Juego Mortal © (Libro 1) /Ed...

By Labseth

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El 13 de octubre del 2030 fueron elegidas al azar trece personas de cada provincia, para probar un nuevo mund... More

Sinopsis
Capítulo II. ¿Vivir O Morir?
Capítulo III. JT.
Capítulo IV. Simon
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Capítulo I. PlayGames

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By Labseth

-La tienda PlayGames abrirá en unos diez minutos. Pedimos paciencia a todos los clientes.- Usó de la nada un megáfono, la mujer de cabello castaño claro que formaba parte del personal de la tienda y al mismo tiempo tenía algo que ver en la organización del lanzamiento de los nuevos juegos. Llevaba un uniforme azul marino que combinaba con sus ojos, tenía el cabello recogido en una pequeña trenza y se notaba que había usado demasiado maquillaje, ya que se le notaba en el rostro.

La tienda PlayGames era la quinta tienda más grande de la ciudad. Sentía que hoy iba a ser un buen día, aunque aún me sentía mal por haber cancelado la cita que tenía con Simon. Simon, era mi mejor amigo. Nos conocimos a los ocho años y desde ese entonces somos inseparables. También tuve que faltar en clase, aunque era el último día, así que ningún drama. En otras ocasiones jamás se me habría pasado por la mente no ir, però hoy salía la continuación de uno de mis juegos favoritos. Desde hace semanas, el juego se volvió todo un éxito y entro en el top diez de juegos más comprados. Una parte de mi sabía que si no venía hoy, el juego terminaría agotado y yo tendría que esperar semanas para tenerlo... Y en lo personal, odio las esperas. Las anteriores partes del juego se conocen por dos nombres, aunque oficialmente se llaman: World Of Sacrifice: The Beginning, World Of Hate: Lord Of Death y la que sale hoy es la parte final de la trilogía World Of Darkness: When Light Disappears.

Eran juegos en los que tu misión era subir de nivel derrotando a enemigos, debías luchar contra la oscuridad, cumplir misiones, conseguir experiencia, desbloquear habilidades y cumplir retos... Y no puedo dejarme mi parte favorita, este juego solo podía ser jugado en el modo multi-jugador, por lo cual todas las misiones debían ser completadas con un grupo formado al menos por dos personas. Sin un compañero con el que avanzar, estabas acabado en el juego.

-Señorita, aquí tiene un vaso de limonada. Sentimos mucho la espera, pero uno de los editores nos pidió que le esperásemos, para que pudiese decir unas palabras, antes de abrir.- Me sacó de mis pensamientos la mujer que hace unos minutos usó el megáfono. Con la mano izquierda me ofrecía un vaso de plástico, típico de fiesta de cumpleaños. Vi que en la mano derecha tenía una bandeja de plata con más vasos similares. En ese momento tuve una extraña sensación, la limonada tenía un color violeta oscuro, sin motivo alguno desconfíe de su contenido, pero terminé aceptando el vaso transparente después de unos segundos. El rostro de la mujer de iluminó con una enorme sonrisa, como si acabase de quitarle un peso de encima, lo que me inquieto más aún.

-Esto... Gracias. -Susurré en voz baja, nerviosa. Por un momento dudé, no estaba segura de que me hubiese oído. Estaba dispuesta a repetir mi respuesta cuando la mujer abrió la boca para decir algo.

-Cuidamos muy bien a nuestros fieles clientes. -Me guiñó el ojo derecho y con lentitud me empezó a dar la espalda, para repartiendo las bebidas. Nada me parecía extraño en lo que acababa de decir... Hasta que me puse a analizar la frase.

¿Cómo sabía ella que yo era una fiel clienta? Dudaba mucho de que todos los empleados se acordasen de sus clientes.

-¿Cómo sabe que soy un cliente fiel? -No pude evitar tragarme la pregunta. La mujer se volvió a dar la vuelta hacia mí clavando sus ojos marinos en los míos.

-Sólo hay que verte, una chica, de poco más de veinte años. Estás aquí en vez de ir el último día a clase a por las notas. Lo raro sería que no lo fueses. -Sus palabras hicieron que mis mejillas cobrasen color.

¿De verdad era tan obvio? ¿Y qué si me gustan los juegos? ¿Acaso era malo?

En parte, la forma en que lo dijo y las palabras que empleó para ello me ofendieron un poco. Me sentía juzgada, aunque ella fuese una completa desconocida, me sentó mal. No dije nada, solo desvié la mirada y dejé escapar un pesado suspiro. No quería tenerlo en cuenta, pero siempre me pasaba lo mismo y esa clase de palabras se apoderaban de mi mente. Clavé la mi mirada en el suelo y negué varias veces con la cabeza.

-Siento haber dicho eso, sólo es lo que me parece. -Hizo una corta pausa, miró varias veces su alrededor y volvió a mirarme. -No se lo digas a nadie, pero toma. -Del bolsillo izquierdo se sacó algo parecido a una chuchería y me la dio como si fuese una niña pequeña. Al parecer era su forma de pedir perdón. En su rostro vi la gran esperanza de que aceptase el caramelo como disculpa.

-Esto, no hace falta en serio. No ha pasado nada. -Me negué nada más tenerla en la mano. Aquí algo va mal.

-Insisto, están riquísimos. Tengo la lengua muy larga, no debería de haber dicho eso... Y siempre viene bien algo dulce de buena mañana.-Sonrió con demasiada alegría y me miró con una mirada que decía: "Yo no pienso aceptarlo de vuelta."

-Bueno... ¿Qué es? -Exigí saber y empecé a buscar el nombre en el envoltorio. Por desgracia no conseguí encontrar el nombre en mi idioma, ya que solo estaba en chino y japonés. A continuación mi imaginación se abrió paso, pensando en lo peor. -En serio, no hace falta que me des chucherías, si no ha pasado nada. -Añadí y le volví a dar el supuesto caramelo chino, dedicándole una sonrisa forzada para convencerla con ello de que no estaba molesta. Ella suspiró, molesta y me lo arrancó de la mano, dejándome sorprendida por la agresividad.

-Bien, aquí alguien quiere ser amable y nada. Coge al menos otra limonada, porque parece que el propietario viene andando. Toma. -Gruñó molesta y a la fuerza en la mano libre me metió otro vaso con limonada, esta vez de color azul. Después de eso me dio la espalda y siguió repartiéndoles la bebida a los demás que esperaban en la cola. No pude evitar dejar aparecer una sonrisa. Esta situación se nos fue a ambas un poco de las manos. Negué con la cabeza, fijándome de reojo que la mujer que estaba detrás de mi no había recibido nada de beber. Extrañada levanté la ceja y supuse que la pasó por alto al entrar en el pequeño enfado.

-Disculpe, ¿Quiere una? La dependienta me ha dado dos y no se dio cuenta de que usted en cambio usted no tiene ni una. -Le hablé. La mujer aparentaba tener cerca de treinta años, sus cabellos negros estaban sueltos y le llegaban por los hombros, su tez era pálida, pero no tanto como la mía y sus ojos color miel se clavaron en mi. En su rostro encontré algunas arrugas que no destacaban mucho y que debían ser típicas para la gente de su edad. Al sonreír se notaron más, pero aún así no le pondría más de treinta y cinco años. No quería juzgarla, pero mi intuición me decía que había venido a comprar un regalo, quizás se acerque el cumpleaños de su hijo. Con esa suposición sentí nostalgia, ya que yo ahora mismo vivía sola en un pequeño piso que se encontraba a diez minutos de aquí.

-Eres muy amable encanto, si no te importa, la aceptaré con gusto. Tengo la garganta seca. -Reaccionó con una voz algo cansada. Le pasé el vaso con la limonada bebida violeta, quedándome yo con el contenido azul. Bebió un pequeño trago y volvió a dedicarme una mirada llena de gratitud.

«Mi buena acción del día cumplida.» Pensé con una sonrisa en el rostro.

-Oí decir a un muchacho que en unos cinco minutos abren. -Agregó al detectar en mi algo de impaciencia. Se quedó observándome durante unos cortos segundos... Bueno, aunque su atención se las llevaron mis visibles ojeras. Para muchos seguramente fuese una locura, pero me desperté a las cinco de la mañana para llegar a tiempo y estar así entre las primeras personas en la cola... Aún así descubrí que había gente que estaba peor que yo, ya que delante de mí habían unas doce personas. Yo llegue sobre las seis y media, no quería imaginarme la hora en que vinieron ellos.

-Lo mismo dijeron hace cinco minutos. -Murmuré, quejándome un poco de que no cumpliesen el horario permanente que tenían colgado en la puerta. La mujer soltó una sonora carcajada y antes de poder decir algo, tuvo que atender a una, inesperada llamada.

Volví a ponerme en mi postura anterior y finalmente bebí unos tragos de limonada, por desgracia uno de esos tragos no fue como los anteriores, sentí como me costó más hacerlo y como a continuación tuve un pequeño ataque de tos. Ya tardaba en mostrarse mi patosidad. Sentí las palmaditas de la mujer de detrás de mí, la cual seguía aún hablando por el móvil.

-Ya estamos todos aquí. La tienda se abrirá en 3... 2... 1. -Volvió a hablar alguien usando el megáfono. Esta vez se trataba de una voz masculina. Todos dejaron sus conversaciones y lo que estaban haciendo de lado, dedicándole toda su atención al hablante y las puertas de la tienda. -Bien, y ahora que tengo la atención de cada uno de ustedes, me gustaría informaros un poco sobre cómo serán las cosas al entrar, ya que no soy muy fan del caos. Entraréis uno por uno, sin empujones y con calma. A la tienda no le van a crecer patas y no se va a ir corriendo. Pero antes que nada, algunos de vosotros recibiréis algo parecido a una chuchería japonesa. TODOS, los portadores de dicha chuchería están obligados a comérsela. Si no os la coméis, me temo que la tienda no abrirá hoy. -Añadió la misma persona de antes. Di un suspiro, estaba cansada ya de esperar en vano a este paso podría haber venido después de ver a Simon. Nunca me imaginé que el lanzamiento de los nuevos juegos sería tan caótico. Vine hace dos semanas con Simon y la organización era cien veces mejor a esta.

-Señorita, aquí tiene. -Me ofreció un hombre vestido todo de negro. Me fijé que en la camisa tenía en logo de la tienda. Cogí el caramelo, quedándome de piedra. No me costó nada identificarlo, ya que era exactamente el mismo que quería darme la mujer de cabello castaño. Los ojos grises del hombre se clavaron de manera violenta en los míos, con la intención de... ¿Hipnotizarme? Iba a negarme, no quería probar mierda china, ya que en el pasado ya tuve problemas con mi estómago por comer cosas así, cosas que no sabía muy bien que eran... Pero al recordar que era muy posible que la tienda no se abriese hoy. Decidí superar ese asco y después de sacarlo del envoltorio, me lo metí en la boca, delante del hombre, que no parecía tener intención de irse hasta que me lo tragase. En su rostro apareció una peligroso y maligna sonrisa. Sin decir nada más, volvió a fijarse en otra víctima a la que darle otra chuchería. Volví a beber de nuevo algo de limonada, para quitarme el sabor dulce del caramelo. Pasaron otros minutos hasta que alguien, habló de nuevo usando el megáfono.

-Bien y ahora, me enorgullece darles la bienvenida a PlayGames.- Anunció, obteniendo gritos de emoción a cambio. En mi mente le agradecí a Dios que pudiésemos por fin entrar en la tienda de juegos. La cola empezó a hacerse más corta, hasta llegar a mí, pero cuando llegó ese momento, sentí un mareo. No uno como los que solía tener a veces, sino que uno más fuerte. Un dolor inmenso empezó a extenderse por mi pecho, haciéndome casi perder el equilibrio. Intentaba coger aire, pero hasta eso me era difícil.

-Venga a sentarse un rato. Le dejaremos de lado el juego por el que haya venido.- Dijo, aunque más bien parecía una orden. Dirigí mi mirada hacia la voz desconocida, comprobando que se trataba de uno de los dependientes. La mirada del joven estaba clavada en mis manos, las que teblaban sin motivo alguno. Negué con la cabeza y abrí la boca para asegurarle de que todo estaba bien, pero él fue más rápido que yo y con un tirón empezó a guiarme hacia otra parte de la tienda, dejándome sin otra opción.

-En serio, que no me pasa nada.- Mentí entre dientes, intentando convencerle, aunque mi tono era todo menos convencible. No quería perder más tiempo del que ya había perdido. En su rostro apareció una pequeña, pero segura sonrisa. Lo que en vez de darme seguridad me hizo sentir un escalofrío.

-El jefe insiste.- Gruñó molesto, después de unos segundos de silencio. Tragué saliva sintiendo de nuevo el mareo de antes.

¿Jefe? Esto... ¿No se habrá equivocado de persona? Porque dudo que el jefe de esta tienda sea TAN atento, y se de cuenta de cuando empieza a sentirse mal... Y sobretodo dudo de que lo trate como si fuese a morir mañana.

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Holiwi :3

Solo quería informar de que hay grupo de WhatApp. Para los que quieran estar en él, tienen que enviarme el número por mensaje privado.

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