Una Perfecta Oportunidad © 30...

By AndreaSmithh

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Segunda parte de "Una Perfecta Equivocación" ¿Alguna vez pensaste en pasar un verano en Italia? Parece una fa... More

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SINOPSIS
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By AndreaSmithh


Algo estaba mal conmigo.

Tenía que estarlo.

Venir a Italia siempre había sido mi lugar de escape de los problemas. Cuando veníamos con mi madre, y ella aquí era mucho más feliz. Parecía sana.

Cuando vine una vez murió, y Angelo y Chiara me hicieron olvidarme por un momento del dolor.

Este verano, que serviría para olvidarme de Olivia. Porque no podía enamorarme de ella.

Solo que lo había hecho.

Italia me ayudaría a olvidarla, pero entonces ella llegó, y aunque traté de mantenerme alejado al principio, era imposible.

Siempre estaba allí, y siempre acababa pensando en ella.

—Es oficial, vamos a poner tu lasaña en el menú —exclamó una voz detrás de mí, sobresaltándome—. Si te parece bien, claro.

Fede caminó a mi lado mientras yo limpiaba la leche condensada que se me había caído sobre la encimera. Las horas en aquella cocina, practicando, aprendiendo, me ayudaban a encontrar un poco de la paz que tanto necesitaba.

Mi jefe me dio una pequeña palmada amistosa en el hombro cuando asentí.

—Sé que te vas en septiembre, muchacho, pero si cambias de opinión siempre tendrás un hueco en esta cocina.

Le sonreí y lancé el trapo de la cocina directo a la pileta. Sus intenciones eran buenas, pero no pensaba cambiar de opinión. Quería aquel viaje. Lo había planificado desde el primer momento en que me enteré de que tendría la furgoneta: de Italia a España. La misma ruta que hicieron mis padres en su luna de miel.

Y terminaría en el lugar donde mi madre pasó su infancia.

Después de ese, esperaba que llegaran muchos viajes más. Chiara había bromeado con que debía crearme un instagram y sacar fotos de los lugares que visitaba.

—Gracias, Fede, pero...

Dejé la respuesta en el aire, y él lo entendió. Más o menos.

—Por supuesto, es comprensible que prefieras trabajar en el restaurante de tu padre. He escuchado que es muy bueno.

Mierda, no. Eso sí que no. Pero no se lo dije.

Si algún día trabajaba en un restaurante, sería el mío propio. Eso lo tenía muy claro.

Mi padre era un chef excepcional, pero sus platos no salían de las recetas familiares tradicionales. Le gustaba el sabor puro de lo que había comido en su infancia.

A mí, en cambio, me gustaba más la fusión.

Casi le da un ataque cuando preparé un risotto con salmón teriyaki. Y aunque a malas admitió que estaba rico (porque en realidad era increíble), tuve que aguantar unos cuantos días de críticas.

Supongo que por eso nunca cociné demasiado en casa. Solo aquella famosa lasaña, que me salía muy bien. Si se enterase que añadía leche para que el relleno ligase mejor... Quizás me echaba de casa.

Regresé a la casa cansado, aunque había dejado ya mis platos especiales preparados. Fede me dejaba tener muchas noches libres, porque en realidad solo estaba de prácticas y tenía cocineros de sobra. Le bastaba con que dejase algunos platos y postres ya listos, y así podía usar la cocina cuando no hubiese nadie, y probar cosas nuevas sin que me molestasen.

Cuando llegué a la casa la temperatura ya había empezado a bajar, aunque continuaba siendo bastante elevada.

Y, aún así, al bajar de la moto y caminar hacia la entrada, me encontré a dos figuras echadas en el suelo sobre una esterilla.

La bilis comenzó a hervir en la boca de mi garganta al darme cuenta de quién se trataba: Angelo y Olivia.

En aquel momento ella estaba inclinada en el suelo, estirando la espalda, y él tenía una mano posada prácticamente en su trasero para ayudarla.

Respira, Jax.

Respira.

El rostro de mi primo se elevó cuando me acerqué, y una sonrisa horrible brilló en sus labios. No quería creer que Angelo se estuviese vengando de mí, porque no solo éramos familia. Eramos muy buenos amigos. Y precisamente a él le había hablado de Olivia.

A Angelo le gustaba Chiara. Cuando me lié con ella el verano pasado me dijo que solamente le parecía atractiva, y que todo estaba bien.

Me parece que creerle fue un error.

Y ahora me las pagaba de vuelta.

—¿Qué tal, primo? —Me saludó, moviendo la cabeza en un asentimiento.

En ese momento Olivia hizo un ruido extraño, y Angelo apartó la mano de ella cuando rodó hacia un lado, cayendo sobre su espalda y fuera de la esterilla. Tenía el pelo recogido, pero unos mechones se habían escapado, y me observaba a través de ellos con expresión de sorpresa.

Bueno, piojosa. Yo también vivo aquí durante el verano.

—Acabamos de volver de correr —continuó hablando mi primo, como si nada—. ¿Qué te parece? Aguantó cinco kilómetros.

Sin querer, la comisura de mis labios se elevó un poco. Para él cinco kilómetros no era nada, pero estaba segura de que por eso las mejillas de Olivia parecían tan sonrojadas. Nunca hacía mucho ejercicio.

Menos en la cama.

—Estoy sorprendido de que haya durado tanto—repliqué, mirándola a ella—. ¿No estarás enferma?

Arrugó la nariz pecosa y entrecerró los ojos hacia mí en una forma infantil pero muy graciosa. Te daban ganas de agarrarla de las mejillas y estrujar la cara.

—Qué gracioso —replicó, poniéndose de pies—. ¿Cuántos kilómetros puedes hacer tú, eh?

Se acercó a mí, alzando la barbilla hacia arriba, y mis labios sonrieron más. La broma se me escapó antes de que pudiera contenerme.

—Duro mucho, piojosa.

Ladeó un poco la cabeza, y murmuró:

—Ya... déjame dudarlo.

Mierda. Me encantaba que pelease así de duro.

Pelearía así toda la vida contigo, piojosa.

Siguiéndola el juego, me agaché un poco, acercando el rostro al suyo, y susurré:

—Sé que no lo haces. Tienes pruebas de lo mucho que duro. ¿O quieres volver a comprobarlo?

Sus ojos la delataron, abriéndose con sorpresa mientras el color regresaba fuerte a sus mejillas. Y aunque me encantaba verla sonrosarse, y más sabiendo lo que estaba recordando, decidí que había sido suficiente juego.

Me volví hacia mi primo, que nos miraba con los labios apretados, como si no supiera si debía intervenir o no.

La respuesta era "no".

—La próxima vez que salgáis a correr, yo también me apunto.

Él asintió y comencé a alejarme pero, antes de hacerlo, me volví de nuevo hacia Olivia y le guiñé un ojo. Eso hizo que ella se mordiese el labio inferior en una mezcla de rabia y lujuria.

Me fui de allí antes de dejarme llevar.

Quería besarla. Siempre quería hacerlo. Pero no debía.

Porque necesitaba olvidarla, y volver a sentir su sabor en mí no ayudaría en nada.

Y porque ella también me estaba olvidando, y no quería ponerle las cosas más difíciles.

Olivia tenía más fuerza de voluntad que yo, y quizás por eso le dije que no la besaría a menos que me lo pidiese. Una forma de frenarme.

Porque era cierto: nunca me lo pediría.

Y yo nunca volvería a hacerlo si ella no quería.


♡ ♡ ♡ ♡ ♡


Angelo estaba comiendo un bocadillo en la cocina cuando llegué a tomar agua. Se hizo a un lado para que pudiera tomar un vaso y servirme.

En silencio, esperó a que terminara de beber agua para hablarme. Podía notar sus ojos clavados en mí y eso me puso nervioso.

Cuando dejé el vaso de nuevo en la encimera y me volví hacia él, me increpó de una forma que me molestó.

—¿De verdad quieres salir a correr con nosotros, o es solo por Olivia?

—¿De verdad estás interesado en ella, o es solo una venganza por lo de Chiara?

Sabía que no debía hablarle así, que solo eran los celos tomando el mando de mi voz, pero el verano anterior los dos salimos a correr casi todas las noches. Era justo que también me interesase hacerlo.

Una parte de mí estaba dolido no solo de verle intimar con Olivia... también de notar cómo se alejaba de mí por ella.

Angelo frunció el ceño y se cruzó de brazos.

—Eres tú quien tuvo algo con Olivia. Solo te pregunto porque me interesa, y no quiero hacer nada si a ti te molesta.

Igual que él me mintió el verano pasado, ahora yo estaba por hacer lo mismo. Por decirle que me daba igual.

Pero no podía. No me salieron las palabras.

Opté por camuflar la verdad, encogiéndome de hombros.

—Es decisión de ella si quiere salir contigo o no, no mía. Tanto si me guste como si no, ella decide, y lo único que puedo hacer es aceptarlo.

Sonó un poco más duro de lo que pretendía. Más doloroso.

Sin embargo Angelo se limitó a asentir, como si comprendiese lo que quería decir. Y ahora que habíamos roto la veda, tenía que quitármelo de encima y preguntar.

—¿Entonces no es ninguna venganza por lo de Chiara? —Presionó.

Angelo apartó la mirada, pero capté un deje de tristeza antes de que lo hiciera.

Después suspiró.

—A Chiara no le gusto, Jax. Lo sé de sobra. Lo sabía el verano pasado y lo sé esto. Por eso no puedo enfadarme contigo. Tú lo has dicho, ella decide. Y te eligió a ti.

Casi pude escucharle decir un "jamás me elegirá a mí".

Podía entender el dolor de Angelo. El verano pasado no, pero este sí. Él estaba enamorado de Chiara. Después de un curso entero separado, seguía estándolo.

Esperé hasta que se animó a volver a levantar la mirada, esta vez con una pequeña sonrisa. Debía haberlo sabido, él no era rencoroso.

—Si soy sincero, me encantaría que pudieses sacar tiempo y venir a correr con nosotros —dijo, y parecía sincero—. Este verano casi no estamos pasando tiempo juntos, y eso es raro, tío.

Despacio, yo también sonreí. Al parecer no era el único que echaba de menos a su primo.

—Tienes razón.

Supongo que un abrazo hubiese sido lo único que faltaba, pero no lo hicimos. Y a los pocos segundos escuché unos pasos entrar a la cocina.

Olivia llegó la melena mojada por la ducha calando sus hombros, como siempre porque no le gustaba usar el secador.

Al vernos su pasó se calmó, y con duda dijo:

—Venía a por algo de comer. Correr me abre el apetito.

Me mordí la lengua para no replicar una sandez, no después de aquel momento con mi primo. Aunque la frase "y no es lo único que te abre" bailaba en mi cabeza.

Angelo asintió y partió un trozo de su bocadillo que en realidad era casi una barra de pan entera, y se lo tendió. Olivia me lanzó una mirada rápida antes de aceptar, y yo decidí que ya sobraba en aquella cocina.

Me despedí con un pequeño movimiento de cabeza y salí de allí, escuchando la risa de Olivia mientras subía las escaleras.

Dentro de mí sentí un puñetazo, dando de pleno la boca del estómago. Quería vomitar.

Mierda, estaba celoso. De nuevo. Por mi primo.

Y por eso digo que algo estaba mal conmigo.

Porque yo no quería relación.

No quería enamorarme.

No quería estar enamorado de la piojosa.

Quería olvidarla.

Pero por más que lo intentase, no lo lograba.

Y temo que jamás lo lograría.

¡Feliz sábado, familia de wattpad!

Uhm, estoy super nerviosa. No solo por la novela, y es que tengo dos semanas de vacaciones, y parte de ellas empiezan mañana.

Me voy a Roma de lunes por la tarde a básicamente el jueves. Y con todo esto, aunque esté vacunada, quiero tener mucho cuidado.

A todo esto, me gustaría recrear escenas de Olivia y Jax en Roma, y aunque tengo alguna en mente... ¿hay algo que os gustaría en especial? Y así apareciera más adelante :)   (sé que están en otro sitio que no es Roma, pero planeo que vuelvan, y yo solo voy allí y a Napoles y Pompeya un día).

PD. Visitaré (si está abierta) de nuevo la tienda del peluche. ¿Queréis visita guiada en mis stories? ¿Y de alguna tienda más?

Miles de abrazos :)

Andrea.

PD2. Intentaré dejar el cap del miércoles para solo publicar y ya, si no lo consigo subo triple viernes-sábado-domingo.

PD3. Redes sociales: "andrealetitbe"

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