NO TIME TO DIE โ”€โ”€ levi ackerm...

Oleh sugurusouls

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s. โ”€โ”€โ”€ NO TIME TO DIE
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BOOK ONE. โ”€โ”€โ”€ RELUCTANT VISIONS
a.1 โ”€โ”€โ”€ just a kid
a.2 โ”€โ”€โ”€ emerge
a.3 โ”€โ”€โ”€ poor marionette

p. โ”€โ”€โ”€ fragile and heavy like skin

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Oleh sugurusouls

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NO TIME TO DIE. prologue

fragile and heavy like skin 

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─── Año 850

Virginia estaba acostumbrada a ser reprimida con severidad. Pasaba muy seguido que ya le tenía sin cuidado y simplemente dejaba que pasara, sin replicar o quejarse.

Pero esto definitivamente era nuevo. Casi creyó que iba a llorar. No de dolor, sino de humillación.

La mano del Soldado más Fuerte de la Humanidad se agarraba con firmeza a sus muñecas, impidiéndole mover las manos, colocadas en su espalda baja. El Capitán Levi camina a un paso demasiado rápido para ser alguien tan bajito, pensó Virginia, en parte para aliviar su parte más ansiosa y también porque era cierto.

Ni siquiera era capaz de comprender de dónde sacaba tanta fuerza, como para tenerla sostenida con una sola mano, sintió que pudo romperle las muñecas si así lo hubiera querido. Virginia tragó saliva. Esta vez sí estoy jodida.

Sí, de verdad estoy jodida, finalizó en su cabeza cuando en la distancia vio a Olivia, la líder de su escuadrón. Detrás de ella vio a Fabian Schwartz que le miraba directamente, le sonrió en una mezcla de burla y preocupación, y formó con sus labios la frase "estás jodida".

Ya lo sé, de verdad, no tienes que recordármelo.

—Olivia, yo...

—Cállate —le interrumpió Levi casi de inmediato. Una de las botas del Capitán golpeó su rodilla y el desequilibrio la tiró al suelo, callando en seco cualquier cosa que Virginia quisiera decir. Gruñó entre dientes cuando la misma bota que la tiró al suelo se colocó sobre su cabeza y hundió su rostro en el suelo sucio y lleno de lodo bajo sus pies.

—¿Puedo preguntar...?

—Cállate tú también, Schwartz —reclamó Levi en tono hosco.

—Está bien.

—Levi, ¿qué está sucediendo? —inquirió Olivia, mirando desde donde estaba a su subordinada. Ninguna de las dos intentó disuadir al Capitán de sus acciones; era obvio que cuando adoptaba esa actitud, nada bueno salía de pedirle que se tranquilizara.

Pero tampoco había muchas cosas que le pusieran los pelos de punta. Olivia debía admitir, a su pesar, que si Levi reaccionaba así con Virginia había una muy buena razón para ello.

—Desobedeció mis órdenes. No retrocedió cuando se lo indiqué, y casi perdemos a Vladimir —continuó el Capitán.

—En mi defensa, él me dijo que estaba bien que me adelantara.

—No pregunté tu opinión, Läckberg —espetó, hundiendo aún más su mejilla en el suelo. Fabian contuvo una risa sarcástica mientras Olivia suspiraba con cansancio.

—¿Virginia? —insistió Olivia.

—Estaba buscando mi diario. Se me cayó y estaba segura que no pude haberlo dejado muy atrás, así que me di la vuelta y lo busqué. No tardé más de cinco minutos cuando Vladimir me habló porque necesitaba ayuda con un titán de quince metros. Ninguno de los dos lo esperábamos, nos tomó por sorpresa.

—Cuando estás en campo abierto, siempre debes estar preparado, debes esperar cualquier cosa —puntualizó Levi con el ceño fruncido.

Virginia gruñó. Le molestaba que Levi tuviera ese trato con ella.

—¡Hange también se adelanta, se pierde y deja atrás sus compañeros! ¡Es injusto que solo a mí me trates así!

—Virginia, cállate —intercedió Olivia. Virginia aflojó su resistencia y se dejó caer por completo en el suelo. Si Olivia le decía que se callara, debía hacerlo, sin preguntar—. Lo siento Capitán, no debí permitir que esto pasara. Ten por seguro que recibirá una sanción acorde a sus acciones.

¿Sanción? De verdad estaba jodida.

—Por favor, Olivia. —El Capitán Levi le soltó las muñecas y retiró su bota de su cabeza. Su primer instinto fue sobar sus manos. Fabian corrió hacia ella para ayudarle a ponerse de pie. Olivia le recibió con un suspiro resignado—. No me corresponde controlarla, pero es necesario que lo haga. No permitiré que comprometa la vida de mis reclutas solo porque no puede ver más allá de sí misma.

—Ten por seguro que se lo haré saber —finalizó Olivia.

Fabian tendió hacia Virginia un pañuelo blanco para limpiarse la suciedad de su cara. La joven lo tomó de mala gana y siguió los pasos de su amigo hacia el resto de sus compañeros de escuadrón.

—Si te hace sentir mejor, quizá la culpa sea de Olivia, al dejar que el Capitán Levi te eligiera para ser su refuerzo provisional.

—No me hace sentir mejor, mejor cállate.

—Qué amable eres siempre, por eso eres mi persona favorita.

Se internaron en una de las campañas provisionales de la Legión, en las afueras del Muro Rose. Ahí, Vladimir, su compañero, le tendió una cantimplora con agua mientras le dedicaba una mirada de disculpa con sus ojos azules como el zafiro. Virginia asintió una vez perdonando que le acusara, y recibió la cantimplora con agrado.

—¿Cómo fue que se enteró, si ya habían vuelto de la expedición?

—Habló con Vladimir porque me vio muy exaltada —exclamó la palabra como si no creyera lo que decía—. Y bueno... le dijo todo. No esperaba otra cosa, sinceramente. Esperaba que lo supiera tarde o temprano, pero no esperé una reacción así.

Fabian sonrió como si le hubiera contado un muy buen chiste.

—Nunca me decepcionas, Virginia.

—No soy tu bufón de entretenimiento, Fabian.

—Siempre fiel a tus convicciones —aclaró el mayor, con amabilidad—, dime por favor que recuperaste tu diario.

—Sí, lo tengo —respondió Virginia tras una honda respiración.

—Entonces, si lo tienes, está bien. ¿Qué se siente tener el pie del Soldado más Fuerte de la Humanidad sobre tu cara?

—No fue sobre mi cara técnicamente...

Las palabras de Virginia se detuvieron en seco cuando Olivia ingresó a la tienda. Suspiró con cansancio mientras se acercaba a Fabian y Virginia; y depositó sus manos en los hombros de ambos.

—Quiero que mañana a primera hora te disculpes con el Capitán Levi, Virginia.

—No te preocupes, lo haré —prometió la muchacha.

—Eso si consigues el valor para verlo a la cara nuevamente —intercedió Fabian, causando que tanto Virginia como Olivia rodaran los ojos. Porque maldición, tenía razón.

—No quiero tener problemas con Erwin, si es posible en un tiempo, así que me gustaría que te disculparas lo más pronto posible, en verdad.

Virginia asintió en un gesto de absoluta comprensión. Porque, mierda, ¿quién podría resistirse a la mirada azulada de Olivia Becker? Antes, Virginia habría dicho sin dudar que el color que representaba a su líder de escuadrón era el rojo. Ahora, en cambio, ya no estaba tan segura. El azul le representaba mucho mejor.

Imaginó que el océano tendría una tonalidad muy parecida, pero no estaba tan segura. Las historias del mar solo las había escuchado de su madre, quien tampoco pareció haberlo conocido nunca.

—Tuviste muchísima suerte de que ni el Capitán Levi ni Olivia te quisieran tras una celda, te habrías perdido la próxima expedición.

—El Capitán Levi en verdad parecía quererme dentro de una celda.

Olivia sonrió al ver a Virginia y Fabian hablar de una cosa tan trivial como si Levi quería a Virginia en un castigo más severo. Ver a sus subordinados sonreír y bromear le renovaba sus energías. De eso no había duda.

—No se distraigan: la zona puede ser invadida en cualquier momento. Por favor, manténganse alerta —dijo antes de dar media vuelta e ir al encuentro con Erwin Smith.

Virginia percibió el tono lleno de preocupación de su líder. Su recomendación de mantenerse alerta no era algo que debería tomar a la ligera.

Las cosas entre la Legión se habían tornado demasiado tensas después de la desaparición del segundo escuadrón, y aunque la expedición se había realizado con el único objetivo de trazar una línea de suministros dirigida hacia el Muro María; era claro que ahora la prioridad era sobrevivir.

—Por cierto, ¿escuchaste todo el alboroto que hizo Hange?

A Virginia le brillaron los ojos al escuchar hablar de Hange.

—No, ¿qué sucedió?

Fabian sonrió, satisfecho de saber algo que Virginia desconocía.

—Tuvo una pelea con Erwin, luego de eso, casi mata a Oruo... pero son detalles. Hange ha estado insistiendo mucho en la necesidad de capturar un titán vivo para examinarlo, pero el Comandante Erwin negó su petición sin dudarlo.

Virginia frunció el ceño con enfado.

—Es la única manera que tenemos para conocer mejor a los titanes.

—Sí, pero no a costa de nuestros compañeros.

Virginia se cruzó de brazos, pensativa.

—Entiendo la inquietud de todos con eso. Entiendo por qué el Capitán Levi prefirió patearme la cara antes que perder a uno de los nuestros... pero los sacrificios son necesarios si queremos conocer más sobre este mundo.

—Eso es algo que diría Hange. No hay duda que estás igual de loca que ella.

—Solo estoy intentando ver el lado lógico de las cosas.

—Más de uno de por aquí te daría un puñetazo por hacer eso.

Virginia rodó los ojos. Sí, por eso Erwin Smith siempre apela a nuestras emociones cuando quiere algo de nosotros. Porque si lo viéramos con lógica, también creeríamos que está súper loco.

El silenció dominó su conversación, y el sonido de un disparo de bengala al cielo fue lo que los devolvió a sus cinco sentidos. Ambos se dirigieron a la salida de la tienda, con sus respectivos equipos de maniobras golpeando sus piernas; regalándoles un confort que no sabían que necesitaban.

Porque cuando vieron la bengala roja adornando el cielo, ya no era momento de bromear.

—¡Hay uno en el bosque! —escucharon la voz de Mike. Seguido a sus palabras, un árbol de gran tamaño se inclinaba hacia el suelo. Todos a su alrededor se movilizaron; algunos para hacerle frente, otros para recoger todo y alejarse.

—Creía que tú y Vladimir se habían encargado de los del bosque —observó Fabian.

Virginia le miró con sorpresa.

—...Yo no dije eso.

—¡Hange-san! ¡Es peligroso ir sola!

La voz de Moblit hizo voltear a Virginia: Hange se había montado sobre su caballo y se dirigía sin dudar hacia adelante.

Ya quiero ver al Capitán Levi pateando a Hange, pensó de manera estúpida.

Y fue el doble de estúpida cuando corrió hacia su caballo y se montó en él.

Fabian corría detrás de ella, medio conteniendo una sonrisa y medio preocupándose por ella. Siempre fiel a sus convicciones, como había dicho.

—¡Iré detrás de ti!

Sí, alguien tiene que cuidar que no me muera, pensó Virginia.

Pero ese fugaz pensamiento se interrumpió cuando vio a Hange delante de ella. Presionó a su caballo para aumentar su velocidad y alcanzarla.

—¡Levi! —gritó la voz de Erwin Smith detrás de ella.

A Virginia se le cayó el alma a los pies. Claramente iba a deber muchas explicaciones.

Ni ella misma sabía exactamente por qué seguir a Hange; arrastrando consigo en consecuencia a Fabian, además de Levi pisándoles los talones. Pero... sentía que era necesario, que seguir a Hange le iba a satisfacer aquella hambre de conocimiento que sus padres tanto le habían inculcado.

Eliminó a su familia de sus pensamientos. No era buen momento para tener el estómago revuelto. ¿Cómo diablos había relacionado a Hange con su padre? Estaba volviéndose loca definitivamente.

Vio a Levi acercándose por la derecha y casi se cae del caballo. ¿Cómo le había alcanzado tan rápido? ¿Dónde estaba Fabian?

—Atrás de mí — fue su única orden. Y definitivamente no iba a tentar a la suerte desobedeciéndola.

Tiró del caballo ligeramente, reduciendo su velocidad y encontrando su lugar detrás de Levi; junto al resto de reclutas que lo seguían. Fabian le miraba desde el otro lado de la formación y agitó su mano saludándola. Suspiró de alivio al verlo sano y salvo.

El alboroto que sucedía frente a ella era de otro nivel, estaba segura que Hange no había contemplado ninguna de esas consecuencias. Entonces escuchó un golpe sordo, seguido de un árbol partiéndose en pedazos y finalmente, al titán que Hange ansiaba obtener para experimentar.

De repente, el titán se detuvo abruptamente, para al instante tomar otra dirección. Todos pensaron que terminaría ahí, sin embargo Hange comenzó a andar detrás de él. Casi juró escuchar al Capitán Levi maldecir en su cabeza. Claramente no podían dejarla sola.

Y ahí se encontraban Virginia y Fabian: rodeados del escuadrón de Operaciones Especiales de Levi, andando hacia adelante.

Ninguno de ellos se callaba.

—Es un patrón completamente diferente del de un excéntrico, incluso.

—¿...Acaso ya establecimos un patrón de los excéntricos?

Virginia se quedaba callada. En realidad no encontraba algo que aportar a sus interrogantes.

—¡Eso da igual! —les cortó Levi de manera tajante. Desenvainó sus cuchillas y se preparó para atacar.

Los caballos continuaron avanzando, y a medida que lo hacían, las copas de los árboles escondían los rayos del sol. El frío se comenzaba a hacer presente en un recorrido que había robado la voz de todos los soldados.

La persecución pareció finalizar en un espacio abierto en medio del bosque. Los mismos árboles parecían haber respetado de manera benevolente el campo de flores blancas y pequeñas que rodeaban un gran árbol, viejo y de manera oscura, en el centro de todo.

Virginia frenó su caballo en las orillas del lugar, Fabian imitó su acción junto a ella. La joven se llevó ambos brazos alrededor de su cuerpo. El lugar le había transmitido un aura de misterio y veneración casi divina. Era como un templo.

El titán se acercó al árbol del centro, y comenzó a estrellar su cabeza contra el tronco. Un sonido que tambaleó las raíces del mismo y que reverberó en la garganta de Virginia.

—¿Qué pasa... qué estás haciendo? —inquirió Hange, en un tono casi etéreo y fuera de su usual y estridente voz. Bajó de su caballo y se aproximó con pasos lentos y suaves hacia el titán—. ¿Este es el lugar al que querías venir?

El titán se abalanzó sobre ella. Hange reaccionó más rápido y clavó su equipo de maniobras, en un árbol cercano, impulsándose fuera del alcance del titán hacia la cima.

—¡Eso estuvo cerca! —exclamó, casi extasiada con la situación.

Estuvo a punto de cometer una segunda estupidez, sin embargo Oruo llegó por la retaguardia, dispuesto a terminar con esto de una vez por todas. Sin embargo, el titán reaccionó más rápido y lo atrapó entre su mano.

Virginia casi gritó.

Sin embargo una estela color verde corrió al encuentro, cortando la mano del titán y liberando a Oruo. Acto seguido, volvió con la misma rapidez y cortó la nuca del titán de un tajo limpio.

La criatura cayó al suelo con un golpe sordo, calmando el corazón de Virginia.

Definitivamente tiene que patear a Hange por esto, añadió para sí misma.

El Soldado más Fuerte de la Humanidad siseó asqueado, limpiando la sangre que se extendía por su mano y ensuciaba la empuñadura de su cuchilla.

Virginia bajó de su caballo y corrió hacia el encuentro con el resto de soldados, seguida de Fabian. Hange se dejó caer sobre sus rodillas, afligida.

—Ese era un sujeto de prueba muy importante —balbuceó—, si conseguíamos atraparlo... la humanidad habría dado un paso muy grande...

Levi una vez se aseguró que Oruo estaba bien, se acercó a Hange y la tomó por el cuello de su camisa. Inesperadamente, Virginia no se sintió mejor al ver que el mismo trato que usaban con ella se lo daban a Hange.

—¡Maldita cuatro ojos, cállate! —espetó Levi—. No me importa si quieres ser mierda de titán, ¡pero no permitiré que pongas en peligro a mis subordinados!

Una risita nerviosa brotó de los labios de Hange.

—Los titanes... no defecan —exclamó—. No tienen aparato digestivo...

—Capitán... creo que es suficiente —vaciló Fabian. Virginia no dijo nada, no tenía el derecho de hacerlo.

Las palabras de Fabian parecieron disuadir al Capitán. Soltó a Hange de un empujón brusco, y la mujer terminó cayendo sobre sus rodillas, más débil y dispuesta a cooperar que hace unos momentos.

—Hora de irnos —ordenó Levi, dando media vuelta.

La exclamación ahogada de Petra Ral fue lo que interrumpió su retirada.

—¿C-capitán? ¿Eso fue obra del titán? —inició con voz temblorosa—, ¿eso lo hizo él?

Virginia decidió mirar hacia donde los ojos de la pelirroja se dirigían.

Mientras las interrogantes de Levi iniciaban, Virginia sintió cómo el aire se le escapaba de los pulmones al encontrar aquéllo que provocó una reacción tan incrédula de la soldado.

El árbol que se hallaba al centro del lugar estaba hueco, y dentro de él se vislumbraba un cuerpo humano, cubierto por oscuridad, suciedad y hojas.

Todos se aproximaron para obtener una mejor visión; y Virginia estuvo a punto de vomitar cuando notó que el cuerpo en cuestión no tenía cabeza.

Era un cadáver en estado de descomposición, las siluetas de sus huesos se pegaban a sus ropas y convertían la imagen en una grotesca representación del abandono y la muerte. Una capa verde de la Legión cubría su torso, pero era evidente que usaba la vestimenta reglamentaria del ejército.

Hange escaló hasta encontrarse con el cuerpo, y corroboró lo que a simple vista se deducía.

—Del escuadrón número treinta y cuatro. Murió hace un año. Es increíble que un titán haga algo así...

Virginia giró su vista, vio a Levi recogiendo algo del suelo, cerca de las raíces del árbol.

—¿Qué es eso? —inquirió al notar la postura rígida del Capitán.

—Una bitácora de viaje... —exclamó con sorpresa.


La noche había caído cuando la Legión volvió de su expedición.

No había ningún avance significativo, como siempre, pero esa noche Virginia se sentía mejor que otros días; mejor que en otras expediciones.

Ansiaba saber lo que contenía el diario de Ilse Lagnar. Quería con todo su ser colocar sus manos en ese cuaderno. Hojearlo, leerlo una y otra vez, reflexionar sobre ello y...

—¿Café?

Virginia recibió la taza que le era ofrecida. Fabian sonrió y se sentó frente a ella en la mesa de madera.

Erwin ordenó reposo para todos los miembros de la Legión, mientras Hange se encargaba de leer el diario y Levi organizaba el inventario después de la expedición. Virginia se moría de envidia, quería correr a ver a Hange.

En cambio se encontraba con Fabian, Vladimir y Minerva, el resto de miembros de su escuadrón; en un restaurante cenando y fingiendo que nada fuera de lo normal había sucedido en su salida de los muros.

—Yo quiero una botella de vino, por favor. Vladimir, ¿la compartirías conmigo? —dijo Fabian, ganándose un asentimiento de parte de su acompañante.

Virginia dio un trago a su taza y la dejó en la mesa. Abrió su diario y sacó la pluma de su bolsillo. Tanto por escribir y nada de concentración debe ser un crimen; porque la mente de Virginia volaba en todas direcciones menos en el papel en blanco frente a ella.

—El famoso diario que vale más que la vida de Vladimir —murmuró Minerva acariciando el borde del cuaderno con la yema de sus dedos—. ¿Qué tanto escribes en él? ¿Tu inexplicable pero intensa atracción por el trato denigrante que tiene el Capitán Levi contigo?

Fabian soltó una risotada que provocó que el vino que bebía se le saliera por la nariz. Virginia soltó una maldición cuando las gotas del vino salpicaban su pulcra hoja en blanco. También quiso esconder su cara porque sentía que se sonrojaba.

—¡Maldición, Minerva! —respondió—. No tengo que dar explicaciones.

—Parece que lo provocas para ver hasta dónde es capaz de llegar sin que Olivia se vuelva loca.

—En mi opinión quiere que la inmovilice con las esposas de una celda —canturreó Vladimir—. Si tienes que arriesgar mi vida para tener una oportunidad con el Capitán Levi; tómala, yo haría lo mismo.

—¿Podemos... dejar de hablar de eso, por favor? —murmuró Fabian, aún con un par de gotas de vino bajando por su barbilla. Virginia le agradeció mentalmente, calmando el alboroto de su mesa.

—Pero en serio, ¿qué tanto escribes ahí? ¿Secretos de estado? —bromeó Minerva.

No, esos están en mi cabeza.

—Solo escribo cualquier observación que tenga. O cómo me sentí ese día, alguna estupidez que Fabian diga o haga... es cualquier cosa que yo quiera. No es necesario seguir un orden... y sí, a veces escribo lo loca que me tiene el Capitán Levi —añadió sarcásticamente.

El vino de Fabian volvió a salirle por la nariz.

—Sabemos que estás bromeando —replicó Minerva.

—¿Entonces para qué preguntas?

—Virginia tiene una mente muy creativa —comentó Fabian, terminando su copa de vino de un último trago—. Pero estoy seguro que sus observaciones no son algo de lo que haya que preocuparse. Solo quiere darle nombre a lo que siente.

Mierda, debe ser un crimen conocerme tan bien, pensó Virginia.

Porque las palabras de Fabian eran ciertas por mucho que quiera negarlas. Porque para Virginia valía todo lo que tuvieras si con ello conseguías una mínima parte del conocimiento del mundo.

Y esa ansia por saber, por conocer y cuestionarse, terminó arrebatando el significado a todo lo pequeño. Su diario era todo lo que tenía; todo a lo que aferrarse porque sin él dejaría de tomarle importancia a los detalles de la vida y acabaría vacía.

—Esa es una reflexión muy profunda para alguien que tiene vino en el cerebro.

—Vete a la mierda, Minerva.

Virginia se echó a reír.

Sí, sin su diario se perdería estos pequeños momentos. A veces no es necesario sentir curiosidad, sino simplemente sentir.


Hange se acercó a Virginia cuando todos se fueron a dormir.

La tomó de los hombros en la salida de su cuarto y la arrastró lejos de ella.

—Yo solo quería ir al baño —dijo sin más.

—¿Quién necesita ir al baño cuando tengo una gran aventura?

Virginia sintió cómo su corazón revoloteaba bajo su pecho.

—Sígueme —pidió Hange, riendo emocionada siendo seguida de Virginia.

Las dos mujeres compartían un gran amor por el conocimiento, cosa que era muy obvia cuando se emocionaban por algo como el diario de Ilse Lagnar. Para Erwin y Olivia, era información valiosa y objetiva; para Virginia y Hange, era la oportunidad para preguntar, reflexionar y desvivirse por algo nuevo por conocer.

Fabian tiene razón, estoy loca.

Ambas llegaron al cuarto de la mujer de lentes. Era una oficina llena de libros desperdigados, que olía raro y que carecía de orden. Todo el lugar era iluminado por una lámpara de gas muy cerca de la orilla del escritorio; Virginia temió que se cayera e iniciara un incendio.

Disimuladamente la acercó al centro de la superficie mientras Hange acercaba un banquillo situado en el muro tras el escritorio. Una vez acomodadas, Hange sacó del cajón el diario de Ilse.

—¿Qué pasa? —inquirió Virginia, intentando ser lo más respetuosa posible para no lanzarse sobre el diario y hojearlo ella misma. Hange le dio el permiso acercando el cuadernillo hacia ella, y Virginia no perdió más tiempo; lo abrió e inició con la lectura.

El proceso fue acompañado de expresiones de sorpresa, palabras murmuradas y una sensación muy extraña de benevolencia. Incluso Virginia lo sentía: estaba leyendo los últimos momentos de una persona que se encontró frente a frente con la muerte, y su única alternativa fue escribirlo.

Cuando cerró la tapa, se giró a mirar a Hange, quien se encontraba más que dispuesta a escuchar todo lo que Virginia tuviera para decir. La joven abrió la boca, consternada.

—Los... ¿los titanes tienen inteligencia? ¿La tienen?

—Tienen la suficiente como para hablar... como para construir un altar hacia...

Ymir —susurró Virginia—. ¿Quién es Ymir? ¿Quiénes son la gente de Ymir?

—Se dirigió a Ilse como si fuera mayor autoridad que él...

Virginia casi quiso decir ¿qué mierda?, sinceramente no entendía nada de lo que estaba pasando.

—No sé —respondió Hange con desilusión—, pero ese era un sujeto de prueba que habría valido la pena capturar. Auto-consciente, con inteligencia, al parecer con un poco de entendimiento... pero ni Erwin ni Levi lo habrían permitido.

El silencio de Hange también pausó los pensamientos de VIrginia.

—Él dice que podríamos perder más de los nuestros por eso —finalizó.

—Tienes que convencerlo —insistió Virginia—. dile que yo te ayudaré, también Fabian. Que si está seguro que algunos de los nuestros morirán, entonces dile que estoy dispuesta a asumir el riesgo. Pero tienes que capturar uno, tienes que hacerlo.

Unos segundos después, Hange se rio con un ligero tono de satisfacción.

—Virginia, ¿cuál es la prisa por morir?

Mmm, a mucha gente le convendría que me muriera.

—Solo te estoy dando mi opinión —se excusó la muchacha, cruzándose de brazos. No había notado el frío que estremecía su piel hasta que recordó que estaba en camisón—. No seremos iguales pero... entiendo. Por eso quiero ayudarte. A la mierda lo que me haga el Capitán Levi, o si Olivia quiere castigarme después, yo quiero ayudarte.

—Escuché por Minerva que en realidad te gusta que Levi te trate así.

—Qué mentirosa, yo nunca le dije eso.

Hange se echó a reír ante sus palabras.

—Pero tienes razón —reconoció la mujer de lentes—. Es necesario. Es momento de recordarle a Erwin por qué dirijo el escuadrón de Investigación —finalizó, sonriendo. A continuación, tomó una pluma, papel en blanco y comenzó a escribir.


La mañana siguiente Virginia se sentía horrible, como si una docena de caballos le hubieran pasado por encima.

No pudo dormir, repasando una y otra vez el contenido del diario de Ilse, la forma en la que los trazos sobre el papel delataban su miedo; la tinta corrida, la página rota; la mancha de las lágrimas sobre el papel...

Casi se hacía un ovillo en el suelo al recordar los pensamientos que Ilse plasmó en sus últimos momentos. Su padre decía que las personas eran más sinceras cuando estaban a punto de morir. Y lo que leyó en ese cuaderno le heló la sangre de la cabeza a los pies.

Fui demasiado egoísta, nunca vi por nadie mas que por mí misma; abandoné a mis padres. Me siento mal.

Maravilloso. Ahora Virginia pensaba que los cadáveres intentaban enseñarle lecciones de vida.

Pero al leer esas líneas del diario de Ilse Lagnar... casi pensó que era algo que podría estar en su propio diario.

—Mierda —exclamó en voz alta. La frustración de no poder dominar a su caballo, aunada con sus pensamientos llenos de autodestrucción era muy cansado. Algo que no quería hacer a primera hora de la mañana.

—Virginia, controla ese caballo —pidió Olivia detrás de ella. La muchacha asintió con la cabeza y trató por todos los medios no enojarse con el animal que no tenía la culpa de nada—, luces un poco distraída, ¿todo en orden?

Mmm-hmm —respondió—. Hange me pidió ayuda para hablar sobre el diario. Pero acabamos muy tarde, tengo sueño.

Olivia suavizó sus facciones.

—No te preocupes, entiendo. —Olivia acercó su mano a la mejilla de Virginia y la acarició con delicadeza—. Debes estar cansada, tómatelo con calma —le sugirió, ganando una leve sonrisa de parte de su subordinada.

—Lo intentaré Olivia, gracias.

Virginia a veces evitaba morirse de manera imprudente porque eso haría llorar a Olivia. Y lo que menos quería era eso. Era como su segunda madre. Tenía que hacerlo bien por ella al menos.

Sí, porque por tu verdadera familia nunca hiciste una mierda.

—Tienes que hablar con Levi, lo prometiste —le recordó Olivia con severidad.

—Te dije que lo haría. Solo... busco el momento adecuado.

—Pues... está allá, con su caballo —exclamó la mayor. Y maldición, era cierto.

Virginia le miró de manera disimulada, observando al Soldado más Fuerte de la Humanidad acariciar de manera suave la crin de su caballo. Virginia respiró profundamente y se encaminó a él directamente, siendo respaldada por unas palabras de aliento de Olivia.

Todo el mundo presenció cómo Virginia caminaba hacia Levi. Escuchó murmullos y cuchicheos. Maldición, ¿por qué les interesa lo que sea que pase entre Levi y yo? Ni siquiera está pasando "algo". Seguramente es por ese rumor estúpido que Minerva les dice a todos. Pero es mentira, ni loca permitiría que el Capitán Levi me inmovilizara con esposas...

—Capitán Levi, buenos días —saludó Virginia, conteniendo el impulso de echarse a correr. El aludido detuvo sus caricias al caballo y le miró con desinterés.

—Läckberg, ¿todo en orden?

—Erm... sí —respondió ella—. Solo... solo vine a disculparme formalmente. Mi comportamiento de ayer fue inapropiado. Puse en peligro la vida de un compañero por un capricho mío, y lo lamento. No volverá a pasar... pondré mi diario en un lugar donde no se me caiga y esto no se volverá a repetir. —A continuación se inclinó en señal de respeto.

El silencio abordó su conversación. Era muy incómodo que Virginia siguió hablando:

—Si esto no es suficiente... accederé a cualquier castigo que tenga previsto. Le quiero demostrar que estoy entregada a liberar a la humanidad de los muros, y que mi lealtad a mis compañeros está por encima de cualquier interés egoísta.

Pero el Capitán Levi seguía sin responder.

Virginia estaba nerviosa.

—Me ayudarás a mí, Petra y Oruo a limpiar las calles de Trost después de terminar tus obligaciones con Olivia. Recoge más que ellos dos juntos y estarás saldada.

—Sí Capitán.

—Y trae al imbécil de Fabian. Juntos recogerán más basura.

—Está bien.

Virginia casi se sentía mal por su amigo, que iba a recibir un castigo por algo que no había hecho. Casi, pero estaba de acuerdo en que era un imbécil y se lo merecía.


Virginia nunca habría imaginado que en Trost la gente fuera tan desconsiderada con la basura que tiraban.

De cualquier modo, en verdad estaba disfrutando la tarea, pero por supuesto que eso era algo que el Capitán Levi no debía saber por ningún motivo.

El atardecer se escondía tras el Muro Rose, cuando el cuarteto de subordinados seguían a Levi por las calles de Trost. La tarea parecía haber terminado sin ningún contratiempo y ahora, esperaban a Hange, quien había acudido a entregar las pertenencias de Ilse a sus familiares.

Virginia se preguntó, con base en los últimos pensamientos de Ilse antes de morir, si su familia estaba feliz, triste o indiferente ante las noticias de su hija.

Interrumpió su cavilar cuando vislumbró a Hange al otro extremo de la calle.

—Puedo ver que tienen buenos pasatiempos —dijo la mujer a forma de saludo.

Oruo se alejó del grupo y se plantó frente a Hange. La mujer le miró con curiosidad.

—Sobre lo que pasó la última vez... si no me hubiera lanzado sin pensar, seguro habríamos podido atraparlo. Si tenerlo significaba dar mi vida por el avance de la humanidad, quizá...

La disculpa del soldado fue interrumpida por Hange, quien se aproximó a él y lo tomó de la camisa, tal como Levi lo hizo con ella, pero con un poco más de delicadeza (muy, muy poca).

—La que se tiene que disculpar soy yo... casi mueres por mi culpa —reconoció—, nunca vuelvas a decir que tu vida vale poco, ¿entendido?

Oruo pareció no haber escuchado nada de la disculpa de Hange, porque, costumbre suya, se mordió la lengua sin querer y el dolor le impidió concentrarse.

El grupo de la Legión de Reconocimiento se encaminaba hacia sus habitaciones, para descansar y prepararse para la próxima expedición. Las calles de Trost dejaban de ser iluminadas por el sol, y las luces de las lámparas de gas pasaban a sustituirla.

Virginia aspiró con agrado el aroma de la noche, el aire agitando sus cabellos y la necesidad de una taza de café antes de prepararse para dormir. Estaba segura que Fabian le acompañaría con su respectiva copa de vino. Y se sintió bien esperando llegar a su cuarto.

Al menos todo eso le ayudaba a alejar sus pensamientos de esa parte de su cabeza que le reclamaba y culpaba con saña. Egoísta, cobarde, imprudente y solitaria. Todo eso era Virginia y no sabía cómo cambiarlo.

A pesar de que lo intentara sin parar.

—Ahora que lo recuerdo —dijo Levi—. Erwin dio la autorización.

Hange no supo qué responder en el primer momento.

—Ya veo. —Fue lo único que pudo decir...

Antes de gritar de alegría y dar un brinco de emoción.  ▪

Oooof por fin, la introducción de NTTD está aquí SKLJSKDJ

Esto fue más como una especie de introducción al personaje de Virginia, vemos su relación con Levi y sus amigos idk me pone soft pensar en que los amigos de Virginia se preocupan mucho por ella KJSDKSDJ💗

En fin, espero que les haya gustado, estoy disfrutando muchísimo escribir este fic, puede que este mes haya capítulos semanales porque estoy in love de todo este desmadre y bueno skdjsk esperemos que todo salga bien.

Gracias por leer, porfa comenten voten etc me motiva mucho les quiero <3 

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Kamu Akan Menyukai Ini

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