Disney Magic ✔️

By GisyRipoll14

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Anne Taylor trabaja como médico en Disney Magic, un crucero de la compañía Disney que cubre el viaje desde el... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20

Capítulo 17

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By GisyRipoll14

Anne llevaba unos tres días en casa, pero no había tenido deseos de hablar con nadie. Corine intentaba animarla, pero lo cierto es que la joven estaba muy deprimida por todo lo sucedido: había conocido a su madre biológica, peleó con su novio, y perdió su empleo, en unas humillantes circunstancias. Tenía su celular apagado, por lo que no podía recibir ninguna de las llamadas que David le hizo. Solo a Wendy informó que había llegado bien y, después de eso, se mantuvo desconectada del mundo exterior.

Esa mañana, Corine fue a verla con una taza de café con leche a su habitación, para darle los buenos días. Todo seguía estando como Anne lo había dejado: el cuarto de una joven adolescente, lleno de recuerdos, y ahora de tristezas.

––Gracias, mamá ––dijo la joven aceptando la taza.

––No puedes continuar así, Anne. ¿Has hablado con David?

La chica negó con la cabeza, mientras tomaba un sorbo.

––Pienso que deberías hablar con él…

––David me mintió, mamá.

––David te ocultó la verdad, porque no era un secreto que le perteneciera. Eso se entiende perfectamente ––le dijo––. No permitas que la amargura gane en tu corazón. Tienes muchas cosas por las cuales puedes sentirte dichosa, una de ellas es tu hermana.

Pensar en Annabelle le producía un profundo dolor. ¡Contra ella no podía tener resentimiento alguno! Era su hermana, y apartándose de Alice, también se estaba alejando de ella.

––¿No has abierto la carta? ––prosiguió Corine, viendo que la misiva estaba en el mismo lugar en el que Anne la había dejado varios días atrás.

––No.

––No quiero presionarte, hija, pero creo que deberías leerla. Hasta que no lo hagas, la incertidumbre te rondará y no podrás seguir adelante.

Anne volvió a mirar la carta, pero no se atrevió. Terminó su taza de café y se levantó para ir al baño.

––Nos vemos más tarde, cariño. Me voy al trabajo ––le dijo Corine antes de darle un beso.

––¡Qué tengas buen día, mamá!

Anne pasó la mañana muy aburrida, hasta que a mediodía recibió una visita inesperada: se trataba de Felicity Kennedy, la agente de la empresa que brindaba los servicios médicos a los parques y cruceros de Disney. Fue ella quien la contrató y ubicó en el Disney Magic, así que al verla pensó que su visita le daría dolores de cabeza si venía a reclamarle por lo sucedido.

––¡Hola! ––le dijo la mujer con una gran sonrisa––. ¿Cómo estás?

Anne la miró asombrada. Tenía demasiado buen humor para tratarse de una reprimenda.

––Hola, Felicity, por favor, pasa… ––Anne se hizo a un lado y le permitió la entrada.

Felicity le echó una ojeada: Anne se veía demacrada, no se había peinado y llevaba pijama a esa hora del día.

––¿Qué te pasó? ––rio la chica.

Anne frunció el ceño. Felicity en ocasiones no sabía cómo ser profesional.

––Perdón, es que no te esperaba.

––Intenté llamarte, pero el teléfono de contacto está apagado. Solo me quedaba tu dirección.

––Tienes razón ––reconoció Anne––, por favor, siéntate.

Felicity se sentó frente a ella en el sofá. Llevaba un sobre en la mano, y de él extrajo dos cheques.

––El primero es la liquidación por los días que laboraste en el Disney Magic; el segundo es una compensación por el despido indebido…

Anne miró asombrada la cifra del segundo cheque: era aproximadamente el dinero que hubiese recibido de haber trabajado los cuatro meses completos en el barco.

––No entiendo… ¿Dinero de compensación? ––preguntó asombrada––. ¡Felicity, me despidieron!

––Indebidamente ––repitió la mujer.

––Sigo sin comprender…

––Según me explicaron los de Recursos Humanos, incurrieron en un grave error al despedirte. Luego de hacerlo supieron que la familia con la que te relacionaste, era tu familia, y que el joven era en verdad tu novio. No se puede despedir a nadie por ver a su novio ni a su familia, ¿verdad? ¡Es algo absurdo!

Anne se quedó en silencio, pensando. Para que aquello hubiese sucedido, Wendy tenía que haber hablado con los de Recursos Humanos. ¡Debía llamarla cuánto antes para salir de dudas y agradecerle!

––Muchas gracias, Felicity, te lo agradezco mucho. De hecho, no me lo esperaba…

––Entiendo tu confusión ––repuso la chica con una sonrisa indulgente––, y nos disculpamos por lo sucedido. De hecho, venía a decirte que tienes las puertas abiertas para volver a la línea de cruceros o para trabajar en los parques. ¡Tú decides!

––Te lo agradezco mucho, Felicity, pero no volveré. He decidido que no voy a postergar más mi especialidad. Mi residencia en pediatría es ahora mi única prioridad.

––¡Buena suerte entonces! Es una pena no poder contar contigo, pero haces bien.

La visitante se puso de pie para despedirse, Anne la imitó.

––Muchas gracias de nuevo por venir, y por los cheques.

––¡De nada! Disfruta tu dinero. ¡Un abrazo!

Anne reciprocó el abrazo, Felicity era muy amable. Todavía no podía creer lo que había sucedido, pero una vez que se quedó a solas, tomó el teléfono y lo encendió.

Algunas llamadas de David y dos mensajes aparecieron, pero no los leyó: solo le interesaba llamar a Wendy.
Luego de varios timbres, la pelirroja al fin le respondió. Se hallaba tras bambalinas, después de actuar en la obra Disney Dreams en el teatro.

––¡Anne! ––exclamó alegre––. ¡Hasta que al fin me llamas! Estaba preocupada por ti, amiga. ¡Te echo de menos!

––Yo también, amiga. Lamento mucho la ausencia, pero necesitaba pensar. Por cierto, muchas gracias por haber intercedido por mí en Recursos Humanos. Recién se ha retirado de aquí Felicity para entregarme un cheque de indemnización por el despido indebido…

––¡Cuánto me alegro! Sin embargo, no es a mí a quien tienes que agradecer. Es cierto que yo los llamé, pero fueron David y Alice quienes hablaron con el gerente.

––¿Ellos? ––Anne no salía de la sorpresa.

––Sí, amiga. Nick estuvo presente durante la conversación que sostuvieron. ¡Ni imaginas cuánto te defendieron esos dos! Me alegra que me llamaras para que conozcas la verdad.

Anne se quedó un instante en silencio.

––Gracias por decirme, amiga. De igual forma te agradezco a ti por todo lo que hiciste. Si no les hubieras avisado, no me hubiese podido reivindicar frente a la compañía.

––Tú hubieses hecho lo mismo por mí, Anne. Por cierto, ¿vas a volver? ––le preguntó ilusionada.

––Lo siento mucho, Wendy, pero no. Me ofrecieron la oportunidad de retornar o de otro empleo, pero creo que las cosas suceden por algo, y que es momento de comenzar mi especialidad. ¡Ese es mi verdadero sueño!

––¡Y lo lograrás, Anne! No dejes de llamarme, y no seas tan dura con David. Ese chico te quiere de verdad.

––Un beso grande, Wendy. ¡Te estaré esperando! ––se despidió Anne.

––¡Hasta pronto! ––la pelirroja cortó.

Anne permaneció pensativa, pensando en todo lo que le había dicho Wendy. ¡David y Alice intercedieron por ella! Gracias a ellos había obtenido la indemnización y seguían abiertas las puertas de empleo en la compañía. Lo más importante de todo era que había limpiado su nombre de la deshonra que había sufrido, y eso valía más que cualquier otra cosa.

Lentamente subió la escalera hasta el piso superior, y se dirigió a la habitación. Tomó en sus manos la carta y la abrió sin pensarlo dos veces. Respiró hondo y comenzó la lectura:

“Querida Anne:

No me ha quedado otra alternativa que escribirte esta carta, con la esperanza de que en algún momento puedas leerla. No imaginas lo triste que me siento por cómo sucedieron las cosas. No hubiese querido nunca que te enteraras así, y ahora mi dolor es el doble, porque luego de haberte conocido y de saber la persona que eres, no me resigno a estar lejos nuevamente de ti.

Sé que no tengo derechos sobre ti, me basta con que sepas que te guardo un infinito amor. No te di en adopción porque no te quisiera, sino porque las circunstancias fueron en extremo difíciles. No hay un día de mi vida en que no piense en ti. No hay un logro de Annabelle que no celebre con la agridulce sensación de no haber podido ver lo mismo en ti.

Tal vez te preguntes si me arrepiento, y la verdad es que sí. Hay momentos en los que los remordimientos me embargan y me pesa mucho la tristeza; en otros, en cambio, pienso con objetividad que hice lo mejor para las dos.

Traer un hijo al mundo no es tarea fácil en ningún momento de la vida, cuando se es adolescente mucho menos. Tenía catorce años cuando me enamoré perdidamente de tu padre. En esa época vivíamos en Utah y él era mayor que yo. Lo conocí porque a sus veinte años trabajaba en la mina de carbón donde mismo laboraban mi padre y mi hermano.

Tu padre se llamaba Keith Black, y murió antes de que tú nacieras. Era un buen chico, y ni siquiera llegó a saber que tú existías. Me duele mucho hablar de esto, porque Keith es de esos recuerdos lindos que guardas en la memoria, pero que aún duelen.

En mi casa no teníamos mucho dinero; mi madre no trabajaba, y nos sosteníamos con el salario de mi padre y hermano. La vida nos cambió en un abrir y cerrar de ojos… Keith, mi padre, mi hermano y otros veinte mineros más, murieron en un incendio. ¡Fueron los días más angustiosos de los que puedo tener memoria! Solo superados por el día en el que te dejé ir…

Mi madre se deprimió mucho y yo también. En medio del dolor, tuvimos que comenzar a trabajar para sostenernos. Nos prometieron una alta indemnización, pero los caminos de la justicia eran lentos, y los abogados que nos representaban se quedarían con una importante suma.

Pasaron un par de meses hasta descubrir que estaba embarazada. Te mentiría si dijera que no tenía miedo. Tenía, y mucho. Mi madre me apoyó, pero los recursos no eran suficientes. La indemnización no llegaba, y nuestras condiciones de vida no eran las mejores. No me justifico, pero tal vez puedas comprenderme.

La familia de Keith no quiso apoyarme, decían que el bebé no era suyo. Mi madre, a pesar de sus esfuerzos, podía hacer poco por nosotras. Fue casi al final de mi embarazo cuando comprendí que mis opciones eran pocas. Yo misma tomé la decisión de darte en adopción, y escogí a tus padres. Corine fue un ángel desde que la conocí, y me agradó mucho. Supe que con ella estarías en buenas manos, así que continué adelante con el proceso, aunque el dolor en mi corazón se fuera haciendo cada vez más profundo a medida que se aproximaba la fecha del parto.

Recuerdo la primera vez que te vi, eras muy pequeñita. Lloré mucho ese día, demasiado, e incluso pensé en echarme atrás, pero sentía que hacía lo correcto. En realidad, no lo sé, con el tiempo se van borrando los motivos y solo quedan los arrepentimientos.

Fui yo quien te nombró Anne, y la adopción abierta me permitió ir admirando, aunque fuese de lejos, la hermosa joven en la que te ibas convirtiendo. Agradezco muchísimo a tus padres por haber hecho de ti quien eres. Estoy orgullosa de ti, no imaginas cuánto.

El dinero de la indemnización demoró varios años en llegar. Gracias a él, mi madre y yo pudimos comenzar una nueva vida en California, en donde estudié y me hice profesora. Siempre he intentado estar cerca de los niños, tal vez porque me faltabas tú y me sentía en deuda con la vida.

Pasó mucho tiempo hasta que conocí a Robert. No había vuelto a tener pareja sentimental alguna en casi quince años. Pensé que había olvidado lo que era él amor, pero Robert con su madurez, sensibilidad y dulzura, fue rescatando lo poco quedaba de mi maltrecho corazón. Me enamoré de él, y nos casamos enseguida. David era mi alegría, a pesar de que estaba en los difíciles años de la adolescencia. Siempre nos llevamos bien. Lo he querido como a un hijo, y sé que él me considera como su segunda madre.

Robert supo de tu existencia desde el primer día. No quería ocultarle nada, y aunque no te tuviera a mi lado, eras parte de mi vida. A él le dije que no deseaba tener más hijos, porque el sentimiento de culpa aún no me abandonaba, y no podía darle a otro hijo la oportunidad que a ti te había negado.

Annabelle fue una sorpresa. No me percaté de que estaba embarazada, hasta que transcurrieron unos tres meses. Lloré de alegría y dolor cuando lo supe. Quería ser madre, aunque me lo negara, pero estaba triste por tener a mi hija mayor lejos de mí. Cuando Annie nació, la nombré de esa manera por ti. La primera vez que la tuve en los brazos experimenté un viaje al pasado, ¡se te parecía tanto!

A medida que Annabelle iba creciendo, la necesidad de contactarte se hacía mayor. Quería conocerte; saber cómo era tu timbre de voz, que te gustaba o la manera en la que piensas… No fue hasta enfermar de gravedad que comprendí que no podía posponerlo más. La vida me estaba dando una segunda oportunidad, y lo único que deseaba era conocer a mi hija.

Supe por una de las fotografías que estabas trabajando en Disney Cruise Line. Fue entonces cuando tuve la idea; investigué dónde estabas laborando específicamente, y nos dimos a la tarea de planificar unas vacaciones en familia.

Lo demás, ya lo sabes. El destino quiso que conocieras primero a David. Él ignoraba el propósito del viaje, de hecho, ni siquiera sabía que tenía otra hija. Cuando se lo confesé, me insistió en que te dijera la verdad, pero yo no podía… Compréndeme, Anne: tenía miedo de que me rechazaras, y ya ves que no estaba muy lejos de la verdad. Perdona a David, él no tiene la culpa de lo que sucedió.

Anne, hija mía, cada día que pasé contigo, fue especial para mí. Te agradezco por tus palabras de aliento, cuando me hicieron falta; te agradezco por tu sonrisa, por tu amabilidad incluso sin conocerme, y por la manera en la que quieres a Annabelle.

No sé si en algún momento podamos recuperar todo eso. Entiendo tu dolor, y sé que no te di la oportunidad de decidir. Sin embargo, no me arrepiento de haberlo hecho. Tal vez si hubieses conocido la verdad desde el comienzo, no me hubieses abierto tu corazón. Hoy, en cambio, aunque te niegues a hablar conmigo y a escucharme, sé que guardas en tu memoria un lindo recuerdo de nosotros. Yo, por mi parte, atesoraré para siempre los días más felices de mi vida.

Te quiere siempre,
Alice”

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