love story โ”โ” jj maybank.

By santanastic

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๐“‚… ๐‹๐Ž๐•๐„ ๐’๐“๐Ž๐‘๐˜ !! donde todos los pogues odian a julieta o'connor por ser una traidora mientras... More

โ”โ”โ” ๐™ป๐™พ๐š…๐™ด ๐š‚๐šƒ๐™พ๐š๐šˆ!
๐—ข๐Ÿญ
๐—ข๐Ÿฎ
๐—ข๐Ÿฏ
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๐Ÿญ๐Ÿญ

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By santanastic


━━━𝙘𝙖𝙥𝙞𝙩𝙪𝙡𝙤 𝙤𝙣𝙘𝙚:
🌊 ࿐ el capitán . . .

▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄

Después de ahogarse con tequila, por la mañana Julie se levantó con una resaca terrible.

La cabeza le dolía y le daba vueltas, además las ganas de vomitar que sentía eran sumamente intensas.

No recordaba mucho sobre cómo terminó así. Un momento sacó una botella de entre las cosas de su padre y luego regresó al supermercado para comprar más. Al parecer se había quedado dormida en el volante, luego sintió como la sacaban del auto y en ese momento vomitó.

Dentro de casa, en el baño, las manos que pasaban encima de su cara mojándosela, se le hicieron muy reconocidas. Traía anillos y manillas que conocía a la perfección y sabía exactamente de quién era.

Para cuando estuvo en el cuarto, escuchar aquellas voces fue suficiente para saber qué pasaba.

John B, JJ y Pope la estaban ayudando.

Mierda. La extraño, chicos.

Recordó a Pope decir, y como su corazón casi se detuvo al escuchar esto.

Todos lo hacemos.

Confesó esta vez JJ.

Julieta no podía creerlo. Estuvo frente a sus amigos, literalmente oyéndolos hablar sobre ella y admitir que la extrañaban.

Su ritmo cardíaco cada vez se aceleraba más con los hechos, ¿realmente había pasando o eran ideas suyas?

Esperó tanto por oír esas palabras, que lo único que deseaba era poder lanzárseles encima a abrazarlos.

¿Creen que nos escuche? —preguntó John B con miedo.

En ese momento el corazón de la pelinegra se detuvo, al igual que el de los tres jóvenes quienes permanecieron en silencio un momento, observándola.

Julieta supo que debía actuar lo más convincente posible, así que un leve brinco en la cama, haciendo exaltar a los tres adolescentes frente a ella. Continuó "dormida", se dio la vuelta y quedó acostada de lado, llevando su brazo debajo de la almohada y el otro sobre esta.

John B, JJ y Pope suspiraron aliviados.

Siempre hace eso. —se quejó JJ.

Julie tuvo ganas de reír ante lo recién dicho pero se aguantó.

Era cierto, todas las veces que JJ dormía a su lado en las pijamadas en casa de John B o cuando solía escabullirlo a su habitación durante la madrugada, mientras dormía por alguna extraña razón daba pequeños saltos o se movía bruscamente, provocándole pequeños sustos al rubio que lo hacían quejarse de su extraña forma de dormir al día siguiente.

¿Por qué será? —preguntó John B, empezando a caminar a la salida del dormitorio.

Ella también hubiese preguntado lo mismo si no estuviera "inconsciente".

Se llama tirón hipnagógico. De seguro soñó que se caía.

Y ahí estaba Pope, siempre sabiendo todo. Julieta había extrañado tanto escucharlo hablar sobre sus cosas de nerd que en ese momento sintió muchísimas ganas de abrazarlo.

¿Creen que estará bien? —preguntó JJ.

. —respondió JB con seguridad.— No es la primera vez que queda así después de beber, tranquilo.

La pelinegra escuchó como todos se marcharon, a excepción de JJ.

El dio unos cuantos pasos y se sentó en el borde de la cama. Julie sentía su mirada sobre ella y en ese momento los nervios empezaron a llenar todo su cuerpo, no podía permitir que JJ sepa que en realidad estaba despierta oyéndolos.

Permaneció unos segundos en silencio y luego se acercó, dejando un corto beso en su mejilla.

La acción de JJ mató a la Julie. Lo único que deseaba era despertarse y lanzarse encima de él para abrazarlo y decirle cuanto lo necesitaba. El se sentía igual que ella y ahora lo sabía.

Aún así, a pesar de los hechos de la otra noche, Julieta no era lo suficientemente valiente para ir y hablar con ninguno de ellos, algo en su mente le decía que la rechazarían al igual que otras veces.

Al menos todo eso le sirvió para darle fuerzas y esperanza, tal vez si un día se armaba de valor podría arreglar todo con los pogues y finalmente volver a ser amigos.

Aunque claramente... ese no era el día. Prefería seguir siendo una gallina.

Después de su sesión de surf, Julie regresó a casa.

Tenía varios mensajes en su teléfono, pero el más importante era el de su padre, que le había mensajeado hace alrededor de una hora.

Se apresuró a abrir el texto y se encontró con una foto de él y sus maletas.

↪️ Listo para volver?

Envió. Faltaba muy poco para la llegada de su papá, cuatro días para ser exactos, y eso ponía los nervios de punta a Julieta.

No podía esperar para pasar todo el verano con el, haciendo de las suyas como en los viejos tiempos.

Papá <3
Más que listo! No puedo esperar a verte a ti y a los pogues, ¿como están ellos, por cierto?

Julie se quedó seca al leer el mensaje.

Había olvidado que su padre no tenía ni idea de la pelea, considerando que se marchó hace siete meses y la "separación" sucedió hace tres... no se había atrevido a siquiera mencionárselos.


↪️ Están bien!
Les alegrará verte.


Papá
Genial, mándales saludos! Y diles que están invitados a mi fiesta de bienvenida ;)



La pelinegra abrió la boca, atónita al leer el mensaje.

¿Fiesta de bienvenida? ¿¡Invitar a los chicos?!


↪️ Tendrás una fiesta de bienvenida?


Papá <3
Por supuesto que sí! Mi regreso tiene que ser celebrado al estilo pogue, niña😎



—Mierda. —masculló Julieta, llevándose la mano a la cabeza.

(...)

—¿Lo hago?

Se preguntó así misma la pelinegra, dando pasos vacilantes en su porche.

Se detuvo a mirar una vez más al Chateau y enseguida negó.

—No, mejor no.

Julieta llevaba alrededor de quince minutos cuestionándose sobre qué hacer con respecto a invitar a los pogues a la fiesta de su padre.

Si no lo hacía, tendría que explicarle a su padre lo qué pasó meses atrás y eso era lo que menos quería. Estaba segura que él se sentiría decepcionado del comportamiento de los chicos hacia ella, especialmente en un momento tan difícil como el que Julie estaba pasando.

Julieta todavía quería mucho a los pogues como para darle un final definitivo a su amistad contándole a su padre de la terrible pelea. Por lo tanto, si quería evitarse la triste conversación de "todos mis amigos me dieron la espalda en cuanto llegué a Figure Eight" tenía que invitarlos a la celebración o inventar algo lo suficientemente convincente como para que su padre entienda el porqué no estaban ahí.

—¿Lo hago? —se preguntó nuevamente.

La casa de John B estaba a tan solo unos metros, llegar no sería difícil. Pero hablar...

—No, mejor no. —repitió.

(...)

SI EN OUTER BANKS SE HABLABA DE PERSONAJES LEGENDARIOS, sin duda El Capitán era el primero en venir a la mente de muchos . . . Durante años había sido el favorito en La Corte gracias a su espíritu alegre y su animada forma de vivir la vida, a pesar de que esta nunca parecía sonreírle.

Por esa razón, todos los pogues se encontraban organizándole una fiesta de bienvenida a Ray O'Connor. Su ausencia se había sentido mucho los últimos siete meses, y la verdad es que su regreso era la excusa perfecta para que los adultos del lugar pudieran descontrolarse al menos por una noche.

El día había llegado, por lo tanto, mientras un grupo se encargaba de la organizar las cosas de la celebración, otro esperaba atento en el muelle a que el bote de Ray llegara.

Julie podía sentir como el corazón estaba a punto de salírsele del pecho. Apenas llevaba diez minutos en el muelle esperando junto a los tres amigos de su papá y la paciencia ya se le estaba acabando. Necesitaba ver a su padre y abrazarlo.

Como si el cielo la hubiese escuchado, en ese mismo momento un bote apareció a la vista de todos. Estaba muy alejado, por lo que ninguno podía saber si se trataba de Ray o no, así que ninguno dijo nada.

Los minutos pasaron y este se acercó más hacia ellos. Julie entrecerró los ojos intentando aclarar su vista, y después de observar con detenimiento unos segundos, una sonrisa se le formó en el rostro.

—Es él. —avisó.

Los adultos a su lado agrandaron los ojos y sonrisas también aparecieron.

El bote ya estaba lo suficientemente cerca para poder ver al capitán manejándolo con una alegre expresión. Miró al cuarteto parados en el muelle y estos empezaron a saltar y saludarlo eufóricamente con ademanes.

Ray rió gozoso observándolos y cuando finalmente posicionó su bote a un lado de ellos, Julieta no esperó ni un segundo para subirse a la proa y correr a los brazos de su papá.

—¡Estás aquí! —exclamó, envolviendo sus brazos y piernas al cuerpo del hombre, quien enseguida correspondió al abrazo de su hija.

Julie sentía como las lágrimas se le acumulaban en los ojos y que aquel dolor que había sentido los últimos días, desaparecía al tener a su padre con ella.

Él empezó a besarle la cabeza y a la vez le acariciaba el cabello, todavía sin soltarla. —Pequeña, por fin. —fue lo único que pudo soltar ante la emoción que sentía.

Los demás apreciaban la escena con ternura, mientras ayudaban a amarrar el bote al muelle.
Julie finalmente se bajó de su padre para así poder mirarlo. El traía las mejillas húmedas por las lágrimas que había soltado en ese tan especial momento y una enorme sonrisa en los labios.

—Mira nada más lo grande que estás. —dijo el, sosteniendo con ambas manos el rostro de la pelinegra.

—Y tú tan viejo. —bromeó, haciéndolo entrecerrar los ojos incrédulo y a la vez divertido.— ¡Te extrañe tanto!

Exclamó, para abrazarlo nuevamente mientras él intentaba dejar de soltar lágrimas de emoción por tener a su hija en sus brazos.

—Y yo a ti, linda. —confesó, cerrando los ojos ante el fuerte sentimiento de paz que sentía en el pecho.— Nada ha sido igual sin ti.

—Lo mismo digo. —rió ella ahora con la cara escondida en su pecho.— Y tus amigos también.

Se separó finalmente, volteando a ver a los adultos parados a unos metros de ellos.

Ray miró emocionado a su hija y ella rió. Enseguida tomó su mano y salieron del bote para que luego el castaño se abalanzara a abrazar a los tres adultos frente a él.

Julieta observó con una gran sonrisa al cuarteto saludándose llenos de emoción. Algunas personas que anteriormente estaban en el muelle miraban extrañados la escena, pero a ninguno le importaba.

El Capitán había vuelto a Outer Banks y no había manera que sus seres queridos se lo tomaran a la ligera.

(...)

—Te quedabas quieto y en silencio unos segundos... lo único que necesitabas era pensar bien en tus movimientos. Te concentrabas en tu objetivo y ¡pam! —aplaudió, sobresaltando a todos.— metías tus manos al río y sacabas al jodido pez.

Todos abrieron la boca asombrados y luego rieron a lo alto, incrédulos. —¿Nos estás diciendo que pescabas peces con tus propias manos, Ray?

—Eso es lo que dije, sí.

—Es imposible, papá. —rió Julieta negando con su cabeza al escuchar las disparatadas historias que contaba su padre.

—¿De verdad no me creen? ¡Si hasta me han visto atrapar cangrejos! —se defendió.

—Es diferente, es difícil que se te escapen una vez que los agarras, los peces de río son bastante rápidos y... -

Después de marcharse del muelle, los amigos de Ray llevaron a Julieta y a él un nuevo restaurante de playa. El dueño también era amigo de todos por lo que les permitió acompañarlos en la parte donde la parrilla se encontraba: una especie de porche, bastante grande y abierto, tenía vista al mar y estaba a unos pocos pasos de la playa. Habían pasado toda la mañana escuchando las entretenidas anécdotas del Capitán en su viaje y una que otra hazaña difícil de creerle. Las reacciones y los chistes que se hacían entre todos era divertido de presenciar y Julieta se sentía de lo más cómoda estando ahí, además que la comida sabía excelente.

—Un día de estos les mostraré que es verdad. ¡Nos iremos a los ríos de las afueras!

—Me parece un buen plan. ¿Cuánto a que Ray se va de frente al primer intento? —preguntó desafiante uno de sus amigos.

—¿Eso es una apuesta?

—Claro que lo es. ¿Le entran?

Julieta soltó unas risitas por su conversación. Ella no tenía mucho que decirles a aquellos cuarentones pero al menos disfrutaba escucharlos conversar. Así había sido toda la mañana... los adultos parloteando sin parar y ella, la única adolescente, comiendo de las diferentes carnes que Andy sacaba de la parrilla.

Mientras todos se reían y hablaban casi gritando, Julie sintió el ambiente tan familiar. John B, JJ, Pope, Kiara y ella eran exactamente iguales cada que conversaban. Claro, cuando eran amigos...

En esos cuatro días sola, después de haber sido testigo de las palabras de Pope, John B y JJ confirmando que la extrañaban, no se había atrevido en invitarlos a la celebración de su padre, ni siquiera había sido capaz de acercarse al Chateau... la verdad de tan solo imaginarlo se sentía aterrada.

Segura de que su padre le preguntaría el porqué de la ausencia de sus amigos, se le ocurrió una excelente idea que la zafaría de su "problema".

—Oye pa —lo llamó de pronto, captando de inmediato su atención.— Ya es hora.

Él enseguida recordó el favor que le había pedido y asintió. —Está bien, anda —dijo el.— ten cuidado, ¿sí?

Julieta asintió varias veces y se levantó de la silla en la que estaba. Le aviso a todos que ya volvería y sin más, se fue hasta el auto de Enzo. Él seguía en Greensboro, por lo tanto, Nico seguramente se estaba muriendo de aburrimiento en casa con su madre.

Le había mensajeado hace unos días que le enseñaría a surfear a escondidas de Jenna, por lo que mediante textos crearon un plan excelente que los ayudaría a no meterse en problemas mientras cumplían su objetivo.

La pelinegra condujo hasta Figure Eight, el camino no era muy largo así que apenas se subió al auto le pidió a Nico que estuviese listo.

Apenas llegó a su casa, se topó con el castaño esperando en el jardín. Él sonrió ampliamente al reconocer el auto de su papa estacionado frente suyo y enseguida corrió al asiento del copiloto.

—¡Julie! —exclamó sonriente, dándole un corto abrazo.

—¿Qué tal, campeón? —saludó ella, mirándolo emocionada.— ¿Listo para tu lección de surf?

—Listísimo. —contestó lleno de seguridad, haciendo reír a la muchacha.

—Eso quería oír. ¡Vámonos!

(...)

—¿Y qué tal?

—Es más difícil de lo que parece.

Nico suspiró agotado, colocando la tabla a su lado. Desde que llegaron a la playa Julie había estado enseñándole que hacer así que era entendible que ya estuviese cansado.

—Lo has hecho bien. —animó, dándole golpecitos en el hombro.— Solo necesitas más práctica.

—Siempre me caigo. —se quejó, bajando su mirada con decepción.

—Todos se caen cuando están aprendiendo, Nico. Solo así lo dominarás.

—¿Tu también te caías a los veinte segundos después de subirte a la tabla?

Ella rió. —Ni a los veinte, Nico. Apenas podía cargar la tabla...

—¿Y ahora?

—Es la mejor surfista de la isla. —habló una voz conocida detrás de ellos, haciendo que ambos giraran. Ray traía cargando una tabla con una gran sonrisa en los labios.

Julieta enseguida sonrió y se dirigió a rodear su brazo en el hombro del adulto, posicionándose frente a Nico quien estaba un poco confundido.

—Nico, él es mi papá, Ray. —presentó orgullosa y el castaño a su lado lo saludó con un ademán.

—Hola, señor O'Connor. —dijo algo tímido.

—¿Qué tal, pequeño? ¿Aún no puedes estabilizarte? —preguntó, enterrando su tabla sobre la arena y acercándose al niño. El asintió apenado y observó cómo Ray agarraba la tabla que tenía a lado.— Vamos, yo te puedo ayudar con eso.

Nico abrió los ojos sorprendidos y enseguida lo siguió mientras Julieta los observaba algo asombrada. Cuando le mencionó a su papá sobre Nico y lo de querer enseñarle no pensó que se lo tomaría tan bien, considerando que era el hijo del hombre con el que lo engañaron...

Aún así, no le sorprendía tanto. Su padre era genial y una muy buena persona, jamás se desquitaría o trataría mal a un niño que no tenía la culpa de nada con respecto a su situación.

Los vio a lo lejos conversando, Ray parecía explicarle con lentitud algunas cosas mientras que el pequeño asentía una y otra vez. Después de unos cortos minutos, Nico comenzó con lo de hace un rato, solo que esta vez con el adulto a lado.

En cuanto se alejó lo suficiente de la orilla, se levantó con un poco de miedo. Ray se quedó mirándolo y Nico continuó en lo suyo, esta vez poniéndole confianza y precisión a su parada.

Julieta sonrió y empezó a dar saltos, animándolo. Ray empezó a reír victorioso y se acercó a su hija, mientras esta observaba feliz la escena.

—¡Eres genial! ¿Qué le dijiste?

—Lo mismo que a ti cuando tenías siete. —contestó con notable felicidad. Julieta lo miró nostálgica y le dio un fuerte abrazo, el cual fue correspondido enseguida.

Nico finalmente volvió a la orilla, con una sonrisa de oreja a oreja. Se desató el leash y cargó la tabla para ir corriendo en dirección de Julie y Ray.

—¡Lo hice, Julie! —exclamó eufórico y la pelinegra extendió su palma para chocarla con la de el.

—¡Bien hecho!

—Gracias, señor O'Connor. —le dedicó otra sonrisa y el asintió.

—De nada, Nico. —chocó su puño con el de él y luego miró a su hija.— ¿Y tú? ¿Lo harás?

—¿Hacer qué? —preguntó divertida, sabiendo a qué se refería.

—Ah, claro que lo harás. Julieta O'Connor jamás se pierde olas así.

Julie soltó una risita y miró con atención el mar. Desde la mañana todo el día había sido soleado y a lo lejos se divisaban las típicas olas que a ella le gustaba montar.

—Es cierto... ni en sueños me las pierdo.

Su padre y Nico empezaron a animarla mientras ella tomaba su tabla y se iba directo al agua.

Por otro lado, John B y los chicos estaban llegando con las suyas justo en ese momento y mientras avanzaban a la orilla, se detuvieron a observar el mar frente a ellos.

—Se ven salvajes. —dijo Kie, mientras se amarraba el cabello.— Hagámoslo.

—Espera —Pope la detuvo, al igual que a sus otros dos amigos.— , miren. —señaló y todos observaron a su punto.— Es Julieta.

—Nunca se pierde estas olas. —dijo John B mirándola con atención subiendo y bajando al ritmo del mar y su fuerza.

JJ soltó un suspiro con tan solo verla. Sus movimientos en el agua era adictivos de apreciar, además que ese bikini celeste le quedaba muy bien...

—¿Debemos escondernos o solo fingimos que no la vemos? —preguntó Pope.

El rubio volvió a tierra en cuanto sintió a sus amigos continuar caminando. Al parecer Julie ya había terminado con lo suyo.

—Solo... no digas nada. —murmuró Kie, tratando de disimular.

—¡Estuviste genial, linda! —exclamó Ray en cuanto su hija volvió. Ella sonrió avergonzada y negó.

Mientras Nico ahora era quien felicitaba a Julieta, el adulto empezó a mirar a su alrededor disfrutando del buen paisaje y viento corriendo por su cabello.

Estaba tan perdido en sus pensamientos hasta que logró divisar a lo lejos cierto cuarteto de chicos caminar animadamente hacia el agua.

—Hey, Julie ¡mira nada más! —exclamó el hombre con una sonrisa, señalando a los chicos. Julie enseguida miró hacia su dirección y maldijo internamente.— Los pogues, ¡vamos a saludarlos!

Julieta sintió que su corazón se le iba a salir y antes de poder detenerlo, su padre ya se encontraba caminando hacia ellos. —Papá, espe -

—¡Chicos! —lo escuchó llamarlos.

Estos extrañados, voltearon a ver a su dirección. Ray se acercó animado y en cuanto lo reconocieron, una sonrisa se les formó en el rostro a todos.

—¿¡Capitán?! —cuestionó John B con sorpresa.

Ambos rieron e inmediatamente se unieron en un abrazo. Kie, JJ y Pope continuaron a saludarlo bastante felices y atónitos.

—¡No sabíamos que ya había llegado!

Julieta se dirigió a ellos con lentitud, algo insegura.

—¿En serio? Creí que Julie les había avisado. —dijo el confundido.

Ellos enseguida posaron su mirada en la pelinegra detrás del adulto y recordaron su situación.

Kiara supo que no le había dicho nada a su papá sobre la pelea con tan solo ver su expresión, así que ella fue quien continuó:

—Sí, nos lo dijo... es solo que todos teníamos trabajo hoy. —mintió.

Julieta se cruzó de brazos incómoda ante la mirada que la morena le estaba dando en ese momento.

De verdad que tenía mala suerte.

—¿Pero sí irán a la fiesta hoy, verdad? —preguntó de vuelta Ray, esperanzado.

Esta vez los cuatro chicos se quedaron sin palabras y sus miradas buscaron la de la pelinegra. No tenían ni idea de lo que hablaban y esperaban que al menos los salvara.

—¡Sí! Claro que irán, pa. —habló finalmente.— ¿Como podrían perderse tu fiesta de bienvenida? —cuestionó, observándolos desesperada y recalcando las últimas palabras.

Ellos comprendieron y empezaron a asentir. —Sí, su fiesta de bienvenida... claro. —empezó a hablar con nervios Pope.— ¡Bienvenido!

Chilló extraño, ganándose una risita por parte de Ray.

—Gracias Pope. —dijo, dándole palmadas en el hombro.— Bueno, los esperaremos. —asintió el adulto, chocando sus puños con todos como despedida.

Julieta suspiró aliviada y regresó su mirada hacia Nico, extendiendo su brazo para que se acercara a ella.

—Julie, ¿no quieres quedarte con los chicos? Por mi no hay problema...

Ella volvió a verlos asustada y por la expresión que estos tenían, inmediatamente se negó.

—Debo llevar a casa a Nico. —sonrió forzadamente.— Si mamá no lo encuentra al llegar me matará.

—Ah, claro. Pero no te tardes, eh. —Julie asintió mientras los demás no sabían que carajos hacer.— Bueno, me gustó verlos muchachos, ¡hasta la noche!

—¡Sí, adiós! —se despidieron todos.

Julieta, su padre y Nico empezaron a caminar a la salida de la playa y los pogues se quedaron estáticos frente al agua.

—Qué mierda, hermano. —masculló JJ, dándose cuenta en lo que se acababan de meter.

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