Buscando a mi esposa

By EasyCuteWat

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Las borracheras, que gran dilema, una persona puede cometer demasiadas estupideces estando ebrio, sin embargo... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Epílogo

Capítulo 8

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By EasyCuteWat

Estaba enfadada, ¡Finalmente había podido enfrentarse a Camila y resulta que está no se lo tomo enserio!, creyó haberla intimidado, y aunque no le gustaba atemorizar a gente creía que así la tomaría enserio, pero no, esa mujer parecía tener siempre algo debajo de la manga, ¡parecía conocer su furia casi como sus amigas la conocían!, ¿cómo era eso?, solo le podía dar la explicación de que esa mujer estaba asociada al diablo, tal vez por eso era famosa.

—Deja de resongar, Lauren—Pidió su amiga castaña con nerviosismo.

Lucía estaba preparando su comida cuando una furiosa ojiverde llegó a tocar su puerta, casi tumbandola, al abrirla, su amiga hecho a la casa casi corriendo mientras echaba pestes, no logró entenderle casi nada, la mujer parecía hablar en un idioma extraño donde una de sus palabras relacionadas con español era "perra, hija de perra, desgraciada", y lo demás, debería contratar un experto de lenguas antiguas, tal vez él pudiera descifrarlo.

—¡No lo haré!, hoy es una día de la mierda—Se quejó la ojiverde tirándose con desgracia al sillón de su amiga.

—No comprendí absolutamente nada de lo que dijiste al entrar, ¿podrías repetirlo?—Se sentó calmadamente al lado de la pelinegra quien estaba tirada como saco en su sillón.

—¡Camila Cabello!, ¡el jodido centro de todos los putos problemas!—Sollozó la pelinegra llevándose las manos al rostro soltando un quejido cansado, el cual fue amortiguado por sus manos.

—Oh... Ya, uhm—Se mordió el labio mirando a su amiga en su estado más lamentable—¿Qui-quieres arroz con leche?, hice un poco el día de ayer...

—¡Trae todo, por favor!—Exclamó la mujer estirando la mano y agitandola como si de un borracho se tratara.

—Al menos dijo por favor—Refunfuñó la castaña levantándose para dirigirse a su cocina dejando sola a la ojiverde y sus desgracias.

La ojiverde bufó al escucharla para después bufar y acomodarse mejor en el sillón, en un estado más lamentable para la misma, ¿por qué tenía que venir esa mujer desgraciada a alborotarle su mundo?, ¡estaba mucho mejor meses atrás cuando nadie sabía que estaba casada!

No siquiera le había importado la pantalla rayada de su teléfono, tampoco le importó que sus cosas en su maletín estuvieran arrugadas, y tampoco le importó de su mochila de guitarra, que apenas llegó la tiro al piso, en ese momento solo quería tumbarse en algún lado y esperar la muerte, aunque su muerte fuera una persona, la cual en un futuro podía ser también su fuente de vida.

***

Cantar, tocar, componer, hacer vida con sonido, crear emociones con letras y melodías, crear una fantasía a través de acordes, era lo que más le gustaba a Lauren, ella amaba la música con su alma, y por eso decidió ser maestra, decidió ser maestra para poder enseñar lo que ella más amaba, lo que la salvaba de la oscuridad de la sociedad, lo que la salvaba de las garras de la soledad, ella quería transmitir sus conocimientos, quería y amaba ver a sus alumnos perderse en el sonido que sus manos y materiales creaban, ella les enseño un mundo en el cual podían perderse si sus días iban mal.

Ya que ella cuando era pequeña, tuvo un maestro quien la metió poco a poco en aquel portal para un mundo de musica cuando su vida era un total desastre, la ayudo a distraerse de aquel mundo tan cruel que juzgaba sin concier realmente, la ayudo a sacar lo más profundo y doloroso en su alma para que está pudiera ser libre sin cadenas que la ataban a ser quien no era, cadenas que la ataban a hacerse pequeña para que nadie pudiera verla.

Ella creció, su tamañó de alma creció como nunca, aprendió a tocar piano, guitarra, batería, violín, el triángulo, las maracas, sonajas, aprendió a tocar con su cuerpo, aprendió a crear musica con chasquidos, aprendió a crear un mundo nuevo con solo usar su mente y la música, y ese era su propósito de vida, ayudar como ese maestro la ayudo a ella, ella quería dar ese mundo a sus alumnos.

Y lo logró, generaciones y generaciones de alumnos que pasaban por su salón, generaciones salían de ahí con el poder de crear un nuevo mundo con solo usar su mente. 

—Quiero que escriban cuál creen que es su propósito de vida—Dejó el gis en el escritorio, había escrito su propósito de vida en aquel pizarrón mientras sus alumnos la veían—En sus escritos hay hojas de papel y plumas, sean creativos, usen su mente—Llevó su dedo a su cabeza y tocó un par de veces mientras caminaba lentamente por el salón para que todos pudieran verla.

—¡Miss!—Uno de sus alumnos levantó la mano emocionado, algo que ella no pudo evitar sonreír.

Volteó a ver aquel joven pelirrojo tímido, nunca hablaba y jamás participaba, pero ese día, ese día era especial, sus ojos cafés tenían un brillo espectacular.

—¿Sí, Oliver?—Preguntó regresando su caminata a su escritorio.

—Yo-yo quería saber si usted pudiera... Tocar un instrumento para nosotros—Murmuró sonrojado al sentir la mirada de todos de su salón sobre él—Es que usted nos lleva a un mundo diferente y-y... ¿Puede?—Preguntó con nerviosismo jugando con sus manos pero jamás bajando la vista.

—¡Sí, miss!—Otro de sus alumnos exclamó emocionado.

—¡Vamos, miss!—Una de sus alumnas chilló.

—¡Nos gustaría a todos que hiciera eso!

—¡Prometemos que no haremos ruido!

Todo el salón se empezó a llenar de voces, voces que le pedían a ella que tocará un instrumento. Sentía su corazón revolotear emocionado, y sus amnao temblar levemente, aquel sentimiento que sus alumnos le pudieran aquello era espectacular, simplemente no habría otra palabra para describir esa emoción de orgullo.

—Chicos, chicos, calmenense, por favor—Levantó la voz para que sus alumnos pudieran escucharla, haciendo que poco a poco las voces fueran bajando hasta quedar en un vacío.

—Miss, por favor—Una de sus alumnas rogó mientras juntaba las manos mirando con ternura a la ojiverde.

—Está bien, tocaré para ustedes...

—¡Síii!

—¡Gracias, miss!

—¡Es la mejor!

La ojiverde no pudo evitar soltar una risa mientas rodaba los ojos, eso siempre decían cuando les complacía sus caprichos.

—Calma, calma—Volvio a pedir levantando la voz para calmar a todos, quienes habían empezado a levantar la voz—Si voy a tocar, quiero que ustedes guarden silencio y hagan lo que les pedí, ¿Es un trato?—Preguntó mirando a cada uno de sus 29 hormonales alumnos.

—¡Sí, trato hecho!—Varios dijeron al mismo tiempo mientras que otros simplemente asentian.

—¡Hecho, hecho!

Lauren suspiró mientras elevaba las manos para volver a calmar el ruido que amenazaba por iniciar nuevamente. Asintió una vez todos callaron y volteó a ver a sus alumnos, quienes sonreían contentos, ninguno de ahí pasaban de los 16 años pero ninguno era menor de 14 años, por lo cual, a veces, eran más difíciles de controlar.

—Gracias, chicos, buen... ¿Y qué instrumento quieren...?

—¡El violín, el violín!—Nadie la dejo acabar la pregunta cuando absolutamente todos gritaron el nombre del instrumento.

Volvió a levantar las manos en un ademán que controlarán su tono de voz.

—Esta bien, iré por el violín al salón de música, ahora vuelvo—Avisó calmadamente empezando a caminar a la salida una vez todos sus alumnos concordaron.

Salió del salió y cerró la puerta cuando las voces de sus chicos empezaron a sonar muy alta, únicamente rodó los ojos para iniciar su caminata al salón de música. Varios la volteaban a ver cuándo pasaba por las puerta de sus salones, y chicos y chicas en los pasillos caminando la miraban de reojo, unos le sonreían, y otros prácticamente corrían apresurandose a su salón para que no pudieran regañarlos. Llegó su salón de música y cerró la puerta detrás de ella soltando un suspiro aliviador, a pesar de que le encantará su profesión y después de varios años, aún no estaba acostumbrada hablar a personas en general.

Sometiéndose cada vez más al salón buscando entre los instrumentos el único violín, con extrañeza no encontrarlo se dirigió a las puertas del enorme clóset y las abrió buscando entre los estantes el estuche del violín, soltó un suspiro al encontrarlo tendría que estirarse para poder alcanzarlo, se desabrochó el boton del saco azul que usaba para poder estirarse mejor, se paró de puntillas estiró los brazos sin embargo soltó un chillido cuando unas manos cálidas la agarraron de la cintura.

No la levantaron, y tampoco hubo una mano que se estirara por ella para alcanzar el estuche por ella, simplemente sintió un respiración calidad estrellarse contra su nuca mientras unos brazos la abrazaban por detrás.

—¡Por el amor de Dios, Camila!—Habló en tono brusco sintiendo su pecho doler por el susto.

Sintió la risilla de Camila chocar en su nuca haciéndola estremecer ante la sensación, con cansancio se volvió a paranormal dejando de estirarse y ponerse de puntillas.

—No te muevas, sólo... Quédate así unos segundos—Pidió en voz baja acercando más su cuerpo y abrazándola más fuertemente.

Suspiró, y bajo la cabeza dejándose abrazar por atrás, habían pasado unos días desde el conflicto que tuvieron, y se dejaron de hablar por un par de semanas, en donde no supo completamente nada de ella, pero todo parecía haber regresado a la normalidad, por alguna extraña razón, muchos ya no la miraban como antes, y se sorprendió con aquello pero ahora estaba más sorprendida de que la misma Camila que había desaparecido días atrás, se encontrará detrás de ella abrazándola fuertemente.

—¿Todo bien?—Cuestionó sin voltear a ver a la castaña.

Algo no iba bien con la castaña, por una extraña razón sintió una presión en su pecho, una mala vibra, algo que no había sentido en Camila las primeras veces.

—Sí, todo bien—La mujer mentía, Lauren lo sabía, no sabía cómo era Camila, no conocía a Camila, pero por una extraña razón sabía que mentía, sabía que no iba algo bien con ella, decidida a saber que, movió el cuerpo para voltearse—No, Lern, por favor, quédate así—Rogó abrazándola más fuerte apretando su rostro contra la espalda de la ojiverde.

—Camila, ¿qué está sucediendo?—Su cuerpo empezó a picar en preocupación al sentir el cuerpo de la morena vibrar levemente, casi imperceptible si no hubiera sido porque estaba prácticamente pegada a ella.

—Nada..., estoy bien, solo quiero abrazarte—Su voz sonó amortiguada por su espalda, y sintió las vibraciones de la voz de la misma, definitivamente algo no iba bien con ella.

Lauren no le creía en absoluto, con delicadeza puso sus manos sobre las manos de la castaña y con lentitud las fue quitando de su cuerpo, sintió el cuerpo de la castaña tensarse y trato aferrarse más a ella pero la ojiverde se volteó antes de que Camila pudiera siquiera replicar.

Pudiera que la castaña no fuera su persona favorita pero le destrozó la imagen que vio, hacía unos días los ojos marrones estaban vivos y llenos de alegría, su piel morena antes parecía resplandecer e irradiaba, ¿pero ahora?, sus ojos marrones estaban lagrimosos y rojizos como si hubiera estado llorando o tallandoselos, bajo sus ojos habían ojeras oscuras, su piel morena era pálida y sin color.

Se veía destrozada.

—Camila...

—No pasa nada, enserio—Seguia mintiendo, bajo la cabeza mientras tallaba sus ojos casi sin fuerza para quitar la lagrimosidad.

No la iba a presionar, Lauren no sería como aquellas personas que presionaban a las que no se sentía bien, si esa persona no quería decirlo, no iba a obligar a hacerlo. Simplemente rodeó a la castaña entre sus brazos y la apretó fuertemente contra ella sin decir nada.

La cabeza de la castaña se metió entre el hueco de su hombro y cuello mientras las manos de la misma enrollaron su cintura mientras la hora en le rodeaba fuertemente la espalda, ahogandola en un abrazo consolador, fue ineludible que suaves sollozos empezaran a sonar por parte de Camila, quién se escondida aún más en el cuello de la ojiverde sintiéndose avergonzada por sus lágrimas, Lauren únicamente sentía las lágrimas de Camila caer en su cuello y resbalar por este.

Ambas no dijeron nada, simplemente se quedaron calladas con la ojiverde consolando a la ojimarrón, las manos paridad recorridas la sudadera amarilla de la menor apapachando la en ese abrazo mientras la castaña se limpiaba las lágrimas con una mano, aún sin dejar a esconderse en el cuello de la mayor.

—Yo... Tengo una clase más antes de irme...—Susurro la ojiverde recordando que tenía una clase con alumnos que la quería escuchar tocar.

La castaña es un amagó de separarse, sin embargo, la ojiverde la apretó más fuerte contra ella mientras recargaba su mejilla la cabeza de Camila.

—Lauren...

—¿Me escucharías tocar para ellos?—Al terminar de preguntar, se mordió los labios con nerviosismo mientras inhalaba discretamente el dulce aroma del perfume de la castaña.

Sintió el cuerpo de Camila paralizarse ante su pregunta, y entendía el porque, se había portado muy grosera con ella semanas atrás, y por las noches lo atacaba el sentimiento de culpabilidad al haber sido tan grosera al expresarse, tal vez no quisiera estar casada pero no tenía explicación ni ninguna razón para hablarle así, así que comprendía porque estaba así.

—Yo-yo, ehm, cla-claro que si—subo salió un poco más alto de lo normal aunque se escuchaba mormada debido a la nariz tapada—Digo si, me gustaría—Corrigió sonrojada al darse cuenta de que levantó la voz.

—Bueno—La morena pudo sentir la sonrisa de la ojiverde mediante la voz de la misma—¿Me puedes soltar?, es que debo tomar el violín—Murmuró nerviosa relajando el agarre de sus brazos.

—¡Sí, perdón!—Nuevamente elevando la voz, dio un salto hacia atrás alejándose por completo de la ojiverde, quien no puedo evitar sonreír burlona.

—Espero que no te moleste tener a muchos adolescentes sobre ti—Se rió solamente dándose la vuelta para volverse a tirar para tomar el estuche donde estaba violín.

—¡No, no!—se aclaró la garganta cuando subo salió chillona y su piel no se podía sonrojar más de lo que ya estaba—Ya sé manejar bien con los adolescentes—Sacudió el brazo en ademán de logro, el cual consistía en levantar el puño y agitarlo levemente.

—Eso espero porque estás apunto de entrar al salón de el último grado de secundaria—Se dio la vuelta sonriendo una vez alcanzó el estuche del violín.

—Eso suena emocionante—Balbuceó la castaña sonrojándose de sentir la mirada penetrante del ojiverde sobre ella.

Sintió su corazón acelerarse a una gran medida cuando la ojiverde acercó a ella, no creía que su corazón podría acelerado aún más desde el abrazo pero al parecer su corazón superarían los límites de lo que esperaba.

Su piel ardía cuando la ojiverde se agachó ligeramente para acercarse a su oído, sintió el cálido aliento de la mayor acariciar sólido con un suave suspiro.

—Sonríe, te ves aún más preciosa así—Su susurro bajo se sintió demasiado cerca, para ella ese susurro había sido como un beso que la hizo estremecer de pies a cabeza. Se quedó quieta en su lugar, sintió a la ojiverde alejarse de ella para empezar a caminar como si nada hacia la puerta de aquel cuarto—¿Vienes?—Preguntó con tranquilidad.

La castaña asintió mecánicamente dándose la vuelta como si de un robot se tratase, enrojecido aún más al ver la sonrisa burlona que tenía la mujer mayor en sus labios.

—Eres una provocadora—Murmuro en bajo la castaña acercándose a la única mujer que podía alterar la como nunca.

La pelinegra tenía un ligero sonrojo en las mejillas pero aún así se rió en bajó al escuchar el comentario de la castaña mientras abría la puerta, haciéndose a un un lado para que Camila entrará  primero. Ninguna de las dos habló de camino de regreso, solo la ojiverde veía de reojo a Camila colocarse la capucha sudadera y colocarse unos lentes casi como los que ella usaba.

No sabía nada puesto que sus alumnos eran muy inteligente y además de que aquella mujer no era Superman y supergirl para que unos lentes le escondieran la identidad.

***

Para todos habría sido una total conmoción que la más famosa y actual cantante del pop se encontraron en su clase, sin embargo, como promesa su maestra se mantuvieron callados, aunque eso no le pedía sus ojos ver de vez en cuando ambas mujeres.

Camila había sido sentada en el trono de los profesores, eso mientras la ojiverde sacaba del estuche el violín bajo la mirada de todos sus alumnos, o al menos la mayoría, ya que algunos no podían quitar su mirada sorprendida de aquella castaña.

—Recuerden, chicos, esto lo hago como promesa, y así como yo hago esto, ustedes tienen que hacer lo suyo—se sentó en una de las esquinas del escritorio mientras agarraba con delicadeza y una elegancia el violín.

—¡Sí, miss!

Cerró los ojos y por alguna razón viajó al pasado no veía nada pero podía escuchar perfectamente los pasos firmes de quién había sido su profesor una vez.

"¡Espalda recta y relajada!", Con un suspiro ella acato la acción.

"Recuerda, Lauren, se sujeta entre la clavícula y la barbilla, jamás con el hombro, recuerda que lo que queremos evitar es levantarlo y crear tensiones", con calma con loco el violín tal y como la voz de su profesor le pidió.

"Estás haciéndolo bien, ahora el brazo izquierdo debe estar en ángulo recto con el cuerpo y el hombro relajado", todos veían asombrados como su maestra parecía ser todo con una elegancia y no como robot como la mayoría de maestras de otras escuelas hacían.

"Recuerda el codo izquierdo se mantiene alejado del cuerpo, sin apoyarlo en la cadera, eso podrá afectarse" por alguna razón se estremeció al escuchar de cerca aquella voz ronca.

"Lo estás haciendo bien postura natural, el pulgar relajado y enfrentado al resto de los dedos, el hombro. codo y muñeca debe de estar en una superficie plana, los tres puntos tienen que estar en el mismo plano".

"Sostiene el arco con suavidad, recuerda que se lo agarras con fuerza aumentaría la rigidez de la muñeca, y dificultaría el movimiento del arco innecesariamente".

Una suave melodía empezó cuando Lauren empezó a tocar, el precioso sonido que creaban las cuerdas hicieron todos mirar a la ojiverde encantados. La música era tan suave y calmada, los dedos de la ojiverde se movían rápidamente presionando entre la cuerdas mientras la otra mano hacia la otra parte de la magia con el arco, su postura tan elegante, sus ojos cerrados y su boca entreabierta, aquella melodía a muchos les hacía recordar una tarde de otoño con una lluvia y un ambiente melancólico, era un verdadero deleite para el alma, con aquello podría transmitir lo bello de la música, el verdadero arte, aquellos preciosos sonidos entraban en llenos del espíritu de todos sentían la magia recorrer les cada célula en su cuerpo y los hacía estremecer.

Cada cambio de nota hacia resumbar el cuerpo de todos,e cada uno de todos en esa habitación sentía una vibración entre el oído y la mandíbula al escuchar, una sensación tan maravillosa.

Para Camila ese era un idioma, ella estaba encantada con aquello, sentía cada vez yo de su piel erizarse, su cuerpo vibrar de la maravilla, Laura en tenía una pasión por la música, parecía tener una maestría la ejecución y la magia de embriagarnos con sus notas musicales como si de un poema se tratase, un poema que acaricia el alma y deja una marca en ella.

Lauren recordaba que cuando era más pequeña ella tenía una duda con esa canción, el sonido del silencio, ¿cómo era que el silencio tenía sonido, si el silencio no tiene sonido?, ¿cómo es que hay una canción sin sonido?, Pero la respuesta de su profesor aún estaba grabada en su cabeza;

"El silencio suena más que cualquier sonido, se escucha más allá del alma y del tiempo cuando lo escuchas de verdad, ese es el sonido del silencio, con el tiempo aprenderás".

Todos los alumnos plasmaban sus sentimientos y emociones a través de las hojas y la pluma, escribían para lo que ello creían que venían a ese mundo, sin embargo, unos se quedaban enfrascados en su imaginación dejándose llevar por aquella melodías melancólica pero a la vez tan llena de sentimientos. Sus cuerpos se sentían tan livianos con la música tan espectacular, Camila cerró los ojos sí entiendo su corazón brincar acorde de todos los sonidos que aquella mujer creaba.

La canción había terminado, sin embargo, la ojiverde era tan buena en lo que hacía que de pronto aquella melodía tan melancólica se convirtió en un tono tan alegre como si la canción continuará, el arco raspón partes veces haciéndolo como si de una hoja ronca se tratase para después pasado delicadamente en un agudo sonido perfecto.

—Wow—Susurró en voz baja la castaña viendo maravillada a la ojiverde mientras se recargaba en un codo para poder apreciarla de mejor manera.

Simplemente sublime.

***

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