Una Perfecta Oportunidad © 30...

By AndreaSmithh

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Segunda parte de "Una Perfecta Equivocación" ¿Alguna vez pensaste en pasar un verano en Italia? Parece una fa... More

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SINOPSIS
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By AndreaSmithh

El día en que mi tía y Tony volvían a Estados Unidos llegó más pronto que tarde. Hicimos una fiesta de despedida a la que vino toda la familia, acompañada de una cena copiosa que Jax y la Nonna se encargaron de realizar.

Parte de la familia se ofreció a ayudar, pero en seguida los sacaron de la cocina porque no sabían cocinar, y a Tony no le dejaron porque era su fiesta. Yo ni siquiera me molesté en intentarlo, después del desastre de salsa boloñesa que me había quedado la última vez.

En su lugar pasé el día en la playa con Angelo y Chiara. Se notaba que ellos dos eran amigos desde hacía mucho tiempo, pero intentaban hacerme sentir partícipe de las conversaciones. Hasta que llegaron Gaia y Sofía y me fui con ellas al agua y a escuchar sus cotilleos sobre chicos. El tal Tom, que seguía siendo un stronzo, había invitado a salir a una de las supuestas amigas de Gaia, y para colmo la chica aceptó. Por eso las dos primas fueron solas a la playa, en aquel momento no querían estar con el resto del grupo de sus amigos.

Cuando regresamos a la casa olía muy bien, pero la Nonna nos amenazó con una cuchara de madera cuando tratamos de ver qué había para cenar. De hecho a Angelo llegó a pegarle en el brazo con ella.

Jax estaba de espaldas, concentrado en un plato, pero se volvió para lanzarnos una sonrisa divertida al escuchar los gritos de Angelo. Cuando sus ojos alegres coincidieron con los míos, algo en mi interior se extendió dejando una agradable sensación. Me gustaba verle así, feliz. Me daba la sensación que durante los últimos días, más concretamente desde que comenzó a trabajar en el restaurante, estaba más contento.

—¿Tienes hambre, piojosa? —me dijo, sin perder su sonrisa.

—Un poco —asentí, también tirando de las comisuras de mis labios hacia arriba—. Huele genial aquí.

La Nonna se metió de por medio, volviendo su cuchara de madera hacia mí y obligándome a retroceder un paso con miedo. La veía capaz de darme en la cabeza con ella.

—Pues a la ducha, que en media hora empiezan a llegar los invitados —nos advirtió.

Eché una mirada rápida a Jax antes de irme, y él me guiñó un ojo. Me marché de la cocina con mariposas en el estómago.

Estúpidas mariposas, que se negaban a morir.

Al pasar por la sala mi tía me saludó. Ella y Tony ya estaban listos. Tomaban vino tinto sentados en el sofá. Se me encogió el corazón al pensar que esa sería la primera vez que pasáramos más de una semana separadas. Sería un mes entero. Todo lo que quedaba del verano.

Cuando bajé de nuevo, con el pelo húmedo trenzado y unos pantalones ligeros un poco más formales, los invitados ya habían llegado. Y por invitados me refería no solo a la familia DeLuca. También estaban los amigos de Tony con su hija, Camilla.

Arrugué la nariz y me quedé quieta en el sitio durante apenas unos segundos al notar que Camilla estaba hablando con Jax. Se inclinaba tanto sobre él que solo le faltaba echarle los brazos encima y tirarle al suelo.

De hecho, ahora que me fijaba mejor... ¿no tenía él la espalda inclinada hacia atrás, como si quisiera huir de ella?

Ese pensamiento me hizo sentir un poco mejor. ¿Era una mala persona por eso? No me dio tiempo a valorarlo porque de pronto, como si supiera que le estaba mirando, Jax volvió la cabeza hacia mí.

En realidad y para ser sinceros y novelescos, lo hizo hacia todos lados, como buscando una salida. Estaba claro que quería huir de Camilla. ¡A eso le llamo Karma! Por insinuar la otra noche que yo estaba celosa de ella.

¿Celos? ¿Qué son? ¿Se comen?

En algún momento sí sucedió que sus ojos encontraron los míos, como si de alguna forma estuviesen conectados. Pensé en ir hacia él y socorrerle con Camilla, pero antes de que pudiera dar un solo paso sentí un fuerte brazo caer sobre mis hombros.

El murmullo de la sala y las voces, junto con una pequeña música suave que alguien había puesto, me impidió escuchar a Angelo hasta que llegó a mí. Cuando me volví para verlo, sonreía con el rostro muy cerca del mío.

—Está la casa llena, ¿verdad?

Pasé la mirada otra vez por la sala. Mi tía y Tony hablaban con sus amigos, la Nonna estaba regañando a uno de los gemelos, Sofía y Gaia cotilleaban en una esquina, sus padres tomaban vino y trocitos de queso al lado y Jax... Ya no me miraba.

—Creo que nunca me acostumbraré a ver tanta gente junta en una misma estancia —comenté mientras movía la cabeza para asentir—. Mi tía y yo vivimos en un apartamento que no puede ser más grande que este salón.

—Yo igual. Durante el curso estoy en Roma, y mi piso es muy pequeño. Por eso vengo cada fin de semana a visitar a La Nonna. Lo hago desde que murió el abuelo.

En realidad, cuando el verano terminara, todos nos iríamos de la casa: yo volvería con mi tía, Jax recorrería el mundo, Angelo estaría en su piso en Roma estudiando, y el resto de primos y tíos en sus casas.

Tony nos había contado por encima que su madre se quedó viuda hace relativamente poco tiempo, y aunque de cara a los demás lo llevaba muy bien, no me imaginaba lo que debía ser para ella quedarse sola durante todo el curso escolar allí, en una casa tan enorme.

Perder a una persona que amas siempre te deja un vacío enorme en el alma, y aquella villa era el alma de la Nonna.

—¡Ciao! Come va?

Angelo y yo nos sobresaltamos cuando Chiara apareció ante nosotros. En la playa él le había invitado a pasarse. Era amiga de mucho tiempo de Jax y de él, y Tony y la Nonna la conocían desde pequeña.

En realidad, durante los últimos días me caía cada vez mejor. Siempre que Jax no estaba cerca y los celos (de acuerdo, quizás si sé lo que son) no asomaban, trataba de entablar conversación conmigo y ser agradable.

—Pues aquí, observando a nuestro amigo —comentó Angelo, llevando la mirada hacia el frente—. ¿Crees que necesita nuestra ayuda?

Durante unos segundos los ojos de Chiara se posaron en el brazo de Angelo, que todavía continuaba sobre mis hombros, pero luego buscó a qué se refería, y yo también.

No sabía cómo, pero Camilla había conseguido acorralar a Jax contra una pared, mientras él se turnaba entre sonreírla de forma tirante y mirar por encima de su cabeza por una salida.

Fui incapaz de contener la risa antes de admitir:

—Diría que sí, que necesita ayuda urgente.

Chiara gimió con pesadez.

—¿Quién va? Porque esa chica no me cae muy bien. ¿Recuerdas la fiesta de despedida del año pasado? Me tiró una copa de vino encima para quitarme de en medio y hablar solo ella con Jax.

Parpadeé y dejé de mirarle para comprobar si era cierto o solamente estaba tomándome el pelo, pero parecía ir muy en serio.

—¿De verdad.?

Ella asintió con un suspiro.

—Lo pillo, Jax está buenísimo, cualquiera con dos ojos en la cara lo ve, pero... Tampoco hay que ser maleducado con sus amigas por eso.

No sé qué me picó más, si el hecho de que comentase tan a la ligera lo bueno que estaba Jax (qué, para qué mentir, tenía razón), o cómo se había autodenominado amiga. Solo amiga. Como si entre ellos no hubiese algo más.

Angelo me soltó en ese momento.

—Si me disculpáis, ragazze, esto es trabajo de un buen primo —dijo, y acto seguido caminó hacia donde estaba Jax.

Chiara y yo nos quedamos en el sitio, con los cuerpos girados sin ningún disimulo para ver bien cómo se llevaba a cabo el rescate de Jax.

Sin embargo, cuando Angelo llegó a ellos y su primo alzó los ojos con alivio, Camilla pasó a una nueva táctica: colocó rápidamente la mano sobre el hombro de Jax, asediándole en la pared. ¿Cuánta fuerza podía tener aquella chica?

Menos disimulado que nosotras fue Angelo, que se volvió hacia nosotras con expresión de no saber qué hacer. Chiara y yo giramos los rostros a la vez, antes de que Camilla supiese que nos miraba a nosotras.

Gracias, pero no quería una copa de tinto en mi ropa.

Nos reímos y alejamos de la escena despacio, sin saber si Angelo conseguiría o no salvar a Jax. No éramos malas personas, pero tampoco mártires.

Nos servimos una copa de vino y tomamos un poco de queso de un plato antes de que Chiara comenzara a hablar de nuevo.

—Me alegra mucho que hayas podido quedarte, Olivia. ¡Lo vamos a pasar genial! No sé si Angelo te lo ha comentado pero hemos visto unos billetes de tren bastante económicos para ir a Venecia, y un amigo suyo nos deja quedarnos en su casa una noche.

Esa información era nueva, pero muy necesaria. Todavía no me había hecho del todo a la idea de pasar un verano entero en Italia, mucho menos de conocer más lugares. Jamás en la vida soñé con viajar, visitar un sitio como Venecia o... ¡O Roma!

—¿En serio? —Pregunté levemente emocionada (vale, MUY emocionada)—. ¿Entonces iremos de verdad?

—Sí, solo nos queda convencer al jefe de Jax de que le de los días libre para ir los cuatro, pero creo que no habrá problema.

Yo tampoco creía que lo hubiese. Fede adoraba a Jax. Le dejaba solo en la cocina e incluso le dio una noche libre para irse a cenar al viñedo de los amigos de su padre. Que ahora que lo pensaba, quizás no había sido tan buena idea, porque ahí seguía, acorralado por Camilla.

—¿Puedo hacerte una pregunta, entre nosotras?

Bajé la copa de vino de los labios y asentí hacia Chiara. La forma cohibida en que me había hecho la pregunta, cuando ella no era para nada así, había cambiado repentinamente el ambiente entre nosotras.

—Supongo...

Tomó aire despacio, como si no supiera si debería decírmela o no, y se inclinó un poco hacia delante.

—No respondas si no quieres, pero... ¿qué le ves a Angelo?

Fruncí el ceño y lancé una mirada rápida hacia donde estaba el chico, todavía tratando de salvar a su primo. No se daría por vencido.

—No te sigo...

—Sé que entre Jax y tú hay algo —admitió—. Pero pareces estar más inclinada hacia Angelo, y no lo entiendo... No teniendo a alguien como Jax al lado.

Uff...

No estaba segura de si debía juzgar a Chiara por aquella declaración, ya que era muy obvio que le gustaba Jax, y que le gustaba mucho. Probablemente ni siquiera tenía idea de los sentimientos del otro chico por ella, aunque yo sí me había dado cuenta.

Y me lo estaba diciendo a mí por lo bajo, como si fuera un secreto del que se avergonzara, no proclamándolo a los cuatro vientos.

Aún así, aunque todos comparásemos, las comparaciones eran malas. Y decirlas en alto, peor.

—Entre Jax y yo hubo algo, pero eso solo pasado —fue lo primero que corregí, aunque ella no pareció muy conforme con mi respuesta—. Y Angelo es un chico genial, yo no sé cómo tú no lo ves. Es tan guapo o más que Jax.

—Pero la belleza no lo es todo.

Ella era una chica espectacular, pero tenía razón en eso.

—También es muy simpático y gracioso. Se ha portado muy bien conmigo desde el primer día. Me parece un buen chico.

Sus ojos fueron también hacia Angelo. Parecía que por fin había conseguido rescatar a su primo, porque Jax había logrado despegar la espalda de la pared y ambos hacían el amago de una despedida con la mano.

—Supongo que tienes razón... —comentó después de unos segundos pensativa—. Creo que mi problema es que me atraen los que tienen aire misterioso y de chico malo.

Me reí sin poder evitarlo. Sabía a lo que se refería.

—Pero Jax en realidad no es ningún chico malo.

—Eso es lo mejor de todo —me dio la razón.

Me miró y se unió a mi risa. Durante un rato las dos parecimos disfrutar del momento compartido, como si nos hubiese unido un poco más.

Los chicos llegaron a nuestro lado, sin rastro de Camilla por suerte. Jax parecía algo acalorado.

—¿No hay nada más fuerte que el vino? —Preguntó, casi gruñó—. Mierda, esa loca no quería soltarme.

—Es que las traes a todas de cabeza —se burló Chiara.

Durante unos segundos los ojos de Jax se movieron a los míos, pero quizás lo imaginé, porque lo siguiente que dijo fue:

—A casi todas.

Y después se alejó para buscar una copa.

La cena pasó, con una comida más que espectacular. No faltó la famosa lasaña de Jax, pero también hubo croquetas, una receta que él había probado y que le había enseñado su madre, embutido para picar, ensaladas...

Cuando llegó la hora del postre y a muchos de los presentes se les había subido el vino, mi tía se acercó y me hizo un gesto para alejarnos un poco de la gente.

Jax me observó mientras tomaba una ración de panacotta, y yo seguía a tía Jenna al final hasta el jardín.

Había refrescado, por fin de verdad, aunque seguía siendo suficiente para ir sin chaqueta. Cuando nos quedamos quietas, al lado de la puerta, la miré con curiosidad.

—¿Estás bien? —La pregunté.

—Eso más bien quería preguntarte yo a ti —fue su respuesta, y se acercó a mí hasta tomarme de las manos—. ¿De verdad crees que estarás bien?

Así que de eso iba todo. Ya me lo había preguntado antes, pero necesitaba asegurarse. Nunca antes estuvimos separadas por tanto tiempo y tantos kilómetros.

—Claro que sí —asentí con fuerza.

Una pequeña brisa acarició mis hombros, haciendo que me estremeciera. Tía Jenna me soltó las manos para darme calor frotándome los brazos.

—Me siento fatal dejándote aquí sola —confesó.

Sonreí para tratar de hacerla sentir mejor, aunque yo misma me sentía mal por provocar esos sentimientos en ella.

—Tía, tengo dieciocho. Si fuese una adolescente normal me habría ido al otro lado del país para estudiar la carrera y no me verías nunca.

—Pero tú no eres una adolescente normal...

—Vaya, gracias —interrumpí, riéndome, pero ella no me hizo caso y continuó.

—Y tampoco eres una adolescente. Eres una chica joven con toda la vida por delante.

Aunque siempre me había tratado como una adulta si la situación lo requería y me había dejado el espacio necesario, oírla decírselo era otra cosa.

Quizás dejarme aquí para ella significaba algo más. Mucho más.

—Prométeme que si te pasa cualquier cosa, llamarás —insistió—. Aunque salga la llamada a un riñón. Si te pasa cualquier cosa, me lo dirás.

—Tía, estaré bien —le aseguré de nuevo—. De verdad.

Sin saber si de verdad me creía o no, clavó los dedos en mis brazos y me acercó para darme un abrazo fuerte.

—Te quiero, enana —dijo en mi oído—. Este mes sin ti va a ser muy raro.

Le devolví el abrazo a pesar de que estaba a punto de asfixiarme. Si abrazaba así a Tony, no entendía todavía cómo era posible que siguiesen juntos.

—Dices raro porque estarás demasiado distraída con Tony para echarme de menos —me burlé.

Eso consiguió que me soltara. A pesar de la oscuridad, pude ver el brillo en sus ojos.

—¡Pero bueno! Una intenta tener un momento bonito con su sobrina y así se lo pagan.

—Yo también te quiero, tía.

Mi tía volvió dentro de la casa poco después, y yo decidí quedarme un momento más allí, en el jardín, disfrutando de la tranquilidad de la noche. Podía escuchar el murmullo preceder del interior, pero aún así el sonido de las olas a la lejanía seguía apreciándose.

Aquel sitio era increíble.

—¿Pensabas irte de la fiesta sin el postre?

Me volví hacia la inconfundible voz de Jax, que se acercaba a mí desde la casa. Aún en la leve oscuridad de la noche pude apreciar el bol con una cuchara que llevaba en las manos. Era una panacotta.

—No tengo mucha hambre.

Había comido hasta reventar. Lo extraño sería que me entrase incluso el aire.

Jax terminó de llegar hasta donde yo estaba, y extendió el bol hacia mí.

—La hice yo, si no lo comes me sentiré ofendido.

Eso me hice reír. Negué con la cabeza, pero igualmente cogí la cucharilla y tomé un trozo del postre.

Comí en silencio, por lo menos medio bol hasta que de verdad ya no pude más, y él no dijo nada al verme parar.

Nos quedamos contemplando el infinito, como si fuese suficiente. Porque en realidad, con Jax los silencios no solían ser incómodos.

—Estarás bien —dijo al cabo de un rato.

No me hizo falta preguntar de qué hablaba. Intuía que había escuchado la conversación con mi tía, o bien ella se lo había dicho.

O, la tercera opción, me conocía tan bien que al ver a mi tía entrar con los ojos llorosos a la casa y a mí quedarme fuera, intuyó lo que ocurría.

Suspiré y me volví hacia él. Sus ojos brillaban oscuros en la noche, y los rizos azotaban el rostro a causa de la brisa. Chiara tenía razón. Jax era muy guapo... pero también era mucho más que eso. Su vida interior era increíble, y pocas personas tenían la oportunidad de descubrirlo.

—Lo sé, es solo que... aunque apenas hayamos estado juntas estos últimos días, sabía que si me pasaba algo, tía Jenna estaría allí para mí. Sin ella me quedo sola, ¿sabes?

El rostro de Jax se inclinó hacia el mío, y al igual que Camilla antes, colocó una mano en mi hombro, la que no sostenía el bol. Sin embargo, a diferencia de ella, yo no me sentí incómoda. No lo hacía para mantenerme allí, sino para darme su apoyo.

Fui incapaz de apartar la mirada de sus ojos.

—Olivia, no te quedarás sola. Yo estoy aquí, y estaré si me necesitas.

Asentí, despacio. No estaba segura de poder hablar sin que mi voz sonase agitada por lo que acababa de decir.

Inconscientemente, me acerqué también a él, y nuestras respiración se entremezclaron. El olor a él me llegó, familiar, y cerré los ojos.

Cuando los abrí encontré cómo miraba mis labios, pero carraspeó y se alejó un poco, sin soltarme del hombro.

—Angelo y la Nonna también, por supuesto —continuó—. Y Gaia, y Sofía, y Chiara, y...

—Jax —le interrumpí, llevando mi mano a la que él tenía en el hombro para tomarla—. Gracias.

Él asintió, y los dos compartimos una mirada más que terminó en sonrisa antes de decidir que debíamos volver de nuevo a la casa.

Jax como amante era increíble, lo sé.

Pero como amigo era todavía mejor.

¡Feliz miércoles, familia de wattpad!

Actualizo super rápido desde Roma :)

Aquí estoy imitando escenas de Jax y Oli... ¿todavía tenéis alguna petición especial? :)

Os mando miles de abrazo, siempre teniendo mucho cuidado,

Andrea.

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