron y mis ojos se abrieron de sobremanera buscándolo con la mirada—. Haré lo que quieran, solo entreguen a mi hijo...

¿Viniste?, Viniste por nuestro hijo...

¡El invencible Mikey! —pronunció con sorna el criminal—. Veo que cualquier hombre se puede persuadir por el precio justo, ¿no es así?... Un mocoso, tu precio es muy bajo.

Mikey se acercó a él, sin un ápice de temor, poniéndose de pie frente a esos sujetos, exigiendo que le entregaran a nuestro hijo.

—¡Es algo que no te importa! —respondió a secas. El sujeto desvió el cañón del arma esta vez a la frente del líder de Bonten, el de cabellos blancos aprovechó para tomar la mano de nuestro hijo y agacharse hasta su altura, abrazándolo a su cuerpo intentando darle calma ante el incesante llanto de nuestra bendición—. Tranquilo pequeño, estoy aquí...

—Quiero a mi mamá... —sollozó Shinichiro.

Ahora irás con ______, ¿está bien? —Respondió Mikey aferrándose al pequeño cuerpecito de nuestro hijo—. Volverán a casa y todo estará bien...

—Ya va siendo hora de que hablemos, Mikey —añadió el sujeto—. Vas a entregarnos Bonten para que este bajo nuestro dominio, o tú, tu mocoso, tu mujer y toda la ex Tokyo Manji salen de aquí tiesos como paleta helada.

—Haré lo que sea... —dijo en un hilo de voz, pero sin mostrar una pizca de temor—. Pero primero deja que ellos se vayan.

El secuestrador se lo pensó un poco, después de todo ya tenía la palabra del ex Comandante, pero debía guardar una garantía, algo que le asegurara que él cumpliría parte del trato.

—Que se vayan todos, yo me quedo con Mikey... —intervino Kazutora—. Creo que se los debo, a ustedes dos...

—¡Por favor, cuídense! —le pediste a tu ex compañero.

—Al mas mínimo engaño acabaré con este cabeza de plátano —se burló el maldito—. Y luego volveré para buscar al resto de ustedes, y acabare con el mocosito frente a la zorra de la Touman, después ambos lo pasaremos muy bien... —dijo mirándome de pies a cabeza—. La mujer de Mikey, la mismísima _______ Baji... ¡Que gran premio!

—¡La tocas y estas muerto! —respondió Mikey sin cambiar su expresión.

Jamás me dejaría tocar por alguien como tú, asqueroso de mierda, solo Manjiro puede hacerlo, a pesar de todo, solo él...

La paciencia del sujeto comenzaba a acabarse, me acerque con precaución en busca de mi hijo, arrodillándome junto a ellos para estrecharlo en mis brazos, mientras Mikey hacia lo mismo con ambos, adhiriéndose a nosotros como si fuéramos lo mas importante para él. Sus labios se posaron en mi mejilla, no tenía tiempo para odiarlo, no en ese momento, su voz sigilosa llegó a mi cabeza con una única instrucción.

—Tengo miedo, será mejor que no vuelvan a tu casa, pueden volver por ustedes y no quiero que nada les pase. Takemicchi conoce mi dirección y la clave de acceso, pueden quedarse ahí hasta que sea seguro...

—Por favor regresa a casa... —pedí cerrando mis ojos mientras acariciaba su cabello, dejando un mechón detrás de su oreja para luego tomar a nuestra bendición e irme con los chicos.

—Esta vez no voy a fallarles, _______.

—Eso espero...

...

Sostenía a Shinichiro entre mis brazos, mientras caminaba de un lado a otro y todos los chicos nos acompañaban. Había pasado mas de una hora, el miedo era el sentimiento presente en la habitación. Mi mirada vagaba por el departamento de Mikey, el lugar expresaba soledad, le faltaba vida, le faltaba "algo".

El sonido de la cerradura abriéndose nos alarmó, pero dimos un rápido suspiro de alivio al ver a los chicos entrar a casa. No pude evitar esbozar una sonrisa de tranquilidad al encontrarme con su mirada, aunque intenté controlar mis emociones, después de todo seguía siendo el hombre que nos abandonó.

A él pareció no importarle nada, simplemente fue hacia nosotros y nos abrazó con fuerza, los chicos nos miraban con alivio, hasta que se decidieron darnos nuestro espacio y marcharse para permitirnos hablar. Mas las palabras no salían, ambos nos quedamos junto a nuestro pequeño acariciando su cabello y cuidándolo hasta que cayó en los brazos de Morfeo, lo recostamos en la habitación de invitados y finalmente volvimos a la sala.

—¿Como resultó todo? —me atreví a preguntar.

—Tuve que entregar a Bonten... —respondió él con la mirada perdida.

—Lamento que hayas tenido que hacerlo... —solté.

—No me importa —dijo mirándome directamente, con esa aura de estar perdido en la nada que siempre tenía—. Ustedes me importan mucho más que cualquier cosa...

—Debiste pensar en eso cuando me abandonaste... —solté sin pudor, al fin teníamos tiempo de sacar nuestros trapitos al sol.

—¿Tú crees que no me dolió haberme alejado de ti? —cuestionó—. No entiendes el dolor que siento...

—¡Tú eres el que no entiende! —respondí intentando no alzar la voz para velar por el sueño de nuestro hijo—. Crees que eres el único que ha sufrido, pero yo también perdí a mi hermano, ¿crees que no me dolió verlo suicidarse frente a mis ojos?, ¿que no sufrí observando a mi mamá perder la ilusión de su vida?

—Y-yo...

—¡Exacto! —continúe—. No lo sabes por que solo pensaste en ti, sin importarte destruirme, sin importarte que te pedí que te quedaras junto a mi. Me dejaste sola, tuve que sacar adelante a Shinichiro por mi misma, ¡Y estoy tan furiosa contigo, Manjiro!

Perdón... —dijo con sus ojos nublados, bajando su mirada como un niño pequeño cuando es regañado—. Era la única forma en que estuvieras segura...

—¡Y mira como resultó! —respondí rápidamente—. Secuestraron a nuestro hijo, pudo morir, y si no hubieras llegado...

—No permitiré que algo así vuelva a pasarles... —dijo él—. Es una promesa...

—¿Y por que debería creer en una promesa tuya? —dije enfrentándolo de cerca en el sofá, ambos estábamos frente a frente, las chispas imaginarias volaban alrededor, los sentimientos confusos giraban en mi cuerpo, pero curiosamente me sentía tranquila, siempre me sentía tranquila cuando él estaba conmigo.

—¡Porque tú y nuestro hijo son lo que mas amo y lo que mas me interesa proteger! —confesó sinceramente, llevando su mano a mi mejilla dejándome congelada ante su suave tacto—. Y no pienso cometer el mismo error esta vez.

—¿Que te hace pensar que voy a dejarte estar cerca mio? —pregunté mientras él se acercaba a mi rostro, su aliento chocaba con mis labios y mi fuerza de voluntad luchaba por mantener el control de mi cuerpo—. Shinichiro es tu hijo, y a pesar de que haz estado ausente no pienso quitarte el derecho a conocerlo, él merece saber de su padre, pero yo, soy tema aparte. No puedo perdonarte, Mikey.

Él tragó saliva amargamente, sin deshacer la cercanía entre nosotros, sus manos temblorosas y cálidas sujetaron las mías, dejándome sin escapatoria.

—Voy a intentar recuperar tu confianza y tu amor, no importa lo que tenga que hacer...

Adiós fuerza de voluntad.

Cerré mis ojos conteniendo el mar de emociones en el que me ahogaba en ese momento, mi mente pareció estallar en el momento en que sus labios se juntaron con los míos suave y lentamente, mis labios seguían perteneciéndole solo a él, sus dientes presionaron mi labio interior haciéndome abrir la boca, él aprovechó para inmiscuir su lengua y juntarla con la mia, sus manos sujetaban mi nuca y yo tan solo permanecía estática, aceptando todo lo que él quisiera darme, era tan débil cuando se trataba de él, la suavidad de nuestro beso fue convirtiéndose en pasión e intensidad, tanto que de un momento a otro él terminó sobre mi, su lengua recorriendo mi cuello, sus manos arrebatándome la ropa y las mías haciendo lo mismo, estábamos desesperados por entregarnos al otro, tan sedientos de amor y de placer.

Pero no iba a permitirle dominar, al menos eso debía correr por mi parte, ambos habíamos llegado hasta la sombría habitación principal, entre besos y caricias mientras intentábamos no hacer mucho ruido. Mordí el lóbulo de su oreja y lo obligué a recostarse sobre su cama para sentarme a horcajadas sobre su cadera, moviendo mi cuerpo de forma provocadora mientras él masajeaba mis senos con suavidad, sin despegar sus ojos de los míos, me removí en mi lugar hasta que mi intimidad sintió como la suya se abría paso en mi interior, llenándome completamente, sacándome gemidos silenciosos mientras mi mente viajaba por un campo estrellado, había olvidado lo maravilloso que era el sexo con él, esa forma tan cuidadosa y gentil que tenía de tratarme, la maravillosa forma que tomaba su boca al llevar mis pezones a ella y saborearlos con su lengua, dejándolos húmedos y erectos con simples atenciones.

La forma en que movía su cadera para causarle mas placer era hipnotizante, mi cuerpo temblaba y sucumbía cuando aceleraba mis movimientos acercándome al orgasmo, desvaneciéndome en su regazo para que él continuara embistiéndote con intensidad hasta llenarme de su semilla nuevamente.

Esto esta tan mal, pero se siente tan bien.

Ambos acabamos envueltos en el desastre que eran las sabanas sobre la cama, mis dedos dibujaban círculos en su pecho, él besaba mi frente con suavidad y de vez en cuando asaltaba mis labios, encendiendo nuevamente la llama de la pasión entre nosotros...

—Desearía quedarme así para siempre... —confesó acariciando mi espalda—. Durmiendo contigo y con Shinichiro en su habitación... Solo los tres.

—Debes ganártelo —respondí—. La vida que elegiste esta lejos de ser esto...

—Renunciaría a todo... —agregó—. Solo ustedes me importan, mi familia, lo único que tengo.

—También tienes a tus amigos, están algo molestos, sobre todo Kenchin, pero ellos te adoran, y te van a apoyar en lo que sea...

—Lo sé, y no los merezco...

—Busca la forma de enmendar tus errores, Manjiro...

—¡Lo haré!

A la mañana siguiente me desperté muy temprano, no volvería a cometer las mismas equivocaciones que la vez anterior, me removí de la cama con mucho cuidado, tomé a mi hijo y volví a mi casa, no sé que habrá pasado por su cabeza al despertar y verse solo, pero sé que necesitaba una dosis de su propia medicina, y esta vez no se lo haría fácil.

Una vez en mi casa y luego de ducharme y de alimentar y preparar a mi hijo decidí comenzar a preparar los pedidos de mi pequeña pastelería, había dejado de lado el trabajo para buscar a Shinichiro y tenía mucho trabajo acumulado, la música sonaba fuerte en la cocina, mi hijo jugaba con algunos muñecos en el suelo cerca de la puerta de acceso al patio trasero de la casa, el timbre me interrumpió, mi cara de seguro estaba llena de harina pues resoplé y el polvo blanco voló a mi alrededor. Miré por el pequeño vidrio y me encontré con una inesperada sorpresa.

—¿Que estás haciendo aquí? —pregunté.

—Te dije que haría todo con tal de recuperarlos... —dijo ofreciéndome el ramo de rosas azules que tomé luego de unos segundos de duda—. ¿Y nuestro hijo?

—Jugando en la cocina... —respondí permitiéndole pasar.

Suspiré al ver a Shinichiro sonreírle y estirar sus brazos a su padre, supongo que la sangre es mas espesa que cualquier cosa, me limité a poner las flores en un florero y continuar con mis labores de repostería, Mikey me miraba de vez en cuando, mordiendo su labio mientras yo decoraba un pastel, no le prestaba mucha atención a pesar de que la noche anterior me encontraba entre sus fuertes brazos, gimiendo y suplicando por más.

—No sabía de tu negocio hasta que Takemicchi me contó sobre él, eres sorprendente... —me alabó sacándome una carcajada.

—Sabrías muchas cosas de mi si no me hubieses dejado... —respondí.

—Respecto a eso... —dijo llegando junto a mi para meter un dedo en el pastel y embarrar la punta de mi nariz con crema, acercándose para quitarla con sus labios haciéndome arrugar el ceño y darle una sonrisa por su tierna acción—. ¿Crees que pueda tener otra oportunidad, contigo?

Joder, ahora mismo muero por besarte. Pero no voy a dejártelo tan fácil.

—Quizás... —respondí—. Demuéstrame que lo mereces.

Ambos nos miramos en silencio, mi pecho rebosaba de felicidad, pero las cosas buenas son raras en nuestro mundo, y ese breve momento no duraría mucho.

—¡Al suelo, cubre a Shinichiro! —ordenó él, yo simplemente le obedecí sintiendo las balas impactar contra las paredes de mi casa.

Cubrí a mi hijo detrás de la pared de la cocina, Mikey nos protegía con su cuerpo.

—¿Quienes son? —pregunté desesperada.

Bonten... No están para nada contentos conmigo... —confesó.

Mierda, otra vez en medio del fuego por él.

—En el mueble hay un arma... —solté— Chifuyu la dejó en caso de emergencias...

—Muy bien, _______ —dijo alcanzando el arma y recargándola, dejando un beso en mis labios y en la frente de nuestro hijo—. No salgan hasta que llegue la policía, ¿esta bien?

—¡No vayas! —supliqué.

—Debo asegurarme de que ustedes estén bien, recuerden que los amo...

—¡Mikey!

...

Cinco años de prisión por el asesinato de tres de los segundos al mando en Bonten. Pudieron ser más pero gracias a mi testimonio se alegó legitima defensa. Había pasado mucho tiempo, afortunadamente y gracias a su sacrificio nadie volvió a molestarnos y pudimos llevar una vida tranquila, olvidando el pasado.

Ese día él obtendría la libertad, ese día volvería a nuestras vidas, el sol irradiaba en el cielo, nuestro Shinichiro ya tenía sus siete años y deseaba conocerlo, abrazar a su padre.

El portón se abrió, sus ojos se iluminaron al vernos tras él, le regalé una sonrisa, él corrió hasta nosotros abrazándonos con fuerza.

—Bienvenido de vuelta, Mikey.

—¡Papá! —dijo Shinichiro.

—¡Estás gigante! —le dijo él, abrazándole.

—Es hora de volver a casa... —agregué—. Con tu familia...

Sus ojos me miraron con ilusión y sus labios simplemente devoraron los míos, respondí su suave beso, con tanto amor e ilusión como hace años antes. Estaba feliz, feliz de volver a tenerlo en nuestra vida...

—¿Ya pude recuperar tu confianza? —preguntó.

—Lo hiciste hace mucho tiempo...

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