Nadie había sabido nada de Amy en días y Neville se estaba volviendo loco buscándola, pero estaba seguro de que los Carrow no la habían matado porque ellos también estaban buscándola.
El muchacho había comenzado a ver a un pequeño canario albino que cantaba posado en el marco de la ventana cada vez que salía de un aula para dirigirse a su siguiente clase, y una noche que salió a hurtadillas de la Torre de Gryffindor, se llevó un susto de muerte al encontrarse a Fang montando guardia sentado frente al retrato de la Señora Gorda, con cierto canario albino posado sobre su cabeza.
—¿Qué haces aquí, Fang? ¡Qué susto! —Susurró Neville.
Fang se puso de pie y con sigilo subió las escaleras que cambiaban de lugar hasta detenerse en el rellano, donde se sentó con vista a Neville. Como el muchacho no lo seguía, Canario voló hacia él y con su pico intentó tirar del borde de su manga, pero por el peso de su brazo terminó soltándola y regresó a posarse sobre la cabeza de Fang.
Neville comprendió el mensaje y comenzó a subir las escaleras sin hacer ruido, entonces Fang se puso de pie y continuó subiendo hasta el séptimo piso, guió a Neville por los pasillos hasta que finalmente se detuvo frente al tapiz de Barnabás el Chiflado y se sentó allí.
—¿Cómo es que conoces este lugar, Fang? —Preguntó Neville al darse cuenta de dónde se encontraban—. ¿Y por qué tienes un canario en la cabeza? Oye, yo te conozco —le dijo a Canario—. Me has estado sig...
Neville no pudo terminar la frase porque en ese momento, la enorme puerta de la Sala de Menesteres había aparecido y Fang se puso de pie. El muchacho entró a la sala seguido del enorme perro jabalinero, pero se veía muy diferente a la primera vez que la encontró en Quinto Año. Era mucho más pequeña, tenía una hamaca, unos tapices de Ravenclaw, una enorme casa para perro, una caja de arena y un enorme retrato de una niña rubia de expresión dulce.
De repente, la sala se volvió un poco más grande y apareció una segunda hamaca y unos tapices de Gryffindor. Luego Canario voló y retomó su forma humana, dejando a Neville boquiabierto.
—Soy yo, Nev —dijo Amy y el muchacho no daba crédito a sus ojos.
—¡Oh, por Merlín! ¡Amy! —Chilló Neville, loco de alegría y corrió a abrazarla—. Te he estado buscando como loco. ¡Qué alegría me da verte!
—A mí también, Nev —respondió Amy con una sonrisa.
—¡Por los calzones más andrajosos de Merlín! ¡Eres una animaga!
—Una no registrada.
—¡Pero qué tonto soy! ¿Cómo pude olvidarlo? Nos lo contaste en el tren el día que nos conocimos. Pero nunca imaginé que fueras un canario albino.
En ese momento se escucharon ruidos que provenían del baño, como si alguien estuviera arrastrando muebles muy pesados allí. Amy y Neville intercambiaron miradas y corrieron a investigar con las varitas en ristre, pero resultó que el baño se había vuelto más grande y se había dividido en dos. Un lado estaba equipado para las necesidades de una mujer, y el otro, para las de un varón.
—Esta sala sí que piensa en todo, ¿no crees? —Preguntó Neville y Amy asintió.
—Creo que es la más mágica de toda la escuela —respondió ella—. Esta noche apareció la casa para perro y la caja de arena cuando traje a Fang. Entramos al castillo y nos escondimos en el baño de Myrtle la llorona mientras todos cenaban, y esperamos a que las luces se apagaran para venir hasta el séptimo piso. Aquí he estado escondiéndome durante los últimos días.
—Yo también estaba necesitando un escondite. Pensé en la cabaña de Hagrid, por eso salí a hurtadillas esta noche.
Amy observó detalladamente a Neville y recién cayó en cuenta de que su amigo tenía el cabello muy largo, el rostro lleno de heridas, y la ropa desgastada y rota.
—¿Pero qué fue lo que te hicieron, Nev?
—¿Lo dices por esto? —Preguntó Neville señalándose las heridas—. ¡Bah! No es nada —añadió quitándole importancia con un gesto—. El Ejército de Dumbledore siguió luchando y trabajando desde la clandestinidad después de que desapareciste, Amy. Como siempre nos sentábamos juntos en clase, los Carrow asumieron que ahora el líder soy yo y empezaron a castigarme más en serio. Ellos creen que sé dónde te escondes y me torturaron para sonsacarme información, pero como no les dije nada y sus castigos sólo me hicieron más fuerte, decidieron ir por mi abuela.
—¡¿Qué?! —Exclamó Amy abriendo los ojos como platos.
—Pero el tiro les salió por la culata —respondió Neville con una sonrisa—. Como ella vive sola, creyeron que no necesitaban enviar a nadie particularmente hábil. Pues bien —rió muy satisfecho—, Dawlish está en San Mungo y mi abuela logró huir. Me escribió una carta —añadió dándose unas palmaditas en el bolsillo de su camisa— diciendo que está orgullosa de mí, que soy el digno hijo de mis padres, y me animó a seguir luchando.
—¡Eso es fantástico!
—Sí, mucho —dijo Neville contento—. Pero escuché una de las conversaciones de los Carrow. Dijeron que como no conseguían controlarme, debían deshacerse de mí. Entonces me di cuenta de que era el momento de desaparecer, por eso salí a hurtadillas esta noche.
—Aquí estarás a salvo, Nev. Pero el resto de nuestros amigos están corriendo peligro. Necesitamos traerlos a todos. Aquí tendrán refugio y comida.
—¿Comida? ¿Pero cómo? No hay una cocina aquí y no se puede hacer aparecer comida con magia.
—Lo sé. La comida es una de las cinco excepciones de la Ley de Gamp sobre Transformaciones Elementales. Es lo único que la Sala de Menesteres no es capaz de proporcionar, pero Aberforth Dumbledore sí. Gracias a él he estado alimentándome. Aquí hay un pasadizo secreto que va hasta su casa.
Los días pasaban y Amy y Neville ya casi habían logrado poner a salvo a todo el Ejército de Dumbledore en la Sala de Menesteres. Amy se encontraba en casa de Aberforth, ayudando a servir comida de una enorme olla en unos cuencos para llevarla a sus amigos y a Fang.
—Te agradezco que vengas a ayudame con la comida, Amy —dijo Aberforth.
—Es lo menos que puedo hacer para agradecerle, Sr. Dumbledore —respondió Amy—. De no ser por usted, nos habríamos muerto de hambre hace tiempo.
Una pequeña sonrisa se dibujó en el rostro de Aberforth y a Amy le recordó mucho al profesor Dumbledore.
—Hoy recibiremos un poco de ayuda extra, ¿sabes, Amy?
—¿Ah sí? ¿De quién?
—Ya debe estar por llegar.
¡Crac!
Amy soltó un gritito y dio un salto del susto, y vio que Dobby se había aparecido en la salita del Sr. Dumbledore.
—¡Ah! ¡Señorita Amy! —Chilló el elfo con sorpresa y alegría al mismo tiempo.
—Hola Dobby —lo saludó Amy con una sonrisa.
—¡Qué gusto me da verla, señorita Amy! Cuando el Sr. Dumbledore se lo dijo a Dobby, Dobby no podía creerlo.
—A mi también me da gusto verte, Dobby.
—Cuando se es dueño de un bar como Cabeza de Puerco, uno se entera de muchas cosas —dijo Aberforth—. El mismo Abraxas Malfoy estuvo aquí en más de una ocasión y lo escuché decir que no le gustaba que la novia se su hijo tratara a su elfo doméstico como a un igual —añadió y Amy frunció el ceño—. A mí siempre me agradó Dobby y creí que le gustaría saber que la muchacha que siempre lo trató bien estaba muy viva.
—A Dobby le gustó —afirmó el elfo—. Dobby siente mucho aprecio por la señorita Amy porque siempre fue buena con Dobby, desde la primera vez que el amo Lucius la llevó a la mansión Malfoy. Dobby estaba acostumbrado a los maltratos de su familia, aunque al amo Draco le gustaba acariciar las orejas de Dobby cuando era bebé. A Dobby le hacía cosquillas —recordó y una pequeña sonrisa se dibujó en el rostro de Amy.
—Ellos ya no son tus amos, Dobby. Eres un elfo libre —le recordó la muchacha.
—Perdón, señorita Amy. Es la costumbre —repuso Dobby avergonzado—. Dobby no va a hacer preguntas, pero le alegra mucho que la señorita Amy esté de vuelta y quiere ayudar.
—Lleva esta bandeja con comida hasta el final del túnel por favor, Dobby. Allí encontrarás a los compañeros de Amy —dijo Aberforth, revelando la entrada del túnel oculta detrás del retrato de Ariana.
—Yo iré detrás de ti en cuanto termine de servir estos platos, Dobby —dijo Amy y el elfo asintió.
Dobby llevó la comida hacia la Sala de Menesteres y Amy demoró unos minutos más en servir los platos que faltaban, y cuando terminó de acomodarlos en otra bandeja para llevarlos por el túnel, una bola de luz plateada atravesó la ventana, se detuvo en medio de la salita y tomó la forma de un hermoso thestral plateado que habló con la voz de Draco:
"Amy preciosa, mi amor, espero que logres recibir este mensaje. Sé que me pediste que no intentara contactarte por lo arriesgado que sería, pero no lo haría si no fuera cuestión de vida o muerte. Los carroñeros capturaron a Potter y a sus amigos, y ahora están prisioneros en el sótano de la mansión junto con ese duende Griphook, el Sr. Ollivander y la chica Lovegood. Yo no puedo liberarlos porque despertaría demasiadas sospechas. Ayúdalos por favor, te lo suplico. Tu amigo Potter te necesita... Yo te necesito... Perdóname por sumar un problema más a los que ya tienes. Te amo"
El hermoso thestral plateado se desvaneció y Amy comenzó a llorar de emoción.
—¡Draco lo logró! ¡Finalmente logró conjurar su Patronus! —Chilló contenta.
—Así que ahí están —murmuró el Sr. Dumbledore—. ¡Muchacho tonto! ¡Dejó que los capturaran! —Exclamó ceñudo, mirando un pequeño espejo rectangular que estaba apoyado contra la pared sobre la repisa de la chimenea, justo debajo del retrato de Ariana.
¡Crac!
Amy soltó un gritito y dio un salto del susto, y vio que Dobby se había aparecido de vuelta en la salita. Y de repente, un extraño rostro que habló con la voz de Harry Potter había aparecido en el espejo durante unos segundos, diciendo:
—Por favor, ayúdanos.
Y en cuanto el rostro desapareció, Amy preguntó desconcertada:
—¿Qué fue eso, Sr. Dumbledore? No era Harry quien apareció en el espejo, ¿o sí?
—Me temo que sí —respondió el Sr. Dumbledore.
—¿Harry Potter está en problemas? —Preguntó Dobby con preocupación.
—Está en graves problemas —respondió Aberforth—. Este espejo le pertenecía a Sirius —explicó cogiendo el espejo, y Amy sintió mucha tristeza al escuchar ese nombre— y le dio su par a Harry para que pudieran comunicarse. Se lo compré a Mundugus Fletcher hace como un año atrás y Albus me dijo qué era. Me ha servido para no perder de vista a Potter y a sus amigos.
—¿Los ha estado cuidando a través del espejo? —Preguntó Amy.
—Sí, algo así. Pero gracias a Draco, ahora sabemos que los tienen prisioneros en la mansión Malfoy junto con otros más, y necesitan ser rescatados, Amy.
—¿Harry Potter y sus amigos, prisioneros? —Preguntó Dobby horrorizado.
—Los capturaron los carroñeros, Dobby —respondió Aberforth.
"Así que allí llevaron a Luna y al Sr. Ollivander", se dijo Amy a sí misma. "¡Oh, Santo Cielo! Debió ser él quien gritaba aquella noche", pensó horrorizada al recordar los gritos que escuchó la noche que la profesora Burbage fue asesinada.
—¿Pero cómo llegaré a la mansión? —Preguntó la muchacha—. Apuesto a que está protegida igual que Azkaban. Seguro que nadie puede aparecerse ni desaparecerse allí, o de otro modo, los prisioneros habrían escapado.
—Esa magia no funciona con los elfos domésticos —dijo Dobby—. Dobby puede ayudar. Dobby conoce todos los rincones de la mansión Malfoy.
—Perfecto —dijo el Sr. Dumbledore—. Ve, Dobby. Lleva a Amy a la mansión y ayúdala.
—Será un honor ayudar a la señorita Amy —dijo el elfo—. Dobby quiere ayudar a rescatar a Harry Potter y a sus amigos, y quiere redimirse con la señorita Amy por no haber podido hacer nada cuando El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado la torturó hace años... ¡Dobby lo lamenta, señorita Amy! —Sollozó—. ¡Dobby...!
—Tranquilo, Dobby —lo interrumpió Amy—. No había nada que pudieras hacer —añadió acariciándole el rostro con ternura y el elfo se sonrojó—. Si hubieras intentado cualquier cosa, él te habría matado a ti también. Ya no te mortifiques con eso, ¿sí?
Algo parecido a una sonrisa se dibujó en el rostro de Dobby al escuchar esas palabras. Amy le sonrió, cogió la bandeja con los platos de comida que aún no había llevado a sus amigos, y prosiguió:
—Llevaré esta comida a los chicos y cuando regrese nos pondremos en marcha.
¡Holi hola!
Draco finalmente logró conjurar su Patronus, señoras y señores, y es un thestral 😱
A que no se lo esperaban, ¿eh?
Ahora Amy tiene una nueva misión. ¿Cuál creen que sea el plan?
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¡Nos leemos el próximo miércoles!