[...]
JungKook y Taehyung estaban más que nerviosos, sus ojos conectaban, y aunque alguno sostenía la mirada del otro por un segundo, terminaban retirándola por los nervios que ambos tenían.
Taehyung colocó su bolsa en el pupitre de JungKook viendo cómo éste se paraba de su lugar.
—Feliz día de San Valentín, JungKookie —dijo de una manera en la que su nombre sonó de la forma más encantadora posible para los oídos de JungKook.
El azabache sólo podía contemplar las facciones bonitas de Taehyung. Había visto a Hoseok salir del aula, por lo tanto sentía que podía expresarse mucho mejor con él estando solos.
—H-Hola, Taehyungie, feliz día de... San Valentín —terminó con una sonrisa embobada y con un sonrojo en las mejillas al ver al contrario igualito a él.
Taehyung no dijo nada y se acercó a JungKook a darle un abrazo repentino. No lo pensó antes de hacerlo, sólo lo hizo. Y fue lo mejor que pudo haber hecho, porque los brazos de JungKook se sentían cómodos y seguros, como si él también estuviera esperando eso.
—Te traje unos postres de fresa, espero te gusten... tus demás regalos están en la bolsa negra —murmuró JungKook sin romper el contacto. De todos modos, ni él ni Taehyung tenían intenciones de soltarse.
—Muchas gracias, JungKook. Yo espero también que te guste lo que compré para ti —se apartó de él un poco, dejando que el contrario viera el interior de la bolsa.
—Pastel de zanahoria y cupcakes con relleno de chocolate... —sabía quién había sido la de la idea. En su mente le dio las gracias y le plantó un beso en la frente a Taehyung.
Al darse cuenta de lo que hizo, se disculpó queriendo tapar su obvio sonrojo.
Afortunadamente nadie les prestaba atención, a excepción de sus amigos, que sigilosamente los vigilaban y se burlaban de ambos por lo tontos que se estaban viendo.
Empezaron a platicar un rato después de separarse de sus brazos, querían aligerar el ambiente de esa tensión de amor que había entre ambos y lo estaban logrando. JungKook hacía reír a Taehyung y viceversa, logrando contemplar sus sonrisas y decirse mentalmente que eran hermosas.
—JungKook...
—Taehyung...
Dijeron al unísono sus nombres y rieron tontamente por ello.
—Tú primero —soltaron ambos.
—El mayor de los dos que hable primero —pidió con una sonrisa.
Se miraron antes de que al azabache se le ocurriera hablar. Los ojos de Taehyung hacían estragos en el interior de JungKook. Sentía sus dedos picar y su nerviosismo aumentar. Normalmente era muy seguro de sí mismo, pero cuando se trataba de Taehyung todo eso se iba al caño.
—Taehyung, yo... tú... nosotros —comenzó a balbucear JungKook, provocando que surcara una pequeña sonrisa en los labios del castaño, que con cada segundo se hacía más grande.
JungKook no se dio cuenta cuando la mano suave de Taehyung tomó la suya, invitándolo a continuar. Sólo que no se daba cuenta que eso provocaba más el que no pudiera formular una simple oración.
"Taehyung, me gustas". ¿Simple, no?
En realidad, no lo era. No cuando siempre había alguien ahí.
—Taehyung, tú me-... —fue interrumpido cuando vio cómo un pelirojo entraba corriendo, llevándose a Taehyung de la muñeca y apartándolo de él.
No se dio cuenta que apretaba los puños, haciendo que sus nudillos se pusieran blancos. No se dio cuenta que la gente lo miraba desde hace rato. No se dio cuenta que de sus ojos nacían gotas rodando por sus mejillas rojas.
Estaba molesto. Lo estaba y tenía razones para estarlo.
Hoseok siempre estaba para arruinarlo todo.
Sus cartas, sus regalos, los postres hechos por su hermana. Todo.
Desde que tenían trece años había sido así.
Dejó todo atrás y salió corriendo del aula, y de entre los tres involucrados en ese embrollo, para el gusto de sólo uno, no fue en la dirección de Taehyung.
[...]
. . .
momentos antes de que Hoseok llegara al aula