Cenizo: Bibidi babidi ¡¡¡BUM...

By jakirasaga

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"Un príncipe como yo jamás se fijaría en una persona inferior". Cenizo es un arrogante y vanidoso príncipe qu... More

Bibidi babidi ¡¡¡Bum!!!
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By jakirasaga

—¡Ceeeniiiii! —El llamado de Milagros le produce al chico un respingo que lo devuelve en el acto a la actualidaf y de inmediato se rasca la espalda con vehemencia.

Recordar Cartagena, automáticamente suele provocarle escozor.

—Milagros, no vuelvas a mencionar ese lugar.

—Lo siento, Ceni, tienes razón, eso fue horrible, pero ¿qué me dices de la batalla del Juncal?

—Eso no estuvo tan mal, digo, fue una guerra, tenía esperanza de volver, pero las probabilidades de lo contrario siempre son más altas.

El hada asiente en silencio al comprender las palabras del joven.

—Bueno, yo solo decía que en Carta… —el hada guarda silencio un momento al notar la molesta vista de Cenizo fija en ella—. Allá te moriste antes de siquiera iniciar tu búsqueda.

Cenizo se masajea el puente de la nariz y es que en cada una de sus reencarnaciones no le ha quedado claro de qué va su búsqueda o cómo quedó trabado en ese ciclo de reencarnaciones que le impedía celebrar su décimo octavo cumpleaños.

—Milagros, no sé qué esperabas que encontrara allí, tampoco a bordo de la goleta en el río Uruguay.

—Eras militar, yo no te di la misión.

—Sin embargo, apareciste antes de la batalla, Milagros, pude desertar y huir con mi prometida; en cambio, juró esperarme, pero ahí voy yo a morirme de nuevo.

La risita del hada provoca en el joven un mal gesto que enseguida obliga al hada a disculparse.

—Y lo hizo, pero en cuanto se supo de tu muerte, buscó otro prometido. Tuvo una larga y feliz vida. —El hada mueve su varita para mostrarle entre burbujas la historia de su antigua prometida y Cenizo la contempla con fastidio.

—Vaya, el amor apesta.

—No, no es así.

El hada vuelve a batir su varita y en el aire se dibujan imágenes veloces que a Cenizo le cuesta interpretar, pero en lo poco que logra captar ve unos ojos de un raro color, esbozos de sus vidas pasadas y un hilo rojo que se enreda a través de su brazo derecho, pero no consigue descubrir a quién o qué le conecta pues se fragmenta en cada muerte. Las imágenes explotan, transformándose en un reloj que marca las doce y luego desaparece.

—Y ese es justo el problema, Milagros, me das hasta la medianoche, pero sigo sin entender, ¿qué debería buscar? Volveré a morir si no me explicas. —Un suspiro cansino abandona sus fauces—. ¿Por qué siempre me tocan vidas de mierda?

El hada sonríe burlesca, un segundo más tarde, el joven le observa revolotear por el lugar, m a través del espejo mientras intenta peinarse.

—Bueno, Cenizo, supongo que alguien allá arriba piensa que lo necesitas. Sé que has aprendido mucho en estos años.

—Ah, por supuesto, soy un maldito libro de historia viviente, Milagros, pero ¿eso de qué sirve?

El hada entorna los ojos y con un pequeño toque de su varita, el cabello de Cenizo queda fabuloso. El joven silba de admiración ante su reflejo y piensa de nuevo en Tavo: «No tienes oportunidad».

—¿Qué crees haber perdido?

—No lo sé, ¿la vida, muchas veces? —replica con ironía y el hada sonríe mientras continúa su búsqueda, al encontrar el objeto, retorna con el joven quien ladea su cabeza confundido cuando ve la motocicleta de juguete que trae en mano.

—Tú perdiste esto hace mucho, ¿no es así? —El chico asiente en silencio y ella prosicue—: Está un poco maltrecha, pero aún es especial para ti, pude verlo en el brillo de tus ojos.

—Sí, Milagros, fue un obsequio de mi padre, la he buscado como loco, pero ¿qué tiene que ver eso?

—Son muchos los recuerdos y vivencias compartidos a través de esto, ¿cierto? —Cenizo afirma de nuevo, confundido—. Así mismo es lo que buscas y está más cerca de lo que piensas. Ahora, ¡vamos a la cochera!

El hada vuela veloz hacia el lugar, dejando atrás una estela arcoíris que Cenizo sigue entre risas. Después de trescientos veinticuatro años y varias reencarnaciones, sigue sin saber qué buscar. Aunque ahora su pensamiento se basa en el extraño hilo y esos ojos que le resultan familiares, pero su atención se desvía hacia Milagros quien coloca el juguete en el suelo; entre brillos y arcoíris lo convierte en una increíble motocicleta de súper alta gama.

—¡Wao! —exclama el joven, emocionado mientras el cuerpo del vehículo y el hada sonríe—. Es de-demasiado, Milagros, una Ecosse Spirit Es1, ¿quién podría creer que puedo pagar esto? Haz algo más accesible para mí.

El hada vuelve a mover su varita y esta vez se escucha un sonoro rebuzno seguido de sus risitas.

—¡Milagros! ¿Un burro, en serio? ¿Qué sigue? ¿Sombrero de paja y overol?

—¡Bibidi babidi bum!

—¡Milagros, deja de bromear! Parezco alguna versión de Tom Sawyer.

—¡Oh, Tom Sawyer! Apuesto que a Tavo le agradaría.

—Sí, claro. Que sea su libro favorito no me libraría de sus burlas; ya, cámbiame.

—En mil ochocientos noventa y tres te iba bien como actor.

—¿Bien? Era un maldito fracasado, solo hacía de extra, además, ¿en qué se relaciona eso a Tom Sawyer?

—Cierto, nada —contesta el hada y ríe a carcajadas; Cenizo le contempla confundido—. ¡Oh, pero qué tonta! Claro, era ese joven, Uriel, ¿lo recuerdas?

—La verdad hace tiempo no pensaba en él, era un buen tipo.

El hada flota a la altura de sus ojos y con una insinuante sonrisa bate las cejas de arriba hacia abajo repetidas veces, gesto qué por algún motivo ruboriza al chico y le contesta algo incomodado.

—¿Qué? Milagros, tú y tus cosas raras. Él me ayudó a conseguir mi primer papel decente aquella vez en el Teatr Miejski para la puesta en escena de Śluby Panieńskie. —A pesar de la explicación de Cenizo, el hada sigue sin variar su gesto.

—Pero parecía disfrutar de tu compañía en camerino.

—Milagros, éramos amigos, no te pases. Además, ¿se te olvida que tanto él como yo teníamos novias?

—¡Ah, sí, tu novia! Hablas de esa que apenas botó una lagrimita cuando te aplastó esa cosa tras bambalinas.

—¿En serio? Ya me deprimiste. ¿Ves que el amor no sirve?

—Cenizo, el problema es que te niegas a ver más allá. —El hada mueve su varita en el aire y una mágica estela forma un arcoíris que luego explota—. En cada vida, el hilo del destino te ha unido a alguien, pero eres muy terco para darte cuenta, por eso seguirás fallando tu búsqueda si no reaacionas a tiempo.

—¿Amor? ¿Esa es mi búsqueda?

El hada asiente con una sonrisa y convierte al burrito en una Yamaha R15.

—¡Está genial! —grita Cenizo entusiasmado y caricia la motocicleta como si pudiera romperse bajo sus dedos.

—Tu respuesta está más cerca de lo que crees —añade el hada mientras Cenizo se ajusta el casco.

La hermosa sonrisa de Mariana aparece en la mente del joven y un sentimiento de tranquilidad recorre su cuerpo. Sí, esta vez es seguro, ella es la indicada, sus ojos avellana lo confirman; pero debe darse prisa antes de que el molesto Tavo le arruine la noche.

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