Introducción: ¿Quién va a ser qué de qué?
La primera vez que se conocieron eran unos mocosos de 10 años y fue gracias a Mikey. El rubio más bajito le hablaba siempre de un enorme chico igual de genial que Draken, que él siempre le cocinaba cosas deliciosas y lo llevaba a todos lados con su bici.
La curiosidad se convirtió en fastidio luego de innumerables veces que su amigo presumió al niño y Draken creyó que si le demostraba a Mikey lo genial que era dejaría de hablar de ese niño que ya le caía mal y ni lo conocía. El plan era sencillo: fingir interés para que Mikey los presente y ganarle en lo que mejor se le da, las peleas.
Draken confía ciegamente en su fuerza. Ser el niño más grande de su edad lo convirtió en el más fuerte y sabe que nadie lo podría superar.
Hasta que lo vio en persona.
Su mandíbula se desencajó cuando vio a un niño sentado sobre una pila de chicos de secundaria totalmente noqueados. El pelinegro tenía la cabeza baja por estar contando dinero, a simple vista notó la mitad de sus rasgos por la enorme venda que cubría la mitad de su ojo izquierdo, una melena muy mal cortada (como si lo hubiera hecho él mismo) y, lo que llamó por completo la atención de Draken, un tatuaje de dragón en su cuello.
— ¡Satchin! ¡Por aquí!
El niño levantó si rostro para buscar esa voz que lo llamaba por ese ridículo apodo y cuando lo encontró su rostro mostró un enorme fastidio. De un salto se bajó de su improvisado trono para ir con el enano y Ken notó, a cada paso que se acercaba, cómo el niño se hacía más grande.
Hasta qué ambos quedaron cara a cara, con Mikey en medio de ambos titanes.
—... ¿Tú nombre? — preguntó con un pequeño gallo en la garganta. Eso sorprendió a Draken ¡Ese niño estaba madurando antes que él!
—Ryuguji Ken, pero todos me dicen Draken — es tan genial, pensaba el rapado. Jamás lo dirá en voz alta, pero muy dentro suyo envidia la genialidad que desprende ese niño. — Voy a 5to grado en-
—Lo sé, todos los niños hablan del peligroso dragón rubio de la primaria 4 — interrumpe aburrido, causando enojo y confusión en Draken. ¿Dragón rubio? ¿A qué se refería? —. Me llamo Sadao Satoru, pero todos me apodaron como Yoru no Ikari*.
¡¡Es tan genial!! Gritó mentalmente Ken fastidiado. No sólo parecía genial, sino que verdaderamente lo era ¡Su apodo era asombroso! Él mismo tuvo que decir su apodo para que todos lo reconozcan así y el amigo de Mikey se ganó ese apodo por su cuenta.
— ¿Verdad que duele?
— ¿Eh? — Draken se ruborizó al tenerlo demasiado cerca de él, por lo que retrocedió mucho — ¿D-de qué hablas?
—Del tatuaje.
—A-ah... Si... ¡Espera, a eso no venía! — ya se hartó, iba a poner a ese niño en su lugar -—¡Tú y yo pele-!
—¡Satchin! ¡Paga mí helado!
Ambos niños se quedaron en blanco por un segundo, antes de voltear lentamente a ver al más bajito a unos metros de ellos, frente a un vendedor ambulante de helados que esperaba que alguien pagara por ese helado que le reclamó el niño. Satoru bufó molesto, siempre era lo mismo con Mikey, apenas veía que llevaba un poco de dinero y se ponía de caprichoso o, como en este caso, lo obligaba a pagar su comida.
Apenas de acercó a Mikey le dio un golpe a puño cerrado en la cabeza que lo hizo encorvarse hacia adelante y procedió a pagar. Draken esperaba que la paliza que le llegase a dar Mikey no lo matara porque aún quiere pelear contra él, pero pasó algo que no se esperaba para nada y fue ver por primera vez a alguien esquivando la patada de Mikey que fue a parar a la mini heladera dónde el señor guardaba su trabajo y, por consecuencia, esparramando por el suelo los helados y algo de hielo.
Manjiro y Draken huyeron de ahí. Satoru se quedó para ayudar al señor a recoger su mercancía mientras se disculpaba y le pagó un extra por dos helados que se habían estropeado por el golpe.
Se reencontraron minutos después en una bajada frente a un riachuelo. Satoru deformaba con sus dientes el palo de madera que antes tenía helado, se mostraba demasiado tranquilo hasta que sus oscuros ojos se giraron a ellos y se oscurecieron.
—¿Sabes lo que hiciste ahí? — preguntó molesto.
—No fue mí culpa. — se queja Mikey sin interés alguno por aquel accidente.
—¡Casi le quitas el empleo a alguien, Mikey! Ese hombre consigue comida gracias a esos helados, tu patada casi lo arruina — regaña el niño mientras se acerca a ellos. A cada palabra que él decía, Draken notaba como Mikey comenzaba a enojarse más y más.— Deberías controlar esos impulsos, tu fuerza no es algo que debas tomar tan a la ligera.
— ¿Y a ti que te importa lo que haga o no con mí fuerza?
—Me importa porque eres mí maldita perra y también mí amigo, nunca abandono a los míos — los ojos se Mikey brillaron por un momento por sus palabras. Ese niño sabía usar las palabras para calmarlo. — Eres el invencible Mikey, no el inmortal. Los adultos no tienen nada que ver en nuestro mundo.
Luego de eso Satoru le dio el helado derretido a Draken, quien solo aceptó el palito y lo guardó como un preciado tesoro para el futuro. Cada vez que vea ese palo ganador recordará el día que conoció a su igual.
Años después, en el sector de reuniones de la Tokyo Manji Gang, Manjiro Sano observaba fijamente cómo su mejor amigo calmaba exitosamente al líder de la primera división para que no quemase un auto. Mikey es consciente que la forma en la que Ken los cuida puede llegar a ser bastante fraternal y, siendo algo obvio con los más cercanos, lo llegaron a apodar como el padre del grupo.
Otra persona llegaba en su motocicleta y Mikey, al estar observando a Draken, notó la mirada que este le dedicó a su mano izquierda; Satoru Sadao. El chico que constantemente pelea con Draken por el puesto del segundo más fuerte y, según Mikey y Emma, el único a la altura para ser pareja de su mejor amigo.
Si, los Sano los shippean.
Porque en más de una ocasión Draken y el Yoru no Ikari mostraron esa tensión amorosa al estar juntos. Inconscientemente siempre están atentos al otro, en peleas grupales están espalda contra espalda para cubrir al otro y la mayoría de las veces se los ve juntos.
Es más, Satoru es la pieza fundamental en ese trío pues mientras Mikey es la fuerza y Draken el corazón, Satoru cumple su función siendo este el cerebro. La Toman siempre fue por buen camino gracias a este, por su aguda visión y sentido de desconfianza para no meter a quienes le darían una mala imagen al grupo.
Es por eso que Mikey, estando cerca de sus amigos, anunció lo siguiente.
—¡Kenchin y Satchin son los padres de la Toman!
—¡¿Ah?!
Y así empezó esta bonita historia de amor.
Satoru Sadao, 16 años. Tercero al mando de la Tokyo Manji Gang, mide 1.80 y su cumpleaños es el 21 de junio. *Su podo Yoru no Ikari se traduce como Furia Nocturna.
Toya Kawata, 16 años. Miembro informático de la cuarta división de la Tokyo Manji Gang, mide 1.70 y su cumpleaños es el 25 de mayo. Es el hermano del medio y su apodo es Saddie.