No te emociones tanto

By PaulStonem

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Una chica normal y corriente con una obsesión: Un cantante de rock los 90 en plena crisis de los cuarenta. Él... More

Sinopsis
PRÓLOGO
1. No te enfades tanto
2. No te enfades tanto
3. No te agobies tanto
4. No te agobies tanto
5. No te muevas tanto
6. No te muevas tanto
7. No te obsesiones tanto
8. No te obsesiones tanto
10. No te emborraches tanto
11. No te líes tanto
12. No te líes tanto
13. No me llames tanto
14. No me llames tanto
15. No te rías tanto
16. No te rías tanto
17. No me esperaba tanto
18. No me esperaba tanto
19. No me beses tanto
20. No me beses tanto
21. No me subestimes tanto
22. No me subestimes tanto
23. No te emociones Tanto
0o0o Spoileati-me o0o0
24. No te emociones tanto
Epílogo

9. No te emborraches tanto

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By PaulStonem

9.        No te emborraches tanto

Nunca había estado en esa discoteca desde que había llegado a la ciudad, y eso que todo el mundo hablaba de ella. Incluso sus amigas le habían preguntado si había ido ya, como quien va a Roma y va a ver el Coliseo. Pero bueno, había merecido la pena, porque le gustaba mucho. Era un teatro antiguo de tres plantas totalmente reformado pero sin perder esa esencia de teatro. ¡Qué chulo! La primera planta era una gran sala, tras un amplio recibidor, donde todo el mundo bailaba de pie y al fondo un escenario donde ahora había un Dj. La segunda planta era la parte superior del recibidor con unos palcos que daban al escenario. Y luego, en la tercera, había una sala vip y desde los palcos también se podía ver la pista y el escenario. Habían subido a la segunda planta, pero a la tercera imposible. Se sentaron en unos sofás que estaban en uno de los palcos y dejaron sus Gin-tonic última moda sobre una mesita de té.

—Tía, que es que a mí no me gusta el Gin-tonic nada ni aunque lo adornen como si fuera una copa de helado —se quejó Vega mirando a Trizia después de haberle dado un trago y poner malísima cara.

—Pero se lleva como los Manolo Blahnik, con clase —le dijo Rico sujetando la copa en la mano como si se tratara de una delicatesen.

—Luego dices que no eres un Gay cliché, Federico —se quejó Vio clavándole una mirada incisiva a su amigo—. Si no dejas de hablar de tacones y de compararlo todo con la moda no me voy a creer eso que dices.

—¡No me llames así!

—Bueno, vale —dijo Trizia poniendo un poco de orden—. No lo llames así —le espetó a Vio—. Se pone insoportable cuando se queja —agregó en una risita, lo que hizo que Rico soltara un bufido—. Y si no te gusta, pues pídete otra cosa, pero deja aquí tu vaso que ya nos lo bebemos él y yo.

—Vale… —agregó Vega rodando los ojos antes de levantarse con una sonrisa—. Voy a pedir un ron.

Vega caminó hacia la barra que tenía más cerca. La música se oía muy alta ahí, porque había un espacio para bailar. Se chocó con un chico medio rubito, o castaño, a la luz de colores era difícil de averiguar. Tenía unas cejas enormes y oscuras, pero una sonrisa perfecta. Ella también sonrió disculpándose y llego a la barra finalmente. Por favor, qué monada. ¡Y qué cejas! ¿Sería posible que pudieran resultarle atractivas unas cejas? Definitivamente sí.

Volvió a los sillones con un vaso de ron en la mano y un botellín de refresco de limón en la otra. Ella era clásica del ron con limón. Nada de gin-tonics modernos. Sonrió a sus amigos y le dio un trago a su vaso después de haberlo mezclado y removido con una pajita que llevaba el sello del local. Había sido una buena idea salir juntos, no cabía duda. Vio se empezó a reír mirando a alguna parte detrás de Vega.

            —¿Qué?

            —¿Habéis visto que no le quita ojo? —preguntó a los otros.

Vega se giró algo incómoda hacia donde miraba Vio y vio al chico de las cejas mirando al suelo. ¿Le habría pillado mirándola? Vega volvió la vista a sus amigos. Empezó la típica discusión de «le gustas», «eso es mucho decir», «le hemos pillado», «bueno, obvio que le gusto. Gusto a cualquiera» y todas esas cosas que se suelen decir en esos casos. Bueno, no era el plan de Vega aquella noche, pero conocer gente nueva tampoco estaba fuera de sus planes. De todos modos, había otro chico con pinta de chulo de esos, con aires de rockstar, sentado en otro de los sofás de cerca. Casi que le parecía más atractivo.

La idea de esa noche era desparramar y beber mucho. Nada más. Volver a ser adolescente, o bueno universitaria, sin preocupaciones. Eso le había dicho a Rico para convencerse de salir. Su amigo le dijo que él salía sólo a ver si encontraba al hombre de su vida y se casaba con él. Vega alzó una ceja porque su amigo salía todos los días con esa intención. No era que no le creyeran nunca nada de lo que decía, solo que las tres pensaban que él era una Drama Queen en potencia.

Cuando tienes casi treinta años y trabajo estable, parece que todas las conversaciones tienen un mismo enfoque: el trabajo. Las chicas comenzaron a hablar de lo interesantes que estaban los proyectos del estudio, a pesar de quejarse luego de lo coñazo que eran ciertas cosas de las que tenían que encargarse. Trizia les habló de lo peculiares que eran algunas de las clientas que pasaban por su centro de estética. A Vega siempre le hacían mucha risa, sobre todo por la manera que tenía Trizia de contarlo con una ironía demasiado despreocupada. O por eso o porque Vio hacía preguntas de todo tipo lo más ácidas posible, así como era ella. Rico cotilleaba como la que más pero terminaba quejándose de que sólo sabían hablar de trabajo y que se sentía excluido porque él aún era universitario.

            —Eso te pasa por echarte amigas de otra generación.

            —¡Ay! Si en el fondo me encanta —dijo él alzando las manos—. Es como salir con las de Sexo en Nueva York, sólo que sin sexo porque estáis todas a pan y agua —agregó explicándose, torciendo el gesto con desagrado al final de la frase—. Excepto Vio, que ahora se ve con ese chico.

            —Pero por poco tiempo —anunció. Todos la miraron con los ojos como platos. Vega se rio porque intuía por donde iban los tiros—. Ayer conocí al hombre de mis sueños.

Definitivamente Vega soltó una carcajada y negó con la cabeza mirando a su amiga. Sin embargo Trizia y Rico la miraban queriendo saber más. Un camarero pasaba por allí para retirarles las copas vacías y Vega le preguntó si les traerían otra ronda. El chico la miró extrañado pero ella sonrió cándidamente. Él no se supo resistir y se encogió de hombros. Había que pedir en la barra, pero pareció colar. Vega le dio un billete de cincuenta y le dijo lo que querían. Él igual pensó que a lo mejor terminaba con ella al acabar su turno y se fue a la barra sonriendo. Vio la miró anonadada, Trizia con una sonrisilla malvada y Rico pasó del tema, quería saber quién era ese hombre sensual —porque lo imaginaba sensual—, del que hablaba Vio.

Entonces la pelirroja relató lo que había pasado la mañana del viernes, cómo el tipo de la tele se coló en el ascensor y luego todo ese tonteo de risitas que tuvieron antes de que a él le llamaran por teléfono. Vega la miraba con algo de escepticismo porque había vivido la historia y no era, ni por asomo, tan emocionante como la estaba relatando ahora su amiga. Pero Rico y Trizia estaban encantadísimos con la noticia y le picaban para que le hablara en cuanto el chico volviera a pasar por el estudio. Vega hacía gestos de aprobación imitando a los otros dos cuando llegaba el camarero con tres gin-tonics y un ron con limón. Él sonrió devolviéndole el cambio y ella, en un intento por parecer despreocupada como las de Sexo en Nueva York, le dijo que se lo quedara por las molestias. El chico, que era bastante joven, no dijo nada y sonrió dándole las gracias. Probablemente nadie daba nunca propinas al chico que recogía los vasos, así que era más de lo que podía pedir.

            —¿Eres millonaria? —le preguntó Rico—. Porque a la próxima voy yo a pedir…

            —Todavía no, pero pronto —respondió ella.

            —Ay, pronto a las Bahamas —le dijo él con mirada soñadora y una mano en el pecho dramáticamente. Vega se rio—. Bueno, Viochu, dinos, ¿y quién es él? Si trabaja en la tele, tengo que conocerlo seguro. Lo mismo es gay, en la tele hay muchos gays.

            —¡No, no era gay! ¿Por qué los gays siempre pensáis que todos los hombres son gays?

            —Porque nos gustaría —terció él muy convencido.

            —Es Cobe Burke —dijo finalmente. Vega sonrió. Trizia alzó las cejas y Rico abrió las manos en el aire con la cara desencajada.

            —¡No te creooooooo! —soltó—. Pero es un sex symbol.

            —Mira que te gusta exagerar, Rico —se quejó Vega.

El chico se puso casi a saltar sobre el asiento de pura emoción. Las miró a todas y sonrió como un idiota. Comenzó a explicarles que él había mandado su currículum para hacer prácticas profesionales a la productora que llevaba el programa de Cobe. Era un programa de entrevistas y él estudiaba periodismo, la idea de trabajar en televisión lo fascinaba. Vega y Trizia le dijeron que era una idea genial y que esperaba que lo llamaran. Vio le comenzó a decir que en cuanto fuera novia de Cobe, le enchufaría y entre los dos se montaron una de esas películas fabulosas sobre un futuro lleno de éxito. Trizia preguntó si no podría enchufarla también a ella en el backstage de maquilladora y Vega se sumó a la fantasía, por supuesto.

            —Ay sí, todo sí —dijo—. Y cuando vaya Den a ser entrevistado no te olvides de hacerle la pregunta —advirtió.

            —¿Qué pregunta? —preguntó Rico como súper interesado.

            —Que si se quiere casar conmigo. Dile que seré millonaria y viviré en las Bahamas.

            —¡Ay, por favor! Qué bien suena todo. ¡Seremos famosos y millonarios! —exclamó el chico con toda su emoción.

Chocaron sus vasos en un brindis y, al grito de «por nuestras prósperas vidas llenas de éxito», bebieron todos a la vez. El plan estaba bien montado, aunque cojeaba de la pata más gorda de todas: Vio y Cobe tendrían que volverse a ver primero.

No importaba, realmente no importaba. Esa noche era noche de los cuatro, era noche de sueños y de volver a ser adolescente. Vega se levantó de golpe.

            —¡Me encanta esta canción!

Vio se levantó diciendo que a ella también y se fueron entre la gente para ponerse a bailar. Los otros no tardaron en llegar. Tenían un buen rollo increíble. Si hubiesen tenido quince años se habrían prometido ser amigos para siempre o algo así, aunque que sus cuatro futuros estuvieran tan ligados por la misma fantasía era casi como que acababan de declararse amor eterno.

            —¡Me pienso beber toda la ciudad! —anunció Vio con las manos en alto.

            —¡No te emborraches tanto! —le dijo Trizia bebiendo la que era su tercera copa. Vio le guiñó un ojo.

Quizá era un plan que cojeaba, daba igual. Estaban tan contentos que apenas se dieron cuenta de que en el Hall de la discoteca se estaba montando cierto revuelo. A lo mejor no estaban tan lejos de sus sueños.


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